012
Jungkook no se consideraba una persona que sólo decía, pero no hacía. Él empleaba el «Lo digo, lo cumplo» Sus promesas nunca eran de la boca para afuera.
Desde muy pequeño, creció en un entorno familiar disfuncional. Su madre era japonesa y pertenecía a un clan llamado “el dragón”, dicho clan era dirigido por su abuelo, el cual murió trágicamente en un accidente. Después de eso, su madre buscó consuelo en un Alfa, perteneciente del clan enemigo “Las serpientes”. Sí, la historia era muy predecible.
Su madre se enamoró del enemigo de su padre, y así fue como nació él.
Byunwoo quería que Jungkook fuese parte del clan serpiente para honrar su nombre. Pero Jungkook nunca sintió confianza en dicho clan, habían personas que actuaban de forma extraña cuando estaban lejos de la vista de su padre. Siempre pensó que, en algún punto, lo iban a traicionar. Y en efecto fue así. Su padre fue apuñalado por la espalda por su propia gente, y por mucho tiempo tuvo que quedarse resguardado en el clan dragón, donde su esposa estaba a salvo con Jungkook.
Pero los enemigos no dejaron en paz a la familia, así que, para vengarse de Byunwoo, fueron directamente con Kyo, su esposa.
Fue un trece de diciembre cuando Jungkook vio morir a su madre en manos del clan serpiente. Fue esa noche donde se prometió hacerle justicia, y jamás aceptar nada de su padre por el rencor que aún le tenía. Su madre los abandonó con su hermano pequeño, Matthew, quien fue producto de un amorío con otro Alfa. Pero aún así, Byunwoo decidió quedarselo porque le sería útil más adelante.
Su falta de presencia ante ambos generó cierto desprecio en Jungkook, no tenía a su madre viva, y su padre era un imbécil bueno para nada que solo apostaba, ganaba dinero y hacía cosas corruptas. Cuando tuvo la edad suficiente, tomó el mando del clan dragón, siendo recibido por las personas que trabajaban para su madre en aquel entonces.
Jungkook desafió a su padre, pero este lo ignoró porque consideraba que Jungkook no era lo suficientemente maduro y listo para llevar en sus hombros el verdadero título de un mafioso. Ante esto, Jungkook comenzó a trabajar en un viñedo y alzó un negocio de vinos, compró el terreno y empezó a comercializarlo. El vino venía de la mejor cosecha, y se vendía a grandes distribuciones.
Sin embargo, el clan serpiente reclamó el terreno como suyo tras descubrir que el lugar era una herencia de su tatarabuelo. Jungkook al enterarse de esto, no cedió a la negociación, pues el lugar ya estaba a su nombre y el viñedo también. Lo cual, desató un enfrentamiento entre el clan serpiente y el clan dragón.
Los bienes otorgados a Jungkook, ahora era una apuesta de ganancia entre todos. Y ya que el Alfa no cedía a la entrega pacífica, comenzaron a usar la violencia, tanto para él, como para su propia gente.
Jungkook fue inculpado por robo de armas de fuego, falsificación y lavado ilegal de dinero en el viñedo. Y ahora, la policía lo estaba buscando. Mientras tanto, el clan serpiente seguía reclutando personas con influencias para que Jungkook no tenga otra opción más que entregarlo todo e irse, o morir y perderlo.
Sin embargo, el destino pareció darle una nueva oportunidad en cuanto encontró a Jimin en ese callejón abandonado.
Su nuevo propósito era protegerlo, limpiar su nombre, encargarse del desastre que había dejado en Japón, y volver con Jimin para ser una familia finalmente.
La que tanto había anhelado desde que era un cachorro.
Esta era su historia, pero, honestamente, no era capaz de contárselo a nadie. Por el bien de Jimin, por el bien de la relación que ambos tenían.
Por todo.
—¿A dónde vas?
La voz del Omega resonó en la sala, sacando a Jungkook de sus pensamientos.
Jungkook se giró y sonrió al verlo.
—Voy a verme con unos conocidos. Ahora que estoy bien, puedo salir y reconectar con la civilización.
Jimin frunció el ceño ligeramente, sintiendo un pequeño tirón en su pecho.
—Ya veo. —murmuró— Supongo que tarde o temprano tendrías que sanar y salir de nuevo.
Jungkook dejó de sonreír al notar esa expresión en el rostro de Jimin. Se acercó y acunó sus mejillas, Jimin lo miró a los ojos, pero estos no reflejaban nada.
—¿En qué tanto piensas? Sólo serán unas horas, vendré a tiempo para la cena. —le aseguró.
—No pienso nada… Es sólo que, no lo sé, no sé por qué me siento tan ansioso, es extraño.
—Supongo que te enamoraste de mí y ahora no me quieres dejar ir. —bromeó, con cierto aire de superioridad.
Jimin bufó, y le golpeó el pecho, como si fuese lo más tonto que ha oído nunca. Jungkook sostuvo sus muñecas, esta vez la tensión fue más palpable, el silencio de la sala y el latido de ambos corazones retumbaba en el lugar. Haciendo ver lo que ambos sentían.
No era para nada transparente.
—Jimin. —habló Jungkook.
—¿Si?
—Cuando regrese...
—¿Ajá?
—Quiero dormir contigo.
Las mejillas del Omega se tiñeron de rojo, si antes estaba ansioso, ahora estaba nervioso y con una ola caliente que subía desde sus tobillos hasta sus manos.
—Siempre dormimos juntos, y déjame decirte que roncas muy fuerte.
—No hablo de esa clase de dormir. —le interrumpió, mirándole serio. Jimin tragó saliva— Quiero dormir contigo, en el sentido de desnudarte de pies a cabeza, apretarte en mis brazos, meterme entre tus piernas. ¿Estoy mal si digo que quiero estar así todos los días?
Jimin inhaló profundo, y con un impulso, jaló la chaqueta del Alfa y estampó su boca con la suya. Jimin normalmente no era de dar demostraciones de afecto o cariño, era como un caparazón duro que Jungkook tenía que romper poco a poco. Pero cada iniciativa que tenía con él, Jimin la correspondía perfectamente, incluso con vergüenza.
Tras cortar el beso, Jimin lo miró fijamente a los ojos, dejando una ola dulce de feromonas a vino en el ambiente.
—Más te vale llegar a tiempo. —declaró— No esperaré por ti después de las nueve.
Jungkook sonrió.
—No me he ido y ya estás impaciente por dormir conmigo, me gusta.
—¡Ya! Vete, lo haces a propósito. —lo empujó hacia la salida, Jungkook carcajeó divertido. Tomó una gorra negra y se la colocó, para tapar un poco su perfil.
—No tardaré, cariño. Pero si quieres adelantar un poco lo que te haré, ve tocandote para mí.
—¡Adiós!
Jimin se cubrió la cara y le cerró la puerta. Escuchó otra carcajada proveniente del Alfa, causando más nervios en su cuerpo.
Cuando cayó en cuenta de la situación, su rostro se enrojeció. Su bocota era un desastre cuando estaba nervioso.
[🖤]
El taxi dejó a Jungkook frente al muelle a las afueras de Seúl. El sol estaba en su punto máximo, lo suficiente para hacerle picar la piel. Se cubrió el rostro y caminó despreocupado hacia el interior de un almacén abandonado.
Chequeó la hora en el reloj de muñeca, viendo que se retrasó solo cinco minutos. Tras ingresar al almacén, vio a San y a Wooyoung muy acaramelados mientras bebían una lata de gaseosa. Jungkook carraspeó, interrumpiendolos.
—¿Ya van a dejar de actuar como un par de imbéciles? —espetó.
—¡Jefe! —San corrió hacia Jungkook y lo abrazó.
El Alfa era mucho más robusto que su jefe, y un poco más pesado, lo cual hizo que Jungkook se sintiera sofocado por su gran peso sobre el suyo.
—San, apártate, vas a quitarle el oxígeno a Jungkook. —dijo Wooyoung, jalando de la camisa a su novio.
Jungkook se sacudió la ropa y los miró a ambos con cara de poker.
—No me da nada de gusto verlos. —declaró el mayor.
—Nada nuevo. —replicó Wooyoung— ¿Dónde has estado metido? ¿Sabes lo mucho que San lloró porque pensó que te moriste?
San asintió, era un grandulón sentimental.
—He estado seguro en el lugar. —dijo sin más— No daré detalles, pero estoy en buenas manos.
—Por tu cara debo deducir que te conseguiste a un Omega.
—¿Se nota? —bromeó.
—Pff, guarda las garras. El tipo que nos pediste investigar tiene algo que ver con eso, ¿no?
—¿Lo tienen?
—Está en la otra habitación. —apuntó una puerta al final del pasillo— ¿Lo matarás?
Jungkook metió sus manos dentro de los bolsillos de la chaqueta y suspiró.
—Ya veremos.
Caminó despacio hacia la habitación con Wooyoung y San detrás de él. Abrió la puerta, en el interior se encontraba un hombre de aspecto canoso y desaliñado sentado en una silla con las manos atada y los ojos vendados.
—Tiene 56 años, lleva siendo profesor hace ya tres años, y según los registros, fue expulsado anteriormente de una Universidad por acosar a sus alumnas Omegas. —explicó Wooyoung.
—Así que no es la primera vez. —murmuró el Alfa.
Le dio una mirada a San, y este enseguida se acercó al hombre y le quitó la venda. El sujeto abrió los ojos, observando a los tres hombres frente a él. Pero el que más le dio escalofríos, fue el Alfa del medio, quien lo miraba indiferente, serio, con una oscuridad profunda en su mirada.
—¿Q-quienes… son ustedes? ¿Por qué estoy aquí? ¡Déjenme ir! No tengo dinero, lo juro.
Jungkook avanzó cuidadosamente hasta el anciano y se agachó frente a él. Lo miró sin titubear, imaginando la escena donde se atrevió a tocar a Jimin y decirle tales asquerosidades. El pensamiento de ver a este degenerado acosando a su Omega, lo llenó de ira.
Se levantó y le propinó un golpe en el rostro.
Su mano se sintió caliente, hace mucho no golpeaba a alguien.
—Profesor Choi Hyunjoong. —comenzó a decir, caminando alrededor de la silla— Debo decir que no es mi estilo golpear a profesores, pero me temo que usted se lo ha buscado.
El profesor escupió la sangre de su boca y miró con cierto miedo al Alfa.
—¿Quién eres? ¿Por qué haces esto?
Jungkook se detuvo detrás y se inclinó sobre su oreja.
—Park Jimin. —musitó— Estudiante de medicina, Omega, rubio, bajo, ojos almendras. ¿Lo recuerda?
El hombre tragó saliva.
—Conozco muchos Jimin, no sé cuál me dices.
—Ah, entonces déjeme refrescarle la memoria.
Le hizo una seña a Wooyoung, el Omega entendió inmediatamente y sacó una navaja de su pantalón. San tomó la mano del profesor y con una sonrisa, Wooyoung apuñaló sus dedos.
El hombre soltó un desgarrador grito, revolcándose en la silla.
—¿Ya lo recuerda? —volvió a preguntar Jungkook.
—S-sí. —masculló el profesor— Pero… Él me buscó primero, siempre me veía y se pavoneaba, soy un Alfa, ¿entiendes lo que digo? Fue una reacción normal.
Jungkook abrió sus ojos de par en par. Había venido con la mente clara y dispuesto a no cometer ningún crímen. Pero, este hombre se la estaba poniendo difícil.
Wooyoung negó con la cabeza, chasqueando la lengua.
—Pobre, no debiste decir eso. ¿Acaso nos estás tomando del pelo? ¿Sabes con quién cojones te estás metiendo, maldito infeliz?
Jungkook le quitó la navaja a Wooyoung y se acercó al profesor, sin ningún tipo de expresión, clavó el objeto en su pierna. Ignoró por completo los gritos de dolor, honestamente, las personas como él, merecían algo más doloroso que la tortura.
—No hay nada que me repugne más que los viejos podridos como tú. —volvió a clavar la navaja en la otra pierna— Hombres asquerosos que intimidan a otros y los acosan como si fuesen a hacerte caso. ¿Te gusta los Omegas más jóvenes? ¿Te prende masturbarte mirando a una alumna que podría ser tu maldita hija? ¡¿Responde?!
El profesor sudaba frío, no podía siquiera hablar. El dolor de sus piernas era insoportable. Jungkook se levantó, y comenzó a golpearlo en el rostro, golpe tras golpe, hasta ver sus nudillos sangrando.
Wooyoung estaba cruzado de brazos en una esquina con la mirada indiferente, esperando que su jefe terminara para irse a comer. Cuando el profesor estuvo lo suficientemente inconsciente, finalmente se detuvo. Echó su cabello hacia atrás y se alejó, entregándole la navaja a Wooyoung.
—Haz la denuncia. —le ordenó.
—¿Ah? ¿No va a tirarlo al mar? —dijo Wooyoung, desilusionado.
—Será sospechoso si lo hago. Es mejor que la policía se encargue de ello. Haz la denuncia anónima y entregales toda la información sobre lo que ha hecho en otras instituciones. Drogalo lo suficiente para que lo inculpen, y que no recuerde nada.
—¿Habla de esa droga? —preguntó San.
—Sí.
—Pero usted dijo que jamás la volviéramos a usar. —Jungkook los miró con mala cara, San tragó saliva— Está bien, jefe, lo que usted diga.
Jungkook salió de la habitación dejando atrás a sus compañeros. No se había dado cuenta de lo tarde que ya era, la noche cayó como un manto. Para volver a la ciudad se tomaría alrededor de treinta minutos. Era tiempo suficiente para llegar a tiempo con Jimin.
—¡Jefe! —Wooyoung salió del almacén, alcanzado al azabache.
Jungkook se dio vuelta, mirando al Omega.
—¿Qué pasa?
—Bueno, San y yo volveremos a Japón por unos días, entonces, antes de irnos, queríamos saber si vas a estar bien aquí solo. ¿Es seguro el lugar y la persona con la que te quedas? ¿No quieres volver a Japón con nosotros?
—Tengo una responsabilidad que atender en Matsumoto. —dijo— Y sé que debo ir a Tokyo y dar la cara al clan. Sé aue mi gente me necesita para ponerle orden al desastre que dejé… Lo sé. Sin embargo, quiero un poco más de tiempo en Seúl. Hay algo que tengo que hacer antes de irme, quiero dejar todo seguro aquí cuánto antes.
—¿Qué es tan importante que tiene aquí para no querer volver todavía?
Jungkook se encogió de hombros.
—No lo sé, Wooyoung. Tú tienes a San, pregúntate a ti mismo, ¿lo dejarías aquí solo, para volver a tu deber? ¿Dejarías de lado a tu compañero?
Wooyoung se mordió el labio, y negó.
—No, supongo que no.
—Ahí tienes mi respuesta. Vuelvan a Japón, no los necesito aquí. Yo me encargaré de todo a partir de ahora, lejos o cerca, no dejaré de lado mi trabajo y lo que está pasando. —sus palabras sonaron tan seguras y convincentes, que Wooyoung no volvió a cuestionar nada de su jefe.
Lo dejó ir, aunque sabía que su partida tendría un gran regreso. Su trabajo aquí estaba hecho, ahora, esperaría paciente por el regreso del líder del clan Dragón al territorio.
Todos esperaban por él, todos deseaban tenerlo en sus manos.
Pero ahora su pregunta era, ¿quién era ese Omega que lo tenía atado a su red como para que el gran jefe no quisiera volver?
[🖤]
La casa estaba en silencio, pero olía a vino y flores secas. Jungkook entró al cuarto de baño, se lavó la cara, las manos y el torso. Si Jimin lo veía en ese estado, se daría cuenta que peleó con alguien. Tras salir del baño, caminó hasta la habitación del Omega, dejando la camisa en el cesto de ropa sucia.
El Omega dormía plácidamente, abrazando una almohada y con su cuerpo descubierto. El pequeño short que llevaba dejaba a la vista parte de su trasero. Jungkook sonrió. Se inclinó sobre su cuerpo y besó su mejilla, recostandose de él.
Jimin abrió los ojos poco a poco, sintiendo el peso del cuerpo del Alfa sobre el suyo. Jungkook acarició su mejilla, pero notó una tableta de pastillas sobre la mesita. Estiró el brazo y las tomó, leyendo la caja.
—¿Supresores?
Jimin no respondió, lo abrazó por el hombro y se restregó contra su cuello, como un felino buscando contacto físico. Jungkook lo tomó de la cadera, dejando que el Omega lo besara en aquella zona sensible de su piel.
—Llegas tarde. —susurró Jimin, abriendo sus piernas.
Jungkook lo alejó un poco, viendo como sus mejillas se tornaban rojas y sus ojos brillaban con lujuria.
—¿Esperaste mucho por mí?
—Sí, debes recompensarme.
Una sonrisa adornó el rostro del Alfa, Jimin tocó su pecho desnudo, hasta bajar su mano y meterla dentro de su pantalón. Jungkook lo detuvo y apartó su mano para llevarla sobre su cabeza. Unió sus bocas en un fogoso beso, metiendo de forma impaciente su lengua para juguetear con la de Jimin. El Omega se removió, intentando tener contacto con el cuerpo del Alfa, finalmente lo consiguió cuando Jungkook bajó su pelvis y rozó sus entrepiernas.
—Jungkook… Quiero hacerlo.
—¿Lo quieres? —sonrió.
—Sí.
—Pero no tengo preservativo, cielo.
Jimin se encogió de hombros.
—Soy un Omega recesivo, ¿recuerdas? No puedo quedar en cinta.
—Lo sé, pero si lo hacemos, y tú no estás listo, será doloroso.
—Puedo manejarlo.
Su convicción atrajo más a Jungkook, él no iba a negarse.
—Dijiste que jamás has tenido un celo, ¿cierto? —Jimin asintió.
—Hasta ahora, según mis síntomas, y la necesidad de tenerte, me indica que estoy presentando un ciclo de calor, supongo que gracias a ti, porque eres un dominante, y mi destinado.
Otra sonrisa adornó el rostro del Alfa.
—Entonces, no me voy a negar a tal oportunidad. Cierra los ojos y date la vuelta.
Jimin hizo lo pedido y se colocó de espaldas, su corazón estaba latiendo muy rápido, y sus manos sudaban frío. Honestamente, anticipaba mucho esto, a pesar de estar nervioso.
Jungkook se desabrochó el pantalón y lo tiró junto a su ropa interior, a continuación, deslizó la tira del short de Jimin hacia abajo, dejando al descubierto su voluptuoso trasero. Le alzó la camisa, dejándola a la mitad de su espalda, y delineó con su dedo su columna, causándole escalofríos en la piel. Se recostó de su espalda y llevó dos dedos a su entrada para penetrarlo. Jimin cerró los ojos, sintiéndose extraño por dentro.
—¿Te duele si meto mis dedos así?
—Un poco.
—Ya casi termino, después no te dolerá nada.
Continuó moviendo sus dedos, expandiendo sus paredes. Al finalizar, besó sus hombros y se colocó de rodillas para alinear su miembro, el cual ya se encontraba erecto y lleno.
—Jungkook. —musitó el Omega.
—¿Si, cariño?
—No seas paciente —lo miró de reojo con un rubor en los mofletes—, me gustan las cosas rudas.
—Ah… Ya lo sabía.
¿Uh?
Jimin quiso preguntar, pero sus palabras quedaron atascadas en cuánto sintió una estocada en su interior. Se mordió el labio, aferrándose cómo podía a la almohada.
Jungkook sostuvo sus caderas y comenzó penetrarlo. Los glúteos del rubio rebotaban contra su pelvis, su piel se tornaba roja y el lubricante resbalaba por sus muslos. Era una vista increíble, tanto que aceleró sus embestidas, escuchando una y otra vez los jadeos de Jimin, y su cuerpo temblando debajo del suyo. Llevó una mano a su columna y lo tiró hacia abajo, apretando con la otra su cintura. Jimin lo estrujaba por dentro, estaba tan apretado que su miembro quedaba atascado tras atravesarlo directo a su estómago.
—Para… —jadeó el Omega.
—¿Seguro que quieres que pare? Me estás apretando bastante bien, si sigues así, vas a romperme.
—¡Jungkook! —la vergüenza se apoderó de él, y la risa del Alfa era la culpable de todo.
Jungkook se inclinó, tomando su mejilla y besando sus labios. Lo embistió aún más duro, ahogando los gemidos del Omega en su garganta, Jimin se recostó de lado, y Jungkook le alzó la pierna, profundizandose todavía más en su interior. Se miraron a los ojos, con las gotas de sudor resbalando por la piel, y el cabello totalmente humedecido. Las manos de Jimin sostuvieron los hombros del Alfa, clavando sus uñas en él… Finalmente, sintió algo caliente y espeso en su interior, Jungkook gruñó en respuesta, con un nudo formándose casi de inmediato.
Bajo los conocimientos de Jimin, estaba consciente que dicho nudo era normal después las relaciones. Así que mantuvo la calma, dejando que su cuerpo se acostumbrara, y el orgasmo bajara de intensidad.
Jungkook se recostó sobre su cuerpo, dejando tibios besos en su mejilla.
—¿Fui muy duro? —preguntó con una inocente sonrisa.
—Mm, no lo sé, tendríamos que repetirlo. —sugirió.
El Alfa abrió sus ojos.
—Cariño, eres más atrevido de lo que pensé.
Jimin se escondió entre su cuello, abrazándolo con mucha vergüenza. Su cuerpo aún estaba procesando lo que había pasado, pero su interior deseaba mucho más. Era una necesidad. Cuando el nudo bajo, Jungkook salió con cuidado y lo alzó en peso para sentarlo sobre sus piernas. Jimin supo enseguida que iba por la segunda ronda, así que no se hizo del rogar. Se quitó la camiseta, unió su cuerpo con el de su Alfa, atrapó su boca con la suya e inició un nuevo vaivén que duró toda la madrugada.
Y entre los gemidos ahogados y el retumbar de su corazón, Jimin se detuvo, y lo miró con los ojos acuosos y la piel sudada.
—Me gustas. —Jungkook permaneció estático, sosteniendo su cuerpo contra el suyo— Me gustas mucho, y no quiero que te vayas, por favor, no te vayas.
Sí, sólo eso faltaba, oírle decir con la voz rota y la respiración acelerada, que no se fuera, que se quedara con él.
Jungkook lo había esperado por mucho tiempo.
Pero, no podía darle una respuesta, sólo, sonrió, como habitualmente lo hacía, y lo besó con delicadeza, terminando lo que Jimin empezó, hasta correrse en su interior, sin separarse, hasta que el rubio estuviera lo suficientemente lleno de él, y de todo lo que quería darle y ofrecerle.
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