AL FIN EN EL OLIMPO
Ciudadela olímpica. Monte Olimpo.
20 de enero del 2020
JENNIFER
A la madrugada, luego de recibir atención médica, tomamos un helicóptero con destino al Olimpo, en donde estaríamos más seguros. Desde el aire, Roma se veía iluminada, llena de pequeñas luces de color amarillo, una vista hermosa y relajante a comparación de lo que ha sido el día anterior.
Llevábamos ya un par de horas de vuelo y en todo ese tiempo nadie habló. Camila y María dormían, mientras que Esteban no despejaba su cabeza de la ventana. Por mi parte, no dejaba de pensar en el momento en que esos misiles impactaron dejándome totalmente incapaz de ayudar a Sergio y Pablo que habían caído colina abajo.
– Ya estamos cerca muchachos. Despierten a los demás – comentó Hermes.
Me acerqué a María y comencé a moverla.
– Mari, despierta, ya estamos cerca –
María abrió los ojos un poco asustada.
– Vale, ya estoy despierta –
– Levanta a Camila –
– Bien, espera despierto del todo –
– No, hazlo ya –
– Espera termino de despertar –
– Definitivamente no ayudas en nada –
– Entonces hazlo tú si crees que soy tan inútil –
– Sigues igual a esa María de antes –
– Creí que todo eso había quedado en el pasado –
– ¿Crees que voy a olvidar así de fácil todo el daño que me hiciste? ¿Crees que fue fácil recuperarnos luego de ese incendio? ¿Crees que fue fácil iniciar una nueva vida en Argentina? –
– Tú sabes que eso fue un accidente –
– No me creas tonta María. Sé que ese empujón no fue accidental –
– Y qué si lo fue. Ese día no me trataste muy bien que digamos –
– Cómo no te voy a insultar luego de besar al que era mi novio –
Hubo un rato de silencio. Camila se había despertado a causa de la discusión y Esteban estaba asombrado.
– Ya sabías la razón del porqué de ese beso –
– Me sorprende de lo que eres capaz solo por quedar bien con los demás –
María se enojó y me dio una cachetada. No respondí, me limité a volver a mi asiento. No se habló por el resto del viaje.
Varios minutos después, el helicóptero se elevó sobrepasando las nubes apareciendo la copa del Monte Olimpo con el sol naciente en el fondo. Algo muy hermoso.
– Torre de control, aquí Águila tres. Solicito permiso para aterrizar – dijo el piloto colocándose el visor de su casco.
– Permiso concebido Águila tres, ya los estábamos esperando. Por favor diríjase a la plataforma norte –
Inmediatamente, una luz cegadora apareció de la copa del monte. Al desaparecer, una gran ciudad había aparecido.
– Eso muchachos, es el Olimpo, su nuevo hogar – explicó Hermes.
El helicóptero sobrevoló la ciudad dándonos una gran panorámica de la ciudad, aunque algunos edificios estaban en construcción y otros estaban destruidos o dañados.
El helicóptero comenzó a descender hasta aterrizar en una plataforma en un extremo del complejo levantando una nube de polvo. En ese momento, un hombre de más de dos metros de alto y con un tridente en la mano se acercó y abrió la puerta.
– Buenos días muchachos, bienvenidos al Olimpo. Soy Poseidón, dios de los mares, es un honor conocerlos –
– Gracias, igualmente – contesté.
Bajamos del helicóptero y nos dirigimos hacia un grupo de personas igual de altas a Poseidón.
– Saludos, Soy Zeus, rey del Olimpo y portador del rayo. Me acompañan los miembros del honorable Concejo Olímpico, los cuales les dan una cordial bienvenida a nuestras tierras –
– Gracias. Es un placer conocerlos a todos – respondió Esteban.
– Soy Jenni...–
– Sabemos quiénes son, no es necesario que ninguno se presente– interrumpió Zeus
¡Él se atrevió a interrumpirme! ¡¿Dónde quedaron los modales de este gran dios?! Esto es inaceptable.
– Perdona a mi esposo Jennifer, es un poco imprudente y dice cosas de más – interrumpió una de las acompañantes dándose cuenta lo incómodo del comentario.
– Tranquila, no hay nada que disculpar – dije con una sonrisa.
Comenzamos a caminar por la vía hacia un gran salón en la cima de la montaña justo en el centro del complejo.
– Tengo entendido que fueron atacados y a juzgar por como lucen veo que no la pasaron nada bien – comentó Zeus.
Todos estábamos llenos de polvo y con algunos manchones por la sangre que se había secado en la ropa.
– ¿Saben dónde están Pablo y Sergio? – preguntó Esteban.
– No, Horus no se ha contactado con nosotros. Lo más probable es que estén en Egipto – contestó Zeus.
– Perfecto. Primero es destruida mi casa y ahora mi hermano está perdido –
– Tranquilízate, seguro Pablo está bien – intervino María intentando calmar a Esteban.
– ¿Acaso no viste el estado en el que salió? Además, no confío en ese pajarraco –
– Ese pajarraco te salvó la vida en los escombros de los edificios – comenté.
– Lástima que no pudo proteger a mi hermano y a Sergio –
– Esteban, entiende, no sabemos cómo están, puede que en estos momentos estén de camino sanos y salvos –
– No seas tonta María, ¿Crees que alguien sobreviviría de una caída de casi cien metros para luego chocar contra un edificio que finalmente caería sobre ti? Puede que en este momento las cosas estén un poco locas, pero por más surreal que esté el mundo dudo que alguien sobreviva a eso –
– Aun así, no es responsabilidad de Horus, era inevitable que alguien no saliera lastimado luego de ese impacto –
– Me sorprende que lo defiendas a él en lugar de mí –
– Esto no es cuestión de preferencias –
– Pues pareciera –
– Lo único que trato de hacer es que no te hagas daño –
– Pues ahora no me importa hacerme daño, ahora solo quiero vengarme por lo que le hicieron a mi casa y a toda la gente inocente de Roma que murió durante el ataque, incluyendo mis amigos. No necesito niñera para que me estén cuidando –
– Bien, que te maten entonces, ya no me importa que hagas con tu estúpida vida –
– Chicos, cálmense por favor – pidió Poseidón en vano.
– ¿Estúpida? Bien, a mí ya no me importa tu estúpida amistad –
Todos permanecimos callados por la incapacidad de controlar la situación.
– Bien, por mí está bien – dijo María mientras salía corriendo hacia un gran jardín a un extremo del complejo.
– ¡Mari, espera! – gritó Camila siguiéndola.
– Voy por ellas, le que menos necesitamos es que se pierdan en ese jardín– dijo la esposa de Zeus desapareciendo a la distancia.
– Fuiste muy duro con ella Esteban – comentó Zeus.
– Ella se lo buscó, yo no necesito a nadie que me cuide–
– ¿Y morir inútilmente? Esto no es un juego, en la realidad no puedes volver a intentarlo, no hay una segunda oportunidad. Ustedes son un equipo y se supone que deben cuidar de ustedes para evitar que esa única vida se termine. Es por esa razón que buscamos que entre ustedes hubiera alguna clase de relación –
– ¿Qué equipo? Dos están muertos, otros dos desaparecieron hace un momento.
– Sin importar la situación en la que se encuentren, esa chica siempre ha estado contigo apoyándote. ¿No es cierto? –
– Si, pero... –
– Creo que lo menos que podrías ofrecerle es una disculpa, y darle el trato que se merece –
– Lo sé, pero no fue la mejor forma de tratarme –
– No puedo creer que aún no te hayas dado cuenta idiota – dije enojada.
– ¿De qué hablas? –
– De que María está enamorada de ti. ¿No te habías dado cuenta? –
– No creo, ella sigue enamorada de ese tal Roberto –
– Eso explica muchas cosas sobre ti – murmuré.
– ¿A qué te refieres? –
– Nada, ignora mi comentario –
– Pues... Aún si eso fuera cierto, yo amo a otra persona desde hace ya varios años –
– Entonces busca la forma de hacérselo saber y procura no lastimarla así o yo misma me encargaré de lastimarte –
– Lamento la tardanza, hubo ciertos percances en el camino – dijo Horus aterrizando frente a nosotros.
– ¿Dónde están Pablo y Sergio, pajarraco? – preguntó Esteban.
– Cálmate, están seguros en Egipto –
– ¿Están vivos? –
– No sabría decirte –
– Eres un dios, debes saberlo –
– Una vez que alguien entra al hospital de los dioses, es imposible saber su estado –
– Maldición, odio todo esto –
– Sé que es frustrante, pero solo nos toca esperar –
– Bien, ahora vámonos –
– Espera – dijo Poseidón.
– ¿Qué pasa? –
– Hay que ir a buscarlas, ese jardín es muy peligroso –
– ¿Qué peligros puede tener un jardín? –
– Ese jardín es el Jardín de los sueños –
– ¿Y? –
– En ese jardín viven un grupo de criaturas que cambian su forma en los sueños o pesadillas de las personas haciéndolas creer que es real –
– ¿Y? No le veo nada de malo–
– El problema es que convierten tus sueños en pesadillas y utilizan el tormento como alimento. Son capaces de matarte de agonía –
– ¿Por qué tienen eso aquí? – pregunté alarmada.
– Es una medida de seguridad en caso de ser atacados –
– Diablos. En ese caso iré a buscarlas –
– Espera Esteban, cuando la encuentras, debes buscar el camino que tiene columnas en los costados. Además, por ninguna razón te puedes desviar de él, de lo contrario, te perderás y puede que no encuentres el camino de nuevo –
– Entiendo. Buscarla, encontrar el camino y salir con vida de ese laberinto de árboles y arbustos. No suena tan difícil –
– Créeme, ahí se han perdido incluso dioses. Ve con cuidado y fíjate en los detalles –
– De acuerdo – dijo Esteban dudoso de mi decisión.
– Zeus y yo iremos por esos dos caminos. Jennifer y Esteban, vayan por ese – dijo señalando una entrada a mi izquierda.
– ¿No nos perderemos? – pregunté.
– Tranquila, lleven esto, son rastreadores. Tienen un botón en el centro, úsenlo cuando la encuentren. Cuídenlo con su vida. Literalmente, estas dependen de ellos – nos dijo entregándonos a cada uno un brazalete.
– Bien. Suerte –
– Esperen, una última cosa – interrumpió Poseidón. – Colóquense esto en sus oídos. Evitará que sean presas de los "venanium" – Informó dándonos a cada uno un par tapones para oídos.
Esteban y yo tomamos el camino y empezamos a gritar el nombre de Camila y María con la esperanza de que nos contestaran.
No ha empezado la guerra y ya estamos separados. A este paso, no llegaremos ni a primera base.
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