OLIMPO BAJO FUEGO
Gran salón. Monte Olimpo.
12 de enero del 2020
ZEUS
De un momento a otro el salón fue invadido por un gran número de arqueros del ejército de Hades cubriendo la entrada, un ejército conformado por aquellos guerreros que dieron su vida por el dios.
– Es hora de que te unas a nuestro padre, hermano – decía Hades mientras entraba al salón.
– El único que lo acompañará serás tú traidor – le dije con rabia.
Eso lo llenó de ira.
– ¡Arqueros, disparen! – gritó.
De inmediato Horus y Anubis alzaron la mesa y la colocaron delante de nosotros usándola como escudo. Acto seguido, todos tomamos cobertura detrás de esta justo cuando dispararon, afortunadamente ninguno salió herido.
– Ahora es nuestro turno– dijo Horus. Luego, lanzó una gran ráfaga de plumas de sus alas convertidas en peligrosas dagas que mató a gran parte de los soldados sin herir a los dioses que tomaron cobertura tras las columnas.
– ¡Cuidado! – gritó Anubis.
Entonces una roca cubierta de fuego destruyó parte de la entrada y rompió la mesa en dos, luego atravesó la pared norte que estaba detrás de nosotros. Acto seguido, otra roca destruyó parte de la pared oriental y una última atravesó el techo y terminó chocando algunas columnas destruyendo gran parte del techo.
– ¡Catapultas! – gritó un soldado que luchaba contra un cíclope fuera del salón.
De pronto, más arqueros entraron disparando contra nosotros que, con la mesa destruida nos cubrimos detrás de las columnas en los extremos del salón.
– ¡Los soldados necesitan ayuda! – gritó Poseidón.
– ¡Debemos salir de aquí! – gritó Atenea.
– Déjenmelo a mí– dijo Quetzalcóatl convirtiéndose en la gran serpiente emplumada que con un rápido vuelo cargó contra los arqueros llevándose a algunos y comiéndose a otros para luego salir por la puerta dándonos suficiente tiempo para salir por los diferentes agujeros del salón, solo me quedé yo y Hades solos en el salón.
Entretanto, una gran batalla estalló en el plaza central, luego, tropas egipcias, hindúes y americanas entraron en la ciudadela, aun así, nos superaban cinco a uno.
Mientras luchaba contra Hades, lograba escuchar varias explosiones y desde los agujeros del salón se veía toda clase de poderes, como el disco de Visnú que creaba grandes explosiones luego de cortar y decapitar a varios hombres. En eso, logré desbaratar la defensa de Hades y con una patada cayó directo al suelo.
Entonces vi a Dionisio que luchaba contra un grupo de hombres que, al ser muchos, terminaron matándolo.
Eso me dejó atónito, se supone que esos soldados solo pueden herirnos.
Hades aprovechó me descuido y con su horca me hirió la pierna haciéndome caer de rodillas.
– ¿Te sorprende hermano? Nuestras armas no son como las de antes. Ahora, con nuevas aleaciones y el poder de Hefesto hemos logrado crear un arsenal capaz de matar dioses sin problema, ahora seguirás tú – me dijo mientras se preparaba para darme su golpe final.
De repente, Horus cruzó la puerta con la velocidad de un rayo embistiéndolo y lanzándolo contra una columna atravesándola y terminando contra la pared agrietándola.
– Gracias, si no hubieras llegado no creo que hubiera sobrevivido– le dije agradeciéndole con dificultad.
Horus asintió con la cabeza contestando a mi agradecimiento e inmediatamente salió volando a altas velocidades por uno de los agujeros del techo.
Hades logró ponerse en pie apoyándose en su horca, tenía varias rasguños de las garras de Horus y algunos moretones.
Por la puerta entró Ares asombrado por ver el estado de ambos.
– Tío, tenemos que salir de aquí ahora – dijo Ares mientras ayudaba a Hades a pararse.
– ¿Qué sucede? –
– Nuestro ejército pierde terreno, ya mataron al minotauro y un gran número de soldados y perdimos las catapultas –
– Bien, apenas salgamos de aquí ordena la retirada –
– ¿Qué hacemos con mi padre? –
– Déjalo, quiero que vea cómo su preciada ciudad es destruida–
– Bien–
Mientras, intentaba pararme para enfrentar a Ares, pero este se precipitó y rápidamente me propinó una herida en mi pierna derecha haciendo que cayera de nuevo de rodillas. Luego, me dio una patada muy fuerte en la cara haciéndome chocar con una columna la cual cayó sobre mí inmovilizándome.
En eso llegó Temístocles y Teseo.
– Espera, aún no termina la fiesta – dijo Temístocles desenfundando su espada.
– ¡No, déjenlos ir, es muy peligroso! – les grité con preocupación.
– No, esto termina aquí y ahora – dijo Teseo desenfundando su espada.
Ambos cargaron contra Ares, el cuál utilizó su escudo para frenar la carga. Después de varios minutos de intenso combate cuerpo a cuerpo, Teseo logró de una patada quitarle el escudo a Ares, el cual recibió luego un puño de Temístocles en la cara haciéndole retroceder varios metros. Ambos están peleando mejor de lo que creí.
– Toma – dijo Hades dándole su horca a Ares.
– ¿Qué pasó Ares? Veo que somos mucho para un Señor de la Guerra – decía Temístocles burlándose del desempeño de Ares.
– Solo estaba calentando, ahora si los mandaré al infierno–
Temístocles y Teseo cargaron contra Ares, pero logró repeler el ataque colocando su espada y la horca en posición de "X". Temístocles y Teseo peleaban con fiereza, pero Ares, en un descuido de ambos, le propinó una patada a Teseo que lo hizo caer a varios metros de distancia, mientras que a Temístocles le propinó un golpe con la empuñadura de su espada en la cara lo que lo hizo retroceder un par de metros aturdido. Luego, Ares lanzó la horca contra Temístocles, el cual no logró reaccionar a tiempo y fue lanzado contra una pared quedando inmovilizado por la horca que le rodeaba el cuello. Teseo se reincorporó al combate, pero Ares reaccionó degollándolo. Teseo cayó de rodillas dejando caer su espada en el suelo y cubriendo su garganta con sus manos que, al instante se llenaron de sangre. Acto seguido cayó al suelo ya sin vida.
– ¡No! Lárgate ahora bastardo – le dije mientras brotaban lágrimas de mis ojos.
Sentía una gran impotencia por no poderlos ayudar.
– Aún no padre, te mostraré que yo soy el mejor de todos tus hijos – me dijo tomando la espada de Teseo.
– Tú no eres mi hijo –
Ares comenzó a caminar hacia mi posición con rabia.
Mientras tanto, Temístocles logró quitar la horca de su cuello, guardo su espada y se preparó para cargar con la horca lleno de rabia por la muerte de Teseo. Pero a tan solo un metro de distancia, Ares reaccionó atrapando la horca entre sus espadas para luego empujar a Temístocles con estas desarmándolo, Temístocles retrocedió y desenfundó su espada comenzando una nueva pelea cuerpo a cuerpo. Luego de algunos minutos de combate, Ares le propinó una patada a Temístocles haciendo retroceder. El cansancio en ambos era notable.
– Aún no eres lo suficientemente fuerte para vencerme viejo amigo – dijo Ares tomando posición de defensa.
– Ya verás – dijo Temístocles cargando una vez más contra Ares.
Ares simplemente lo esquivó clavándole su espada en la espalda. Temístocles lanzó un fuerte grito. Desde entonces, por culpa del cansancio y la frecuente pérdida de sangre, sus golpes se hicieron más lentos y con poca fuerza dándole a Ares la diversión que quería. Después de un rato, Ares le dio un golpe con su empuñadura en la cara aturdiendo a Temístocles dándole el tiempo suficiente para cortándole la mano con la que empuñaba su espada haciendo que lanzara un grito desgarrador y cayendo de rodillas, Ares enfundó su espada y tomó la horca.
– Lo siento, les fallé a todos – me dijo Temístocles ensangrentado, mientras levantaba su vista hacia Ares, quien con una sonrisa le clavó la horca en el pecho empujando después el cuerpo ya sin vida de Temístocles con una patada dejándolo al lado de Teseo.
– ¡No! ¡Maldito asesino, te mataré! – le dije a Ares con gran furia.
En ese momento, logré materializar una rayo lanzándoselo directo a su pecho.
– Pero hoy no será – me dijo mientras usaba la horca como bate de béisbol lanzando el rayo
sobre una columna destruyéndola completamente.
– Es hora de dormir padre – dijo dándome una patada en la cara dejándome inconsciente. Solo espero que los demás no hayan corrido el mismo destino que Temístocles y Teseo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro