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En la actual sociedad, la jerarquía se definía por instintos biológicos, los Alfas dominantes se encontraban en la cúspide, disfrutando de privilegios y respeto. Los Omegas recesivos, como Jimin, ocupaban un lugar más bajo en esta estructura, a menudo relegados a roles de apoyo y cuidados. Sin embargo, la realidad era mucho más compleja. Aunque los Alfas eran admirados y temidos, había quienes desafiaban las expectativas, y Jimin soñaba con ser uno de ellos.

Ser estudiante de medicina, Omega, y al mismo tiempo, Omega recesivo, era una pesadilla total para Jimin. Al nunca haber tenido un ciclo de celo “normal”, sentir las feromonas de otros Alfas era casi imposible. Según los estudios médicos que le hicieron en su presentación cuando era pequeño. Le dijeron que su celo jamás llegaría, a no ser que esté expuesto a las feromonas de un Alfa dominante. Para Jimin, saber esto fue el inicio de su martirio. Los Alfas que se le acercaban y que conocían su rango como “Omega recesivo”, se aprovechaban de esto y lo impregnaban de sus feromonas con total libertad.

Jimin llegó a desmayarse más de una vez en clases por esta misma razón. No toleraba ningún olor nauseabundo que viniera de un hombre.

Hoy, después de un examen agotador de anatomía, Jimin salió del aula sintiéndose aliviado de acabar la primera jornada de parciales. Pero no podía cantar victoria todavía porque le quedaban dos semanas más de exámenes.

Dormir y tener paz no entraba en sus planes mientras estudiara una carrera.

Sus padres a menudo le preguntan sobre sus calificaciones, y Jimin tiene que fingir que no ha durado tres días sin dormir y sin comer para poder satisfacerlos con una buena calificación. Era más difícil todo al venir de una familia de Alfas y Omegas dominantes con grandes doctorados. Jimin era el último en los Park. Y el menos tolerable.

Sí, quizás tenía mal genio. Quizás nunca iba a tener pareja por esta misma razón. Y quizás nunca se fijarán en él por ser quién es.

Eso lo sabía a la perfección, no había drama en lucirse tanto si al fin y al cabo, terminaría solo.

Mientras se masajeaba el cuello para liberar la tensión acumulada. Se dirigió al campus de la Universidad donde la población estudiantil descansaba. Pero su atención se desvió cuando vio al único Alfa que no le tenía asco.

Lee Dongmin, o más conocido como Eunwoo, como solían llamarlo sus amigos cercanos. Jimin jamás le llamó por este nombre porque apenas y cruzaban palabras. El amor platónico que sentía por Dongmin era un secreto entre su lobo y él.

El Alfa caminaba con un grupo de amigos hasta que su atención se desvió hacia Jimin, que lo miraba como una pequeña ardillita en una esquina. Jimin le sonrió tímidamente, para su sorpresa, Dongmin lo miró y, tras un instante de duda, comenzó a acercarse.

Jimin no supo qué hacer. ¿Correr? ¿Esconderse? «¿Por qué te esconderías, Park?»

—Hey, Jimin —Dongmin lo saludó amable, revolviéndole el cabello con una mano, un gesto que hizo que el estómago de Jimin se contraera—. ¿Saliste de clases? ¿Vas a almorzar?

Jimin carraspeó, intentando actuar lo más natural posible.

—Ya comí, gracias.

Dongmin ladeó un poco la cabeza, riendo. Jimin manifestó una estampida de abejas y que se lo llevaran volando a su colmena por la vergüenza que sentía en estos momentos.

—Bien, quería saber si estabas libre este sábado. Haré una fiesta por mi cumpleaños, y sería cool verte allí.

¿Lee Dongmin, su amor desde el año pasado. Su Alfa de ensueño, lo estaba invitando a su fiesta de cumpleaños? Jimin se pellizcó el brazo detrás de la espalda para verificar que no estuviera soñando. Y no, en efecto no lo estaba.

Estaba pasando, su momento finalmente había llegado.

Abrió la boca para responder, pero justo en ese momento, uno de los amigos de Dongmin interrumpió con una broma.

—¡Andando, Lee. Puedes coquetear con los Omegas de medicina después. Tengo hambre! —las risas estúpidas no faltaron.

Jimin rodó los ojos, todos eran unos idiotas.

—Mándame un mensaje de texto con tu respuesta, ¿vale? —dijo Dongmin, sonriéndole a pesar de la interrupción.

Jimin asintió, sintiéndose un poco tonto por no poder expresar sus sentimientos correctamente. Vio cómo el Alfa se alejaba, riendo con sus amigos,  un suspiro se escapó de sus labios.

Decidido a continuar con su aburrida rutina, salió de la universidad para volver a su casa, y probablemente estudiar toda la noche por adelantado.

Su teléfono comenzó a sonar en el bolsillo de la bata blanca. Lo tomó, leyendo el nombre de su madre en la pantalla.

—Mamá. —contestó, desinteresado.

—¿Ya saliste del exámen? —preguntó, con un tono serio.

—Sí.

—Bien, espero los resultados. —Jimin rodó los ojos en respuesta— Por cierto, ten cuidado al volver. Leí en las noticias que hay un clan de mafiosos sueltos en la ciudad. Están siendo buscados.

—¿Un clan de mafiosos? —rio— Ni que esto fuera una película japonesa de mafia, mamá.

—Jimin, no seas ignorante y haz caso. Te llamaré en un rato para saber si llegaste a tu dormitorio.

Colgó.

Jimin negó y guardó el móvil de vuelta en su bolsillo. Caminó despreocupado hacia su residencia, pero un gruñido en el estómago lo detuvo. No recordaba haber comido algo esta mañana. Se dirigió al otro lado de la calle, donde estaba su tienda favorita de comestibles. Mientras silbaba una canción, pasó por un callejón como atajo hacia la tienda, pero un peculiar aroma a lavanda y whisky lo detuvo. Era la primera vez que percibía una fragancia tan refrescante y deliciosa, su lobo también logró sentirlo, y se levantó en cuatro patas incitando a Jimin a ver más de cerca.

Entró al interior del callejón, y allí, en el suelo, había un hombre golpeado y herido, con sangre goteando de una herida en el costado de su abdomen.

Sin pensarlo, Jimin se acercó con cautela.

—¿Estás bien? —preguntó, aunque sabía que la respuesta era obvia.

El hombre levantó la vista, sus ojos eran tan oscuros como la mismísima noche. Pero su rostro se veía joven y pulcro.

—Estás sangrando mucho, llamaré a una ambulancia. —cuando Jimin intentó sacar su teléfono para llamar a la policía, el hombre lo detuvo con un gesto. Miró primero el nombre en la bata y después a sus ojos.

—Eres estudiante de medicina, puedes ayudarme sin necesidad de llamar a una ambulancia. —su voz era grave, un tono que denotaba superioridad en todos los sentidos.

—No creo ser de mucha ayuda porque apenas y llevo mi segundo semestre. Será mejor que llame a emergencias y…

—No.

Jimin quedó estático ante su tono. Definitivamente no era cualquier Alfa.

—Bien, ¿entonces qué sugieres? Ilumíname, por favor. —el Alfa se removió con cuidado, procurando no lastimarse más la herida.

—Llévame a tu casa.

Jimin sonrió sin gracia alguna.

—¿Mi casa? —bufó— Ni loco.

—¿Vas a dejar morir un ciudadano en medio de un callejón? Eso es poco ético para alguien que estudia medicina.

—Por fortuna aún no tengo mi título, nadie me conoce, así que sí, puedo hacerlo.

—¿Qué clase de Omega le dice eso a un Alfa? —dudó, alzando una ceja.

—Uno a quien no le importa las estúpidas jerarquías. Entonces, ¿llamo a emergencias o prefieres morir aquí desangrado?

Ante el silencio del Alfa, Jimin tomó su decisión. Se levantó y cogió su mochila dispuesto a irse. Pero ese aroma volvió, deteniendo los pasos de Jimin y acelerando su corazón. Se giró sobre sus zapatillas y observó al Alfa, que lo miraba fijamente como si supiera el efecto que causaba con sus feromonas.

—¿Eres tú, cierto? —Jimin lo señaló.

—No sé de qué me estás hablando.

—No finjas demencia. —el Alfa sonrió— ¡Ves! Te estás riendo. Por supuesto que eres tú el que está dejando ese aroma en el aire. Deja de hacerlo, me causa…

—¿Te causa? —otra oleada de feromonas envolvió a Jimin. El Omega se cubrió la nariz, aunque, no le causaba náuseas como los otros, al contrario, era agradable— ¿Por qué mejor no vienes y me echas una mano? No creo poder resistir la noche.

Jimin se lo pensó sabiamente, hasta que finalmente accedió. Lo ayudó a levantarse con algo de dificultad con el Alfa apoyándose de su cuerpo.

—Que delgado eres, ¿acaso comes? —se burló el Alfa. Jimin lo miró con ojos fulminantes.

—¿Te tiro de vuelta a tu suerte? —amenazó.

El Alfa sonrió, pero enseguida su expresión cambió a una de dolor por el movimiento al caminar. Jimin lo llevó por un atajo para llegar a su residencia. Si subía con este hombre ensangrentado a un taxi, llamarían demasiado la atención.

Y con lo pesado que era, probablemente mañana tendría un severo dolor de espalda.

«Madre luna, dame paciencia y resistencia, para terminar este día»








primer capp, como ven es muy Omegaverse tradicional, tiene comedia porque no es momento para dramas, espero que les guste^^

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