CAPÍTULO 27: ACADEMIA DE PROTOCOLO
Los días fueron pasando rápido, Alice seguía triste. Le pedí a Edward que me saque a pasear cada vez que venía a verme. Me daba pena mostrar mi felicidad en casa. Mi abuela había empezado a darnos clases de modales y etiqueta mientras encontraba un buen tutor.
—Bella, cariño ¿Podemos hablar?— llamó la abuela. Yo estaba en la ventana atenta a la calle. A esta hora llegaba el auto de Edward, para ir pasear antes del crepúsculo. —Que ansiosa estas, hasta me recuerdas a mi cuando tu abuelo me cortejaba— sonrió sentándose a mi lado.
—Edward está feliz ayudando a aquel médico inglés, quiero conocerlo. ¿Puedo invitarlo a tomar el té algún día?— pregunté.
—Por supuesto que sí querida. Esta es tu casa, puedes invitar a quien quieras. Pero tengo otras noticias, hoy me encontré con algunas conocidas de la familia Masen— giré mi cabeza en el acto al oír el apellido de Edward. —Tienen hijas más o menos de tu edad, no tienen institutriz o tutor, van a una academia para señoritas. Todas ya pasaron de los 16 reciben instrucciones para entrar en sociedad. Creo que Alice y tú podría ir allí hasta que puedas ingresar a una escuela formal o a la universidad- comentó. Me agradó la idea. "Una academia de señoritas" ¿Qué enseñarían?
— ¿Es importante esa academia para ir a la universidad abuela?— pregunté.
—No. Pero tal vez te sirva en el futuro. Algún día serás la señora de esta casa, casada o no, vas a tener una mansión y un nombre respetable, además de la herencia. Cuando les dije a las señoras que te enviaría a la universidad se sorprendieron. Pero el tiempo ha cambiado, una señorita no solamente debe educarse para ser una buena madre— me dijo sonriendo.
—Gracias abuela. Yo aún no encuentro mi camino, no sé qué podría colmar mis expectativas. Es tan difícil. Para Edward, Emmett y Alice todo parece más fácil, saben que hacer o al menos tienen una idea de lo que realmente quieren de la vida— me sentí triste.
—Eso es algo que a veces es difícil de ver Bella. No deberías angustiarte. Yo te apoyaré en lo que decidas, aunque quieras ser bailarina— soltó una pequeña carcajada y yo también, mis pies eran muy torpes para eso. —Cuando era niña soñaba con ser una bailarina de ballet famosa pero no tuve la suficiente voluntad ni siquiera para inscribirme en una escuela de danzas. Quiero que tú tengas esa oportunidad— me sonrió.
— ¿De bailar?— pregunté asustada, ella se carcajeó.
—No pequeña, de elegir qué hacer con tu vida, no te acompañaré por siempre y lo que más sueño no es dejarte mis bienes o el dinero de las acciones o las rentas. Quiero irme sabiendo que eres feliz, es todo lo que pido.
—Gracias— le dije con cariño.
—Todavía no me dices que opinas de la academia para señoritas. Las primas de Edward están allí, creo que Alice y tu podrían asistir.
— ¿Alice y yo? Suena bien, aunque las primas de Edward son realmente muy... difíciles— dije recordando cómo me trataron unos meses atrás.
—No creo que vayan las mismas clases, ellas tienen varios años allí, seguramente saben cómo comportarse y todas esas rimbombantes etiquetas de sociedad. Ojalá el protocolo pudiera hacer más por el carácter pero es un buen lugar para hacer nuevas amigas ¿qué opinas? ¿podrás convencer a la pequeña duendecilla? La veo tan triste que me parte el alma— dijo con pesar, yo también estaba preocupada por mi prima.
—Está bien, la convenceré para que me acompañe, creo que podríamos asistir— parecía buena idea, salvo por Victoria y Tanya el lugar sonaba interesante. Aprender más cosas me atraía, era muy poco lo que sabía de este lugar y del mundo en general.
— ¿Vas a ir a la academia francesa de protocolo?— preguntó Edward sorprendido.
—Es temporal, hasta que me admitan en la universidad o encuentre algo más... interesante que estudiar— le dije, al parecer no le hacía gracia la dichosa escuela de protocolo.
—Lo siento, está bien... creo. He visto a muchas de mis primas y amistades allí, por años. No creo que les haya servido. Para los modales y esas cosas pero todas son muy pretenciosas. Creo que salen más soberbias que cuando entraron— dijo confundido, ya me empezaba a cuestionar si era buena idea.
—Lo dejaré si veo que no es bueno para mí. Mi abuela no ha podido encontrar un tutor y me ha propuesto esta alternativa. Me agrada, así no estaré todo el día en casa y Alice podrá salir a distraerse— miré al techo para no seguir tratando de descifrar la mirada decepcionada de mi novio.
—Está bien princesa, te apoyo, es sólo que jamás pensé verte ir a esa escuela. ¿Me permitirás ir por ti cuando salgas?— me sonrió.
—Claro, eso me encantaría— le devolví la sonrisa. —Edward no quería preguntarte pero ¿qué sabes de Jasper?— ya no podía contenerme más a pesar que Alice me dijo que no quería saber nada de él.
—No sé mucho sólo que la está pasando mal. Su padre es muy exigente con él por ser el único varón en toda su familia. Está asistiendo con Emmett a la escuela de leyes, Em dice que está muy triste pero que casi no habla— yo me había imaginado algo así, cuando estábamos en el pueblo podía ver lo mucho que él quería a Alice.
—Alice tampoco lo está pasando bien, sobre todo porque el otro día le presentaron a su novia... María—le dije.
—Eso es algo de su padre... lo mismo quisieron hacer conmigo pero me opuse. Jasper va a tener que decidir un día y no creo que sea fácil, su padre es muy dominante— se revolvió en su asiento recordando algo. Yo también me acordaba cuando quisieron comprometerlo con Rosalie pero Edward no había cedido.
— ¿Cómo te va en el hospital?— le pregunté para cambiar de tema. Edward apoyaba al doctor Cullen en un hospital público. Dónde tenía la mayor parte de sus consultas.
—Es... magnífico. Hay tanto que hacer. Me fascina. Siento que verdaderamente soy de utilidad, aunque hago cosas básicas me siento a gusto— sus ojos empezaron a brillar de una forma que yo conocía, estaba feliz.
— ¿Y Carlisle cómo es?
—Es muy inteligente, rápido en cuanto a sus diagnósticos. Trabajar a su lado es un honor, no veo la hora de entrar en la escuela de medicina y poder ser más útil.
—Me alegra tanto verte feliz— le sonreí.
—¿Ir a clases de etiquetas y modales? Ja, buen chiste Bella— se burló Alice cuando te comenté las ideas de mi abuela.
—Por favor, no me dejes entrar sola allí, las primas de Edward también van ese lugar ¿recuerdas que te hable de ellas?— le dije para convencerla.
— ¿Y qué soy yo, tu niñera?— me dijo cortante. Me dolió un poco pero lo atribuí a su decepción. —Lo siento Bella, ya he ido a ese tipo de lugares, cuando papá aún no enfermaba, la bru... mi madrastra me envió a una escuela de Charm. Era la cosa más falsa que puede haber. Todas están rogando que te caigas mientras caminas o bailas. Las niñas que asisten allí tiene el corazón podrido— me dijo muy tajante.
—Solo será un tiempo hasta que encuentre tutor o decida a que universidad entraré. Tú aprendiste esas cosas, yo no sé comportarme en sociedad. Me daría mucha vergüenza acompañar a Edward a alguna reunión y no saber qué hacer, además sabes que mi abuela planea una fiesta para mí cuando llegue la primavera— esa era mi última carta, la dichosa fiesta que Alice estaba preparando.
—Iré sólo por ti y te aviso que al primer desprecio que me haga una de esas alzadas, me largo pero antes le rompo su aristocrática naricita— dijo mi pequeña amiga amenazante.
—Gracias—la abracé fraternalmente.
—Te veo más tranquila, pareces mejor— dije tratando que me cuente algo que parecía ocultar.
—Jasper Hale me envió una nota, pidiendo permiso para visitarme. Le devolví el encargo diciéndole que no deseaba verlo y me evitara su presencia. Por lo que a mí respecta hemos terminado— dijo muy segura.
— ¿En serio? ¿No deberías darle una oportunidad para que se disculpe o te de alguna explicación?— pregunté.
—No. Por mí puede casarse con esa niña rica. Yo voy a ser una diseñadora famosa. La escuela de modas abrirá después de fiestas estoy reuniendo todos mis diseños para presentarme a una audición. Verás cómo salgo adelante Bella y no habrá nadie que me vuelva a humillar por no tener dinero, menos el señor Hale— parecía que había superado la etapa de tristeza, ahora empezaba la etapa de rebeldía. Al menos ya no estaba triste.
Nos vestimos temprano para nuestro primer día de clases. Alice bajó después que yo con una cara de pocos amigos.
—Este traje es horrible, parezco monja de claustro— dijo mirando el uniforme.
—Te ves bien— le sonreí.
—Es la misma talla que el tuyo, al menos a ti te queda a media pierna. Mira, mi falda toca mis tobillos... tendrás que esperarme a que le suba la basta— salió corriendo mientras me dirigí al comedor.
Cuando llegamos a la academia quedé asombrada, era un lugar enorme y muy solemne. Las rejas de hierro abrían el paso hacia un edificio victoriano. No era como las construcciones del centro de la ciudad. Las alumnas vestían el mismo uniforme que nosotras, azul oscuro largo y una blusa celeste. Tenían una capa también de color azul que tocaba el suelo. Todas caminaban con elegancia y con la cabeza mirando al cielo, yo no podría hacer eso, me caería. Respiré hondo antes de bajar. Alice no paraba de aguantar sus carcajadas.
—Ya deja de temblar, estas sólo son niñas consentidas que no saben mover un dedo. Nosotras sabemos trabajar duro y tenemos muchas otras cualidades, ni se te ocurra pensar que son mejores que tú— me advirtió.
Una mujer entrada en años vino a recibirnos, tenía la mirada seria y sin expresión parecía un buitre viejo de esos que se comen los animales muertos del bosque.
—Señora Higginbotham, bienvenida. La directora la espera. Las señoritas Higginbotham por aquí por favor— dijo mirándonos de pies a cabeza.
—Ellas son Isabella Swan mi nieta y Alice Brandon, mi sobrina de New York— les dijo muy solemne. Parecía que abuelita sabía cómo portarse en todos los lugares.
—Si claro— dijo apenas la mujer. Alice tomó mi mano para seguirla, caminaba rápido.Nos llevó a un gran salón dónde estaban otras tres profesoras.
—Bienvenidas, señoritas... Swan y Brandon— nos recibió una de ellas.
—Necesitamos evaluarlas en todas las disciplinas a fin de saber dónde debemos reforzar su comportamiento.
Nos indicaron sentarnos en unas carpetas y nos pusieron una prueba sencilla. Luego nos llevaron a una amplia mesa donde había más de 10 cubiertos al lado de 4 platos y 3 copas. No tenía idea que hacer. Después me pidieron caminar de uno a otro lado del salón. Veía con susto como Alice hacía todo mal pero a propósito. Al final nos llevaron a una sala de espera todavía el corazón me latía con fuerza.
— ¿Erraste todo a propósito? —le pregunté a Alice.
—Quería estar en la misma clase que tú. Bella, casi te caes tres veces y las cucharillas pequeñas y largas son para mantequilla, no para postre— me dijo riendo. De pronto un de las profesoras se acercó a nosotras
—Irán a la misma clase, el aula básica. Síganme por favor— nos dijo con cara estirada. Nos llevó a un aula dónde otra profesora nos habló sólo a Alice y a mi sobre importancia de la etiqueta en la vida de la mujer.
Fueron las dos horas más aburridas de mi vida. Acabé tan cansada como si hubiese hecho ejercicio, soportar tal discurso con la espalda recta fue un acto heroico.
—Vamos a caminar, creo que es hora del refrigerio, me muero de hambre, esa profesora es capaz de aburrir a un santo— bromeó mi prima. Creo que esta academia le divertía más que a mí. Caminamos hacia la cafetería.
— ¿Isabella?— escuché mi nombre en un grupo de muchachas, una pelirroja pecosa me miraba divertida. La reconocí al instante. Victoria. A su lado iba una rubia. Tanya.
—Hola— dije sonriéndoles a ambas, tímidamente.
— ¿Ella es la novia de Edward?— preguntó una morena algo más baja de estatura, su largo cabello negro le llegaba a la cintura.
—Eso dicen, a mí no me la han presentado oficialmente— dijo Tanya mirándonos a mi prima y a mí.
—Hola soy María Houston mucho gusto... conozco a Edward— dijo la morena tendiéndome la mano. La saludé aunque en mi otra mano Alice hundía sus uñas, no entendía que pasaba.
—Hola— dije algo confundida. —Soy Bella Swan, ella es mi prima Alice— le dije tratando de que la pequeña avanzara y las saludara.
—Ya nos conocemos— dijo María sonriéndole. —Bella, me gustaría que fueras a mi casa el viernes por la noche, ofrecemos un coctel. Tengo entendido que estudiaste un tiempo con mi novio Jasper en el pueblo dónde vivías— y entonces comprendí porque Alice se comportaba de esa manera, así que ella era la novia de Jasper.
—Nos conocimos muy poco realmente— le dije para excusarme.
—No importa, quiero saberlo todo de él, lo extrañé tanto cuando se fue allá... a ese pueblito— dijo sonrojándose.
—Ya te dije que para que se le suelte la lengua tienes que darle algo de alcohol—Victoria soltó una pequeña carcajada.
—Te podemos facilitar un poco— agregó Tanya con picardía.
—El licor está prohibido en Chicago— habló Alice por primera vez.
— ¡Sabías hablar! pensé que eras muda— la miró Victoria con desdén. —Esa ley está a punto de derogarse, es un completo estorbo, nadie la cumple. Creo que tu novio necesita algo más que licor para soltarse— le dijo de vuelta a María.
—Su madre dice que es muy tímido, apenas he logrado escuchar su voz desde que estamos comprometidos. Y ya vamos a cumplir seis meses. Sólo ayer que estuve a punto de caer de un caballo, claro que lo hice a propósito, me tomó en sus brazos y me preguntó cómo estaba— suspiró. —Es tan fuerte— María fingió un desmayo muy entusiasta mientras sus demás amigas, incluyendo a las primas de Edward, reían como locas.
—Es muy apuesto, tienes suerte María— le dijo una muchacha tan blanca que su piel se traslucía.
—No es suerte. Yo lo escogí, lo vi la navidad pasada en casa del coronel Whitlock, el hermano de su madre. Es muy apuesto, varonil. Pero siempre tiene ese semblante sombrío— María volvió a suspirar pero ahora ya no reía.
—Es porque no te decides a alegrarlo— Victoria le lanzó una mirada lasciva. Quise marcharme, no quería seguir oyendo ese tipo de cosas tan absurdas. Alice estaba quieta escuchando con mucho interés. Traté de hacerle señas para irnos pero no me prestaba atención.
—Pero nadie está tan bueno como Edward Masen— chilló Tanya, algunas soltaron risitas cómplices. La sangre empezó a hervirme, como se atrevía a hablar así de mi novio.
—Lástima que no siga los pasos de su padre, mi abuelo dice que va a bajar mucho en sociedad— agregó otra chica regordeta y rubia. Tenía ganas de darle una trompada en su cara llena de granos.
—Edward es feliz con lo que hace— le corregí.
—Sí, mi primo siempre ha encontrado placer en las cosas... simples—Tanya me miró de arriba abajo.
—Vámonos Bella, ya me cansé de chismorreo— dijo Alice abriéndose camino entre ellas que la miraban asombradas. No me despedí pues mi prima prácticamente me estaba arrastrando.
—Son una manada de niñas mimadas, como se atreven a hablar de mi Jazz como si fuera un pedazo de carne en un escaparate. Le voy a partir la cara a esa tonta y hueca...—mascullaba mientras caminaba furiosa.
—Alice, espera— le gritaba mientras trataba de ir más despacio.
—Quiero irme, no... mejor nos quedamos a escuchar sus planes, le están tendiendo una trampa. "Damisela en peligro" el truco más viejo de todos— mi prima gesticulaba y pateaba el suelo, nunca la había visto así. —Le voy a dar guerra, no voy a permitir que todo le salga tan fácil— dijo al final calmándose.
—Hola... estoy aquí. ¿Ya podemos regresar a clases?— le dije abrazándola.
—Te voy a enseñar un par de cosas Bella, me odiaré el resto de mi vida por hacer esto pero entraremos en el juego— no entendí muy bien eso pero rogaba porque Alice y Jasper pudieran ser felices al final de todo este embrollo.
Las clases fueron agotadoras, Edward no vino esa tarde, me envió un mensaje avisándome que en el hospital hubo una emergencia por un tiroteo en la ciudad. Carlisle se quedó de corrido y mi novio no quería dejar solo a su mentor.
Al día siguiente tuvimos clases de vestuario y protocolo durante las visitas. En el descanso Alice salió decidida. En cuanto nos encontramos con ellas mi prima se presentó.
—Hola, soy Alice Brandon, ayer estaba algo indispuesta, lo siento— dijo mirando a María y a Victoria.
— ¿Brandon? De los Brandon de New York— preguntó Victoria sonriéndole
.—Sí, viví en Manhattan hasta hace unos meses— dijo Alice muy suelta de huesos.
— ¿Manhattan?— chilló María. —Adoro ese lugar, los edificios son más altos que aquí, el árbol de navidad del Centro Rockefeller es de ensueño. ¿En qué lugar vivías?— le preguntó.
—En la calle 59 con la 6ta avenida— dijo mi prima sin dudar.
— ¿Frente al parque central?— chilló María.
—Sí, teníamos una vista espléndida del estanque— aseguró Alice.
—Eso es maravilloso, deberías contarnos cómo es la vida en New York. Será más divertido que las historias de María en México— dijo la chica gordita.
—Son aventuras en las tierras de mamá y no aburren— protestó la morena.
—No dejan de ser cuentos María. Pero dime ¿Por qué viniste a Chicago Alice Brandon?— preguntó Tanya.
—Mi padre murió. Bella es mi única pariente— contestó abrazándome.
—Pues que bueno conocerte, necesitamos una asesora de modas, alguien que haya visto los últimos modelos de temporada— pidió Victoria.
Pasé media hora oyendo hablar a mi prima mientras demás estaban hipnotizadas con lo que decía. Nuevos modelos y marcas de ropa, zapatos, vestidos y peinados. Al terminar, María me insistió en que fuésemos a la reunión que organizaban sus padres.
—Iremos a ese coctel, quiero conocer la guarida del enemigo— me susurró Alice sonriendo.
—No— dije molesta. —Alice, si lo estás haciendo para desquitarte...
—No es eso Bella, sólo quiero saber si lo están obligando... ¿qué harías tú en mi lugar?— me preguntó. No supe que decirle, yo sabía que Edward me amaba que lucharía si algo lo alejaba de mí. Ya lo había hecho antes.
—Está bien. Sólo compórtate— la amenacé.
—Seré un ángel— sonrió.
—Oye ¿En serio vivías en Manhatan?— pregunté.
—No. Vivíamos en Conectitut ya te lo dije, cuando papá murió me enviaron a un sanatorio en Brooklyn pero compartí habitación con una señora que vivía en Manhatan— sonrió muy alegre de su confesión.
— ¿Irás a la casa de los Houston?— me preguntó Edward al llegar por la tarde a visitarme.
—Sí, una compañera de la escuela me invitó— dije haciéndome la inocente.
—Y ya sabes que ella... es la novia que le han impuesto a Jasper verdad— parecía una pregunta pero no lo era.
—Sí. Pero eso no impedirá que podamos ser amigas— oculté mi rostro.
—Isabella Swan, me estas mintiendo descaradamente. Esa escuela te está haciendo daño. Dime la vedad— exigió molesto.
—No puedo Edward— le dije haciendo puchero.
—Estas cambiando Bella. Lo veo, te oigo y no te reconozco. Dime que no es Alice la que organizó todo— me miraba muy interesado en saber la verdad.
—Edward confía en mí. Quizás parece otra cosa pero no hay mala intención... solo es...
—Entiendo perfectamente a Alice. Y compadezco a Jasper. No te inmiscuyas, Alice sabe cómo manejar esto porque es fuerte pero tu Bella, no conoces los ardides ni las intrigas. No te dejes llevar— me dijo abrazándome. Lo abracé con fuerza.
—No lo haré. Sólo que prometí ir— me derrumbé en sus brazos, sentía que estaba haciendo algo malo, fingir amistad estaba mal.
—Entonces tendré que asistir también a ese cóctel— dijo él decidido.
— ¿Iras?— le pregunté feliz.
—Sólo por ti. Odio las reuniones de sociedad— me dijo acomodando un mechón de mis cabellos detrás de mí oreja.
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En los líos que se mete Bella. (Si ven alguna frase junta o diálogo apretado, es el nuevo editor de wattpad que apesta, ahora me demoro el doble porque no entiende el punto aparte)
Gracias por leer
PATITO
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