CAPÍTULO 20: CONFUNDIDO
Al despertar recordé todo lo que había pasado el día anterior. El accidente de Edward, mi encierro y mi desesperación por salir de allí. Decidí que hoy sería diferente. Comí un poco para renovar fuerzas, le di de comer a los animales y busqué herramientas con las cuales hacer palanca y romper una de las tablas de madera. No encontré el hacha, debe estar afuera. Solo hallé un rastrillo viejo, lo forcé un poco, una de las tablas se movió de su lugar pero no era suficiente. El pobre rastrillo se quedó sin mango.
Intenté varias cosas sin resultados satisfactorios. Aun así no perdía la confianza en salir de aquí.
Como a medio día escuché el sonido de una carreta, miré por las ranuras. Era Billy Black junto a un muchacho moreno, más alto que él. Grité con todas mis fuerzas pero sólo el muchacho que estaba su lado pareció oír, mirando en todas direcciones buscando mi voz. Cuando supo de dónde lo llamaba, saltó de su carreta y caminó hacia el cobertizo.
— ¿Hay alguien allí?— preguntó.
— Sí, soy Bella, ¿podrías ayudarme?—le grité.
— ¿Qué haces allí, te quedaste encerrada?— soltó una contagiosa carcajada, mientras busca el cerrojo de la puerta.
—Por favor sácame de aquí, te cuento luego— rogué.
No tardó mucho, abrió la puerta, liberándome.
—Quiero oír esa historia— aquel muchacho tenía los ojos muy vivos y hoyuelos grandes en su rostro moreno. Lo reconocí, era el hijo de Billy, Jake. Solíamos jugar cuando iba a su casa por leña, hacía más de dos año que no lo veía. No era mucho más grande que yo la última vez que nos vimos, ahora me llevaba casi una cabeza.
—Mi hermanastra me encerró— confesé. —Hola Jacob, gracias por abrir.
— ¿Qué hay Bella? Parece que esas mujeres no te quieren. ¿No fue tu madrastra quien se olvidó de ir por ti al bosque? Deberías reconsiderar tu permanencia en casa— sonrió tristemente.
—Tienes razón. De hecho estaba a punto de hacerlo cuando me encerraron— suspiré. Billy llegó hasta nosotros, su semblante era bastante deprimente, vestía totalmente de negro.
—Hola Bella, lamento lo del otro día—se excusó.
—Yo lo lamento más, siento mucho que haya perdido a su esposa— sé que no hay consuelo posible para eso pero esperaba que se convenciera que no le guardo ningún tipo de rencor por dejarme en el bosque.
—No me había dado cuenta que tu madrastra no te quería Bella, hablé con la señora Masen y me dijo que pasaste la noche en el bosque, me sentí tan mal. ¿Qué le voy a decir a mi amigo Charlie cuando vuelva?
—No hay cuidado, él comprenderá. ¿Ahora podrían llevarme a casa del juez Masen por favor?— les rogué.
—Claro, vamos al pueblo por provisiones— dijo Jake. Me ayudó a subir en la carreta, él y yo fuimos en la parte de atrás, su padre conducía.
—Has crecido mucho Jake, pareces al menos cinco años mayor que yo—traté de conversar de algo para aliviar mis ansias locas de salir corriendo hacia el pueblo.
—Sí, pasé una temporada practicando mucho ejercicio. Creo que sirvió de algo. ¿Dime esa madrastra tuya es tan mala?— preguntó.
—Es algo rara, generalmente no me habla.
— ¿Y tú hermanastra?
—Me odia, ella me encerró para que yo no pueda ir a la ciudad…
— ¿Quieres ir a la ciudad? ¿Para qué?
—Mi amigo ha sufrido un accidente y necesito verlo.
—Tu amigo ¿No será el hijo del juez? Oí que fue un accidente de coche.
— ¿Qué sabes? Dímelo por favor— rogué desesperada
—Anoche vine al pueblo por algo de sal y oí comentar a unos hombres que volvían de la ciudad. Sólo dijeron que lo arrolló un coche, uno de esos modernos de metal. Y que él joven Masen no despertaba— se encogió de hombros.
— ¿No despertaba?— tenía muchas ganas de llorar pero no quería que ellos me vieran.
—Vamos Bella es un muchacho, seguro se repondrá. Somos más fuertes de lo que parecemos— me sonrió.
Llegamos al pueblo les agradecí el transporte y el rescate. Corrí a casa de los Masen, llamé a la puerta mucho rato pero sólo salió el ama de llaves.
—Señorita Bella ¿Qué hace usted aquí?— me dijo sorprendida.
—Hola Hanna ¿está Alice?
—No, ella se fue ayer en la tarde, después que su hermana, la señorita Jessica me dijera que ustedes se iban la ciudad.
—No quisieron llevarme— dije a punto de llorar.
—Pase por favor, déjeme darle algo de comer, se ve mal— me quitó algunas pajas del cabello.
—Necesito ir a la ciudad, pronto— le rogué.
—Primero coma algo y cámbiese de ropa, el joven Edward me reprendería si dejo que se vaya así. Sírvase por favor— me alcanzó un plato de carne y vegetales. —Mandaré a que le preparen el baño y después podrá salir en la diligencia del medio día. A esta hora no hay coches que salgan para allá. Llegará a la ciudad en la noche. Ellos están alojados en el Hotel Concordia, el joven Edward está en el hospital. Ya despertó, la señora me envió un telegrama esta mañana— sentí que me quitaba un gran peso de encima. Respiré aliviada. A pesar de todo tenía que verlo para sentirme mejor.
—Hanna, no tengo dinero para el transporte y…
—Bella ¿me permites llamarte así?— yo asentí con firmeza. –Bella, esta es tu casa y puedes pedir lo que necesites, nunca me equivoco con las personas, sé que serás mi ama algún día, de eso no me cabe la menor duda— se oía tan segura que me hizo estremecer. ¿Yo su ama? Eso sólo podía significar que Edward y yo… sonreí al pensarlo y me ruboricé mucho. —Sé que te gustan los dulce, tengo unos pastelillos deliciosos— me atiborró de comida. Luego tomé un baño en el mismo lugar dónde lo había hecho unos días antes. Sólo que esta nadie me secó el cabello. Me puse el vestido más bonito que Edward me había comprado y bajé a despedirme.
—Estás muy bonita Bella. Ten esto para el viaje, lo tomé de los gastos de la semana. Ni te preocupes, aquí a veces se compra más de lo que se necesita— Hanna me acompañó a la diligencia y me aconsejó mucho tomar un carruaje directo al hospital. Llegué casi al ponerse el sol, habíamos hecho menos de tres horas. Ya en el hospital me dirigí rápidamente a la recepción.
—Por favor la habitación de Edward Masen— pedí nerviosa.
—Es la 108, por el pasillo, al fondo— me indicó la enfermera.
Caminé de prisa teniendo cuidado de no caer, traía zapatos nuevos. Respiraba con dificultad. No sabía qué esperar. Si Edward estaba sólo o si había más gente con él. Abrí con cuidado el pomo de la puerta tomando una última fuerte bocanada de aire y entré.
La habitación tenía una gran ventana y unos rayos rojizos del crepúsculo entraban directos sobre la cama. Él estaba allí dormido, apenas escuchó el sonido de la puerta, abrió los ojos y me miró.
No había ninguna expresión en su mirada, parecía confundido. Yo esperaba su eterna sonrisa como recibimiento.
— ¿Edward?—lo llamé, esperando que me ofreciera sus brazos.
—Lo siento— cerró los ojos como si la luz de molestase.
— ¿Edward estás bien? Me demoré en llegar, lo siento mucho. Tuve tanto miedo— corrí a la cama. Tomé una de sus manos entre las mías. Él no dijo nada pero me miraba sorprendido.
—Tú eres Bella ¿verdad?— preguntó muy interesado en nuestras manos juntas. No entendía lo que pasaba. Mi rostro debió asustarlo, intentó hablar pero se trabó. —Verás… los médicos dicen que estoy confundido. Atontado por el golpe que me di. Recuerdo partes de mi vida, como si alguien hubiera mezclados todos mis recuerdos en una sola vasija y los estuviera sacudiendo. Te recuerdo pero más pequeña. Recuerdo a tus animales. Recuerdo tu sonrisa. Trato pero no puedo enfocarte con claridad— parecía que estaba esforzándose mucho.
— ¿No me recuerdas con claridad?—estaba a punto de llorar.
—Por favor, no llores tú también— me acarició una mejilla. —Sé que eres mi mejor amiga, me lo dijo mamá. Y te tengo presente en todos mi recuerdos, sólo que no de forma clara. Pero Jessica dice que hemos peleados ¿Por qué fue?— preguntó acariciando mi mano.
— ¿Jessica te dijo que peleamos?
—Es muy raro. A ella no la recuerdo para nada. Es porque no consigo evocar los últimos años, meses, días. Pero es mi novia y debo creerle ¿no?
—Jessica no es tu novia— protesté.
—Ella dijo que dirías eso. Estoy confundido y me duele la cabeza cuando trato de poner en claro mis recuerdos— soltó mi mano y se las llevó a los ojos, masajeando luego su frente. Yo no quería que se sintiera mal, me dolía que no recordara con claridad los últimos días pasados.
Me acerqué un poco, quería ver sus ojos, lo había extrañado tanto, me recuerde o no yo lo amo. Aunque su memoria está tan frágil.
Abrió sus ojos y me miro sorprendido. Lo besé en la mejilla, muy lentamente, me hubiera gustado rozar sus labios pero no tuve el valor.
—Ojala esto te ayude a recordar—le dije tristemente.
—Tengo sueños, no sé si son fantasía o recuerdos. Soñé con una cueva, estábamos allí, tu y yo…
—No fue un sueño. Eso pasó hace poco, la noche que me rescataste y que me dijiste…
—Quítale las manos de encima a mi novio— no escuché a Jessica entrar, se acercó a mí y me tomó de un brazo para apartarme de Edward. —Eres una descarada Isabella, deberías marcharte, Edward y yo no te queremos ver— me habló muy segura de sus palabras.
— ¡No le hables así a Bella!— pidió mi amigo. – ¿Eso ya lo había dicho antes?— murmuró para sí mismo.
—Tranquilo mi amor— Jessica se sentó junto a él, le acarició sus cabellos cobrizos. Sentí muchas ganas de darle un par de trompadas a esa mentirosa pero no quería confundir a Edward. Caminé hasta la puerta, podría quedarme afuera esperando a la señora Masen. Ella no debe estar lejos.
—No te vayas Bella— me llamó con aquella inconfundible y aterciopelada voz.
—Deberías irte Isabella, no vez que sólo lo pones peor ¿Qué clase de amiga eres?— me reprochó Jessica. Escuché ruidos en el pasillo, la puerta se abrió de repente.
— ¡Bella! ¡Por fin está aquí la princesa! ¿Qué te hizo esta bruja para que no llegaras antes?— Alice se lanzó sobre mí para abrazarme.
—Es una larga historia— intenté sonreír.
—Bueno ya estás aquí. ¿Edward recuerdas a tu princesa?— le sonrió. Él seguía confundido.
—Yo soy su princesa— reclamó Jessica. –Ustedes sólo quieren separarnos. Edward diles que se vayan— le rogó.
Él nos miró aturdido, se llevó las palmas a su rostro y luego se revolvió el cabello. Tomé a Alice del brazo y la arrastré afuera.
— ¿Qué diablos haces? ¿No ves lo que esa estúpida quiere hacer?— reclamó mi prima.
— ¿No ves que está mal? Siente dolor Alice. Deberíamos dejarlo descansar.
—Ella llegó cuando él apenas había despertado y no se separa de él para nada. Parece una garrapata, sabe Dios cuantas mentiras le ha dicho.
—Tarde o temprano él se pondrá mejor— esperaba que fuera pronto
— ¿Dónde estabas?— preguntó cruzando los brazos.
—Encerrada en el establo, recién hoy pude salir— ella me abrazó y me consoló, ya no tenía que fingir ser fuerte.
—Vamos, no te des por vencida, entra allí y lucha por él— me miró muy molesta.
—De acuerdo, sólo me sentaré cerca pero no diré nada— dije temerosa.
Entré nuevamente, ella lo tenía tomado de la mano. Él mantenía los ojos cerrados.
— ¿No entiendes español? No eres bienvenida— me reprochó la rubia.
—Soy su mejor amiga y me voy a quedar aquí te guste o no— respondí.
— Jessica tengo mucha sed ¿Podrías traerme agua?— pidió mi amigo minutos después.
—Bella, ve por el agua— me ordenó ella.
—Por favor quiero que tú lo hagas— le volvió a pedir Edward.
—Si mi amor, regreso enseguida— se resignó y salió de la habitación no sin antes lanzarme una mirada de advertencia.
—Ella no es mi novia ¿verdad?— preguntó Edward con un brazo sobre sus ojos. —Es que no siento nada cuando está cerca. Pero me dio esta nota y si yo lo escribí entonces debo quererla— se removió y buscó entre sus cobijas. Me mostró el papel que había olvidado en el libro de cuentos que me regaló en mi cumpleaños. Recordé lo que venía escrito él, lo había leído tantas veces que sin querer comencé a decir frases que recordaba.
—"Sólo tú me haces soñar despierto, sólo tú me haces volar sin alas, sólo tu… me haces escribir estas palabras"— repetí al recordar esas líneas tan hermosas.
Edward me miró confundido, iba a decir algo cuando su madre entró.
— ¡Bella! Qué bueno que viniste— me abrazó. –Edward está mejor, pronto pasará su confusión, los médicos dicen que es pasajero y que poco a poco se recuperará. Vamos, sonríe, pronto podrán correr en toda la casa haciendo de las suyas— me sonreía con mucho cariño.
— Mamá, podrías decirle a Jessica que se vaya. Me confunde y me duele mucho la cabeza— pidió Edward.
— ¿Otra vez esa niña aquí? Ya le estoy tomando antipatía— la señora Masen salió de la habitación muy decidida.
—Bella, no te vayas— me rogó, eso no tenía ni que pedirlo. Me acerqué a él, me senté a su lado.
—Cuéntame las cosas que hacíamos—me ruboricé un poco, si se refería a lo último que habíamos estado haciendo sería difícil. Decidí contarle cosas de años atrás.
—Bueno, una vez jugamos a que yo era Blanca nieves y me hiciste morder una manzana podrida— escuché su risa amortiguada.
—Eso sí lo recuerdo, algo confuso pero tu cara se me quedó grabada.
—Y una vez me acompañaste el estanque a buscar un sapo encantado y vomité antes de poder besarlos— otra vez se rió pero esta vez ya no se contuvo.
—Recuerdo un escándalo con varios ratones ¿eso fue cierto?
—Eso sí me gustaría que lo olvidaras— me quejé.
—Tú eres mi princesa ¿verdad?— no parecía una pregunta sino una afirmación.
—Eso solías decir.
— ¿Y lo que pasó en la cueva es cierto?
—No sé qué soñaste pero tal vez no estés tan alejado de la realidad— sonreí al recordar lo dulce y tierno que había sido.
—Ojala que sí haya pasado en verdad— murmuró cerrando los ojos. Dejo de hablar, lo creí dormido, traté de levantarme pero tomó mi mano.
—No te vayas princesa. Te necesito— me quedé allí sin moverme, mientras se quedó dormido. Su madre entró minutos después pero al vernos sólo sonrió y me hizo señales para que la siguiera. Ya estaba oscuro, en cuanto Edward soltó mi mano me levanté a buscar a los padres de Edward. Una enfermera entró alumbrándome, a diferencia del campo, aquí habían lámparas de gas mucho más potentes que las velas de cera. Encontré a los señores Masen en la recepción.
— ¿Se quedó dormido?— preguntó Elizabeth.
— Si señora. Buenas noches juez Masen— saludé.
—Hola Bella, gracias por venir. Seguro querrán conversar, voy por café— dijo preocupado y salió.
—No sabes el susto que pasamos Bella, lamento haber salido tan rápido, debí esperarte. Se golpeó muy fuerte y temimos lo peor.
—Yo también me preocupé mucho.
—Esa niña Jessica, afirma que ella y Edward son novios, me extrañó mucho. ¿Tú sabes algo?
—No son novios— dije molesta.
— Y… ¿Edward y tú?— me miró detenidamente.
—Tampoco, solo somos amigos— respondí ruborizada.
—Bueno, mañana le darán de alta. Pero debe permanecer en cama por algunos días, me temo que eso cambia las cosas— dijo triste.
— ¿A qué se refiere?
—Edward necesita unas placas para ver si hay daños internos. Debemos llevarlo a Chicago, vamos a adelantar nuestra partida. Nos llevará dos semanas a lo mucho— no se oía feliz. Yo tampoco lo estaba, era la peor noticia que me podían dar. Se marcharía, pronto. Y ni siquiera me recordaba con claridad. ¿Se llevaría sus recuerdos confusos con él?
*************
¿Podrá Edward recobrar todos sus recuerdos con Bella?
Gracias por leer
PATITO
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