DE REGRESO
Olimpo griego. Monte Olimpo.
24 de enero del 2020
CAMILA
– Me asustaste, pensé que era un acosador – dije Enojándome un poco.
– Lo siento. Tomaré nota de eso –
– ¿Enserio eres tú? Pero, se suponía que tus heridas eran graves, es imposible que estés tan bien en tan poco tiempo –
– Lo sé, también es raro para mí. Es una larga historia, luego te contaré todo –
– Vale, promételo –
– Lo prometo –
El silencio se apoderó de la conversación.
– Creo que es hora de irnos, ya es muy tarde – comenté dirigiéndome a la salida.
Al salir, cuatro guardias se acercaron. Serían nuestra guardia personal. Caminamos por una plaza pública en donde las personas se acercaban a saludarnos y a elogiarnos. Nos sentíamos como todas una celebridades.
El gran salón estaba rodeado de una gran cantidad de guardias y la zona había sido evacuada.
Al llegar a las escaleras vimos a Jennifer y a Sergio sentados en las escaleras que conducían a lo alto de la montaña en donde estaba el majestuoso salón.
– Casi que no aparecen, ya estaba pensado en que se habían quedado haciendo otras cosas – dijo Sergio.
– Tengo mucho tiempo para hacerlo después. Como dicen, el deber antes que el placer – respondió Pablo siguiéndole el juego.
– Ugh, me dan asco. Mejor vámonos Camila antes de que estos pervertidos nos hagan algo – comentó Jennifer disgustada.
– ¡Oye! Era solo un juego, obviamente no somos así – replicó Sergio.
– Sí, claro. Eso dicen todos los hombres – dijo subiendo las escaleras.
– Ven Jenny, no te pongas así – dijo Sergio tomándola de la mano. Pero ella reaccionó alejándose bruscamente.
– ¡Suéltame pervertido! ¡No me toque jamás! – le gritó
– Ok, ok. Ya entendí, lo siento, no lo volveré a hacer –
– Mejor subamos, ya vamos muy tarde – intervine subiendo las escaleras junto a Jennifer.
– Mujeres, ¿Por qué no pueden aguantar una broma? –
– Es natural amigo mío, no es algo que se pueda controlar – respondió Pablo en voz baja.
– Si, como siempre las mujeres son las amargadas –
– ¿Qué dijiste? ¿Qué las mujeres somos qué? – Preguntó Jennifer furiosa mientras bajaba lentamente los escalones.
– Pablo, ayúdame con esta, hermano –
– Será mejor que corras por tu vida –
– Buena idea – dijo Sergio corriendo lo más rápido que podía.
– ¡Cobarde! ¡Regresa ahora mismo si no quieres morir! – gritaba Jennifer mientras lo perseguía.
– Hombres – murmuré sentándome en un escalón.
– Mujeres– comentó Pablo parándose a mi lado.
– ¿Acaso tú también quieres discutirlo? –
– No, no malinterpretes mi palabras Cami. Perdón – suplicó mientras retrocedía hasta que tropezó y cayó sentado en un escalón.
– Tranquilo. Solo era una broma – le respondí entre risas.
– Ja. Ja. Que graciosa –
– ¿Ahora quién es el amargado? –
– ¿Amargado? Ja. Te enseñaré a respetar a tus mayores – dijo lanzándose sobre mí haciéndome cosquillas en la cintura.
– ¡Espera! ¡No lo hagas! ¡Pablo! – le replicaba mientras soltaba varias carcajadas. Luego de un rato paró y me ayudó a levantarme.
– Te odio – dije indignada.
– Lo siento, pero espero que aprendas la lección. O la próxima vez tendré que subir el nivel –
– Ni se te llegue a ocurrir o no respondo –
– ¿Ya terminaron ustedes dos de pelear? – interrumpió Jennifer ayudando a caminar a un Sergio mal herido.
– ¿Qué le hiciste? – pregunté preocupada.
– Solo le saqué el aire –
– Esto duele mucho más que una sacada de aire –
– Wow. No creí que tuvieras tanta fuerza – comentó Pablo haciéndose cargo de Sergio.
– Hay muchas cosas que no saben sobre mí. Así que ni se les ocurra hacerme enojar – respondió con un tono amenazante.
– Tranquila. No volveremos a molestarte – dijo Pablo temeroso.
Sergio se recuperó y subimos hasta el Gran Salón. Al entrar, vimos una larga mesa para treinta invitados. Además, estaban varios dioses de diferentes culturas acompañados por María y Esteban.
– Bienvenidos muchachos. Llegan tarde – dijo Zeus.
– Lo sentimos, tuvimos un percance cuando estábamos de camino –
– Lo importante es que llegaron ton tiempo para comer algo antes de la ceremonia – comentó Poseidón.
– Sí. Ahora que están todos, quiero presentarles a los líderes del concilio. Ellos son Osiris, rey de los dioses egipcios; Isis, la gran hechicera de Egipto y esposa de Osiris; Hera, mi esposa y reina del Olimpo; Brahma y Visnú, miembros de la Trimurti y los líderes del panteón hindú; y por último Quetzalcóatl, dios supremo de la mitología azteca – presentó Zeus a los invitados de izquierda a derecha.
Los seis saludamos y nos sentamos a comer quedando Sergio al lado de Jennifer.
– Esteban, amigo. ¿Podrías cambiar de puesto conmigo? – preguntó Sergio temeroso.
– Vamos Sergio, enfrenta tus miedos compañero, demuéstrale quién es el más fuerte –
– Sí, Sergio. Enfrenta tus miedos como un verdadero hombre haría – dijo Jennifer desafiante.
– Aush. Bien. Gracias por nada Esteban–
– No hay de qué compañero – respondió con una sonrisa.
Pobre Sergio, eso le pasa por subestimar a las mujeres. Por suerte, Jennifer pudo contenerse. Además, él no es el único que pronto recibirá la furia de nosotras. Pronto verán que meterse con una mujer no es nada bueno.
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