Pisando el cielo
Durante la semana siguiente, el Infierno zumbaba con una energía inusual. La noticia de la próxima audiencia en el Cielo se había filtrado, generando una mezcla de expectación y ansiedad entre los habitantes.
Ben pasaba largas horas en su oficina, estudiando todo lo que podía sobre la estructura celestial y la etiqueta angélica. A menudo se le veía transformado en Cerebro Crustáceo, absorbiendo información a una velocidad vertiginosa. Entre sesiones de estudio, trabajaba en un detallado protocolo para la gestión de su territorio durante su ausencia.
Una tarde, mientras finalizaba los planes con Cerbero, el fiel hellhound no pudo contener su frustración.
"Señor," gruñó Cerbero, "insisto en que debería acompañarle. El Cielo es territorio desconocido y potencialmente hostil."
Ben sonrió, comprendiendo la inquietud de su amigo. "Aprecio tu preocupación, Cerbero, pero esta es una misión diplomática, mi presencia ya es bastante... inusual. Llevar a una escolta podría complicar las cosas, necesito proyectar seguridad."
Cerbero asintió a regañadientes. "Entiendo, señor. Pero por favor, tenga cuidado."
"Lo tendré," aseguró Ben. "Mientras tanto, confío en ti para mantener las cosas en orden aquí. Recuerda, seguimos los principios que hemos establecido, Justicia, compasión, y oportunidades para todos, nada de retroceder a las viejas formas del Infierno, sin importar las presiones que puedan surgir."
"Puede contar conmigo, señor," respondió Cerbero, irguiéndose con determinación. "Mantendré el rumbo que ha establecido."
Mientras tanto, en el Hotel Hazbin, Charlie se sumergía en su propia preparación. Pasaba horas practicando su discurso frente al espejo, con Vaggie como su audiencia crítica pero alentadora.
"Recuerda, cariño," decía Vaggie, ajustando el lazo de Charlie, "sé tú misma, pero también sé consciente de tu audiencia. Los ángeles pueden no apreciar tu... entusiasmo habitual."
Charlie asintió, una mezcla de nerviosismo y emoción en su rostro. "Lo sé, lo sé. Es solo que... ¡esto es tan importante! Podría ser nuestra oportunidad de cambiar realmente las cosas."
A medida que se acercaba el día de la audiencia, la tensión en ambos campamentos era palpable. Ben y Charlie, cada uno a su manera, se preparaban para lo que podría ser el evento más significativo en la historia reciente del Infierno.
La noche antes de la partida, Ben miró por la ventana de su oficina, contemplando el paisaje infernal que se había convertido en su hogar temporal. Se preguntó, no por primera vez, cómo esta experiencia lo cambiaría, y cómo su presencia podría cambiar este extraño nuevo mundo en el que se encontraba.
Mientras tanto, Charlie se acurrucaba en su cama, Vaggie a su lado, ambas perdidas en sus pensamientos sobre el mañana. El futuro del Infierno, y posiblemente del Cielo, estaba a punto de ser reescrito, y ellos estarían en el centro de todo.
Ben Tenyson Charlie y vaggie estaban frente a frente ante el garan ascensor celestial.
Las puertas se abrieron con un suave zumbido, revelando a cuatro ángeles exterminadores enmascarados. Sus posturas rígidas y máscaras inexpresivas contrastaban fuertemente con la atmósfera tensa pero expectante del trío que esperaba.
"Entren," ordenó uno de los ángeles con voz metálica y desprovista de emoción. Sin embargo, al posar su mirada en Ben, el ángel inclinó ligeramente la cabeza, en un gesto que denotaba clara confusión. "Un... ¿humano?"
Ben, manteniendo su compostura, dio un paso adelante con una sonrisa confiada. "Ben Tennyson," se presentó, extendiendo una mano que el ángel, naturalmente, no estrechó. "Estoy aquí como representante de... bueno, de mí mismo, supongo."
Charlie observó la escena con una mezcla de asombro y admiración. La confianza de Ben era palpable, casi contagiosa. Se preguntó cómo alguien podía mantenerse tan sereno ante seres que infundían terror en la mayoría de los habitantes del Infierno.
Mientras entraban en el elevador, Charlie notó la incomodidad de Vaggie. Su novia estaba más tensa de lo habitual, sus ojos dardando nerviosamente entre los ángeles y las paredes del elevador.
"¿Estás bien, cariño?" susurró Charlie, tomando la mano de Vaggie.
Vaggie asintió rápidamente, forzando una sonrisa que no llegó a sus ojos. "Sí, sí... solo un poco nerviosa. Ya sabes, por la audiencia."
Charlie apretó su mano reconfortantemente, atribuyendo la ansiedad de Vaggie a la presión del momento. Sin embargo, no pudo evitar sentir que había algo más, algo que Vaggie no estaba compartiendo.
Ben, por su parte, parecía estar en su elemento. Se apoyó casualmente contra la pared del elevador, sus ojos recorriendo con interés los intrincados diseños grabados en el metal. Su postura relajada contrastaba fuertemente con la rigidez de los ángeles y la tensión de sus compañeras.
"Así que," comenzó Ben, dirigiéndose a uno de los ángeles, "¿cómo es trabajar en el departamento de transporte celestial? ¿Tienen buenos beneficios?"
El ángel no respondió, pero Charlie no pudo contener una risita nerviosa ante el intento de Ben de aligerar el ambiente.
A medida que el elevador ascendía, atravesando los límites entre el Infierno y el Cielo, la atmósfera dentro de la cabina se volvía cada vez más cargada. Charlie sentía que estaban al borde de algo monumental, algo que podría cambiar el curso de la historia tanto celestial como infernal.
Y en el centro de todo estaba Ben, un forastero de otro universo, irradiando una confianza que parecía desafiar la gravedad misma de la situación. Charlie se preguntó, no por primera vez, qué secretos guardaba este extraño héroe y cómo su presencia alteraría el delicado equilibrio entre el Cielo y el Infierno.
Cuando las puertas del elevador se abrieron, Ben tuvo que morderse el labio para contener una carcajada. El paisaje que se extendía ante ellos era tan acorde con la imagen estereotípica del Cielo que parecía sacado de una caricatura, infantil religiosa muy cursi, puertas perladas, nubes esponjosas como suelo, todo bañado en una luz dorada y etérea.
"Vaya," murmuró Ben, sus ojos brillando con diversión, "parece que alguien se tomó muy en serio los clichés."
Charlie le dio un codazo suave, aunque ella misma luchaba por mantener la compostura. Vaggie, por su parte, parecía aún más tensa, si eso era posible.
Los ángeles exterminadores los guiaron hacia las icónicas puertas, donde San Pedro los esperaba, su sonrisa eterna fija en su rostro. "Bienvenidos," dijo con voz melodiosa. "¿Quiénes son ustedes y qué asuntos los traen al Reino Celestial?"
Charlie dio un paso adelante, enderezándose con toda la dignidad real que pudo reunir. "Soy Charlotte Magne, princesa del Infierno. Tenemos una audiencia programada."
La sonrisa de San Pedro no vaciló, pero sus ojos se entrecerraron ligeramente. "Oh, vaya. Me temo que no tengo registro de tal audiencia. Además, el protocolo para visitantes del... plano inferior es bastante estricto. Quizás hubo un malentendido..."
Las puertas detrás de San Pedro se abrieron, revelando a dos ángeles. La más alta, con ojos azules y pupilas negras que contrastaban dramáticamente con su piel pálida y cabello plateado, habló con voz autoritaria: "San Pedro, por favor, permíteles el paso. Los estábamos esper-" Su voz se cortó abruptamente al posar sus ojos en Ben, quedando visiblemente en shock.
"Bienvenidos. Soy Sera, y esta es Emily mi aprendiz," dijo mecánicamente, su mirada fija en Ben con una mezcla de confusión y asombro. Emily, la ángel más pequeña a su lado, también parecía desconcertada, sus ojos abiertos de par en par.
Emily, que irradiaba una energía similar a la de Charlie, fue la primera en recuperarse. "¡Hola!" saludó con entusiasmo, aunque su voz temblaba ligeramente. "Es un placer conocerlos a todos, pero... ¿quién eres tú?" preguntó, dirigiéndose directamente a Ben.
Ben, notando la reacción de las ángeles, respondió con cautela. "Soy Ben Tennyson. Parece que mi presencia aquí es una sorpresa para todos."
Sera pareció salir de su estupor, parpadeando rápidamente. "Un humano... en el Cielo... ¿Cómo es esto posible?" murmuró, más para sí misma que para los demás.
Charlie, percibiendo la tensión, intervino rápidamente. "Ben es... un invitado especial, mi padre le permitió acompañarme ya que él tiene algo importante que presentar, es una larga historia que estaremos encantados de explicar durante nuestra audiencia."
Sera asintió lentamente, tratando de recuperar la compostura. "Por supuesto. Por favor, síganme. Los están esperando en la sala de audiencias, aunque... creo que también tendrán muchas preguntas."
Mientras el grupo seguía a Sera y Emily hacia el interior del Cielo, el shock inicial de las ángeles fue reemplazado por una curiosidad palpable. Era evidente que la presencia de Ben era algo completamente inesperado y sin precedentes en el Reino Celestial.
Apenas Ben traspasó el umbral de las puertas celestiales y puso un pie en el terreno santo, una onda de energía invisible pero palpable recorrió todo el Reino Celestial. Cada ángel, cada alma bendita, incluso la propia Sera, se estremeció ante la intensidad de la presencia que acababa de entrar.
Una breve explicación.
En el Cielo, el valor de un alma se mide de manera muy diferente al Infierno. Mientras que en el reino infernal los pecados y el poder bruto reinan supremos, el Paraíso opera bajo un sistema más sutil y profundo. Aquí, cada acción virtuosa realizada en vida suma al valor intrínseco del alma. Los humanos que logran acceder al Cielo por sus méritos descubren que cada acto de bondad, cada sacrificio, cada momento de compasión, ha contribuido a elevar su estatus celestial.
Y Ben Tennyson, el héroe de incontables mundos, el salvador del universo del que provenia, acababa de entrar con un alma cuyo valor eclipsaba cualquier cosa que el Cielo hubiera experimentado antes en dicho universo
Fin de la explicación.
La presión fue momentánea pero intensa, como si por un instante, todo el peso de las buenas acciones de Ben se hubiera materializado en una fuerza tangible. Ángeles en los más lejanos rincones del Paraíso levantaron la vista, sintiendo la llegada de algo extraordinario.
Los méritos de Ben eran, literalmente, de proporciones cósmicas. Solo con haber logrado la paz con los Highbreed, había salvado incontables vidas a lo largo de todo un universo. Y esa era solo una de sus muchas hazañas heroicas.
Sera, recuperándose del impacto inicial, miró a Ben con una mezcla de asombro y reverencia. "Increíble," murmuró, su voz apenas audible. "En todos mis eones de existencia, jamás había sentido un alma tan... valiosa."
Emily, con los ojos muy abiertos, se acercó a Ben con cautela. "¿Quién eres realmente?" preguntó, su voz una mezcla de temor y admiración.
Charlie y Vaggie, ajenas a la magnitud de lo que acababa de ocurrir, intercambiaron miradas de confusión. Para ellas, nada había cambiado, pero era evidente que algo extraordinario había sucedido.
Ben, incómodo ante la atención repentina, se frotó la nuca. "Solo soy alguien que intenta hacer lo correcto," respondió con modestia. "¿Pasó algo?"
Sera, recomponiéndose, asintió lentamente. "Señor Tennyson, creo que su presencia aquí va a cambiar muchas cosas. La audiencia que estábamos por tener... sospecho que será mucho más significativa de lo que cualquiera de nosotros anticipó."
Mientras el grupo avanzaba hacia la sala de audiencias, el murmullo de la noticia se extendía por todo el Cielo. La llegada de un alma de tal magnitud no pasaría desapercibida, y pronto, los más altos rangos celestiales estarían ansiosos por conocer al humano cuya bondad había sacudido los mismos cimientos del Paraíso.
Sera, haciendo un esfuerzo visible por mantener la compostura, decidió continuar como si nada extraordinario hubiera ocurrido, aunque sus ojos seguían a Ben con una mezcla de curiosidad y cautela. Emily, por otro lado, no podía contener su entusiasmo.
"¡Ben! ¿De dónde vienes? ¿Cómo llegaste aquí? ¿Qué se siente ser tan... bueno?" Emily bombardeó a Ben con preguntas mientras caminaban.
Ben, un poco abrumado pero divertido, respondió con una sonrisa amable. "Emily, me encantaría responder a todas tus preguntas, pero creo que ese es un tema para otro momento. ¿Quizás después de la audiencia?"
Mientras avanzaban por los pasillos celestiales, no muy lejos, Adán disfrutaba de una bebida cuando su mirada se posó en Charlie y Vaggie. Su rostro se contorsionó en una mueca de disgusto.
"Lute," llamó a su ángel acompañante con voz áspera, "¿cómo demonios lograron esas perras aqui?"
Lute, igualmente perturbada, intentó calmar a Adán aunque compartía su indignación. "Calma, Adán. Debe haber una explicación, aunque confieso que también me inquieta su presencia aquí."
Finalmente, el grupo llegó a una habitación designada para ellos. Sin embargo, era evidente que no se había previsto la presencia de Ben.
"Lo siento," se disculpó Sera, visiblemente incómoda. "No esperábamos... bueno, no sabíamos que vendría alguien más, solo tenemos una habitación preparada."
Ben, siempre pragmático, se encogió de hombros. "No hay problema, pediré una habitación más tarde, de todos modos, no traje equipaje."
Charlie, ajena a la incomodidad, rebosaba de emoción. "¡Esto es increíble! Después de la reunión, ¿creen que podamos dar un paseo por el Cielo? ¡Hay tanto que quiero ver!"
Vaggie, notablemente cansada, se despidió de Charlie y Ben. "Creo que descansaré un momento. Ustedes pueden ir a explorar si quieren."
Cuando Ben y Charlie salieron de la habitación, el contraste entre ellos era evidente. Charlie prácticamente saltaba de emoción, mientras que Ben mantenía una actitud más reservada, consciente de las miradas que atraían.
"Charlie," dijo Ben en voz baja, "creo que debemos ser cautelosos. No todos parecen felices con nuestra presencia aquí."
Charlie asintió, aunque su entusiasmo apenas disminuyó. "Lo sé, pero ¡esta es una oportunidad única! Imagina todo lo que podríamos aprender, todo lo que podríamos lograr si logramos establecer un diálogo entre el Cielo y el Infierno."
Ben no pudo evitar sonreír ante el optimismo inquebrantable de Charlie. "Tienes razón, solo mantengamos los ojos abiertos, ¿de acuerdo?"
Mientras se aventuraban por los pasillos celestiales, Ben no podía sacudirse la sensación de que algo le daba mala espina, la audiencia que se avecinaba prometía ser un evento trascendental, y Ben se preparó mentalmente para lo que fuera que el destino tuviera reservado para ellos.
Ben y Charlie caminaban por los pasillos celestiales cuando Ben comentó casualmente, "Sabes, se me antoja un smoothie."
Charlie sonrió, divertida por lo mundano del deseo en un lugar tan extraordinario. "¿Por qué no vas por uno? Aún tenemos unos minutos antes de la audiencia."
Apenas Ben asintió, Emily apareció casi de la nada, sus alas agitándose nerviosamente. "¿Puedo... puedo acompañarte?" preguntó, con una mezcla de timidez y emoción en su voz.
Ben, sorprendido pero complacido, aceptó con una sonrisa. "Claro, ¿por qué no?"
Juntos, se dirigieron a un local cercano. Emily, ansiosa por complacer, explicó: "Aquí todo es gratis, ¿sabes? Es una de las ventajas del Cielo."
Ben, con una sonrisa pícara, pidió tres smoothies de diferentes sabores. Emily, sorprendida pero divertida, pidió uno para sí misma, siguiéndole el juego.
Sentados en una mesa, Emily observó con fascinación cómo Ben probaba sus bebidas. "Te gustan mucho, ¿verdad?"
Ben asintió, dando un sorbo al de uva con fresas. "Sí, aunque..." hizo una pausa, su rostro mostrando una ligera decepción. "Los de mi universo son mejores."
Los ojos de Emily se abrieron de par en par, brillando con una curiosidad intensa. "¿Tu... universo?" repitió, inclinándose hacia adelante con entusiasmo. "¿Qué quieres decir con eso?"
Ben, dándose cuenta de su desliz, consideró por un momento qué decir, estando en el Cielo, decidió que un poco de honestidad no haría daño, esa angels e veía inofensiva "Bueno," comenzó, eligiendo cuidadosamente sus palabras, "vengo de otro universo, uno bastante diferente a este. Estoy tratando de encontrar una forma de volver, mi razón de venir aquí con Charlie es buscar alguna pista util."
Emily escuchaba con atención, completamente cautivada. "¡Eso es increíble! ¿Cómo es tu universo? ¿Hay ángeles allí también? ¿Cómo llegaste aquí?"
Ben sonrió ante su entusiasmo, pero mantuvo su respuesta vaga. "Es un lugar muy diferente. No tenemos cielo ni infierno como ustedes los conocen... que yo sepa, en cuanto a cómo llegué aquí... bueno, eso es un misterio que aún estoy tratando de resolver."
Cuidadosamente evitó mencionar el Omnitrix o cualquier detalle específico sobre sus poderes. Emily, sin embargo, estaba demasiado emocionada como para notar las omisiones.
"¡Wow!" exclamó. "Eso explica por qué tu alma es tan... diferente. Todos lo sintieron cuando entraste, ¿sabes?"
Ben, sorprendido por esta información, estaba a punto de preguntar más cuando notó la hora. "Oh, parece que es hora de la audiencia. Deberíamos irnos."
Mientras se levantaban, Emily lo miró con una mezcla de admiración y curiosidad. "Ben, espero que podamos hablar más después, hay tanto que quiero preguntarte."
Ben asintió, sintiéndose un poco culpable por no poder ser completamente honesto. "Claro, Emily. Y gracias por el smoothie... aunque sigo prefiriendo los de mi universo."
Mientras se dirigían a la sala de audiencias, Ben no pudo evitar preguntarse cómo reaccionarían los demás ángeles cuando supieran más sobre su verdadero origen. La audiencia prometía ser aún más interesante de lo que había anticipado.
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Mientras Ben y Emily conversaban sobre smoothies y universos paralelos, la atmósfera en la sala de audiencias se caldeaba en toro lugar.
Adán, con su característico tono jocoso pero punzante, se quejó a Charlie: "Vaya, princesita, quejarse con la jefa es un golpe bajo, ¿no crees?"
Este comentario desencadenó un acalorado debate que culminó con Charlie lanzando una pregunta incisiva: "Adán, ¿sabes realmente qué se necesita para entrar al Cielo?"
El silencio que siguió fue ensordecedor. Tanto Adán como Sera se quedaron sin palabras, conscientes de la complejidad de la pregunta.
Charlie continuó: "Se necesita ser desinteresado, amable, y si eres un pecador, arrepentirte genuinamente de tus pecados."
Para demostrar su punto, Charlie activó el orbe que todo lo ve, mostrando la transformación de Angel Dust. La imagen reveló un cambio aún más dramático que el que los ángeles esperaban: charli explico sobre la redención de su protegido -Angel Dust no solo esta limpio de drogas, sino que se había mudado al distrito gobernado por Ben Tennyson, aquel nombre sorprendió a los presentes menos a será, ya que jamás habían oído ese nombre, llevando una vida completamente reformada.
Sera, visiblemente impactada, se quedó sin argumentos. Adán, sin embargo, intentó aferrarse a su posición: "Si ha cambiado tanto, ¿por qué no está en el Cielo entonces?"
La pregunta hizo que Charlie se detuviera, reflexiva. "Porque ninguno de nosotros ni ustedes mismos sabe realmente cómo llegar aquí," respondió, su voz mezclando frustración y determinación.
La sala estalló en un caos de voces, con ángeles debatiendo acaloradamente. Sera intentaba, sin mucho éxito, restaurar el orden.
En medio del tumulto, la voz de Adán se alzó: "¿Y quién demonios es ese Ben Tennyson del que hablan?"
Justo en ese momento, las puertas de la sala se abrieron de golpe. El estruendo silenció instantáneamente todas las conversaciones. En el umbral, con un smoothie en la mano y sorbiendo ruidosamente, estaba Ben Tennyson, con un rostro apacible.
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