004
Jimin llegó a la fiesta de cumpleaños de Eunwoo alrededor de las ocho de la noche. Se cuestionó toda la mañana si era buena idea venir o no. Lo que le había dicho el anciano que tenía en su casa, le había hecho sentir mal, tanto a él como a su lobo. Pero intentó ignorar sus palabras y concentrarse en lo importante; Eunwoo.
A medida que se acercaba a la puerta de la casa, el nerviosismo lo invadio. Pero ya era demasiado tarde para dar marcha atrás. Se detuvo un momento para arreglarse el cabello y ajustar su camiseta, tratando de lucir lo mejor posible.
Tocó el timbre y, tras unos segundos, la puerta se abrió, revelando al anfitrión.
—Hey, viniste. —dijo el Alfa, sonriéndole amable.
—Feliz cumpleaños —respondió Jimin, entregándole un regalo.
—Gracias, Jimin. Pasa, todos están en la sala.
Lo condujo hacia la sala, donde la música vibraba y tanto Alfas como Omegas llenaban el lugar.
—¿Tus padres no están? —inquirió el Omega.
—No. Mamá está en un viaje de negocios, y papá tenía algo que hacer a las afueras de la ciudad. Estoy solo.
—Oh, ya veo.
Se detuvieron cerca de las escaleras, mientras los demás bailaban y bebían del otro lado.
—Bueno, diviértete. —Eunwoo se despidió, yendo en dirección a la piscina con sus amigos.
Jimin se mordió el labio sin saber qué hacer a continuación. No conocía a nadie de aquí, no era una persona muy sociable en la Universidad. Su mejor amigo vivía en Daegu y muy pocas veces se veían. Fuera de eso, Jimin no tenía más amigos.
Así que, estar aquí era completamente nuevo para él.
Tomó una bebida de la mesa y se recostó de la pared mirando a los demás. Así transcurrieron varios minutos, que se volvieron eternos. Tras chequear la hora, se fijó que eran más de las diez. Eunwoo no apareció, y él estaba demasiado aburrido.
Decidió subir las escaleras, sintiendo cómo el ambiente festivo se desvanecía a medida que se alejaba de la sala principal. Al llegar al pasillo, notó una puerta semi abierta. Curioso, se asomó, pero hacer esto fue un completo error.
Allí, en el interior, vio a Eunwoo besando a una chica. La escena le golpeó como un balde de agua fría. La decepción lo invadió, y sin pensarlo dos veces, dio un paso atrás y salió corriendo por las escaleras.
Mientras bajaba, su mente estaba en caos. No podía creer lo que acababa de ver. Justo cuando llegó al pie de las escaleras, un grupo de chicos de la facultad de administración pasó corriendo, tropezando con él y derramando un vaso de cerveza sobre su camiseta.
—¡Oh, lo siento! —gritaron, riendo entre ellos mientras seguían su camino.
Jimin se quedó parado, sintiendo la mezcla de la cerveza y la decepción empapando su ropa. En ese momento, supo que no podía quedarse más. La fiesta que había esperado con ansias se había convertido en un mar de desilusiones.
Con el corazón pesado, se dio la vuelta y salió de la casa, dejando atrás el bullicio y las risas.
Después de todo, el anciano tenía razón.
No debió haber venido.
[🖤]
Jungkook revisó todas las gavetas de la casa de Jimin en busca de un teléfono celular para poder llamar a sus guardias. Pero no encontró nada. Tenía el presentimiento de que Jimin sólo contaba con su propio teléfono. Y pedirle prestado una llamada, imposible. El Omega era demasiado amargado como para permitirle tal cosa.
Y hablando del rey de Roma, Jimin apareció en el umbral de la puerta. Pero su aspecto era diferente a como se marchó. Llevaba la camisa manchada de rojo, el cabello desaliñado y las mejillas húmedas como si hubiera llorado de camino para acá.
Ignoró completamente su presencia y se dirigió a su habitación. Pero Jungkook le llamó, y Jimin se detuvo.
—¿No vas a decirme qué te pasó? ¿Por qué pareces un cachorro mojado?
—No estoy de humor para tus chistes estúpidos, si me disculpas. —giró la perilla de la puerta, pero nuevamente fue detenido por la voz del Alfa.
—Girate. —le ordenó. Jimin no respondió— He dicho que te gires, Jimin.
Como si de un hechizo se tratase, Jimin se volteó con la cara gacha. Jungkook avanzó hasta él y le alzó el mentón, obligándole a mirarle la cara.
—¿Qué pasó en esa fiesta?
El Omega abultó sus labios y desvío la mirada ante la vergüenza.
—El Alfa que me gusta besaba a alguien más. —confesó— Puedes reírte ahora, me da igual.
Jungkook alzó una de sus cejas.
—¿Y eso te afecta?
—Por supuesto que me afecta. —espetó— Me gusta, y verlo besar a alguien más me hizo sentir mal. Durante todo un año esperé ser yo el que pudiera besarlo algún día… Me siento un tonto.
Definitivamente, Jimin era un joven todavía. Iluso, soñador, ingenuo, y débil de mente y sentimientos. Jungkook era consciente que estaba recibiendo la ayuda de un mocoso emocional, y más aún por un Omega que soñaba con su Alfa destinado. No iba a cambiar ese hecho, entró a esta casa por ayuda, y ahora, él quería devolverle el favor.
Sólo por esta vez.
—¿Querías que fuera tu primer beso? —se atrevió a preguntar.
Jimin lo miró avergonzado.
—¿Por qué piensas que es mi primer beso?
—Vamos. Te veo, y gritas virgen e inexperto por todas partes. Estoy seguro que jamás has besado a un Alfa. Te paralizaste antes de tocarme, y te avergonzaste.
—Bien, sí lo soy. ¿Y qué? ¿Vas a reírte porque tú eres anciano y con más experiencia?
Jungkook bufó.
—No llores por un mocoso imbécil como ese. Si no era para ti, entonces te hizo un favor, pero no quiero que llores por un Alfa, jamás. He visto toda clase de cosas, es lo peor que puedes hacer. Así que, levanta la cabeza y demuéstrale a esos idiotas que mereces más que una simple invitación a una fiesta de cumpleaños.
Jimin se quedó en silencio, sus ojos abiertos, y su corazón latiendo con fuerza. La forma en que lo miraba, y le hablaba, con tanta autoridad y decisión. Como si supiera lo que decía y sentía. Le hizo sentir cosas extrañas en el estómago. Su cuerpo se sintió débil, como si flotara en el aire. Jungkook lo miró fijamente, hasta percibir cierto aroma que venía de Jimin.
Vino.
Un aroma primaveral con esencia de uva, como si estuviera en un viñedo. Fue un aroma tan delicioso que el lobo de Jungkook se colocó en cuatro patas, olfateando de cerca al Omega, sintiendo un cosquilleo en el estómago.
Desde que estaba aquí, nunca sintió las feromonas de Jimin. Pero ahora, las podía oler en el aire.
—Hueles a vino. —le dijo, ido por sus propios pensamientos.
—¿Vino? Yo no huelo nada.
—¿No eres capaz de sentir tus propias feromonas? —dudó— Eso sí que es un problema.
—¿Mis feromonas? Yo no tengo feromonas. Ni siquiera me ha llegado un celo. —tras soltar esa confesión, Jimin se cubrió la boca.
Jungkook alzó ambas cejas, y una sonrisa se dibujó en su rostro.
—Eres más interesante de lo que pensé. Pero, dime una cosa. Si tuvieras que elegir entre, dar tu primer beso, tener tu primera vez, o retroceder el tiempo para no ver a ese tal Dongmin besar a otra. ¿Cuál eliges?
—Creo que… —lo pensó detenidamente hasta dar una respuesta honesta— Daría mi primer beso, sólo para no sentirme un tonto por esperar que sea él quien me lo dé.
Jungkook sonrió.
—Cierra los ojos y cuenta en tu cabeza hasta diez. —pidió, Jimin le miró dudoso.
—¿Para qué?
—Hazlo. Me lo agradecerás después.
El rubio decidió obedecerle ya que no tenía nada que perder. Cerró los ojos y comenzó a contar en su mente.
Uno.
Dos.
Tres.
Unos labios se posaron sobre los suyos mientras unas fuertes manos lo tomaron de la nuca.
Cuatro.
Cinco.
Seis.
Su labio inferior fue tirado y su lengua engullida con otra ajena.
Siete.
Ocho.
Nueve.
Un gemido salió de su boca al sentir los labios del Alfa succionar los suyos. Respirar no era una opción en este momento, su boca estaba siendo lamida y tomada con tanta devoción que su mente se nublo por completo.
Diez… Abrió los ojos, cayó en la realidad, y su primera acción fue empujar al Alfa, alejándolo de él.
Jungkook chocó contra la pared, lastimandose la herida.
—¡¿Pero… Qué carajos crees que haces?! —gritó, cubriéndose los labios mientras su corazón no dejaba de latir.
El Alfa suspiró, llevándose una mano al abdomen.
—Haciéndote un favor, de nada. —sonrió burlón— Ya diste tu primer beso, felicidades.
Jimin frunció sus cejas, sus ojos se llenaron de lágrimas ante el coraje y sus manos actuaron por sí solas al golpear el rostro del Alfa.
—¡Degenerado! —abrió la puerta de su habitación y se encerró con seguro.
Jungkook se tocó la mejilla golpeada, pero no reaccionó ante el golpe. Se preparó mentalmente para recibir insultos y agresión física por parte del rubio en cuánto decidió besarlo. Lo tenía merecido, desde luego.
Pero no se arrepintió de hacerlo.
Más allá de querer besarlo para que recibiera su primer beso de un Alfa de verdad. En el fondo, desde que ese aroma a vino se mezcló con su olor a whisky, su lobo actuó por sí solo y quiso reclamar a Jimin con una marca de olor.
Y que mejor manera que con un beso.
Así ningún Alfa se le iba a acercar en la Universidad, y evitaría que lo volvieran a lastimar.
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