La batalla del orgullo
Charlie se paseaba nerviosamente por su habitación, sus manos retorciéndose y sus ojos llenos de preocupación. Vaggie la observaba desde el borde de la cama, tratando de encontrar las palabras adecuadas para calmar a su novia.
"Charlie, cariño, respira," dijo Vaggie suavemente. "Tal vez... tal vez deberías hablar con tu padre. O incluso tú podrías intervenir. Ustedes son la realeza del Infierno, seguramente podrían detener a Ben antes de que esto se salga de control."
Charlie se detuvo abruptamente, girándose hacia Vaggie con una expresión que mezclaba miedo y resignación. "No, no lo entiendes," susurró, su voz temblando ligeramente. "Ni siquiera mi padre... ni yo... tenemos una oportunidad contra él. Ben es... es algo que nunca antes habíamos visto en el Infierno."
Vaggie se quedó boquiabierta, el shock evidente en su rostro. "¿Qué quieres decir? Charlie, ¿qué sabes sobre Ben que no nos has dicho?"
Charlie se mordió el labio, dudando por un momento antes de continuar. "He visto lo que puede hacer, Vaggie. Su poder... su alma... es aterrador. Y lo peor es que creo que sus intenciones son buenas, pero el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones, ¿no es así?" Soltó una risa amarga, la ironía de la situación no se le escapaba. "Temo que, al intentar mejorar el Infierno, Ben podría destruirlo por completo."
Vaggie, con determinación en su mirada, se levantó y se acercó a Charlie, tomándola suavemente por los hombros.
"Charlie, por favor," insistió, su voz mezclando preocupación y firmeza. "Sé que sabes más de lo que dices. Necesito entender qué está pasando. ¿Qué tiene Ben que lo hace tan... aterrador?"
Charlie cerró los ojos, respiró hondo y, finalmente, cedió ante la presión.
"Es... es su alma, Vaggie," comenzó, su voz apenas un susurro. "Brilla con una intensidad que nunca había visto. Es como... como si tuviera la fuerza de más de un millón de almas puras condensadas en una sola."
Los ojos de Vaggie se abrieron de par en par, pero antes de que pudiera hablar, Charlie continuó:
"Y eso no es todo. Ben me habló de algo llamado Omnitrix," explicó, su voz ganando urgencia. "Es un dispositivo que lleva en su muñeca. Le permite transformarse en diferentes criaturas alienígenas, cada una con poderes únicos y devastadores. Imagina tener acceso a cientos, quizás miles de formas de vida diferentes, cada una con habilidades que desafían nuestra comprensión del Infierno."
Charlie hizo una pausa, dejando que la información se asentara. "Ben tiene el poder de un ejército en su muñeca, Vaggie. Y con un alma tan poderosa... ni siquiera puedo imaginar los límites de lo que puede hacer aquí."
Vaggie se quedó en silencio, procesando la magnitud de lo que acababa de escuchar. La gravedad de la situación se hizo evidente en su rostro, mezclando miedo y asombro.
"Dios mío, Charlie," murmuró finalmente. "¿Qué vamos a hacer?"
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Los noticieros infernales trabajaban sin descanso, transmitiendo entrevistas exclusivas con los Overlords involucrados en el inminente conflicto. Las pantallas parpadeaban con imágenes de los poderosos demonios, cada uno expresando su posición en la guerra que se avecinaba.
Frederick Von Eldritch, con su porte aristocrático, declaraba con desdén: "Este mocos pretende cambiar el orden natural del Infierno, no permitiremos que un forastero dicte nuestro destino."
Su esposa, Bethesda, añadía con una sonrisa venenosa: "Ben Tennyson aprenderá que el Infierno no es lugar para ideales infantiles de justicia y orden."
Rosie, ajustando delicadamente su sombrero, comentó con falsa dulzura: "Aunque el joven Ben tiene ideas... interesantes, me temo que su visión es incompatible con la esencia misma de nuestro reino."
Sin embargo, las entrevistas que verdaderamente sacudieron el Infierno fueron las de Zestial y Carmilla.
Zestial, el Overlord más antiguo, sorprendió a todos con su declaración: "He visto el poder de Ben Tennyson. Es una fuerza que no podemos ignorar ni combatir. Por el bien de nuestra supervivencia, me he sometido a su autoridad."
Carmilla, con su elegancia habitual, añadió: "El cambio es inevitable. Ben Tennyson ofrece una visión del Infierno que, aunque radical, promete estabilidad y progreso. He elegido aliarme con él por el futuro de mi familia y de todos nosotros."
Estas palabras enviaron ondas de shock a través del Infierno. Ver a Overlords tan poderosos y respetados no solo aliándose con Ben, sino sometiéndose a él, sacudió los cimientos de la jerarquía infernal.
Los comentaristas no podían contener su asombro. "¿Qué clase de poder posee este Ben Tennyson para que Overlords de tal calibre se inclinen ante él?" preguntaba uno, su voz temblando de emoción y miedo.
Mientras tanto, en las calles del Infierno, el caos crecía. Demonios y pecadores por igual discutían acaloradamente, tomando bandos y preparándose para lo que prometía ser la guerra más significativa en la historia del Infierno.
El suelo tembló en el centro de ciudad pentagrama, y el cielo carmesí se oscureció aún más con su presencia. Un inmenso portal se abrió, y de este salió la colosal figura del demonio del orgullo, con sus 50 metros de altura, se alzaba imponente sobre los edificios más altos de la Ciudad Pentagrama.
Su armadura negra y roja reflejaba la luz de forma siniestra, y cada paso que daba hacía temblar la tierra. Los demonios y pecadores corrían despavoridos, buscando refugio ante la presencia del ser primordial.
En el Hotel Hazbin, Charlie sintió la llegada de Belial antes de que las noticias lo anunciaran. Su rostro palideció aún más de lo habitual.
"No puede ser," susurró, su voz cargada de temor. "Belial esta aquí."
Vaggie, alarmada por la reacción de Charlie, preguntó: "¿Belial? ¿El demonio del orgullo? Charlie, ¿qué significa esto?"
Charlie, con los ojos fijos en el horizonte donde se podía ver la imponente figura de Belial, respondió: "Significa que las cosas acaban de ponerse mucho peor. Belial es... es uno de los demonios más poderosos del Infierno. Si ha decidido intervenir personalmente..."
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En los territorios recién adquiridos por Ben, Cerbero entró corriendo a la sala donde se encontraba el joven héroe.
"¡Mi señor!" exclamó Cerbero, sus tres cabezas mostrando diferentes grados de preocupación. "Belial, el demonio del orgullo, ha aparecido tal y como pensábamos, viene hacia aquí, y no parece que sea para negociar."
Ben, que había estado estudiando mapas del Infierno, levantó la vista con una expresión de determinación. "Así que el jefe final ha decidido hacer su aparición," murmuró, activando el Omnitrix. "Bueno, supongo que era cuestión de tiempo antes de que tuviéramos que enfrentarnos a la verdadera élite del Infierno."
Mientras tanto, Belial avanzaba inexorablemente hacia el territorio de Ben, su voz resonando como truenos: "¡Ben Tennyson! ¡Tu presencia ha perturbado el equilibrio de mi reino! ¡Es hora de que aprendas quien es el amo de estos dominios!"
La tensión en el Infierno alcanzó niveles sin precedentes. Todos los ojos estaban puestos en el inminente enfrentamiento entre el joven héroe y uno de los demonios más poderosos que el Infierno había conocido jamás. El resultado de esta batalla prometía cambiar el destino del Infierno para siempre.
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Charlie Morningstar se quedó sentada, con el rostro enterrado en sus manos, su mente atormentada por visiones de la inminente catástrofe. "Esto va a ser una masacre unilateral," murmuró, su voz ahogada por la desesperación.
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Mientras tanto, en las afueras de la ciudad Hellhound del Este, Ben Tennyson salió para enfrentar la amenaza colosal que se cernía sobre sus dominios. Belial, el imponente demonio del orgullo, se detuvo a escasos metros de la ciudad, su voz retumbando como truenos.
"¡Entreguen a Ben Tennyson!" rugió Belial, su voz cargada de autoridad y desdén. "¡O toda esta ciudad será arrasada por mi poder!"
Ben, con un megáfono en mano, respondió con una calma que contrastaba fuertemente con la situación. "Vaya, parece que alguien olvidó sus modales," su voz amplificada resonó con un toque de sarcasmo. "¿No sabes que es de mala educación venir a los dominios de alguien sin pedir permiso?"
El rostro de Belial se contorsionó en una mueca de indignación y furia. "¡Insolente mortal!" bramó, su orgullo herido alimentando su ira. "¡Acabaré contigo y con todo lo que has construido! ¡Soy Belial, el pecado capital del orgullo! Cuando termine contigo, tendrán que recogerte con pala."
Ben, lejos de intimidarse, activó el Omnitrix, una sonrisa desafiante en su rostro. "Bueno, Belial," respondió, su voz cargada de determinación, "te aseguro que no será la primera vez que me enfrento a alguien que se cree invencible. Veamos si tu orgullo puede respaldar tus palabras."
La tensión en el aire era palpable. Los Hellhounds y demás habitantes de la ciudad observaban con una mezcla de miedo y anticipación. El choque entre el joven héroe de los hellhounds y el antiguo demonio del orgullo estaba a punto de comenzar, y el resultado de esta batalla prometía reescribir el destino del Infierno mismo.
Los dos reporteros, Tom Trench y Katie Killjoy, estaban transmitiendo en vivo desde un helicóptero infernal, ofreciendo una vista panorámica del inminente enfrentamiento.
"Damas y caballeros, estamos presenciando lo que sin duda será el fin de la breve pero tumultuosa era de Ben Tennyson," anunció Tom, su voz mezclando emoción y un toque de sadismo.
Katie asintió, agregando con una sonrisa maliciosa: "Así es, Tom. El poderoso Belial hará pedazos a ese advenedizo en cuestión de segundos. La diferencia de poder es simplemente ab-"
De repente, un grito interrumpió su transmisión: "¡MUY GRANDE!"
Ambos reporteros quedaron boquiabiertos al ver cómo Ben se transformaba en una criatura colosal de 90 metros de altura, haciendo que Belial pareciera pequeño en comparación.
"¡Santo infierno!" exclamó Tom, su mandíbula literalmente cayendo sobre el panel de control.
Katie, por primera vez en su carrera, se quedó sin palabras, sus ojos abiertos de par en par ante el espectáculo.
La sorpresa no terminó ahí. Belial, negándose a ser superado, aumentó su tamaño para igualar al de Ben, quedando ambos titanes frente a frente.
"Increíble, damas y caballeros," Tom logró articular finalmente. "Parece que este enfrentamiento será más equilibrado de lo que esperábamos."
Ben, en su forma de Muy Grande, abrió los brazos en un gesto desafiante. Su voz retumbó por todo el Infierno: "Adelante, te concedo el primer golpe."
Belial, cegado por su orgullo herido, no dudó. Lanzó un puñetazo devastador directamente al pecho de muy grande.
Katie y Tom contuvieron el aliento, esperando ver a Ben volar por los aires. Sin embargo, para su absoluto asombro, Muy Grande permaneció inmóvil, completamente ileso.
"Es... es imposible," balbuceó Katie, su compostura profesional completamente olvidada.
"Damas y caballeros," Tom anunció, su voz temblando de emoción y miedo, "parece que hemos subestimado gravemente a Ben Tennyson. Este enfrentamiento promete ser algo nunca antes visto en la historia del Infierno."
El helicóptero se sacudió por la onda expansiva del impacto, mientras los reporteros luchaban por mantenerse en el aire y continuar su transmisión. Todo el Infierno estaba pendiente de lo que sucedería a continuación en esta batalla titánica.
Tom y Katie, aún en shock por el giro de los acontecimientos, luchaban por narrar la batalla titánica que se desarrollaba ante sus ojos.
"¡Increíble!" gritó Tom, su voz llena de asombro. "Ben Tennyson acaba de devolver el golpe con una fuerza devastadora."
" debiste apuntar a la cabeza" El puño de Muy Grande conectó con el rostro de Belial, haciendo añicos su casco y revelando un rostro demoniaco contorsionado de ira y sorpresa.
Katie, recuperando su compostura, añadió: "Y no se detiene ahí, damas y caballeros. ¡Oh, cielos!"
Muy Grande lanzó una patada colosal, enviando a Belial volando por los aires. El demonio del orgullo se estrelló contra una montaña lejana, provocando un terremoto que sacudió todo el círculo infernal.
"Esto es simplemente inaudito," comentó Tom, mientras el helicóptero luchaba por mantenerse estable. "Belial, uno de los demonios más poderosos del Infierno, está siendo... ¿dominado?"
La batalla continuó con una ferocidad sin precedentes. Belial, recuperándose, lanzó una serie de ataques desesperados. Columnas de fuego infernal brotaron del suelo, amenazando con incinerar a Muy Grande, pero el alien las esquivó con una agilidad sorprendente para su tamaño.
"¡Miren eso!" exclamó Katie. "Ben Tennyson no solo tiene fuerza, sino también una velocidad impresionante."
Muy Grande contraatacó, lanzando puñetazos que creaban ondas de choque visibles en el aire. Cada impacto hacía temblar el suelo y resonaba por todo el Infierno.
Belial, en un último acto de desesperación, comenzó a acumular energía en su boca. Un orbe de poder puro, capaz de destruir todo el círculo infernal, crecía entre sus fauces.
"Oh no," murmuró Tom, el miedo evidente en su voz. "Parece que Belial está preparando su ataque final ¡corran por sus vidas si esa cosa impacta nos llevara a la verga a todos!"
El rayo de energía salió disparado de la boca de Belial, un haz de destrucción pura dirigido hacia Muy Grande.
Pero Ben no retrocedió. En su lugar, Muy Grande cruzo ambos brazos en una pose apuntando a Belial, este comenzó a emitir sus propios rayos cósmicos desde sus codos, una cascada de energía que rivalizaba con el ataque de Belial.
"¡Es un choque de poderes!" gritó Katie, su voz apenas audible sobre el rugido de las energías en conflicto.
Por un momento, parecía que las fuerzas estaban igualadas. Pero entonces, para asombro de todos, los rayos cósmicos de Muy Grande comenzaron a ganar terreno.
"¡No puedo creerlo!" exclamó Tom. "¡Ben Tennyson está superando el ataque de Belial!"
En un destello cegador de luz, el ataque de Muy Grande atravesó el rayo de Belial, impactando directamente contra el demonio del orgullo. Hubo un momento de silencio absoluto, seguido de una explosión que sacudió los cimientos mismos del Infierno, Belial fue desintegrado de golpe.
Cuando el polvo se asentó, Belial había desaparecido. Solo quedaba Muy Grande, de pie en medio de un cráter colosal.
Katie, con voz temblorosa, concluyó: "Damas y caballeros, hemos sido testigos de lo imposible. Ben Tennyson ha derrotado a Belial, el demonio del orgullo. El Infierno nunca volverá a ser el mismo."
En los diversos círculos del Infierno, una onda de conmoción recorrió a los seres primordiales que representaban los pecados capitales. Cada uno, en sus respectivos dominios, sintió un escalofrío cósmico que sacudió su misma esencia.
En el círculo de la Gula, Beelzebub dejó caer una copa de vino que sostenia, sus múltiples bocas abiertas en una expresión de shock y horror. "Imposible," murmuró, sus palabras resonando en la caverna repleta de comida putrefacta.
Mammon, en su bóveda de riquezas infinitas, sintió cómo las monedas se le escurrían entre los dedos. El demonio de la Avaricia alzó la vista, sus ojos brillantes de codicia ahora nublados por el miedo y la incertidumbre.
Asmodeus, en medio de una orgía de placeres inimaginables, se detuvo abruptamente. El demonio de la Lujuria sintió un frío que ningún calor carnal podía disipar. "Belial..." susurró, su voz cargada de una emoción que no había sentido en eones.
Belphegor, el demonio de la Pereza, por primera vez en milenios, se incorporó de su eterno descanso. Sus ojos, siempre medio cerrados, se abrieron de par en par. "Algo ha cambiado," murmuró, el sueño abandonando su voz.
En las profundidades de su dominio acuático, Leviatán, el demonio de la Envidia, sintió cómo las aguas a su alrededor se agitaban violentamente. Su forma serpentina se retorció en agonía al sentir la pérdida de uno de los suyos.
Satán, encarnación de la Ira, rugió con una furia que hizo temblar los cimientos de su reino de fuego y azufre. Las llamas a su alrededor se intensificaron, reflejando la rabia y el dolor por la pérdida de su amigo Belial.
Y en lo más alto del Infierno, en su palacio de marfil y oro, Lucifer estaba en su baño privado, jugando despreocupadamente con sus patitos de goma. De repente, sintió como si un puño invisible le golpeara en el pecho. El patito que sostenía cayó de sus manos, salpicando en el agua ahora fría.
"No," susurró Lucifer, su voz mezclando incredulidad y un toque de miedo que no había sentido desde su caída del Cielo. "Belial... ¿cómo es posible?"
El Infierno entero pareció contener el aliento. La caída de uno de los pecados capitales era algo que nunca había sucedido, algo que se creía imposible. Y sin embargo, había ocurrido.
En ese momento, todos los seres primordiales del Infierno comprendieron que una nueva era había comenzado, una era de incertidumbre y cambio
Vaggie, con los ojos abiertos de par en par, se volvió lentamente hacia Charlie. El shock y la incredulidad se reflejaban en su rostro mientras procesaba lo que acababa de presenciar.
"Charlie," susurró Vaggie, su voz apenas audible, "tenías razón. Fue... fue una masacre unilateral. Belial, el demonio más fuerte físicamente en todo el Infierno, simplemente... dejó de existir."
Charlie asintió solemnemente, su expresión una mezcla de miedo y asombro. "Te lo dije, Vaggie. Ben es algo que nunca antes habíamos visto en el Infierno. Su poder... es aterrador."
Antes de que pudieran continuar su conversación, un estruendo resonó fuera del hotel. Lucifer, el Rey del Infierno, aterrizó frente al edificio, sus alas desplegadas y una expresión de pánico en su rostro habitualmente sonriente.
Irrumpiendo en el hotel, Lucifer corrió hacia Charlie, ignorando a todos los demás presentes. "¡Charlie! ¡Hija mía! ¿Estás bien?" exclamó, examinándola frenéticamente en busca de cualquier signo de daño.
Charlie, sorprendida por la repentina aparición de su padre, respondió: "Papá, estoy bien. ¿Qué... qué estás haciendo aquí?"
Lucifer, aún agitado, miró a su alrededor con confusión. "Sentí... sentí la muerte de Belial. Pensé... ¿Qué está pasando, Charlie? ¿Sabes algo de esto?"
La princesa del Infierno miró a su padre con una mezcla de sorpresa y preocupación. "Papá, ¿no sabes nada? ¿Ni siquiera sobre Ben Tennyson?"
Lucifer parpadeó, confundido. "¿Ben quién? Charlie, no he... no he estado al tanto de nada en el Infierno desde hace tiempo. Desde que tu madre..." Su voz se apagó, incapaz de terminar la frase.
Charlie y Vaggie intercambiaron miradas de comprensión. La ausencia de Lilith había afectado profundamente a Lucifer, llevándolo a aislarse completamente del reino que gobernaba.
"Papá," comenzó Charlie suavemente, "ha pasado mucho en los últimos días. Hay un nuevo... poder en el Infierno aquel que acabo con Belial."
Lucifer se dejó caer en un sillón cercano, la realidad de la situación comenzando a asentarse. "Cuéntamelo todo, Charlie. Necesito saber qué está pasando en mi reino."
Mientras Charlie comenzaba a relatar los eventos recientes, la llegada de Ben, su ascenso al poder y la batalla con Belial, Vaggie no pudo evitar pensar en cómo esta revelación afectaría al ya frágil equilibrio del Infierno. El Rey había estado ausente, y ahora, con la amenaza de Ben Tennyson, ¿cómo respondería Lucifer? El futuro del Infierno pendía de un hilo, y todos en el Hotel Hazbin sabían que estaban en el epicentro de un cambio sin precedentes.
Lucifer escuchó atentamente todo lo que Charlie tenía que decir, su expresión cambiando de shock a preocupación y finalmente a una mezcla de curiosidad y resignación.
"Así que este Ben Tennyson... ¿está aliado con tus ideales?" preguntó Lucifer, frotándose la barbilla pensativamente.
Charlie asintió, pero su expresión se tornó seria. "Papá, creo que deberíamos ir a verlo. Necesitas entender lo que está pasando y quizás... quizás esta sea una oportunidad para el cambio que siempre he querido ver... que ambos queremos ver."
Fue en ese momento que las tensiones acumuladas durante años entre padre e hija comenzaron a salir a la superficie.
"¿Por qué ahora te interesa, papá?" preguntó Charlie, su voz mezclando frustración y dolor. "Durante años, me negaste tu apoyo. Nunca tuviste fe en mi sueño, en la posibilidad de redención para los pecadores."
Lucifer se encogió visiblemente ante las palabras de su hija. "Charlie, yo..."
Pero Charlie no había terminado. "Siempre dijiste que querías un paraíso de libre albedrío, pero cuando los demonios y humanos lo transformaron en esto," hizo un gesto amplio, abarcando todo el Infierno, "simplemente te rendiste. Te aislaste en lugar de intentar arreglarlo."
Lucifer bajó la mirada, la vergüenza evidente en su rostro. "Tienes razón, hija mía. Me... me rendí. Después de que tu madre se fue, yo... perdí la última esperanza que me quedaba."
Charlie, con lágrimas en los ojos, continuó: "Y ahora, alguien más está haciendo lo que tú no pudiste. Ben está trayendo orden, está dando esperanza. ¿No ves que esto es lo que siempre quise lograr?"
Lucifer levantó la vista, mirando a su hija con una mezcla de orgullo y arrepentimiento. "Lo veo ahora, Charlie. Y... lo siento. Debí haberte apoyado desde el principio."
Hubo un momento de silencio tenso, roto finalmente por Vaggie. "Entonces, ¿iremos a ver a Ben?"
Lucifer se puso de pie, ajustándose el traje. "Sí, creo que es hora de que conozca a este joven que está logrando lo que por milenios intente."
Mientras se preparaban para salir, Charlie no pudo evitar sentir una mezcla de esperanza y aprensión. Este encuentro entre Lucifer y Ben podría cambiar el curso del Infierno para siempre. Solo esperaba que fuera para mejor.
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