EL PODER DEL PLACER
París. Francia.
22 de enero del 2020.
SOFIA
Desembarcamos en un pequeño puerto con unas escaleras que conducían hasta una gran placa de piedra. Al moverla, salimos a una habitación de piedra con una gran puerta en una de las paredes. La abrimos y un destello de luz entró a la habitación revelando el paisaje nocturno de un cementerio con la Torre Eiffel de fondo.
– ¿Estamos en París? – pregunté.
– Si, no hay mejor lugar para enseñarte mis poderes que en mi ciudad –
– Wow, jamás creí visitar esta ciudad –
– Ahora sígueme, este no es lugar para dos chicas de nuestra clase –
Caminamos fuera del cementerio. La vista de la torre de fondo era impresionante, mucho más que verla en fotografías.
– ¿Las puedo llevar a algún lado señoritas? – preguntó un taxista que se había estacionado frente a nosotras.
– Claro. ¿Nos podrías llevar hasta la Torre Eiffel, por favor? –
– Para mí sería un honor llevarlas –
Ambas abordamos el taxi y un par de minutos después ya estábamos frente a la majestuosa torre.
– Gracias cariño, ahora recibe tu paga – dijo sacando un polvillo de color rosa de su bolso y lo sopló en dirección al taxista.
– Tranquila, este es un viaje de cortesía –
– Gracias, mi príncipe. En otra ocasión te lo recompensaré –le dijo guiñando su ojo.
– ¿Qué fue eso? – pregunté.
–Es mi poder, seducir a humanos y dioses encendiendo su llama de pasión y placer –
– Así que ese es mi poder, esto es más sucio de lo que pensé –
– No lo digas de esa forma, el cortejar es todo un arte –
– Aun así no deja de ser sucio –
Subimos a lo alto de la torre en dónde tomamos una copa de champaña y disfrutamos de la vista.
– Es hora de empezar el entrenamiento. Toma asiento –
Me acerqué a una mesa y me senté en una de sus sillas.
–Lo primero que debes de saber es que, a pesar de tener poderes, no eres una diosa. Por lo que tu poder es limitado y el dominio de este lleva tiempo y un duro entrenamiento. El hechizo que usé en el taxista es uno de los más sencillos, así que sería un buen punto de partida para tu entrenamiento –
– ¿Cómo lo consigo dominar? –
– Solo concéntrate y deja que tus sentimientos hagan el trabajo, entre más concentres de dicho sentimiento, mayor será su efecto–
– Ya veo. Con que liberar mis sentimientos –
– Solo una última lección: No pienses en sentimientos contrarios al amor y el placer, de lo contrario, tu hechizo será inestable y puede hacerte daño si no se controla –
El consejo de Afrodita no me generaba confianza. Incluso, me causaba temor. ¿Y si pienso en otra cosa y destruyo todo lo que esté cerca? O peor, me podría destruir a mí misma. Sin duda eso si genera terror.
Me acerqué a una pareja joven que disfrutaba del paisaje comenzando a despertar mis deseos más oscuros. Pero no lograba ni una chispa.
– No puedo hacerlo – dije desilusionada volviendo a nuestra mesa.
– Tranquila, era obvio que no lo lograrías a la primera, de todos modos, apenas tienes un poco de la información básica –
– Lo volveré a intentar –
– Ok, solo no te esfuerces demasiado –
Me volví a acercar a la pareja y esta vez intenté concentrarme lo más que pude, imaginando escenas las cuales es mejor no entrar en detalle, a tal punto que comencé a sentir un leve dolor de cabeza. Pero todo valió la pena, una esfera del tamaño de una canica de color rosa se materializó en la palma de mi mano. Estaba muy feliz de haberlo conseguido.
– ¡Sofía! ¡Cuidado! – gritó Afrodita asustada por ver que mi pequeña esfera creciera y se tornara de un color rojo intenso. Pero ya era muy tarde, la esfera estalló lanzándome contra la baranda de la torre agarrándome rápidamente de está quedando así suspendida a varios cientos de metros del suelo.
– Toma mi mano – dijo extendiendo su mano muy cerca de la mía. Pero el miedo me había paralizado.
Varias personas se habían agrupado en la zona intentando ayudarme hasta que un hombre logró sujetarme poniéndome a salvo junto a otras personas que también fueron afectadas por la explosión.
– Gracias a los dioses estás bien – dijo Afrodita abrazándome fuerte y cálidamente.
– ¿Qué sucedió señorita? – preguntó el hombre.
– No tengo idea – respondí. – Solo sé que salí disparada contra la baranda–
– Vamos, te llevaré a un hospital – dijo Afrodita tomándome del brazo y jalándome suavemente hasta el ascensor.
– Creo que no sirvo para esto – dije avergonzada.
– No te preocupes. Es normal no poder hacerlo a la primera. Además, fue muy descuidado de mi parte el dejarte manejar eso sola, la próxima vez seré una mejor tutora. Hasta entonces, mejor vallamos a descansar. Tienes que recuperarte de los golpes y de esta herida antes de tu siguiente lección – dijo mirando con atención mi brazo derecho.
En ese momento lo revisé dándome cuenta de que tenía una cortada poco profunda hecha quizá por algún fragmento de vidrio de alguna de las copas cercanas a la explosión.
Aún no ha empezado la guerra y ya casi muero. A este paso solo seré un estorbo para el grupo. La próxima vez me esforzaré y lograré controlar este poder.
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