LA ALIANZA
El Tártaro. Inframundo griego
4 de enero de 2020
HADES
He convocado a algunos Dioses, Semidioses y seres que siguen los mismos ideales que yo. Eso sí, no se aceptarán débiles en mi alianza, solo aquellos que sean de utilidad en este plan que podría cobrarse la vida de varios de ellos y hasta destrucción del mundo. Pero todo sea para dejar este lugar para siempre.
He invitado a algunos de los mejores dioses de mi cultura, tales como Ares, dios de la guerra; Hefesto, dios de la metalurgia y el fuego; Artemisa, diosa de la caza y protectora de los animales; también invité a Heracles, el semidiós con el don de la fuerza; igualmente a Medusa, famosa por sus impresionantes estatuas de piedra. Así mismo, he pedido el consejo de los titanes, los únicos en este lugar con la suficiente experiencia en combate contra los olímpicos a muerte y han sobrevivido.
- Saludos - hablé a los presentes con un gesto de saludo. - Los he convocado hoy para formar una alianza para así poner fin al reinado de mi hermano y empezar una nueva era en donde nosotros tengamos el poder total -
- ¿No lo has intentado ya varias veces sin tener éxito? ¿Cómo nos garantizas que esta vez si venceremos? Ya he tenido suficientes problemas con mi padre por apoyarte varias veces tío - comentó Ares dudoso de mi propuesta.
- Esta vez no fallaré. Según mis informantes, el Olimpo sufre una escasez de Ambrosía, volviendo a los dioses cada vez más débiles -
- Eso no puede ser verdad, el último conteo de las reservas, luego de la Gran Guerra Celestial, estimó un agotamiento total de las reservas hasta inicios del año dos mil trescientos cincuenta - replicó Ares.
- Es cierto Ares, los depósitos están casi vacíos, a duras penas alcanzará para un par de décadas - añadió Hefesto.
- En ese caso, este es el momento preciso para atacar. Por primera vez en miles de años son más fuertes que ellos - opinaba Hiperión, uno de los titanes.
- Entonces sometámoslo a votación. Aquellos que estén a favor de atacar, levanten la mano - dijo Hefesto.
La mayoría levantó la mano a excepción de Ares y Artemisa.
– Bien, que sea lo que ustedes decidan – decía Ares con ira. Acto seguido se levantó de su silla y salió del gran salón donde estábamos.
– ¡Ares! – gritaba Artemisa levantándose de su silla disponiéndose a ir detrás de Ares intentando que volviera al gran salón.
– Déjalo ir, será mejor que se valla y se calme en otro lado, no quiero ponerme a limpiar su desastre – dijo Heracles frenando a Artemisa con su brazo.
– Entonces está decidido, nos reuniremos dentro de una semana para idear un plan – argumentaba cambiando de tema.
Todos asintieron con la cabeza y se dispusieron a dejar el lugar. Se acerca el fin del reinado de mi hermano.
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