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CAPÍTULO 8: UNA BATALLA PARA RECORDAR

Decidí primero ir por Mike y dejarlo enganchado con Tanya. Él era tan presumido, que para cuando ella descubra que no es un conde habrán pasado días.

Lo encontré cerca, parecía seguir buscando algo, me acerque e inmediatamente se pegó a mí.

— Hola Bella, ¿cómo estás? ¿Deseas beber algo?— Preguntó muy solícito

— Hola Mike— le sonreí. –No tengo sed, solo camina conmigo quieres, estoy muy sola— le dije poniendo mi mejor cara de niña buena o debería decir mi cara de princesa en peligro.

— Claro Bella, a donde tú quieras— me dijo tomando mi mano. Rayos que pegajoso estaba, las manos le sudaban ¿Dónde estaba Tanya? Estuvimos andando o mejor dicho yo estuve buscándola por unos minutos hasta que la vi. Nos situamos lo más que pude de ella, mi espalda casi rozaba la suya.

— Mike me encantaron tus dibujos en el último trabajo— le dije acercándome todo lo que mi resistencia estomacal permitía.

— ¿En verdad Bella? Gracias. Lo que sea por ti— dijo inclinándose hacia mí. ¡Ay me picaba el cuerpo! Creo que acabo de descubrir que soy alérgica a Mike Newton. Retrocedí un paso a propósito para chocar mi espalda con Tanya.

— ¡Fíjate por donde andas niña!— se quejó.

— Oh lo siento, discúlpame, no me fijé, estaba muy entretenida con Mike— dije tratando de ruborizarme para demostrar vergüenza.

— Buenas noches señorita— Dijo Mike al verla, así que me apresuré a presentarlos.

— Mike ella es Tanya, es prima de Edward. Tanya él es Mike Newton un gran amigo mío— dije acentuando la última palabra. Ella por supuesto me ignoró y se le acercó.

— Es un placer conocerte, me habían hablado de ti— dijo ella con evidente afán de interés.

— Espero que sea bueno lo que ha llegado a sus oídos señorita— dijo Mike con afán seductor.

— Llámame Tanya— continuó ella muy coqueta.

Era señal de salir de allí. 2 fuera, quedaban 3.

Caminé un poco, quería ver a Edward una vez más. No pasó mucho tiempo, cuando sentí una respiración detrás de mí y me giré a ver.

— Hola linda— era un guapo chico de cabello cobrizo, ojos acules y traje gris. ¡Riley!

— Hola ¿Quién eres tú?— pregunté educadamente

— Soy Riley Biers, primo de Edward ¿Me podrías decir tu nombre preciosa?— Vaya que galán, me pregunto qué haría si supiera que yo era la mejor amiga de Edward y no Jessica. No es que quisiera que lo supiera, solo me gustaría saber cómo reaccionaría, que diría. Pero eso no entraba a discusión.

— Soy Bella Swan, compañera de estudios de Edward— dije,  sentí que al oír mi nombre perdía algo de interés en mí. Pero continuó

— ¿Por qué tan sola Bella?

— Espero a mi amiga Jessica, aún no llega, debe traer un vestido hermoso, supongo. Y quiero hablarle antes Edward la secuestre— dije haciendo el ademán que la buscarla mirando por encima de la gente.

— Dime Bella ¿Jessica y Edward son muy amigos verdad?

— Uy no tienes idea, son inseparables. Pero es Edward quien no la deja sola ni por un minuto— le dije mientras me reía por dentro.

— ¿Y ella cómo es?— preguntó con mucho interés.

— Oh es muy bonita y elegante, cabello rubio, largo. Es alto tímida. Sólo sonríe con Edward.

— ¿Y tú crees que ellos estén enamorados? ¿O que Jessica lo esté de Edward?— preguntó. Me quedé fría. ¿Enamorados.? Eso era nuevo. ¿Qué era estar enamorados? ¿Qué se sentía? Sabía por los libros que antes de casarse uno debía estar enamorada, amar al príncipe, salvo en aquellas historias donde obligaban a casarse a la gente. ¿Pero cómo se sentiría eso? ¿Sería algo muy fuerte? ¿Muy especial?

— ¿Bella me has oído?— volvió a preguntare Riley.

— Si te oí. Y la verdad es que no sé si ellos están enamorados, nunca se los he preguntado.

— Dime Bella… ¿Podrías presentarme a Jessica?

—Claro que si Riley— con muchísimo gusto me decía por dentro.

Miré hacia la puerta, en ese preciso momento Jessica entraba a la casa detrás de su madre y después que la señora saludara a Edward, ella se lanzaba a los brazos de mi amigo. Sentí una punzada como el día que me quitó el asiento en el salón de clases. Su vestido era muy bonito y sus bucles se veían perfectos.

— ¡Riley! Jessica acaba de llegar, es la que está abrazando a Edward, ven te la presentaré— dije tratando de sonreír aunque no me hacía ninguna gracia verlos de ese modo.

Avanzamos entre la gente, ella dio un par de pasos hacia el gran salón y volteó dos veces para seguir viendo a Edward.

— ¡Jessica!— la llamé.

Ella se sorprendió y sonrió al verme con Riley.

— Jessica al fin has llegado— dije como si fuera mi mejor amiga –Te presento a Riley, es primo de Edward. Riley te presento a Jessica…

— La mejor amiga de Edward— me interrumpió ella. Vaya eso me lo ponía más fácil.

— Ansiaba conocerte— dijo Riley, haciendo que Jessica se ruborizara. –Edward me ha hablado de ti— continuó el muchacho.

— ¿Él te ha hablado de mí?— dijo ella emocionada. Yo sentí que se me contraía el estómago.

— Claro que sí, me ha hablado mucho de ti pero no te ha hecho justicia, eres más hermosa de lo que pensaba— respondió él galantemente.

— Gracias, eres todo un caballero— le contestó y como en el caso anterior, me ignoraron por completo.

Riley le ofreció su brazo que ella aceptó encantada. Señal de retirarme. Dos más fuera del juego. Sólo faltaba una.

Localizar a Victoria no fue difícil, no había otra cabellera tan roja en el salón. Estaba al lado de Edward y hacia allá me dirigí.

— No hay punto de comparación Ed. Es completamente diferente, te acostumbrarías pronto— la oí decir.

— Edward— dije llegando a su lado y él me recibió con una gran sonrisa. — ¿Tengo mucha sed, podrías traerme algo de beber?— le dije con un guiño.

— Con mucho gusto Bella, yo mismo te prepararé algo— me devolvió el guiño y se dirigió al bar.

— ¿Que no te enseña modales tu madre?— me reclamó la pelirroja en un tono poco cortés —Edward es el anfitrión, no el mozo— continuó.

— No tengo madre— le dije con una gran sonrisa.

— Eso explica todo— me dijo con el tono más hiriente que pudo. Tal vez era cierto, quizás por eso no me comportaba igual que las demás "señoritas", pero no era momento de pensar en esas cosas. Tenía que acabar con ella.

Vi que Edward venía hacia nosotras.

— ¿Mi primito es un encantado verdad?— Vaya ese tono era nuevo para mí, ya me había acostumbrado a oírla siempre de manera grosera. —Le va a gustar la ciudad— dijo sonriendo.

— No te entiendo— repliqué algo sorprendida.

— Seguro que no te lo ha dicho todavía. Te va a encantar la noticia— su tono era de burla. ¿Qué pasaba? ¿Qué era lo que yo no sabía? ¿Edward se marcharía? ¿Se mudaría a la ciudad? ¿Por qué no me había dicho nada?

En ese momento él llego hasta nosotras con dos copas en la mano, una pequeña y con un líquido rosado igual a las que vi sirviendo a los mozos y otra grande, preciosamente decorada, traía una pequeña sombrilla de adorno. Cuando estuvo a un paso nuestro, victoria se movió hacia delante y con una sonrisa tomo la copa grande de las manos de Edward.

— Gracias primo. Eres un sol— sonrió y se fue con la copa hacia el salón.

— Ten Bella— me dijo sonriendo pícaramente.

— Ya sólo nos falta ella, tres copas más y está fuera del juego— le dije también con una sonrisa.

— ¿De verdad? ¿Pudiste con los otros cuatro tu sola?— dijo asombrado – Princesa Bella eres peligrosa— añadió sonriendo.

— Tú te llevas todo el crédito Sir Edward lo has preparado muy bien. Yo sólo hice unas presentaciones. Aunque creo que descubrí que Mike me causa alergia— dije frotando mi mano contra mi vestido y mirándola para comprobar que no había erupciones.

Edward tomó mi mano entre las suyas como tratando de limpiarla, se sentía tan bien.

— ¿Crees que se den cuenta pronto?— le pregunté

— No lo creo, solo faltan 20 minutos— dijo feliz.

— Y tres copas— añadí.

— En realidad solo dos, ya le hice beber una copa a Victoria mientras estaba molestando— dijo divertido. –En unos minutos empieza el brindis, allí serán tres copas pero todavía faltaría una más— termino de hablar y su mirada se ensombreció un poco.

— ¿Que te sucede? Temes que no lo logremos— pregunté, intentando alejar de mi cabecita las preguntas que pugnaban por salir. Aquello que victoria había insinuado.

— No es eso, mi tía ha hablado con mi papá, quieren que el primer baile sea con Victoria y a menos que ella esté verdaderamente fuera de combate voy a tener que obedecerles.

— ¿Lo harías?— pregunté.

— No— dijo sin ningún remordimiento. – Solo pensaba en el castigo que recibiré mañana, pero no me importa— dijo volviendo a sonreír

— Entonces es solo una copa más— dije muy seria –Déjalo de mi cuenta Edward, te veo en el gran salón en 15 minutos.

— Bella, hagas lo que hagas llega a tiempo por favor, no quiero tener que bailar…

— Edward Masen, si bailas con otra chica te ataré a un árbol pero de cabeza y soltaré hormigas asesinas.

Y diciendo eso me alejé de él. Pude oír una carcajada suya a lo lejos.

No había llegado al otro lado del salón cuando oí una campanilla anunciando que debíamos prestar atención.

"Damas y caballeros…" —era la voz del Juez Masen. El brindis había comenzado.

"Quiero iniciar este brindis agradeciendo a todos…"

Yo seguía buscando la cabellera roja

"Desde que nació ha sido un orgullo…"

La vi en la esquina del salón, estaba con una mujer muy parecida a ella, seguramente su madre.

"Salud" oí decir a todos y elevar si copa. Ella se llevó una copa a la boca y bebió un sorbo. Debía esperar a que terminara esta copa.

Oí a lo lejos a Edward cuando comenzó a hablar y aunque no lo podía ver mi corazón latió aprisa.

"Quiero agradecer a mis padres, familiares y amigos por su presencia esta…"

Victoria dio otro sorbo a su copa y se la terminó. Esa era la señal, avancé hacia ella con la frente en alto hasta quedar cara a cara.

— ¿Podemos hablar un minuto?— le dije

— Claro niñita— me dijo, pero su voz no era la misma de antes, seguro que estaba cerca de su límite, sólo un poco más.

Seguí avanzando hasta llegar al bar y ella me siguió.

"Salud" volvía a oír como un zumbido. Edward había terminado su brindis.

— Yo quiero el primer baile— le dije a Victoria sin rodeos.

— Sobre mi cadáver— respondió ella con furia.

"Edward siempre ha sido un modelo de muchacho..." Era la voz de un hombre, seguro algún tío o su padrino

— Un reto— le dije muy decidida, ella abrió los ojos interesada.

— Puedo ganarte en lo que sea y con las manos atadas— dijo con altanería.

¿Estaba retándola? ¿Qué estás haciendo Bella? Esa mujer te lleva por lo menos dos años, 15 centímetros y kilos de experiencia.

Pero no podía dar marcha atrás no se lo iba a poner fácil, ese baile era mío y Edward era… alto, alto… es mi mejor amigo, mi compañero de juegos, algunas veces ha sido el príncipe en mis historias pero es que debía de haber un príncipe y no me molestaba que fuera él, solo era un juego.

No había tiempo que perder sea lo que sea que estuviera sintiendo tenía que esperar.

Me coloqué detrás de la barra del bar, tomé dos copas grandes, busque una botella que estuviera destapada y llene las copas con el aquel licor. Les agregué hielo.

— La que acabe primero tiene el primer baile— la reté acercándole una copa.

— ¿Por qué no hacemos esto con agua?— me dijo recelosa

— Porque aquí no hay agua, solo licor. ¿Tienes miedo? Yo jamás he bebido esto y no lo tengo. Pero si el reto te queda grande, podemos ir a buscar agua— le dije con toda la serenidad de que fui capaz.

— Esto está bien— me dijo tomando su copa.

— A la cuenta de tres— dije alzando también mi copa.

Uno, dos y… ¡Tres!. La vi hacer trampa. Se había llevado la copa a la boca cuando dije dos, pero no importaba. Traté de tragar el primer sorbo, sentí que me ahogaba. Vi que ella también tenía problemas, pero ya iba por la mitad de su copa.

Tomé otro sorbo y me quemaba la garganta al pasar el líquido, ella se llevó una mano al estómago e hizo un gesto de asco.

"Gracias a todos por estar aquí y que el baile de inicio…" Oí decir a lo lejos al padre de Edward. Este era el momento de la verdad. Contuve la respiración, cerré los ojos y me zampé todo el contenido del vaso.

Oí a lo lejos el primer acorde del violín, la orquesta se estaba preparando.

Abrí mis ojos para verla, Victoria estaba mirándome con gesto de asco y todavía tenía una cantidad pequeña de licor en su copa.

— Has ganado— me dijo titubeando. —Y ahora me disculpas porque aunque quiera echarme para atrás con esta estúpida apuesta debo ir al baño— soltó la copa y salió corriendo con una mano en la boca y otra en el estómago.

Oí nuevamente el sonido de los violines y atravesé el salón como rayo.

Allí de pie al lado de sus padres estaba Edward con la vista fija en el piso, parecía en estado de shock.

Su padre me vio y le susurró algo al oído, en su rostro se dibujó una sonrisa.

Levantó la vista lentamente hasta encontrarme con sus ojos.

Se irguió y caminó hacia mí sonriendo. Yo también di algunos pasos hacia él y nos encontramos en el centro del salón. Me ofreció su mano la cual acepté gustosa.

La orquesta inició la melodía, nos separamos brevemente situándonos frente a frente, ambos hicimos una leve reverencia. Él tomó mi mano derecha entre la suya y la otra la dirigió a mi cintura. Y el baile comenzó.

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