CAPÍTULO 28: LA SOCIEDAD DE CHICAGO
Mi abuela se sintió indispuesta el viernes pero nos pidió a Alice y a mí que fuéramos al coctel porque ya había aceptado la invitación. Pasamos varias horas preparándonos, una reunión aquí en la ciudad no era como en el pueblo. Ni tampoco la vestimenta. Incluso mi cabello necesitó de dos personas para hacerle aquellos rizos. Me apretaban los zapatos, el corsé estaba ajustado, apenas podía respirar, mis guantes no me dejaban mover a gusto los brazos. Tenía miedo de tropezar con los bordes del vestido o que se me caiga la capa que abrocharon en mis hombros.
—Tranquila Bella, ya verás que todo este esfuerzo vale la pena—Alice me sonrió alisando su cabello.
—Es demasiado, espero no tener que pasar por el mismo proceso cada vez que inviten a mi abuela a alguna reunión.
—Ni te quejes, es sólo un coctel. Los bailes necesitan más preparación— se burló de mí.
—Me regresaré a mi pueblo si vuelves a ponerme esas tenazas en el cabello— la amenacé.
—Te irás sola guapa, porque yo no pienso dejar la ciudad y Edward está muy entusiasmado en su hospital— me guiñó un ojo a través del espejo. Suspiré y refunfuñé interiormente.
Terminamos de alistarnos, a pesar que estaba oscureciendo el auto negro más lujoso de mi abuela, parecía brillar, recién encerado. Me miré en su reflejo. Poco a poco debo ir aceptando que ahora este es mi lugar , aunque siga sintiéndome una extraña.
—Bienvenidas Isabella, Alice— nos recibió María haciendo una perfecta reverencia tal como indicaban las reglas. Pero apenas llegamos a un salón donde estaban las demás muchachas de la academia su porte elegante se fue al agua.
— ¿Ya llegó?— gritó Tanya.
—No, todavía, me muero de ganas de ver esa carita tan seria— respondió María eufórica.
—No te preguntaba por tu flacucho novio... ah lo siento, hola Bella— dijo Tanya arrugando su nariz. Detrás de ella habían otras muchachas más hablando entre si.
De pronto todas se callaron, miraron al umbral de la puerta donde apareció Rosalie, con un hermoso vestido lila. Era la imagen de la perfección, parecía una de mis muñecas de porcelana. Rizos rubios perfectos, rostro níveo con las mejillas coloreadas, gruesas pestañas rizadas, talle angosto. Pude notar en los ojos de todas mis compañeras, la envidia que las carcomía.
—Buenas noches— saludó muy formal.
—Rose ¡Bienvenida hermana!— María se acercó, Rosalie forzó una sonrisa. Se dio cuenta de nuestra presencia y se acercó a nosotras.
—Hola Bella, Alice, que gusto me da verlas— nos abrazó. —Creí que iba a morir de aburrimiento como en los otros cocteles— nos susurró al oído.
—Rose ¿Vendrá tu amigo?— preguntó una de ellas, creo que se llamaba Lauren.
—Espero que sí. Debe llegar con los Masen— contestó Rosalie algo sonrojada.
— ¿Nos lo presentarás?— pidió otra de ellas. Rose las miró molesta.
—No creo que sea posible— las ignoró de mal humor y se giró hacia nosotras.
— ¿Podemos salir de aquí?— nos preguntó desesperada.
—Si claro— sonrió Alice. Caminamos por un pasillo largo.
—Me enferman esa bandada de cuervos— se quejaba Rosalie molesta.
—Son muy extrañas— susurré, las dos me miraron suspirando al mismo tiempo.
—Alice, tienes que saber que...
—Si vas a decirme una sola palabra de... lo que creo que piensas decirme... mejor no sigas...
—Quizás no sepas de verdad... lo que pienso decirte, necesitas saber... no es lo que crees...— le dijo la rubia a Alice. Sus gestos no las delataban, parecían incluso indiferentes. ¿Cómo podían hacer eso? ¿Estaban hablando de Jasper?
—Buenas noches Bella— escuché decir detrás de mí. Era Jasper, me asusté al verlo cuando justamente hace un momento se referían a él, creo. Le obsequié una gran sonrisa porque yo no sé ocultar mis emociones.
— ¡Jasper! Qué bueno verte— dije dándole un gran abrazo que me correspondió.
—Lo siento tanto— me susurró al oído.
—Creí que me habías dicho que se conocían muy poco— escuché María a detrás de nosotras.
— Fue poco tiempo— dije tratando de excusarme. A mi lado Jasper había adoptado una posición rígida y una mirada fría. —Hola Jassi ¿Cómo has estado?— saludó María acercándose a besarlo pero él, no le correspondió.
—Muy bien gracias— hizo una reverencia y se alejó.
—Tan distante como siempre pero me gustan los retos—María sonreía. —Por favor pasen al salón, van a empezar con la reunión— sonrió. —Por cierto vamos a brindar sólo con jugo de frutas, ya saben que somos menores. Si quieren agregarle algo más interesante a su bebida, en mi habitación tengo unas botellas... Vicky ya fue por ellas— dijo disimuladamente. Y se fue sonriendo.
—Borracha, estúpida— se quejó Alice molesta. —Lo siento, disculpen— se excusó agachando la cabeza.
—Pierde cuidado, opino lo mismo solo que mentalmente— sonrió Rosalie. —Si mi madre supiera la clase de muchacha que es María seguro se opondría a los deseos de mi padre.
Yo me limitaba a observar lo que ocurría, me sentía fuera de lugar. Las frases de cortesía hipócritas, los cuchicheos de todo el mundo. Algunas mujeres me miraban de arriba abajo y luego me daban la espalda para murmurar mi procedencia. Más de una se sorprendió al oír el apellido de mi familia.
Entonces al otro lado del salón vi a la única persona que hacía latir frenéticamente mi corazón. Estaba tan apuesto que quitaba el aliento. A su lado Emmett buscaba con la mirada.
—Rosalie, Alice, llegaron Edward y Emmett. ¿Vamos a recibirlos?— les pedí.
—Trata de no parecer tan ansiosa Bella, no se ve bien en una señorita, todas las viejas estarán mirando— susurró Rosalie, acomodándose el cabello, mirando de reojo a Emmett. Caminamos lentamente hasta ubicarnos cerca de ellos.
— ¿Por qué no puedo correr a saludarlo?— pregunté a Alice.
—Porque son los caballeros los que se acercan a las damas. Además no tienes ni que hacerlo, Edward viene para acá tan rápido, parece que vuela— dijo disimuladamente mirando a una esquina dónde Jasper estaba sentado al lado de María que parecía que hablaba y se respondía sola.
— ¡Princesa!— dijo tomando mi mano y besándola. Me ruboricé. —Me alegro tanto de verte. ¿Me permites escoltarte?— me ofreció su brazo, lo tomé sin pensar siquiera. Caminamos hasta llegar al lugar donde se encontraban sus padres.
—Isabella— dijo su padre sonriéndome.
—Que gusto verte Bella— su madre se acercó y me dio un beso. —Permíteme presentarte a los padres de Jasper y Rosalie, los señores Hale— a su lado una pareja rubia y de facciones perfectas me miraban. Me saludaron muy formalmente.
—Isabella Swan Higginbotham nieta de la señora Marie Higginbotham — dijo Elizabeth presumiendo de mi apellido, sabía que era un pequeño desquite con su esposo que antes había estado en tratos con el señor Hale para unir a Edward y Rosalie en un matrimonio por conveniencia.
—Un placer, tengo el gusto de conocer a tu abuela— me dijo el señor Hale.
—Encantada—opté por parecer inexpresiva, uno de los consejos que me dio mi profesora en mi última clase cuando se dio cuenta que no sabía nada de protocolo.
—Ya llegaron los invitados de honor— me dijo Edward ofreciéndome su brazo nuevamente.
— ¿Invitados de honor?— pregunté, tal vez eran más importantes que nosotros, gente que ha hecho muchas cosas importantes.
—Es costumbre invitar a personajes ilustres para tener un motivo de reunirse y poder cotillear acerca de las últimas noticias. Es su forma de ponerse al día— Edward sonrió apenas.
— ¿Entonces toda esta reunión es para chismear?— pregunté sorprendida.
—Si princesa y déjame decirte que muchas personas te están mirando. Seguramente se preguntan de dónde salió una criatura tan angelical como tú— dijo acercándose y depositando un suave beso en mi frente. Así que en lugar de relajarme me puse más nerviosa. Ahora me fijaría más en mis pasos y lo que voy a decir.
Me distraje cuando entraron al salón unas personas muy bien vestidas de aspecto arrogante, el brindis inició con palabras rebuscadas y bastante rimbombantes
—Ahora la conversación girará en torno a las inversiones y el dinero en el caso de los caballeros y de las nuevas parejas, fugas amorosas y demás chismes en el caso de las damas. Nosotros, los menores de edad debemos retirarnos a algún salón contiguo con los de nuestra edad. ¿Vamos?— me explicaba Edward de modo muy paciente.
Era mi primera reunión en sociedad y me aturdía la cantidad de normas y frivolidades. Seguí caminando del brazo de mi novio, en cuanto llegamos al otro salón busqué a mis amigas. Alice estaba con Rosalie y Emmett conversando muy a gusto.
—Hola Edward, ¿recuerdas a mis amigas?— preguntó Tanya apareciendo de pronto con las chicas con las que andaba.
—Sí, tengo el placer de conocer a la mayoría. Mucho gusto— casi se me escapa un suspiro al verlo tan educado y correcto, es que Edward era todo perfección.
—Hola primo— escuché a un lado una voz varonil. Era Riley aquel muchacho que una vez engañé en la fiesta de cumpleaños de Edward. —Hola Bella, que placer tenerte aquí ¿No deseas ir por unos canapés?— me invitó.
—Hola, gracias no tengo hambre— dije, a lo que una de las chicas que estaba al lado de Tanya soltó una risita.
—No deberías acaparar a las chicas guapas Edward. Además creo que tu mejor amiga necesita conocer gente— sonrió Riley, sentí levemente un poco más de presión en mi brazo.
—Bella es mi novia y no pienso dejarla sola ni un momento— dijo él cortésmente pero molesto.
—Vamos juguemos a algo divertido— escuché el grito de María, las demás chicas saltaron de alegría. — ¿Qué les parece si jugamos al boogie-woogie?— se veía entusiasmada.
—Vámonos de aquí— pidió Edward.
—Pero no conozco ese juego— dije interesada. Nunca había oído hablar siquiera del Boogi... lo que sea
—Es un juego de bailes en parejas— dijo caminando.
—Pero nos sale bien el baile a nosotros— lo animé.
—Ellas van a escoger las parejas y no creo que conozcas la música que bailan— explicó de prisa. Me dio miedo, sólo bailaba con Edward y nada más aprendimos valses. —Princesa si quieres podemos ver el juego desde el segundo piso— me dijo señalándome un lugar donde podría ver bien.
—Si, por favor, es que nunca he visto algo parecido— el rogué, él entendió y subimos.
—Pareces entretenida— me sonrió en cuanto nos sentamos, yo no dejaba de mirar, no quería perderme detalle.
—Todo esto es nuevo para mí. Me confundo. A veces no entiendo ni la mitad de lo que hablan o de lo que ocultan— dije suspirando.
—Creo que es mejor así. Mantienes tu inocencia y eso es algo que ellas nunca conocieron, al ser criadas en sociedad eliminaron todo rastro de naturalidad. El objetivo de cada señorita es conseguir un marido y una posición mejor que en la que nacieron. Y harán lo que sea por lograrlo, si tienen que hacer caer a una amiga lo harán. Sólo observa— dijo pensativo.
—Tanya tu reparte a los chicos— dijo María que traía tarjetas rosas. Cuando todos recibieron su tarjeta se dirigieron hacia una enorme caja que contenía sombreros, disfraces y muchas chucherías brillantes. Me parecía tan divertido, yo no le veía nada malo a aquel juego. Me hubiera gustado que Edward me dejara participar.
Cuando todos consiguieron sus disfraces, María empezó a emparejarlos. Al terminar Tanya se acercó a ella y discutieron en voz baja. Había parejas con gorras de policías de soldados, con sombreros de cocineros, algunas muchachas traían bufandas de colores o mandiles. Me llamó la atención que Alice y Jasper traían el mismo antifaz, el con un sombrero muy llamativo y ella con una bufanda de lentejuelas. Ambos parecían incómodos y no se miraban entre sí. Emmett estaba al lado de la muchacha albina, con un alto gorro de chef mientras que ella lucía un mandil de muselina y encajes. Rosalie llevaba un sombrero con plumas, a su lado Riley traía una gorra de policía y una pistola.
—Ahora que se han formado las parejas, empezará la parodia— dijo Edward. —Te habrás dado cuenta que no ha salido como ellas planeaban— sonrió. —Parece que las tarjetas se mezclaron, ni María ni Tanya tienen la pareja que deseaban— soltó una carcajada.
—Cada pareja tiene cinco minutos para escoger su canción— les avisó María aún molesta y se fue a reunir con un muchacho vestido de marinero.
— ¿Y ahora que harán?— pregunté intrigada por lo que veía.
—Bailar. Pero no califican la coordinación, la pareja más "amorosa" gana— me dijo fastidiado.
— ¿Has jugado este juego antes?— le pregunté.
—Una vez me obligaron, en las últimas vacaciones. No pude zafarme porque me tomaron por sorpresa— me explicó.
— ¿Y con quien te tocó?
— ¿Con quién crees?— dijo aún molesto.
—Supongo que con Tanya. ¿Tan malo fue?— no imaginaba que podrían haber hecho.
—Para mí sí— quise preguntarle más pero ene se momento escuché a María diciendo algo.
— ¡Escojan su canción!— gritó la anfitriona. A su lado Tanya encendía una máquina extraña, era igual al fonógrafo pero no había que darle vueltas a la manija.
—Es un tocadiscos, funciona a corriente— Edward sonrió al ver mi curiosidad. La corriente era una de las cosas que me tenía más intrigada, en el pueblo por las noches sólo se usaban velas o lámparas, aquí sin embargo las cosas no se detenían por las noches, pues una luz artificial muy potente iluminaba todo. Y no sólo servía la corriente para iluminar sino para muchas otras cosas.
Una música de extraños instrumentos empezó a sonar, nunca había escuchado nada parecido. La chica albina tomó a Emmett y empezó a moverse, mi amigo se veía claramente perdido mientras alrededor de él ella bailaba muy extraño. Edward a mi lado empezó a reír.
—Es un estilo muy de moda se llama Jazz, los instrumentos que usan son trompeta y saxofón. Me imagino que Emmett en su vida a oído algo así— dijo calmándose un poco.
—Pues yo tampoco, los discos que papá tenía eran todos de música muy suave, además me cansaba pronto en hacer que funcionar el fonógrafo— me quejé. Todos reían por la falta de conocimientos de Emmett, al final aplaudieron y lo dejaron en paz.
—Ya saben que los proletarios van primero— sonrió María. Miré a Edward buscando respuesta.
—Se les llama así a las clases más bajas, los obreros o marginados, en este caso creo que invitan a bailar a la pareja de color— escuché una música no tan movida como la anterior. —Sí, es un blues, la música proviene de un lugar muy lejano de donde traían a los esclavos— recordé las clases de historia, la época más triste para mí, nunca pude entender porque se trataba así a otras personas. Aunque conocía muy poca gente de color.
Jasper y Alice estaban parados uno frente al otro, ella le sonrió y empezó a bailar. Él la tomó por la cintura, se movieron muy acompasados, Jasper la hizo girar un par de veces y se volvieron a separaron. Alice zapateó saltando de lado, me sorprendí tanto que suspiré.
— ¿Nunca viste bailar tap?— preguntó mi novio.
—Una vez, con papá en la ciudad. Pero no sabía que ella...
Para mi total asombro, el de María y todos los presentes, Jasper continuó el zapateo y los movimientos de su compañera, ambos se turnaron hasta que concluyeron cuando él la atrajo hacia su pecho y la tomó en sus brazos levantándola del piso. Todos aplaudimos, yo no podía apartar mi vista de los dos. Se miraban de forma tan tierna, se notaba que había entre ellos una conexión especial .
—¡La siguiente pareja!— gritó María furiosa.
—Nos sabía que Jasper dominara ese ritmo, usualmente los sureños no bailan esa música— comentó Edward. Yo estaba feliz por ellos.
Empezó otro ritmo pero ya no me interesé en el juego, trataba de ver si Alice y Jasper conversaban, los busqué con la mirada pero habían desaparecido.
El juego terminó, Tanya y su pareja ganaron porque hicieron un baile que apenas pude mirar. Nadie debería bailar así, era muy licencioso.
— ¿Quieres que te lleve a casa?— me preguntó Edward un rato después de bajar de nuestro cómodo palco.
—Estoy cansada pero no puedo volver sin Alice— le dije buscando a mi prima.
—No puedes irte Bella, todavía no hemos visto la película— dijo María que pasaba a nuestro lado, buscando entre los invitados.
— ¿Película?— dije sorprendida.
—Sí, tenemos una sala de proyección, quédate. Mi papá ha conseguido una película alemana: Metrópolis— dijo muy contenta.
— ¿Podemos?— le dije a Edward que parecía dudar.
—Está bien princesa, sólo que esa película es muy rara— dijo.
— ¿Las has visto?— pregunté emocionada porque hasta ahora no había visto ninguna proyección.
—Sólo he leído opiniones pero el argumento no es bueno— dijo él.
Pasamos a un gran salón dónde había muchos cojines esparcidos y una mesa llena de aperitivos. Cada cual tomaba algo y se sentaba. Edward y yo nos acomodamos, él detrás de mí. A lo lejos vi a Rosalie y Emmett sentados muy cerca. María había obligado a Jasper a permanecer a su lado, él volvía a tener esa expresión triste. Alice no estaba por ningún lado. Me preocupé.
— ¿Puedo estorbarlos un poco?— escuché a mi prima.
—Claro, puedes estorbar cuanto quieras enana— le sonrió Edward.
—Eres un presumido, Romeo de segunda— le dijo ella muy contenta arrojándonos un cojín.
Me sorprendí como niña pequeña al ver un enorme león rugiendo en la pared, detrás de mí Edward me susurraba que era la presentación de la compañía cinematográfica. La película empezó con gran expectativa para mí, pero conforme trascurrían las escenas entendía menos. Había una enorme ciudad con mucha gente. Debajo de aquella ciudad vivían trabajadores. Poco a poco me fui quedando dormida y tuve muchos sueños extraños, crímenes, persecuciones, sangre. Desperté asustada.
—Tranquila princesa, estoy aquí— escuché la voz de Edward mientras me atraía a su pecho y masajeaba mi espalda.
—Es la cosa más espantosa que he visto. Me da asco— que quejaba Alice. En ese momento sólo habían letras en la pared. Las luces se encendieron.
— ¿Les gustó?— preguntó María muy emocionada. Algunas dijeron que sí.
— ¿Tiene moraleja?— preguntó Edward.
—No es un cuento de hadas ni una historia religiosa. Las películas de ahora no necesitan moraleja, las imágenes impactantes no las necesitan— dijo ella muy segura.
—Pues no entiendo porque perder más de una hora de nuestra vida en algo que no nos ayuda en nada. No vi ningún mensaje, nada que nos pueda ser de utilidad— dijo mi novio muy seguro.
—Yo creo que el planteamiento de las clases sociales es bueno— le contradijo Riley.
— ¿Entonces crees que esté bien distribuidas las clases sociales? ¿Los ricos viviendo en la superficie mientras que los pobres trabajadores están en unos sótanos y sólo sirven para laborar?— replicó Alice.
—Yo no hice la sociedad, siempre ha sido así. No veo la necesidad de cambiar nada— dijo él encogiéndose de hombros.
—Quizás porque sólo tienes que abrir la boca para recibir lo que quieres, si tuvieras que ganártelo con esfuerzo y se aprovecharan de ti, sí que reclamarías— agregó Emmett.
—A mí me gustó mucho, la heroína de la película se llamaba María igual que tu— dijo la chica albina mirando a la novia de Jasper.
—Sí, mi papito me compró esa película porque la heroína y yo compartimos el mismo nombre— dijo nuestra anfitriona muy feliz.
—No creo que ella haya hecho mucho, solo les pedía a los trabajadores que se resignaran. ¿Crees que con amor se llena la barriga?— le dijo Alice mordaz.
—Pues creo que el amor puede más que la fuerza— sonrió la aludida. —Y no hay nada que haga más feliz a la gente que el amor. ¿Verdad Jassi?— dijo mirando a Jasper.
—No me gustó la película— dijo él secamente, el rostro de María decayó.
—Rosalie, Jasper, sus padres están a punto de irse. Isabella, tu chofer ya está aquí— la madre de María entró de pronto y todos dimos por concluida la reunión.
—Quería llevarte a casa— dijo Edward sin soltar mi mano.
—Mañana podemos vernos, además creo que en tu coche van tus padres y Emmett— le dije sonriendo.
—Está bien princesa, iré a buscarte mañana. Te quiero— dijo ayudándome a subir al auto.
Había sido un día tan extraño, todo era nuevo, no me casaba de mirar y aprender aunque había ciertas cosas que no me agradaban, la sociedad es fría y está regida por reglas tontas. No quiero ser parte de ella, me asusta la idea de volverme tan frívola como la mayoría de invitados de esta noche. Miré a través de los cristales hacia la ciudad, nuevamente sólo me fue devuelto mi reflejo. Ya no lucía como la niña que corría en el campo tras sus animales. Parecía una señorita de sociedad, por fuera. Dentro de mí aún latía el mismo corazón.
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No cambies Bella, sigue siendo auténtica.
Gracias por leer y disculpen el retraso, soy madre a tiempo completo. A veces me canso jijijiji
PATITO
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