003
El sol apenas comenzaba a asomarse por la ventana, filtrando rayos dorados que iluminaban la habitación de Jimin. Sin embargo, el brillo del nuevo día no podía competir con el malestar que lo invadía. Se despertó con una sensación extraña en el estómago, como si un torbellino se hubiera desatado dentro de él.
Sin mencionar que pasó la noche en vela, pendiente de que el nuevo inquilino no fuese a robarse nada. Y para colmo, su lobo estaba ansioso, como si algo lo molestara o atormentara. Jimin no entendía qué estaba sucediendo con su cuerpo, y porque de repente reaccionaba de esta manera.
Con un suspiro de frustración, se sentó en la cama, intentando calmarse. Pero el malestar solo empeoraba. Sentía escalofríos, náuseas, mareo, y mucho dolor de cabeza. Sin pensarlo tanto, se levantó y corrió fuera de la habitación hacia el baño del pasillo. Ignorando completamente al Alfa en la cocina.
Vomitó la cena y el bocadillo de medianoche, y el sudor de su frente, frío, no era una buena señal.
Escuchó unos pasos acercarse, y después la voz del Alfa resonando detras suyo.
—¿Estás preñado?
Jimin se limpió la boca y miró con ojos fulminantes al hombre. Pero su garganta se apretó al ver que se encontraba sin camisa y la herida apenas en una vaga venda mal colocada.
—Es tu culpa. —le acusó.
—Yo no te embaracé.
Jimin rodó los ojos, se levantó para ir al lavabo y echarse agua en la cara. Jungkook se acercó, recostandose de las baldosas.
—¿Estás enfermo? —cuestionó.
—Tus feromonas me han estado molestando desde que llegaste. —lo miró con ojos cansados, el Alfa no logró descifrar esa mirada— Usa algo para calmarlas, o échate Suavitel, no lo sé.
Salió del baño en dirección a la cocina para hacerse un té. Jungkook lo siguió en silencio, caminando un poco lento ya que le dolía el abdomen.
—Oye, mocoso. —Jimin lo ignoró olímpicamente— Estoy hablándote, niño.
—Déjame en paz.
—Que no soportes las feromonas de un Alfa no es mi culpa, deberías ir a un médico o que se yo. —alegó. Jimin lo miró con cara de poker, dándole a entender que él, justamente estaba estudiando para serlo.
—Mantente lejos de mí. —pasó por un costado para dirigirse a su habitación y cambiarse para ir a la Universidad.
Jungkook suspiró, rodando los ojos. Se sentó en el sillón en espera de que Jimin saliera, alrededor de los veinte minutos, el Omega apareció colocándose su bata blanca que formaba parte del uniforme de su facultad, y la mochila.
—Antes de irte, ¿podrías venderme mejor esto? —señaló su herida.
—No tengo tiempo. —dijo el rubio, caminando apurado hacia la puerta.
Sin embargo, antes de tomar las llaves y abrir la puerta. Su lobo le hizo detenerse. Se mordió el labio inferior y se giró hacia el Alfa, el cual aún permanecía sentado con una expresión adolorida. Suspiró, rendido.
Tomó el botiquín de la cocina y se sentó al lado de Jungkook.
—Pensé que tenías prisa. —dijo el Alfa.
—Haz silencio.
—No me tutees.
Jimin lo miró, claramente frustrado.
—¿Quieres que te ponga una venda o no?
—Si me hablaras un poco mejor, creo que podríamos entendernos.
Lo ignoró completamente y se acercó para colocarle la venda. Pero al momento en que sus dedos tocaron su piel, una corriente lo invadió de pies a cabeza. Se detuvo en seco, dudando si tocarlo o no. Jungkook se quedó en espera, hasta notar la confusión en el rostro del Omega. Ahora que lo miraba de cerca, Jimin era más bonito de lo que pudo ver anoche. Tenía largas pestañas, una lluvia de pecas en sus mejillas, y ojos almendrados.
Definitivamente era su tipo de Omega.
—¿Por qué te detuviste? —preguntó, después de escanearlo en silencio.
—Yo… —Jimin tragó saliva, avergonzado— Jamás he tocado a un Alfa.
—¿Es eso? —alzó una de sus cejas, ladeando la cabeza con una pequeña sonrisa— Adelante, puedes tocarme. Sólo vas a vendarme, no a besarme.
Las mejillas del rubio se tiñeron de un rojo carmesí. Jungkook se sorprendió, no pensó que este Omega cascarrabias también sintiera vergüenza. Era adorable.
—Usted… realmente dice unas cosas bárbaras.
Una carcajada resonó en la sala. Jimin bufó, y dejó atrás la vergüenza para empezar a colocarle la venda. Sus dedos se deslizaron por su abdomen y espalda, envolviendo la zona afectada. Y todo aquello, bajo la atenta mirada del Alfa, quien no dudó en soltar su feromonas, dejando un olor a whisky y lavanda por todo el lugar. Jimin hizo un gran esfuerzo para mantener la calma, y una vez acabada su tarea, salió disparado de su lado.
—¡No haga nada estúpido! —le advirtió, saliendo de la casa.
Jungkook se levantó con sumo cuidado y se asomó por la ventana, Jimin caminaba a paso rápido por la calle, como si tuviera un cohete metido entre las piernas. El pensamiento lo hizo reír, hace mucho que no conocía a un Omega como él. Tenía una carácter duro y una simpleza atractiva.
Quizás su estadía con él no fuese del todo mala. Sin embargo, su tiempo era limitado, una vez que mejore, tendría que volver a su trabajo. Tenía unas cuantas cosas pendientes por las cuales ocuparse.
[🖤]
Al caer la noche, Jimin regresó a su casa, exhausto y con malestar. No logró concentrarse en las clases porque las náuseas no ayudaron. Ni siquiera cuando Dongmin se le acercó para preguntarle por su asistencia en su fiesta cumpleaños. Jimin huyó antes de decir una palabra.
Pero tenía que darle urgente una respuesta, era su única oportunidad para llegar al Alfa.
Entró a la casa, percibiendo un extraño silencio. Avanzó hasta la sala y encontró a Jungkook durmiendo en el sillón con un uno de sus libros de la estantería reposando sobre su pecho.
Para no despertarlo, se dirigió en silencio a la cocina y sacó unos cuantos ingredientes para preparar la cena. Probablemente el Alfa no comió en todo el día. Y lo confirmó tras abrir el refrigerador y ver todo empacado todavía.
Cumplió su palabra de no tocar su comida.
Preparó el sartén para freír huevos, mientras tanto, tomó su teléfono y marcó el número de Dongmin. Esperó varios tonos hasta que la voz del Alfa sonó al otro lado.
—¿Jimin? Vaya, no me esperaba tu llamada. —el Omega se mordió el labio, jugando de forma nerviosa con un tómate.
—No te saludé hoy porque me sentía un poco mal del estómago. Pero, si iré a tu fiesta de cumpleaños. ¿Es mañana, no?
—Oh, que bien. Sí, es mañana.
—Perfecto, entonces, nos vemos mañana.
—Está bien, adiós, Jimin.
—Adi…—la llamada se cortó.
Jimin abultó sus labios mirando la pantalla en negro.
—Que ridículo. —la voz de Jungkook sonó desde el sillón. Jimin alzó el rostro, mirando al pelinegro con una expresión indiferente.
—Pensé que estaba durmiendo.
—Lo hacía. Pero escucharte hablar por teléfono me despertó. —Jimin gruñó en respuesta.
—Pues vuelva a dormir, no sea cotilla. —se volteó para echar los huevos en el sartén. Jungkook se levantó y caminó hasta el taburete del mesón, tomando asiento.
—¿Vas a una fiesta de mocosos como tú?
—Los jóvenes si nos divertimos, no como ustedes los ancianos que se meten en peleas. —murmuró, sarcástico.
—No vayas.
El rubio se dio vuelta, plantando sus almendrados ojos en los del Alfa.
—¿Qué?
—Conozco a los Alfas, ellos nunca quieren algo serio con los Omegas.
—No conoces a Dongmin. —espetó molesto— Es el Alfa más amable y apuesto de todos. Todos quieren ser sus amigos y estar con él. No por nada lleva el apellido Lee, su familia es de renombre.
Jungkook entrecerró sus ojos.
—¿Lee? —dijo sorprendido— Ya veo. Más a mi favor, no vayas a esa fiesta.
—No eres nadie para decirme qué hacer.
—Es un consejo. No confíes en los Alfas que aparentan ser buenos, porque te rompen el corazón. Además, ellos jamás se van a fijar en un Omega defectuoso como tú, si no los sientes como Alfas, no les sirves.
Jimin apretó sus labios con su lobo lastimado. Le tiró el plato con huevos revueltos en la mesa y caminó a paso rápido hacia el pasillo, pero, paró en seco. Se volteó en dirección al Alfa y le gritó.
—¡Es mi problema en quién confío o no. Si no tiene nada bueno que decir, entonces váyase de mi casa y busque otro lugar donde quedarse! ¡Anciano!
Tiró la puerta de su habitación, encerrandose.
¿Quién se creía este hombre para venir de la nada a decirle esas cosas? Jimin no lo soportaba. Sólo era un tonto viejo mezquino que llegó a molestarlo.
Jungkook permaneció sentado en el taburete, con sus ojos fijos en los huevos revueltos, pero con el apellido Lee resonando en su cabeza. ¿De dónde lo conocía? Sólo había una familia Lee con un hijo en la Universidad que él conocía. Y el padre no era más que un abogado envuelto en la prostitución ilegal de Omegas menores de edad.
Pero ese chico no podría ser el hijo de ese bastardo. ¿O sí?
feliz noche, espero que les haya gustado el cap, hay muchos secretos por descubrirse y sentimientos por aparecer, <3 nos leemos mñn.
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