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016.

Ese mismo día en la noche, Jimin decidió tomar un baño en tina para poder ducharse de forma correcta como habitualmente estaba acostumbrado. Teniendo su propio camarote, volvió a vestirse con sus típicas prendas sofisticadas, fragancia exquisita y cabello impecable. Luciendo nuevamente como la imagen de un auténtico príncipe. Y no es que al estar cautivo en un barco pirata tuviera un aspecto deplorable, al contrario, se duchaba seguido y vestía ropajes característicos del lugar, solamente que se veía muy diferente.

Le resultó extraño salir y encontrar un ambiente sumamente tranquilo, formal y agradable. En efecto un barco del rey no era nada comparado con un barco pirata. De todas formas era de noche y la mayoría de la tripulación estaban durmiendo en sus camarotes, por lo que llevando un abrigo puesto se acercó a la puerta del camarote del Comodoro. Al principio dudó un poco en tocar la puerta pues se escuchaba que estaba conversando con alguien más, pero de todas formas lo hizo.

En cuestión de segundos el Comodoro Kim abrió la puerta y se sorprendió al ver a su Alteza Real.

—Alteza —musitó nervioso pues no esperaba su presencia en el lugar. Jimin logró divisar al capitán del barco dentro del camarote— Lo creía dormido en su camarote. ¿Ha sucedido algo?

—No, para nada. Solamente quería hablar con usted sobre todo lo ocurrido, tengo mucho que comunicarle.

—Por supuesto, Alteza —asintió pero inmediatamente hizo una mueca— Sin embargo, mi plan era dejarle descansar por hoy y mañana hacerle mis preguntas. Ha tenido un tiempo difícil, lo mejor sería que descanse y reúna energías.

Pero Jimin se negó.

—Gracias por la preocupación, Comodoro, pero me encuentro en buenas condiciones ahora mismo y realmente quiero hablarle sobre esto —insistió hasta que notó al capitán del barco acercarse y recordó que habían estado hablando entre sí— Oh, lo siento, no era mi intención interrumpir su reunión.

—Descuide, Alteza, estábamos hablando sobre el viaje pero perfectamente nos puede acompañar y aportar. Adelante.

Namjoon se hizo a un lado para que Jimin pudiera entrar a su camarote y sentarse en una de las sillas que estaban cerca del escritorio con el capitán del barco al lado, quien se trataba de un hombre de mediana edad, con algunas canas y mirada juzgadora.

De vuelta cada uno a sus asientos, Namjoon se enfocó en hacerle preguntas específicas a Jimin sobre todo lo sucedido, pidiéndole que le explicara con detalles la apariencia del barco, la jerarquía, los lugares que visitaron y qué hacían. Jimin se encargó de explicar lo mejor que pudo a lo que lograba recordar, omitiendo algunas partes.

—Bien, Alteza —continuó Namjoon con su interrogatorio— ¿El capitán Jeon le dio algún indicio de respuesta acerca del motivo de su secuestro?

Jimin bajó la mirada y se mantuvo pensativo por unos segundos. La verdad es que hasta hace poco descubrió la verdadera intención que tenía Jeon sobre su cautiverio, pero no creía apropiado contarlo al ser algo demasiado personal, por lo que optó por decir lo mismo que le habían dicho desde un principio.

—Hay... Hay una leyenda... —comenzó a decir con un toque de nerviosismo debido a que no sabía cómo explicarlo sin que pensaran que estuviera demente— Ellos persiguen una leyenda sobre una fuente que otorga la vida eterna a quien beba de sus aguas mediante un ritual.

—¿Qué? ¿Una leyenda? —el Comodoro le miró entre sorprendido y confundido— ¿Cuál es el ritual?

—Se necesita el Santo Grial, la sangre de un heredero al trono y por último el agua de la fuente —traga saliva— Al parecer también se puede resucitar a alguien en la misma fuente, como un sacrificio. Pero lo que ellos querían era mi sangre...

—¿Santo Grial? —habló esta vez el capitán— ¿Habla del cáliz que utilizó Jesucristo en la última cena?

Jimin asintió con la cabeza y el hombre mayor soltó una carcajada mientras negaba con la cabeza.

—Disculpe, Alteza, pero eso es meramente imposible.

—No lo es, yo fui hasta ese lugar y vi el cáliz con mis propios ojos —se defendió con voz firme— El cáliz es real, la leyenda es real, muchas personas están siguiendo la misma ruta con el mismo objetivo de encontrar la fuente.

—Aguarde. ¿Qué lugar? ¿Cuál ruta? —cuestionó Namjoon sin quitar la expresión confundida de su rostro.

—Hay un mapa escrito por Juan Ponce De León quien intentó buscar la fuente pero fracasó en el ritual —se explica intentando recordar las ubicaciones— Primero fuimos a la laguna de Adán para buscar el cáliz, luego desembarcamos en Tortuga que es donde ustedes me encontraron, pero después de eso íbamos a ir a la Bahía Sirena y después hacia las aguas fantasmales que estaban al oeste... No estoy completamente seguro, mi mente no recuerda todo con exactitud.

—Quizás su mente esté más grave que eso... —murmuró el capitán en voz baja compartiendo miradas cómplices con el Comodoro.

—¿Disculpe?

Jimin varió su vista entre ambos sin entender a qué se refería hasta que notó cierta incomodez, seriedad e inclusive ironía en sus miradas.

—Un momento —se levantó sorprendido de la silla sin dejar de mirarlos— ¿No me creen?

Tanto el capitán como el Comodoro permanecieron en silencio y el príncipe no pudo evitar esbozar una sonrisa incrédula.

—Oh, Dios mío, no me creen —concluyó y después negó varias veces con la cabeza— E-Escuchen, sé que es difícil de creer, yo también no lo creí al principio pero-

—Alteza, me temo que ha estado demasiado tiempo en altamar —interrumpe Namjoon poniéndose de pie y acercándose— No dudamos en sus palabras pero es bastante común que alguien que no esté acostumbrado a navegar padezca como consecuencia alucinaciones y fantasías extremas. Procuraré hacérselo saber al médico del barco mañana a primera hora, no se preocupe.

La expresión del príncipe es de película completamente sorprendido y ofendido.

—¿Está asumiendo que estoy loco, Comodoro?

—Su Alteza, yo no-

—No estoy loco —afirmó firmemente viendo a ambos— Yo sé lo que vi y viví, no podemos cerrarnos a sólo lo que creemos y más si no conocemos algo tan misterioso como el océano. Por un momento pensé que era una idea desquiciada de esos piratas pero no, hay muchas más personas detrás de esto y es algo serio. Independientemente de si sea verdad o no, no podemos permitir que algo tan sagrado caiga en manos equivocadas.

El capitán del barco suspiró de forma melancólica viendo al príncipe con lástima.

—Alteza, con todo respeto, creo que esos piratas le lavaron mucho el cerebro porque ahora mismo está diciendo bastantes incoherencias. Si me permite, creo que lo mejor es que vuelva a su camarote y descanse.

Jimin palmeó el escritorio con fuerza luciendo repentinamente molesto y harto.

—¡Es increíble! —soltó una risa seca negando con la cabeza— ¿Cómo es que no pueden creerme? Tenemos que hacer algo al respecto, no soy cualquier persona. ¡Soy su futuro rey, maldición!

—Alteza —intervino el Comodoro con voz apacible pero mirada seria— Entiendo su frustración, pero no seguiremos órdenes de ese tipo que no sean directamente del rey. Le haremos saber todo lo que nos comunicó y él determinará qué hacer ante dicha situación. Por ahora necesito que se mantenga en su habitación a salvo, le recuerdo que tenemos a un rehén peligroso en el barco.

Con la respiración aún agitada, Jimin intentó calmarse pero su rostro enojado y frustrado era algo que no podía borrar. Desgraciadamente el Comodoro tenía razón y por mucho que lo intentara todos en esa nave priorizaban las órdenes del rey antes que las suyas. Lo único que había conseguido es que lo vieran como un completo lunático, pero aún así no iba a dar su brazo a torcer. Concluyó que era imposible hacerles entrar en razón si él desde un principio también se había negado a creer tal locura.

Y sólo había una persona en esa nave que lo entendía.

—¿Qué pasará con Jeon? —preguntó cambiando completamente de tema.

—¿El capitán Jeon? —interroga el mayor haciendo una mueca de desagrado— Ese desquiciado no tendrá perdón del rey ni de Dios, cuando lleguemos a tierra irá directo a la horca por sus crímenes contra la corona y el imperio, como todos los piratas.

Jimin le miró ligeramente sorprendido rozando con su mano su propio cuello y tragando saliva.

—Pensé que terminaría encerrado en el calabozo para siempre, no que le darían una sentencia de muerte.

—La piratería se castiga con la muerte, su Alteza —explica Kim— Jeon Jungkook ha cometido muchísimos de esos crímenes, ningún juez tendrá piedad de él.

—¿Le conocen? —pregunta repentinamente curioso puesto que ambos hablaban con demasiada seguridad sobre el hombre.

—Yo conocía a su padre, el legendario capitán Jeon Juwon —respondió el capitán enfocando su vista en un punto fijo de la habitación— Juwon era igual de despreciable, sucio y bárbaro. Pero no puedo negar que era un pirata magnífico y único en su clase. Un buen hombre —suspiró y cambió su expresión— Pero su hijo es todo lo contrario, Jeon Jungkook está completamente desquiciado, es un hombre extraño, sus ideas y planes son extremistas pero no hay que subestimarlo porque es demasiado astuto e inteligente. Aún así, desde que su padre murió y se convirtió en capitán se volvió un sádico, Juwon era más compasivo con los demás, pero Jungkook no tiene piedad con nada ni nadie.

—¿Cómo es que sabe todo eso, capitán? —cuestiona Jimin viéndole con sospecha.

—Soy uno de los capitanes de la marina del rey, he enfrentando a ambos hombres a lo largo de mi vida como para conocerlos muy bien. Por lo que asumo y advierto, Alteza, que Jeon puede haberle lavado el cerebro con una de sus tantas fantasías. Es experto en manipular a los demás, no deje que lo confunda.

El príncipe le miró dispuesto a responder a la defensiva pero enseguida su mirada se suavizó en cuanto analizó dichas palabras y tocaron una inquietud en su interior.

—Entiendo... —susurró asintiendo lentamente con la cabeza— Sin embargo, no desacrediten ni subestimen mis palabras, caballeros. Porque no he inventado nada de lo que les he dicho.

—Claro, lo que usted diga, Alteza —sonríe falsamente el capitán— Lo tomaremos en cuenta, ahora descanse.

Jimin frunció el ceño y se dio media vuelta para avanzar furiosamente hacia la salida.

—Espere, olvidé algo —Namjoon le detuvo por un segundo y sacó un sobre dentro de su abrigo para extenderlo a su dirección— Es una carta para usted de parte del rey, me pidió implícitamente que se la entregara una vez lo encontráramos.

En silencio el rubio tomó la carta con cierta desconfianza, le dedicó una última mirada indignada a ambos hombres y finalmente salió del camarote cerrando la puerta de un golpe seco. Estando de vuelta en su habitación se sentó en el escritorio y con un abrecartas de oro rasgó el fino papel para poder sacar la hoja en su interior y proseguir a leerla:

"Querido, hijo. Espero estés en buenas condiciones después de lo sucedido, te doy mi noble palabra de que habrán fuertes consecuencias a todos los culpables. Tu coronación se aproxima y el pueblo está preocupado, necesitan un nuevo rey. Pero también quieren una reina. En tu ausencia me tomé el tiempo de encontrarte una hermosa, devota y obediente mujer que podrás desposar una vez vuelvas al palacio. Necesitas gobernar con alguien a tu lado para que no cometas los mismos errores que yo. Es lo que el pueblo quiere y necesita, recuerda, la corona siempre es primero ante todo. No me decepciones.

Atentamente, el rey de Inglaterra."

Jimin desvío su vista de la carta hacia un punto en la habitación mientras intentaba procesar la información leída. No podía escuchar nada a su alrededor más que los fuertes latidos de su corazón al sentir varias emociones a la vez, confusión, ira, tristeza, miedo y traición. Le costaba creer que ahora estaba nuevamente comprometido a otro deber del que ni siquiera hubo consentimiento de su parte. Apenas le costaba lidiar con que sería rey de toda una nación, pero contraer matrimonio con una completa desconocida fue la gota que derramó el vaso.

Arrugó la carta entre sus manos y la lanzó con fuerza hacia un lugar en la habitación. Guiado por esa misma ira desordenó el escritorio y tiró la silla en la que había estado sentado. Llevó ambas manos a su cabeza manteniendo la respiración agitada y ojos cerrados. De pronto saltar por la borda del barco no era una mala idea. Necesitaba calmarse o sentía que iba a explotar.

Necesitaba hablar con alguien. Y solamente una persona se le vino a la mente.

Abrió sus ojos y avanzó rápidamente hacia el perchero para colocarse un abrigo, tomó una lámpara de queroseno con luz amarilla y salió de la habitación.

Buenas, cómo están? Cómo se encuentran? Qué tal les está tratando la vida? Les comento que aún faltan por aparecer nuevos personajes en el fic, así que no se preocupen. Nos vemos el sábado uwu. Les tkm, chau. <3

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