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LA EMPERATRIZ DE CHINA

Gran Muralla China. China.

23 de enero del 2020

ALEJANDRO

Tras dejar a Artemisa y a Helena, nos dirigimos a un segundo puerto en donde nos bajamos Medusa y yo. Luego, caminamos por un sendero hasta una puerta con las características de la arquitectura china antigua. Al abrirla, sentí un ligero cambio de temperatura, estábamos en una de las torres de la Muralla China.

– ¿Qué hacemos en China? – pregunté.

–Aquí será tu entrenamiento –

– ¿Por qué aquí? –

– Porque aquí vivo –

– ¿En la muralla? –

– ¡No seas tonto! Nadie en su sano juicio viviría en un lugar tan ruidoso como este –

– Pero si tú eres de la mitología griega ¿Qué haces viviendo en China? –

– El ser de una cultura no significa que no pueda estar en otras, aunque sea con permisos. Un sistema parecido al de los humanos cuando viajan –

– Ya veo. Así que actualmente tienes un permiso –

– En realidad, soy dueña de gran parte del país –

– ¡¿Qué?! – dije sorprendido.

– Te lo explicaré todo cuando salgamos de este lugar, no quiero estar cuando esto comience a llenarse en un par de horas – respondió empezando a caminar.

– Hablando de tiempo, ¿Qué hora es? –

– Las cinco de la mañana –

– Wow –

– Tranquilo, yo también tuve la misma expresión cuando realicé mi primer viaje. El espacio no se comporta igual en el mundo de los dioses. Es algo que ni ellos saben cómo funciona. Aun así, me sorprende lo calmado que estás. Digo, no todo el mundo se vuelve semidiós de la noche a la mañana y recorre miles de kilómetros en minutos a bordo de una barca en el inframundo –

– Ni yo mismo lo sé. Pero no te puedo negar que no es fácil asimilar todo esto. Aún tengo muchísimas preguntas al respecto –

– Tranquilo. Pronto tus dudas se resolverán con el tiempo – dijo parando en una de las torres de la muralla.

– ¿Qué ocurre? –

– ¿Le tienes miedo a las alturas? –

– No ¿Por qué? –

– Por nada – habló lanzándome fuera de la muralla por una de las ventanas.

Un gran vacío se apoderó de mí al igual que el miedo a morir. Por suerte, creo, unos arbustos amortiguaron mi caída. Aun así, fue doloroso.

– Menos mal estas bien –

– ¡¿Estás loca?! – le grité aterrado.

– Tranquilízate, fue divertido –

– Cállate, a este paso moriré antes de que termine el entrenamiento –

– Tranquilo, no sabía que los humanos se habían vuelto tan asustadizos – dijo entre risas.

– ¿Ahora cómo salimos de aquí? –

– ¿Quién dijo que regresaríamos? Nuestro objetivo es mi confiable y segura torre anti humanos, para poder hablar en paz – respondió señalando una torre de la muralla separada de las demás y bastante deteriorada.

– Sabes, eso fácilmente contradice las palabras "confiable" y "segura" –

– Por qué, solo tiene un par de grietas –

– Eso cada vez confirma mi teoría de que deberías estar en un hospital psiquiátrico –

Entramos a la torre a través de una brecha en la pared. La torre, a pesar de su fachada, estaba en buenas condiciones o al menos lo suficientemente "segura" como para entrar.

– ¿Por qué está así? –

– ¿Recuerdas el terremoto que afectó a parte de Japón, las Coreas y a una parte de China a finales de agosto del año pasado? –

– Sí –

– Bueno. Pues eso fue lo que pasó. El terremoto afectó considerablemente esta parte de la muralla. Por suerte, el gobierno dispuso una gran cantidad de recursos para la reparación a excepción de esta torre. Eso y el pasar del tiempo la ha ido deteriorando –

– Qué historia tan trágica –

– Así es. Pero pronto la mandaré a reconstruir y la volveré igual de importante a la muralla. Cambiando de tema, ahora si puedes preguntar lo que quieras –

– En ese caso, ¿Por qué eres la dueña de China? –

– Primero que todo, sólo controlo una parte de China. Ya volviendo a la pregunta, Durante la última gran guerra entre dioses, una buena parte de los dioses chinos murieron, dejando gran parte de los territorios como "tierras de nadie" que terminó con una larga guerra de sucesión que ni siquiera ha acabado del todo. Pasando estos territorios a través del tiempo en las manos de dioses, semidioses, héroes y creaturas de todas las culturas o como también somos llamados, los "Carroñeros" –

– Así que había más como tú –

– Si, te podría decir que cientos si no miles con el mismo propósito. Pero poco a poco han vencidos y asesinados hasta que quedaron unos pocos en los territorios en el sudoeste del país, mientras que yo lograba controlar el resto del país –

– Quisiera ser como tú, tener tierras y la vida eterna –

– En realidad, no es muy agradable como parece –

– ¿Por qué lo dices? –

– Desde que fui revivida gracias a los poderes elementales y la caída de la supremacía grecorromana causada por la guerra, he estado vagando por el mundo reclamando tierras y participado en diferentes eventos de trascendencia. Pero lo realmente doloroso es el hecho de no poder hacer amigos ni tener una vida normal, los pocos que se han atrevido a ser mis amigos han terminado siendo esculturas de museo y los que sobreviven en un ataúd. Es por eso que mi única esperanza es ganar la guerra. Si Ares gana, mi vida eterna será revocada y mis poder eliminados. Así, podré ser libre – me explicaba mientras se le escapaban algunas lágrimas.

Acerqué mi mano y le limpié las lágrimas con una caricia.

– Sé lo que es estar solo –

– ¿Enserio? –

– Mis padres se separaron cuando tenía cinco años dejándole mi custodia a mi madre. Desde entonces, se puede decir que he vivido solo, Ella se la pasa todo el día en el trabajo para luego marcharse a un bar con sus amigas a beber hasta el amanecer, a veces creo que ni siquiera tengo madre –

– ¿Por qué no te vas con tu padre? –

– Ni siquiera sé si sigue vivo –

– ¿Y tus amigos? –

– Digamos que la idea de tener una madre alcohólica no me ayuda mucho para relacionarme –

– Siento oír eso –

–Tranquila, ya me acostumbré a esta vida –

Hubo un rato de silencio, solo nos mirábamos a los ojos fijamente sin perder la concentración. Debo admitir que sus ojos verdes son muy hermosos. Pero unos segundos después comencé a perder la movilidad de mis piernas.

– Alejandro, tus piernas – dijo interrumpiendo el momento.

Giré mi cabeza en dirección de mis piernas y lo que vi me asustó, mis piernas se estaban convirtiendo en piedra lentamente. Volteé a verla asombrado y asustado tan solo para saber que ella sufría lo mismo que yo.

– Medusa, tus piernas –

Ella me miró confundida. Pero al voltear obtuvo la misma reacción.

– Esto sí que es curioso – dijo en tono pensativo.

– ¿Qué hacemos? – le pregunté alterado.

– Solo no te muevas y por nada en el mundo lo disfrutes –

Ella se acercó y me besó, gracias a eso la roca que cubría ya parte de mi muslo se quebró y desintegró dejándome volver a mover mis piernas. El mismo efecto ocurrió en ella.

– ¿Y eso? – dije petrificado, no me esperaba eso.

– Solo un beso mío puede curar los efectos de mi mirada. No preguntes cómo lo supe –

– Ok, ok. Así que tengo el mismo poder –

– Claro, el único problema es que aún no lo dominas y puedes petrificar a las personas sin querer –

– ¿No hay nada para remediarlo? –

– Si, toma – me dijo dándome un pequeño estuche con dos lentes de contacto dentro.

– ¿Qué es esto? –

– En un inhibidor. Bloquea tu poder y no deja que crees estatuas en las ciudades –

– Ya veo, ¿Tú no tienes uno? –

– Si, se me olvidó colocármelo cuando salimos de la ceremonia. Ahora vámonos, es hora de tu entrenamiento –

Caminamos colina abajo hasta un viejo almacén al lado de una carretera, dentro de él había un auto moderno de color rojo.

– Sube – me dijo mientras encendía el auto.

– ¿Es tuyo? –

– No tonto, es de mi madre – me contestó sarcásticamente.

– Ja. Ja. Ja. Muy graciosa –

– Solo sube, tenemos un largo camino que recorrer –

– ¿Tienes experiencia conduciendo? –

– Los conduzco desde que fueron creados. Ya deja de dudar y sube –

– Está bien, solo tengo un mal presentimiento –

Subí al auto y unos segundos después íbamos a una velocidad considerable en una vía llena de curvas cerradas y autos.

– Quieres matarnos, ¿Cierto? – le dije agarrándome fuertemente del asiento luego de cruzar muy cerca del fin de la carretera.

– Tranquilízate, somos inmortales, así que tranquilo –

– ¿Cómo estas tan segura que yo también lo soy? –

– Te convertiste en un semidiós, me imagino que lo eres –

– Ni siquiera estas segura de sí lo soy o no –

– Está bien, conduciré con más cuidado, ¿Por qué tienes que ser tan llorón? –

– No soy llorón, es solo que quiero sobrevivir a ti y a esta guerra –

– Puede que a mi sobrevivas. Pero lamento decirte que una guerra es diferente –

– ¿Entonces crees que no llegaré al final? –

– No digo eso, es solo que en el primer asalto fueron asesinados varios dioses y el Olimpo sufrió grandes daños. Dudo mucho que esta guerra fuera sencilla. Lastimosamente, un videojuego es muy diferente a la realidad –

El silencio se apoderó del momento. Nunca creí que los dioses podrían morir así de fácil.

– Tranquila. Te prometo que llegaremos a ver el final de la guerra –

– Primero debes aprender a dominar tus poderes. De lo contrario serías un estorbo –

– Gracias por la moral –

– Tranquilo, me encargaré de que aprendas todos mis trucos –

– Por cierto, ¿Por qué te ves tan joven? Digo, en el mito te describen más vieja y fea, pero ahora es todo lo contrario, luces joven y hermosa –

– No sé si enojarme o alegrarme por ese comentario. Pero sí, antes era así como dice el mito y fui asesinada por Perseo. Pero luego, Ares y un grupo de dioses me revivieron, el único problema era que reencarné en una niña de cinco años y conservando mis poderes. Desde entonces y gracias a la forma de vivir de los semidioses, cada siglo que pasa es como un año para nosotros. Ahora, en pleno siglo 21, tengo diecinueve años–

– Ya veo, ¿Y tus serpientes? –

– También revivieron a petición mía. Ahora no son mi pelo y son mis mascotas –

– Wow, ¿Crees que quizá me salgan a mí también? –

– Lo dudo, lo mío era un castigo, no un don –

– Entonces, ¿Me regalas a alguna tus serpientes? –

– Si quieres–

Luego de eso nos mantuvimos en silencio algunos minutos hasta que de la nada apareciera un gran atasco vehicular, frenando en seco, dándome contra la parte frontal del auto.

– ¿Estás bien? – me preguntó mientras se acercaba hacia mi posición.

– Si, solo fue un pequeño golpe en la cabeza –

– Menos mal, Por un momento me asusté –

Luego de una hora sin ningún tipo de avance, observando el paisaje y muriendo lentamente por el aburrimiento, la larga fila de autos comenzó a moverse hasta por fin llegar a nuestro destino: Una lujosa casa en el acantilado con una grandiosa vista y fuertemente protegida. La digna residencia de la Emperatriz de China.

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