PERSECUCION MORTAL
Roma. Italia.
19 de enero del 2020
JENNIFER
El camino se había vuelto tranquilo luego de algunos metros de la escuela, Hermes, iba concentrado en la vía; Horus, por otra parte, estaba intentando comunicarse con las otras camionetas que nos habían tomado ventaja por el accidente; Sergio, intentaba dormir un poco; el soldado, constantemente estaba mirando hacia atrás para asegurarse de que no nos siguieran; y yo, intentaba no pensar en el conductor con ese agujero en su cabeza y con su uniforme ensangrentado, eso sí era traumático.
– Sergio, bebe esto – dijo Horus dándole a Sergio un pequeño frasco con un líquido verdoso en su interior.
– ¿Qué es esto? –
– Es medicina, te ayudará a curarte –
Sergio observó con asco aquel frasco. Pero al final terminó tomándoselo con cierta omisión.
– Dioses, tenemos compañía – comentó el soldado mientras cargaba su arma.
Miré hacia atrás y vi ocho camionetas negras que se acercaban a gran velocidad.
– Sergio, saca los tres maletines que hay debajo del asiento y dame uno – dijo Horus
Sergio siguió las órdenes de Horus dándole el más grande. Horus lo abrió y de él sacó las partes de un rifle que unió con facilidad.
– Ahora cada uno de ustedes tome uno de los maletines –
Sergio me pasó uno de los maletines. Al abrirlo, encontré una pistola con un diseño algo futurista con siete cartuchos, dos de ellos con una cinta azul, y cuatro esferas negras del tamaño de una pelota de béisbol con un pequeño círculo azul oscuro a un lado de esta.
– ¿Qué es esto? – pregunté.
– Es una pistola capaz de disparar balas tradicionales y otras que paralizan en sus víctimas, esas son las del cargador azul. Ten cuidado, es peligrosa así apunta bien – me respondió Horus.
Sergio abrió su maletín en donde encontró el mismo rifle de Horus, solo que esta tenía una especie de garra que se colocaba debajo del cañón y a la que se le podían sujetar cuatro discos negros.
– ¿Para qué es esto? – preguntó.
– Esas son minas, simplemente jala del gatillo secundario y saldrán disparadas serán muy efectivas si las logras lanzar con precisión–
Tomé uno de los cargadores con la cinta azul cargando la pistola con él y quitando el seguro, es hora de luchar. El soldado y yo nos colocamos en las ventanas de los lados, mientras que Sergio tomó posición en la ventana de techo que Horus había abierto. Estábamos listos para pelear.
Las camionetas se acercaron y tanto el soldado como yo disparamos. En respuesta, del techo varios hombres comenzaron a dispararnos desde las ventanas de las camionetas.
Nuestra camioneta se mantenía en un movimiento brusco constante, ya que no era fácil esquivar el mayor número de balas posibles, además del tráfico que inundaba la autopista.
Unos minutos después, Sergio lanzó una de las minas, la cual se sujetó a una de las camionetas explotando instantáneamente chocando contra otra camioneta aplastándole la parte delantera y dejándola fuera de acción. Ya solo quedaban seis.
– ¡Si no logran destruir esas camionetas rápido, no creo que podamos llegar al punto de reunión! – gritó Hermes desesperado.
En eso, una de las camionetas aceleró y se colocó al lado derecho, el lado donde yo estaba, y de las ventanas, dos hombres con rifles de asalto salieron y nos apuntaron.
– ¡Chicos, agáchense! – les grité. Acto seguido, los soldados dispararon. Las balas penetraron la camioneta, hiriéndome en el brazo y a Sergio en una pierna.
El dolor era intenso, pero no era suficiente como para dejarme fuera de combate. Sergio se acercó hacia mi rasgando parte de su suéter colocándolo en mi herida como vendaje. Él hizo lo mismo con su herida. Por suerte, el fuego de estos hombres era interrumpido por los autos que transitaban por el carril que nos separaba, cosa que aproveché para lograr apuntar y realizar varios disparos de los cuales uno le dio al conductor haciendo que perdieran el control chocando contra uno de los autos de la autopista destrozándole la parte delantera dejándolos fuera. Ahora son cinco.
Varios metros adelante, giramos para salir de la autopista, cosa que aprovechó Horus para lanzarle a una de las camionetas una de las pequeñas esferas. Pero en vez de crear una explosión que la destruyera, provocó una pequeña luz que apagó aquella camioneta y por lo tanto, no logro girar perfectamente chocando contra un edificio a un lado de la autopista. Ya solo quedan cuatro.
Luego del cambio de rumbo, noté que solo nos seguían dos camionetas. Eso era raro, no recuerdo ver que destruyeran a las dos camionetas faltantes. De repente, Hermes frenó, lo que hizo que cayera contra el asiento delantero golpeándome la cabeza. Al recuperarme del golpe, miré hacia delante en donde vi a las dos camionetas extraviadas que pararon varios metros delante de nosotros, de ellas salieron varios hombres que comenzaron a acercarse lentamente, esto mismo hicieron las camionetas que nos estaban persiguiendo. Pero cuando estaban a tan solo un par de metros de nosotros. Dos de las camionetas aliadas aparecieron detrás de las camionetas estacionadas frente a nosotros tomando por sorpresa a nuestros enemigos creando una masacre.
– Veo que no llegamos tarde a la fiesta – dijo un soldado por radio.
– Justo a tiempo capitán, yo creía que ya nos había abandonado – respondió Horus.
– Órdenes son órdenes comandante. No podíamos dejar que los elegidos murieran –
– ¿Alguna noticia sobre la otra camioneta? –
– No señor, fuimos atacados y nos separamos un par de calles al norte, desde ahí no hemos podido contactarlos –
– Bien, diríjanse a la casa de seguridad e informen al Olimpo de que Ares sabe sobre los Elegidos –
– Si señor, lo guiaremos hacia... – dijo el soldado siendo interrumpido por la explosión de la camioneta en donde iba matándolo junto a todos los que estaban adentro por culpa de un misil lanzado desde un helicóptero.
– ¡Maldición! ¡Hermes acelera! – dijo Horus mientras que le disparaba al helicóptero.
Nuestra camioneta, junto con la camioneta restante aceleraron bruscamente mientras que otro misil se acercaba a nosotros. Horus, ágilmente subió al techo de la camioneta materializando su lanza con la que, con un ligero golpe, desvió el misil impactando en una casa a un par de metros a mi izquierda levantando una pequeña columna de escombros que golpearon la camioneta ladeándola un poco.
– ¡Ustedes sigan, yo los distraeré! – dijo Horus mientras materializaba unas alas parecidas a las de un halcón para luego alejarse volando siendo perseguido por el helicóptero.
Un segundo helicóptero apareció aterrizando detrás de nosotros y de él, bajaron varias de esas criaturas monstruosas que combatimos en la escuela las cuales comenzaron a correr muy rápido.
– Jennifer, mátalos – me dijo Hermes mientras intentaba esquivar el tráfico.
Saqué mi cuerpo por la ventana y cargué la pistola con un cargador tradicional. Pero no lograba dispararles con precisión, ya que se movían con gran agilidad saltando sobre los autos e incluso caminando por las paredes. De repente, uno de ellos saltó sobre el techo la camioneta obligándonos a refugiarnos dentro de esta y de un puño atravesó el techo, supuestamente reforzado, intentando atrapar a Sergio. Pero luego de su fracaso, dirigió su atención hacia el soldado rompiendo de nuevo el techo y agarrándolo del cuello para luego lanzarlo fuera de la camioneta matándolo. En ese momento, Hermes sacó una pistola de la guantera y le disparó al techo hasta que la criatura, esquivando las balas, resbaló cayendo al lado mío sujetándose del marco de la ventana.
– Lo siento amigo, pero creo que esta es tu parada – dijo Hermes mientras conducía hasta los edificios al lado derecho chocando la camioneta contra estos edificios haciendo que la creatura se soltara y cayera a un lado del camino.
Pero en ese momento, más de esas criaturas se subieron a la camioneta.
– Estos monstruos no saben cuándo rendirse – dijo Hermes mientras ladeaba la camioneta de lado a lado chocando con cualquier cosa con la nos cruzábamos intentando que los monstruos se soltaran.
Una de esas criaturas rompió el vidrio de la ventana izquierda en donde estaba Sergio. Él, instintivamente, disparó el rifle varias veces lanzándose sobre mí. Las balas lograron atravesar el pecho de la criatura haciéndola lanzar un grito que me estremeció. Luego, Hermes le disparó en la cabeza matándola en el acto y llenando la camioneta de gotas de sangre.
Algunos metros después, la camioneta aliada nos alcanzó y abrió fuego contra nosotros haciendo que las criaturas cayeran ya sea muertas o heridas.
– Creí que habían muerto muchachos – dijo Hermes por la radio.
– Esas plagas son más difíciles de matar de lo que creía –
– Bien, dirijámonos al punto de encuentro ahora –
– Entendido, intentaré comunicarme con la central para pedirle... – dijo el soldado cortándose la comunicación. Cuando miramos hacia la camioneta vimos cómo varias de esas criaturas habían atravesado el techo y arrancado las puertas de la camioneta sacando a sus tripulantes y lanzándolos a la calle, pero una de las criaturas mantuvo a uno de los soldados que intentó defenderse dándole algunos golpes en la cara y cuerpo que obtuvieron poco o ningún resultado, la bestia lo alzó con sus cuatro brazos, pero Sergio me abrazó y me tapó los ojos con sus manos antes del desenlace la historia. Me imagino el horror de la escena.
– Malditas bestias. Sergio, toma el rifle de Horus y dispara el lanza granadas a la camioneta – ordenó Hermes con una notoria rabia.
Sergio asintió con la cabeza y tomó el rifle que estaba rodando por la silla del copiloto. Luego, apuntó y disparó con una magnífica precisión destruyendo la camioneta creando una explosión aún más grande matando a todos los que iban en ella.
– Maldición– dijo Hermes mirando con asombro y rabia un bloqueo enemigo en frente de nosotros en donde un grupo de soldados estaban preparados para dispararnos.
– Chicos, sujétense y díganle a Horus que los protegí hasta el último aliento – dijo Hermes mientras aceleraba.
Estaba asustada, no me gustaba lo que podría pasar. Por suerte, apareció Horus sujetando el helicóptero que lo persiguió con sus garras lanzándolo contra el bloqueo destruyéndolo. Pero varios soldados aún estaban vivos y en sus posiciones y comenzaron a dispararnos.
En ese momento, la última camioneta aliada apareció y envistió el bloqueo junto a nosotros cruzando sanos y salvos.
Al fin estábamos a salvo. Pero no sabía que esto sólo era la puerta de un infierno del que no sabía si podría sobrevivir.
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