Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 10: UNA PESADILLA HECHA REALIDAD

La siguiente semana hubo mucho movimiento en casa, llegaban carretas con cientos de cosas. La cocina fue modificada, nuevos muebles fueron colocados y también mucha vajilla inglesa.

En mi habitación colocaron otra cama, una cómoda grande. Imaginaba que la habitación de papá había sufrido muchas modificaciones más que la mía. Hicieron algunos arreglos en el baño porque trajeron una inmensa tina que no cabía. Pero lo agrandaron, por tres días estuvieron trabajando en ello algunos contratistas. Nuestra casa no era muy grande, ahora parecía más pequeña aún. No sabía porque dos mujeres necesitaban tantas cosas.

Mi padre no se veía tan entusiasmado como creí.

— ¿Papá? ¿No estás feliz?— pregunté una mañana mientras comíamos.

—Claro hija. Es que esto es nuevo, ya me adaptaré.

— ¿Podrías decirme cuando sucedió?— pregunté con mucho tacto.

— ¿Qué Bella?

—Lo de ustedes, no me di cuenta. ¿Cuándo supiste que estabas enamorado de la madre de Jessica?— me senté a su lado para intentar comprenderlo.

—Bella esas cosas son de adultos— respondió rascándose su bigote. Esa era una señal clara que estaba incómodo.

—Lo siento no pretendía molestar.

—No me molestas hija. En realidad necesitábamos este cambio, tú necesitas modelos femeninos que seguir y una madre que te guíe. Y unido a todos los problemas que hay— esbozó una sonrisa al ver mi cara de confusión. –Verás, los Newton han perdido la cosecha de uno de sus campos y ya no podían seguir teniendo a Amanda y a Jessica con ellos.

— ¿Entonces te casas por no dejarlas desamparadas? ¿No la amas?

— Hija, Amanda es una mujer muy agradable.

—Papá ¿la quieres? ¿Más de lo que quisiste a mi mamá?

— Eso no tiene punto de comparación pequeña. Tu madre fue y será la mujer que más he amado.

Su mirada se volvió hacia el infinito, seguro trayendo aquellos recuerdos felices del tiempo en que estuvieron juntos. Recuerdos que yo no tenía. Miré al piso y cerré los ojos intentando imaginarme a mi madre, la mujer del retrato, caminando haciendo de comer, caminando por el campo de la mano de mi papá, conmigo en brazos. Debió ser muy hermoso.

—Papá… ¿Por qué no conozco a la familia de mamá?

— Ya hemos hablado de eso Bella. Cuando tu madre murió fui a visitar a tus abuelos para contarles que teníamos una hija pero no quisieron recibirme.

— Entonces ellos no saben que yo existo. ¿No crees que me querrían aunque sea un poquito? ¿Cuál era el apellido de mamá?

— Tu madre era Renée Swan y fue muy feliz llamándose así. Ella misma no quería recordar a su familia— respondió muy serio.

Un carruaje se estacionó frente a la casa. El ruido del casco de los caballos me hizo dar un respingo. Llamaron a la puerta, papá se levantó para abrir. Creo que hoy no me diría nada de mi otra familia. Suspiré.

— La señora espera—era uno de los cocheros de los Newton.

— ¡Bella!— llamó papá, me acerqué a él. —Olvidé decírtelo, hoy irás a la ciudad con Amanda y Jessica. Tienes que comprar un bonito vestido para la boda.

—Papá, tengo el vestido del cumpleaños de Edward y está nuevo— protesté.

—Lo sé pero Amanda insistió, dice que ya está usado y necesitas también pasar tiempo entre mujeres.

—Estaré lista en cinco minutos— me levanté y fui a cambiar mi vestido por uno de salir.

Me fui con ellas para hacer feliz a papá, aunque no me agradaba en absoluto. Habíamos recorrido medio camino y no me habían dirigido ni una palabra.

—Jessica ¿de qué color serán nuestros vestidos?— pregunté para hacer conversación.

—Yo soy la dama de honor así que vestiré de dorado, además hace juego con mi cabello, tal vez a ti te asiente un vestido rosa o azul, ya veremos.

Cuando llegamos a la ciudad las cosas continuaron igual, ellas conversaban entre sí pero no me incluían en sus diálogos. Entramos en una boutique más grande de la ciudad, la dependienta se acercó rápidamente.

—Señora Stanley, bienvenida. Ya tenemos listo su pedido— sonrió.

Jessica y su madre entraron en un pequeño privado y yo me quedé mirando los demás vestidos.

— ¿Le gusta algo señorita?— una voz me hizo girarme, era una muchacha muy dulce.

—Este vestido es muy bonito dije mirando uno azul que estaba en el exhibidor.

—Si es precioso, lo trajeron de París hace tres días y muchas chicas lo desean, me temo que el costo es muy elevado.

— Bueno, yo no quiero nada costoso— dije mirando otros vestido más allá.

— ¿Busca algo para una fiesta?— preguntó.

— Si, mi padre se casa en una semana.

— ¿Tu padre es el novio de la señora Amanda?

—Si— dije mirando al piso.

—Quizás debería usar un vestido parecido al de la señorita Jessica, acompáñame— dijo. La seguí, me mostró el vestido de Jessica que era muy bonito aunque con demasiados adornos para mi gusto.

— ¿No tienes algo menos…fastuoso?— pedí.

—Claro que sí, creo que tengo lo que buscas. Algo más sencillo, más auténtico.

Me mostró un hermoso vestido rosa suave sin volantes ni adornos pero la seda parecía caer como olas, era muy bonito.

—Pruébeselo— insistió. Me dirigí a los vestidores, algo intimidada. Nunca había entrado a una boutique, menos a los cambiadores.

Me quedó bien, me miré una y otra vez al espejo para asegurarme. Decidí preguntar el costo. El precio era muy bajo, menos de la mitad de lo que costaba el vestido de Jessica, así que lo separé. Luego me senté a esperar hojeando algunas revistas.

— ¿Has visto algo que te guste?— preguntó la madre de Jessica al salir.

—Si—dije. La dependienta le mostró el vestido.

— Me parece muy propio de ti— respondió la señora. No entendía cómo podía saber cuál vestido le quedaba mejor a una mujer y a otra no. Me gustaría aprender. Ella notó en mi rostro la duda y sonrió.

—Verás, este vestido es como tú— se le adelantó Jessica con tono de mujer de mundo. –Simple, sin adornos, sin brillo, nada complicado y sumamente común. Exactamente como tú.

No sabía si estaba siendo sincera o tratando de hacerme sentir mal. Traté de sonreírle pero algo en sus ojos me decían que en realidad quería ofenderme. No le di importancia y dejaron de fijarse en mí.

Luego de la boutique fuimos a algunas joyerías, ellas compraron pendientes. No llevé nada, porque recordé que tenía algunas joyas de mi madre, además no me invitaron a escoger ninguna.

Regresamos al pueblo casi al anochecer pero el coche se estacionó en casa de los Newton. Empecé a notar que no tenían intenciones de llevarme a casa. Hablaban de tomar largos baños y comer chocolate.

—Señora debo ir a casa, mi papá se preocupará— le dije en cuanto bajamos y ella mandó al cochero a las caballerizas.

— Lo siento niña, este carruaje es de los Newton y me temo que sería demasiado abuso de nuestra parte pedirle otro viaje más. Los caballos deben estar exhaustos.

—Puedes quedarte con nosotros Bella. Mike se alegrará mucho— agregó Jessica sonriéndome.

— Pero no puedo pasar una noche fuera de casa sin que papá lo sepa— objeté.

—Yo le diré a tu padre en la mañana— respondió la señora. –No creo que le afecte.

Caminé hacia la entrada de la casa muy triste, ellas la estaban en el umbral de la puerta y yo arrastraba mis pies que se negaban a quedarme allí. No había sido un buen día. Estaba cansada, sólo quería llegar a casa y abrazar a mi papá.

Escuché acercarse un caballo y pensé que el carruaje volvía pero en su lugar miré un hermoso caballo blanco.

— ¡Pegaso!— grité corriendo a abrazarlo. – ¡Te he echado tanto de menos! Tienes que ayudarme.

— ¿Ahora Pegaso es más querido que yo?— quise saltar de alegría al oír esa voz.

— ¡Edward!— dije volteándome a verlo, estaba parado detrás de un rosal. –Llévame a casa, ha sido un día muy largo— pedí mientras corría a abrazarlo.

—Lo imagino— sentí sus manos en mi espalda acariciando mis cabellos. —Vine con mi madre a visitar a los Newton, Mike me dijo a donde habían ido— suspiró. —¿Vestidos? Pobre de ti princesa.

— ¿Edward?— escuché la voz de Jessica que salió de la casa.

—Hola— respondió mi amigo mientras nos separábamos. La miró unos segundos, luego su atención volvió totalmente a mí con una hermosa sonrisa.

—Fuimos a comprar cosas para la boda, hemos adquirido vestidos muy hermosos, ya los verás en unos días— ella intentó atraer su atención.

— ¿Bella no me digas que ahora te gustan los vestidos?— Edward me miró sorprendido, sonreí ante su tono acusador.

— Ella nunca tendrá buen gusto— se apresuró a responderle Jessica a pesar que la pregunta no fue para ella.

—Y me alegra escuchar eso— dijo Edward subiendo a su caballo y ofreciéndome una mano que yo inmediatamente acepté para que me acomode a su lado.

— ¿A dónde van?— preguntó ella muy molesta.

— Llevo a Bella a su casa, por favor díselo a tu madre y a los Newton. Y dile a Mike de mi parte que deje de acomodar la habitación de huéspedes— sentí que ahogaba una carajada, su pecho se movió y avanzamos.

Cabalgamos en silencio, me acurruqué en su pecho. No necesitábamos palabras, éramos felices así. Cuando pasamos cerca del estanque nos detuvimos.

—Bella, de ahora en adelante quizás algunas cosas sean diferentes y difíciles para ti— me miró con tristeza. — Sólo quería decirte que pase lo que pase no estás sola. Cuenta conmigo para lo que necesites, cualquier cosa, en cualquier momento, no me importa si es de día o de noche. Te prometo que buscaré la forma de estar contigo.

Su voz sonaba triste y desesperada. Me sonaba a despedida y aunque sentí que me alejaría de mi mejor amigo intenté darle fuerzas.

—Edward… todo irá bien no te preocupes. Si necesito ayuda te buscaré— me abracé a él.

—Princesa Bella, prométeme que no sufrirás en silencio, prométeme que me avisarás.

— Te lo prometo Sir Edward, después de todo, cuento contigo para rescatarme ¿no?— le sonreí aunque la felicidad no alcanzó mis ojos.

.

.

Una lágrima surcaba mi rostro, quisiera que fuera de alegría pero mi corazón estaba muy triste. La ceremonia estaba por terminar, los votos habían sido dichos. Ver a papá casándose con esa señora era como perderlo un poco.

Edward me miraba unos metros más allá, si estuviera a mi lado ya tendría su mano en la mía apoyándome. Pero Jessica y su madre habían distribuido los lugares en la iglesia. Yo estaba al lado de los Newton, Jessica al lado de los Masen.

La recepción fue sencilla, todo se dispuso en casa de Mike. Creo que de haber podido habría sido una gran fiesta pero oí que el presupuesto les quedó corto. Sólo pude bailar con papá una pieza, su nueva esposa lo absorbía por completo. Mike me hacía girar por todo el salón, apenas pude sonreír unas pocas veces cada vez que mi padre me miraba. No quería que se fuera pensando que yo estaba triste. Jessica había acaparado a Edward, no se había separado ni un momento de él.

—Hacen una bonita pareja ¿Verdad Bella?— oí que Mike me hablaba.

—Perdón ¿Que decías?

—Edward y Jess. Se ven tan bien juntos, me atrevería a decir que con el tiempo quizás ella se convertirá en una Masen.

—Mike, somos muy jóvenes aún para pensar en esas cosas. Y para ser sincera se verían mucho mejor si Edward no tuviera esa cara de fastidio que trae— le hice notar.

—No somos tan jóvenes Bella. Te puedo asegurar que pronto tendré edad para elegir— susurró.

— ¿Elegir?— lo miré como si tuviera dos cabezas, no pude continuar porque la música se detuvo. Anunciaron que los recién casados se marcharían en ese momento, a su luna de miel. Todas las jóvenes solteras corrieron a acomodarse detrás de la novia para poder atrapar el ramo y así tener suerte en conseguir esposo. Yo no me moví de mi lugar. Papá se iría por una semana. Era el mayor tiempo que estaríamos separados, nunca se había alejado tanto de mí.

Además no tenía motivos para sonreír, Jessica y yo nos quedaríamos en casa de los Newton esos días que mi padre esté fuera, una completa tortura.

Oí murmullos, risas. Jessica chillaba de alegría, junto a un grupo de mujeres. Papá llegó hasta mí, me abrazó unos minutos antes de hablar.

—Vamos Bella, sonríe. Volveré pronto.

—Papá te voy a extrañar— sollocé.

—Charlie date prisa— oí que lo llamaban.

—Adiós pequeña, sé buena.

Me dio un beso en la frente y se fue. Todos salieron a despedirlos pero yo no pude. Tenía muchas ganas de llorar, soltar aquello que me oprimía el pecho.

— Ya me cansé de ser bueno y de comportarme, salgamos de aquí— la voz de Edward me sobresaltó.

— Pensé que te divertías— me burlé intentando sonreír.

—Claro que sí, estaba tan eufórico como tú— sonreí ante su sarcasmo. –Ya se marcharon, no tengo porque obedecer. Vámonos de aquí— tiró de mí mano, aunque no hacía falta. Con gusto saldría de esa casa sin que me lo pidieran.

— ¿A dónde van?— Nos atajó Jessica. –Edward eres mi pareja.

— Jessica, la boda terminó, si nos disculpas— Edward traía cara de pocos amigos.

— ¿A dónde te las llevas Masen?— gruñó Mike.

—Eso no te importa Newton. Apártate o te aparto. Y eso te va a doler— mi mejor amigo se oía amenazador, no le había escuchado usar ese tono antes. Yo me apreté más a él. Edward se abrió paso entre Jessica y Mike y salimos de casa de los Newton. Me subió en Pegaso y juntos dimos una vuelta por el bosque.

—No entiendo porque tu papá te dejó en casa de los Newton, mi madre se ofreció a cuidar de ti.

—Papá quería que pasara tiempo con Jessica para que nos acostumbremos la una a la otra.

—Espero que eso nunca pase— dijo melancólico.

.

.

.

Los días pasaron rápido, Mike estaba todo el tiempo cerca, tanto que llegó a sofocarme con sus atenciones. Edward no había venido a buscarme y eso me tenía triste, preocupada y algo decepcionada. Una tarde relinchar un caballo y me asomé a la ventana.

— ¿Bella estas enferma?— me gritó Edward.

— No. ¿Por qué preguntas?— contesté un poco resentida.

— ¿Por qué no has querido recibirme? No he podido verte en varios días— su voz se escuchaba dolida. Yo creía que se había olvidado de mí.

— ¿Me has buscado?

— A diario pero siempre me dicen que estás acostada.

—No es cierto. ¡Sácame de aquí!— le pedí.

—Baja de inmediato— ordenó.

Salí de la habitación sin detenerme a pensarlo dos veces. Me encontré en el pasillo con Mike.

— ¿Tú le has dicho a Edward que estoy enferma?— pregunté en tono amenazador.

—Viene casi de madrugada, no es un horario apropiado para visitas en esta casa— dijo petulantemente.

—Pues qué bueno que mañana me iré de aquí—le dije mientras bajaba las escaleras.

— ¡Bella! No puedes marcharte así como así. Debes cumplir reglas, debes pedir permiso antes de salir— me acusó.

—Te agradezco tu hospitalidad Mike pero me estoy ahogando. Si no salgo ahora me arrojaré por la ventana— le aseguré.

Salí de la casa por la puerta trasera. Edward me llevó a su casa y me pasé el día entero allí, mandamos a avisar a la madre de Mike para que no se preocupara.

—Bella, tu padre llega mañana— me dijo la madre de Edward sonriendo.

—Esa es una buena noticia, ahora no me impedirán verte— dijo Edward algo molesto.

Yo estaba de buen humor ya que papá regresaba, a pesar de todo lo que se vendría, tenía la secreta esperanza que todo saliera bien.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro