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035.

El regreso del príncipe Park Jimin emocionó a toda la nación de Inglaterra, pues finalmente su futuro rey había llegado sano y salvo.

Jimin regresó al palacio real en la ciudad donde residía después de una semana de navegación con la marina británica que lo había obligado a irse en contra de su voluntad, quienes también pensaban que había perdido un tornillo. Sin embargo, después de eso Jimin no se resistió ni intentó huir, solamente se quedó encerrado en su camarote durante todo el viaje sin decir palabra alguna. Cuando volvió al palacio y se reencontró cara a cara con su padre, este se vió algo emocionado por verlo otra vez, pero no lo expresó de ninguna manera física como un abrazo. Lo único que hizo fue acercarse y tocarle el hombro para darle un firme apretón.

—Me alegra que hayas vuelto, hijo. Ahora es momento de que continúes con tu deber —Fue lo único que dijo, con una mirada llena de sentimiento mientras Jimin solamente quería lanzarse a sus brazos y llorar como un niño pequeño necesitando ser consolado por su padre.

Pero no lo hizo, porque nunca había tenido ese tipo de relación ni cercanía con su padre. Jimin sólo bajó la cabeza y tragó saliva, intentando que aquella acción no le afectara tanto, pero lo hizo.

Todos en el pueblo y palacio festejaron de alegría ante su tan anhelado regreso, pero detrás de las pequeñas sonrisas y agradecimientos que Jimin daba a sus súbditos, había un corazón roto y un alma sin vida. Porque así se sentía todos los días, como un muerto en vida, sin ánimos de continuar existiendo para casarse y gobernar, llegando a ver tentador la idea de acabar con su propia vida.

Sin embargo, era imposible hacerlo porque se encontraba en constante vigilancia las 24/7, pues el rey estaba paranoico de que volvieran a querer secuestrarlo por lo que ordenó a los guardias del palacio que estuvieran vigilándolo y protegiéndolo todo el tiempo. El único momento de privacidad que tenía eran sus necesidades higiénicas y a la hora de dormir, pero fuera era vigilado como un pez dentro de una pecera.

Habían pasado dos semanas desde su rescate y las cosas no podían ir de mal en peor.

Eventualmente ya había conocido a la mujer que sería su futura esposa con la cual no tenía ninguna química ni compatibilidad, pues se trataba de una joven y linda doncella de dieciocho años que había sido criada toda su vida para atender todas las necesidades de su futuro esposo. Jimin estornudaba y ella le tendía un pañuelo. Jimin decía lo más mínimo y ella estaba completamente de acuerdo con él, sin poseer opinión propia ni personalidad. Su personalidad y deber era servirlo a él y darle hijos, eso era todo. Jimin no podía creer que pasaría los siguientes años de su vida hasta la muerte con una mujer tan increíblemente aburrida.

Su casamiento con ella sería en una semana y ya los preparativos estaba casi listos, asimismo, una semana después sería su coronación para finalmente convertirse en un rey.

Quizás Jimin tenía las habilidades para ser un buen rey y gobernar de forma excelente, pero era porque le habían enseñado a hacerlo, no porque tuviera el don para eso. Jimin no quería eso para su vida, pero tristemente ya no tenía otra salida porque se rindió ante su deber.

Y lloraba desconsoladamente todas las noches, desahogando todo lo vivido con la complicidad de la luna llena y recordando a su amado capitán. A veces pensaba en lo insano y radical que se había tornado su vida, pues hace cuatro meses se encontraba en esa misma habitación llorando por no sentirse seguro de cumplir con su deber, y ahora lloraba por extrañar al hombre del que se había enamorado en tan poco tiempo.

Pero él estaba muerto, y Jimin debía forzarse a continuar su vida normal como si nunca hubiera existido.

Esa mañana, Jimin se encontraba en su habitación y acostado en su cama como era habitual, cuando una mucama entró para darle un anuncio.

—Su Alteza, lo siento por la intervención, pero su Majestad solicita su presencia en la alcoba real para comenzar con la planificación y diseño de su vestuario para la coronación.

Escuchándola detrás de su espalda, Jimin se removió sobre su cama y escondió su rostro entre la almohada.

—Dile que me encuentro enfermo y no podré bajar —mintió, solamente no tenía ganas de salir de la cama en ese momento— Que lo hagamos mañana, por favor.

La mucama tragó saliva luciendo repentinamente nerviosa ante la desobediencia del príncipe.

—P-Pero, su Alteza, son órdenes del Rey y el costurero ya está aquí... Sin embargo, voy a llamar al médico real para que venga a revisarlo —asintió comenzando a irse.

—No, espera —Jimin la detiene incorporándose de la cama y soltando un largo suspiro— Iré.

—¿Pero no se encuentra mal? Deme un momento e iré por el médico para evitar que-

—Dije que iré —interrumpió viéndole de reojo con una mirada cansada.

—Sí, señor.

Obediente la mucama le ayudó a vestirse y arreglarse para después bajar hasta la alcoba real donde se encontró con su padre quien yacía esperándolo con impaciencia.

—Hasta que al fin te dignas a bajar —le regañó— ¿Cuánto tiempo planeas permanecer encerrado en tu habitación? Ese tipo de comportamientos son inaceptables en un rey.

—Todavía no soy rey, padre —dijo sentándose de mala gana en un cómodo sillón de terciopelo.

—Es verdad, pero eso no significa que puedas estar comportándote como te dé la gana —espetó con una mirada firme— Este comportamiento tuyo es sumamente inaceptable y no lo voy a tolerar más, no sabes lo que odio verte actuar como un maldito pirata todo el tiempo.

—No actuó como uno, sólo estás exagerando las cosas —volteó los ojos.

Acción que detonó la furia del Rey, pues ante sus ojos su hijo había estado completamente irreconocible desde su regreso, el Jimin de antes ni siquiera se había atrevido a contestarle de esa manera.

—¡Cuidado con lo que dices, muchacho! —le señaló de forma amenazante— Y por lo que más quieras, cambia esa expresión en tu rostro de una vez, porque estoy harto de verte así todo el día. ¡Y siéntate bien!

Jimin suspiró y se acomodó mejor en el sillón para bajar la mirada hacia el anillo de calavera que tenía en el dedo anular y juguetear un poco con él.

—Bien, ahora quiero que te comportes con decencia y buena actitud ante el nuevo costurero real. No quiero que vuelvas a actuar como un desinteresado con tus deberes reales, yo no te eduqué así.

El príncipe no respondió, solamente se cruzó de brazos y volteó hacia la ventana de al lado con un rostro inexpresivo. El rey le miró de forma recelosa y se posicionó en el centro de la alcoba con el pecho en alto y un buen porte cuando el guardia le avisó que el costurero estaba por entrar. De la misma forma, Jimin se levantó de mala gana y se colocó al lado de su padre para recibir al invitado.

El costurero ingresó a la habitación con una enorme sonrisa y se acercó hacia el rey para hacerle una impecable reverencia.

—Su Majestad, es un placer conocerlo en persona —saludó de forma educada— Me siento honrado porque haya elegido mi trabajo.

—El gusto es mío —asintió el rey para voltearse hacia a su hijo— Jimin, él es Kim Youngsun, y será el costurero real que se encargará de confeccionar el manto que usarás para la coronación.

Jimin, quien había permanecido con la vista hacia otro lado desde el inicio al encontrarse completamente desinteresado con la situación, suspiró volteando su rostro hacia el hombre para inmediatamente quedarse petrificado.

Pues jamás en su vida podría olvidar aquellos ojos azules como el océano que tanto caracterizaban a Jungkook, así que enseguida lo reconoció, se veía completamente diferente e irreconocible con su cabello negro peinado hacia atrás y amarrado con una pequeña coleta, vistiendo un fino y elegante traje de color celeste que contrastaba con sus ojos, guantes negros, zapatos de charol, usando un maquillaje sutil que resaltaba el rubor en sus mejillas y sus labios brillantes con ligero labial rosa. Se veía como un príncipe.

Jimin sintió su corazón detenerse y el mundo desaparecer cuando encontraron miradas y Jungkook le sonrió con un particular brillo en sus ojos para hacerle una reverencia.

—Un placer, su Alteza Real —murmuró con un suave tono de voz para incorporarse y volver su mirada al rey— Estoy a sus órdenes, Majestad, pero le sugiero que comencemos por tomar las medidas de su Alteza para decidir el ancho de la orla del manto y el largo de la cola.

—Perfecto, ¿trajo la tela acorde a los colores ceremoniales?

—Por supuesto, serían el color escarlata y el violeta, su Alteza tendría que decidir cuál le gustaría usar o podríamos definirlo por el contraste con su tono de piel.

El rey negó con la cabeza.

—No, creo que es mejor que él lo decida. ¿Cuál color prefieres usar, hijo? —pregunta volteando su rostro hacia el rubio y notarlo completamente pálido— ¿Jimin? ¿Estás bien? Parece que hubieras visto un fantasma.

Jimin no respondió porque inmediatamente sintió sus piernas flaquear e hizo ademán de caer al suelo de no ser que tanto Jungkook como el rey lo sostuvieron de inmediato. Alzó la mirada teniendo el rostro preocupado de Jungkook a centímetros de su rostro y sintió que terminaría de desmayarse.

—¡Llama al médico de inmediato! —ordenó el Rey a su asistente quien rápidamente asintió y se dispuso a irse.

—No —se opuso Jimin finalmente incorporándose con dificultad y tragando saliva— E-Estoy bien, padre, sólo fue un mareo.

—¿Estás seguro? —interrogó el rey con un eje de preocupación en su mirada— Creo que son los nervios de la coronación o que está haciendo mucho calor —miró a su asistente— Abre las ventanas, por favor.

—Sí, señor —obedeció el hombre comenzando a abrir los ventanales junto con otros asistentes.

—Padre, estoy bien en serio.

—Pues no te ves así, y te necesito estable para que-

De inmediato es interrumpido por un guardia que entró a la alcoba para anunciarle algo al rey.

—Su majestad, la marina británica solicita urgentemente una reunión privada con usted.

—Maldita sea —maldice el rey para asentir con la cabeza— Voy enseguida —miró a Jungkook— Youngsun, por favor encárgate de tomar sus medidas y comenzar a elegir las telas del manto. Volveré lo más rápido posible.

—Sí, su Majestad —asiente con una reverencia.

Finalmente el rey de volteó para dirigirse hacia la salida con tres asistentes y dos guardas detrás suyo. Mientras esto sucedía, Jimin y Jungkook compartieron miradas y el pelinegro estuvo a punto de decir algo de no ser porque el rubio lo mandó a callar, mirando de reojo al guardia que se encargaba de cuidarlo estando distraído viendo al rey irse. Jungkook siguió su mirada y comprendió la situación, de inmediato Jimin le toma de la muñeca y lo arrastra rápidamente hasta otro extremo de la habitación donde había otra salida.

Sin que nadie se diera cuenta abrió la puerta y salió rápidamente de la alcoba con Jungkook para avanzar hacia un pasillo en donde no habían guardias, metiéndose en el área de estar de los empleados del palacio aprovechando que estaba vacía porque se encontraban en hora de trabajo. Sin tardar demasiado cerró la puerta con seguro y finalmente se volteó hacia Jungkook sin quitar la expresión anonadada de su rostro.

—¿Quién eres? —le preguntó de forma cautelosa y desconfiada con un eje de temor.

—¿Cómo que quién soy? —sonrió el contrario con ironía— Soy yo, Jimin. Soy Jungkook. ¿Acaso no me reconoces?

Jimin tragó grueso y negó con la cabeza.

—No, Jungkook está muerto. ¿Eres un impostor? ¿Qué es lo que quieres?

Jungkook le miró completamente asombrado y sin quitar su sonrisa hizo ademán de acercarse a Jimin pero este inmediatamente se asusta y le propina una fuerte cachetada en el rostro.

Jeon se detiene y lleva una mano a su mejilla para sonreír de forma socorrona.

—Eso me trajo recuerdos.

Al instante Jimin suelta un jadeo y retrocede llevándose ambas manos a la boca con sus ojos comenzando a cristalizarse.

—Dios mío, sí eres tú... —murmura con voz ahogada viéndole totalmente sorprendido y con el corazón a punto de explotar— ¿C-Cómo es posible? Te vi morir.

—Alteza, estuviste cuatro meses navegando conmigo sobre el océano presenciando hasta lo más increíble, ¿y ahora te cuestionas si realmente existe una posibilidad de que yo esté vivo?

—¿Eres un fantasma?

—No, soy real —explica pacientemente y suspira— ¿Recuerdas la leyenda de que en la fuente se podía resucitar un alma por medio de otra alma?

Park intensificó su expresión al captar finalmente la situación.

—¿Quieres decir que-...?

—Sí, y fue Taehyung quien se sacrificó por mí. Él está muerto.

El príncipe soltó un jadeo sorprendido y poco a poco relajó su mirada a una desconfiada mientras retrocedía en cuanto el capitán comenzó a acercarse a él. Todo tenía sentido, pero él había presenciado la muerte de Jungkook en persona, lo vió fallecer y dar su último aliento prácticamente entre sus brazos, lloraba por él todas las jodidas noches y simplemente el tenerlo ahora mismo al frente suyo era demasiado irreal.

—A-Aléjate —titubeó sin saber qué hacer y sintiendo su espalda chocar contra la pared.

—Sé que es difícil de digerir, pero soy yo, Jimin —dijo Jungkook cortando su espacio personal para tomar delicadamente su rostro entre sus manos y hacer que le mirara a los ojos— Mírame, soy yo. No tengas miedo. He revivido y vuelto por ti... Y no sabes lo conmovido y aliviado que estoy por finalmente haberte encontrado, tesoro mío.

Derramando lágrimas y aun viéndole impactado, Jimin alzó lentamente sus manos para tomar el rostro de Jungkook y observarlo con detalle, acariciando su piel con las yemas de sus pulgares y sintiendo el calor de su respiración chocar contra sus labios. Entonces le miró a los ojos y finalmente sonrió entre lágrimas al caer en cuenta que era él de verdad. Jungkook le devolvió la sonrisa con la nariz roja a punto de llorar. A lo que finalmente, Jimin rompe en llanto y se lanza a abrazarlo con fuerza.

Ambos se reencuentran por medio de un fuerte, necesitado y tembloroso abrazo sin parar de sollozar sobre el hombro del otro. Pues ninguno de los dos podía creer por completo que estaban en los brazos de su amado.

—N-No puedo creerlo, te creía muerto y cada día que pasaba sentía que moría contigo —sollozó el príncipe aferrándose al capitán como si su vida dependiera de eso— Te extrañé tanto.

—Yo también te extrañé —murmuró con voz rota— Perdí a mi padre, a Taehyung y me negaba a perderte a ti también, eres lo único que le da sentido a mi vida ahora mismo.

Entonces Jimin rompió el abrazo solamente para tomar el rostro de Jungkook y besarlo con necesidad. Porque eso era lo que ambos sentían en ese momento, una enorme necesidad, angustia y dolor por el otro que manifestaron por medio de ese beso. Se besaron en medio de lágrimas con las manos en el rostro del otro, moviendo sus labios de forma sincronizada acorde a sus pesadas respiraciones y el corazón a punto de salirse de sus pechos.

Finalmente se separaron para mirarse con fascinación, amor y anhelo. Jimin comenzó a caer en cuenta de la apariencia de Jungkook y el hecho de que se encontraba ahora mismo dentro del palacio real.

—Un momento, ¿qué estás haciendo aquí? —preguntó mirando confundido a su alrededor— ¿Cómo entraste?

—¿Qué no es obvio? —responde ladeando la cabeza con una pequeña sonrisa— Te prometí que volvería a buscarte, me infiltré haciéndome pasar por el costurero real para llegar a ti y secuestrarte de nuevo.

Jimin sonríe contemplando embelesado todo su rostro y sofisticado atuendo.

—Te ves tan diferente...

—¿Ah sí? —alzó una ceja y se miró a sí mismo— No quedó tan mal, ¿verdad?

—Te ves precioso, como un príncipe de ensueño.

—¿Y te gusto más así?

—Me gustas más como pirata, pero no puedo evitar amar que te veas igual que yo.

—Bueno, disfrútalo mientras puedas porque nunca más me volverás a ver así.

—Créeme que lo hago —se ríe sin apartar sus ojos de él hasta cambiar a un semblante preocupado— Espera. ¿Qué pasó con el costurero real? ¿Kim Youngsun?

Jungkook se encogió de hombros con una sonrisa traviesa.

—Pues... lo tenemos capturado, pero tranquilo, está vivo. Solamente tomé prestadas sus prendas y utilicé mis conocimientos de costurería provenientes de mi madre que era costurera.

En ese instante la puerta de la habitación comienza a tronar al ser intentada abrirse por los guardias del lugar que inmediatamente habían comenzado a buscar al príncipe Park en el momento en que no lo vieron más. Park se sobresaltó del susto y miró angustiado a Jeon al recordar que estaban en un palacio rodeado de guardias armados.

—Mierda, nos están buscando. Hay que salir de aquí antes de que sea demasiado tarde.

—Tienes razón, tenía un plan de escape, pero no contaba con que nos encerrarías aquí —miró a su alrededor— No veo otra salida.

Jimin también permaneció mirando a su alrededor hasta que vio el balcón y se le ocurrió una gran idea.

—Por aquí —avisó tomando rápidamente la mano de Jungkook y haciendo ademán de irse.

—Aguarda un momento —les detiene repentinamente el pelinegro.

—¿Qué sucede? —se voltea el rubio viéndole confundido para ser recibido por los labios del pelinegro en su boca.

Jungkook tomó ansiosamente el rostro de Jimin y le besó de la misma forma. Un beso fugaz, profundo y apasionado que les descolocó por completo durante unos segundos hasta ignorar los fuertes golpes en la puerta.

—Sólo por si acaso no pueda volver a besarte en mucho tiempo —justificó Jeon al separar sus labios con la respiración agitada y juntar sus frentes.

—No digas eso, vamos a salir de aquí juntos y podrás besarme todas las veces que quieras —sentenció Park viéndole fijamente a los ojos— No me iré sin ti, capitán.

—Así se habla, Alteza —felicitó acariciando su mejilla con una sonrisa orgullosa, sin embargo, su rostro pasó a uno serio— Pase lo que pase, si me atrapan, confía en mí. ¿De acuerdo?

Jimin tragó saliva y asintió firmemente con la cabeza a pesar de sentir una inseguridad en su interior.

—De acuerdo.

⚠ Un aviso rápido, abrí una cuenta de respaldo por si surge algún inconveniente en Wattpad. El usser es melovingkm para que me sigan, espero nunca hacer uso de ella y poder seguir en esta cuenta, grax.

Bueno mis niñas y niños, Jungkook tiene un plan en mente pero sólo es cuestión de éxito que salga a la perfección. Falta la continuación de este capítulo que la subiré el sábado, y si todo sale bien estaría subiendo el final de Belleza Negra para el jueves.

¿Se esperaban que Jungkook se infiltrara al palacio real? En esos tiempos, como antes mencioné, no existían las fotografías y sólo se conocía la imagen de una persona por medio de pinturas o la descripción por parte de otros. Por lo que gran parte del personal del palacio, como el mismo rey, nunca habían visto a Jungkook en persona, así que no sabían que era el verdadero capitán Jeon. Los únicos que lo reconocerían a la perfección serían los guardias y marineros de la marina británica.

Nos vemos, chau <3

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