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5. Rodorio



—¿Ya me vas a decir por qué te querías suicidar?

—¡No me quería suicidar, cangrejo descocado! —afirma con vehemencia, restregándose el rostro con las manos—. Deja de decir tonterías.

—¿Qué fue eso entonces?

—Creo que... m-me q-quedé... —se rasca la nuca—, d-dormido —susurra muy bajo.

—¿Qué dices? —exige saber y al no obtener respuesta, le pica una costilla—. ¡Habla bien!

—¡No hagas eso! —se cubre los costados con los brazos, sonrojado por la risa que le dio.

—Habla bien, mio piccolo Re —pide conteniéndose—. No entendí y ya estoy agitado.

—Me... quedé... —confiesa rojo de la vergüenza—, dormido.

La cara de Manigoldo es un poema a la perplejidad y luego, a la exasperación.

—¡¿Dices que este susto fue porque te quedaste dormido, grandísimo gato de juguete?!

—¡No soy un gato de juguete! —lo empuja con las manos—. Además, ¡todo es tu culpa!

—¿Mía? —boquea anonadado—. ¿Por qué ha de ser mi culpa que casi te ahogues?

—¡No eso! Me refiero a que mentiste para convertirte en mi mentor. ¡Jamás me valoraste!

—Ah, eso... —aspira para controlar sus emociones—, cuando sucedió...

—¡No quiero saberlo! —se tapa las orejas y se pone en pie—. Me largo de aquí.

—¡Regulus, al menos déjame explicarte! —se levanta tras él.

—No me da la gana —aclara ofendido, en plena pataleta infantil, caminando rápido para recoger su ropa y ponérsela—. Ya hiciste suficiente daño, ¿no crees? Te lo dije, no te quiero en mi vida. ¿Cuándo lo entenderás? ¿Tanto te gusta rogarme?

El Santo de Cáncer se detiene en mitad del camino. Aprieta las mandíbulas, baja el rostro y su cabello mojado forma una sombra sobre sus ojos dotándolo de una apariencia espectral.

—¿Eso es lo que quieres... —rechina los dientes—, que me aleje de ti?

—Sí, vete de mi vida. No me interesan tus excusas, nada me convencerá de tu inocencia.

Esas son sus últimas palabras. Manigoldo se retira sin mirar atrás. Regulus se obliga a mantener la postura y quedarse ahí, con un inexplicable dolor en su pecho extendiéndose.

"Estoy loco, sólo a mí me dolería que él se vaya. ¡Se lo merece!".




¡Manigoldo y Sisyphus se merecen su indiferencia!

Se lo dice una y otra vez. Esa semana y la que sigue, mientras evade a Asmita, Yato o Hasgard, quienes buscan abrir una brecha entre tío y sobrino. Incluso, se lo dice tras el intento de Albafica de abogar por Manigoldo, a pesar de la sorpresa inicial porque justo el más ermitaño de El Santuario lo defienda.

Nada, absolutamente nada de lo que le digan los otros, lo hará cambiar de parecer. ¡Está harto de las mentiras y manipulaciones!

Manigoldo se lo merece por decepcionarlo y engañarlo para obtener renombre con Su Santidad, sin importarle los sentimientos y las motivaciones de Regulus.

Su tío se lo merece por seguir terco en tratarlo como a un niño y considerarlo incapaz de soportar un entrenamiento serio.

Es culpa de ellos, no de Regulus. Ya suficiente tiene con los desvelos, el estómago revuelto y el dolor de cabeza o con su tristeza y su resignación por mantenerlos lejos de sí.

"¡Se lo merecen! ¡Fue su culpa!" piensa recostado en la cama, mirando al techo de su Templo. "El único idiota aquí soy yo, por estar extrañándolos tanto" exhala con pesar.



El día de su descanso, se harta de evadir metiches, abogados sin título y consejeros amateurs. Aunado a las diversas dudas respecto de sus sueños y lo sucedido en el lago, que no tiene ni pies ni cabeza, decide largarse de El Santuario.

Toma su bolso, algo de dinero y parte rumbo a Rodorio. Desea olvidarse de su tío y del malestar generalizado que padece al encontrarse con Manigoldo por azar. De paso, calla las voces de la manada quienes insisten en que debería hablar con ambos y arreglar el malentendido. ¿Malentendido? ¡Ja! No hay ninguno cuando existe la hipocresía.

Pasea por el pueblo, se deleita con los inventos extraños, los libros y algunas baratijas. Al mediodía, compra algo de pan, queso, leche —ironía de la vida— y se sienta a comerlos en la explanada de Rodorio, viendo pasar a las personas con curiosidad.

—Hey, tú no eres de aquí.

Desvía el rostro y se encuentra con un chico rubio muy agradable. Alto como él, delgado y con un par de cejas que le recuerdan las de Hasgard: unidas por el entrecejo como si fueran una sola. Regulus le muestra una sonrisa y le saluda.

—No, vengo de... arriba —señala a sus espaldas.

Ojalá pase desapercibido y evite las preguntas de rigor por ser un caballero dorado.

—Pues mucho gusto, soy Jonathan —se presenta con una sonrisa candorosa.

—Y yo soy... —se atora con su nombre deseando el anonimato, pero es fatal mintiendo y termina por confesar—, soy Regulus. Mucho gusto.

—¿Regulus? Tienes un nombre bonito. ¿Vienes a hacer un mandado?

—No realmente, vengo para distraerme —le sonríe por inercia—. Es mi día libre.

—Creí que los de arriba no descansaban.

El rojo inunda las mejillas de Regulus y se rasca la nuca.

—Pues... yo sí. Una vez a la semana.

—Debes trabajar con alguien importante para que te den tanta libertad.

—Sí, ¿verdad? —sonríe abochornado y busca un escape—. ¿Y tú, qué haces?

—Yo soy hijo del herrero —lo analiza con intensidad—. Dices que estás acá para distraerte. ¿Quieres ver algo interesante?

—¡Sí, me encantaría!

—Acompáñame —le toma la mano para guiarlo.

Lo lleva por las callejuelas, salen de Rodorio y continúan un sendero. Regulus se deja conducir, intrigado por las intenciones del otro. La caminata termina en una antigua cueva.

     »¡Vamos adentro! —le invita con una sonrisa.

—¿Esto es seguro? —revisa el sitio, se concentra en la cosmoenergía circundante queriendo saber qué tan seguro es.

—Por supuesto, sígueme y fíjate dónde pisas. No te vayas a caer.

Después de la inspección con resultados propicios, se concentra en obedecer la orden. Avanza por la semi oscuridad con el corazón latiendo furioso en su pecho.

—¡Llegamos! —extiende la mano después de un largo paseo.

Regulus se maravilla de la gigantesca cámara. Un enorme hueco en el techo producto de la erosión permite la entrada del sol, cuyos haces caen sobre un claro de agua cristalina.

—¡Es un ojo de agua dentro de la tierra! —musita boquiabierto—. ¡Y en la orilla del hueco en el techo se ve el bosque!

—¡Sí, lo encontré hace mucho! —sonríe Jonathan feliz—. ¿Te gusta?

—¡Claro que me gusta! —se asoma al agua, calculando para tirarse—. ¿Se puede nadar?

—Obvio, por allá puedes entrar y salir sin complicaciones —le señala una vereda—. Hice el camino a lo largo de los meses. Es la zona más baja.

—¡Vamos! —lo incentiva corriendo con rapidez—. Quiero disfrutar del agua ya.

Apenas llega a la zona, se deshace del calzado a brinquitos y luego, del resto de la ropa quedándose en calzones.

—¡Te sigo! —hace lo propio el rubio.

Dos golpes de agua se escuchan después. Los chicos nadan y se divierten buceando. Regulus admira algunas rocas en el fondo del mismo.

—¿Te gustó? —indaga el chico mientras flotan sobre la espalda.

—¡Por supuesto, Jonathan! Me llevaré estas rocas para recordar este día.

—Dime Nathan, es más fácil —le propone entre risas—. Yo te diré Reg, ¿te parece?

—¡Claro! —le sonríe feliz.

Se relaja flotando de espaldas, admirando el techo de la cueva, con sus relieves y estructuras rocosas y por encima, el cielo con sus nubes.

—Tienes muchas cicatrices. ¿Lo notaste? —sus ojos lo detallan con curiosidad.

—Sí, es parte del... —carraspea dándose cuenta de lo que está por decir—, de lo que debo hacer.

—¿Es muy difícil tu trabajo?

—Así, asá —levanta las manos al frente, suspirando de felicidad—. Valió la pena por vivir esta experiencia hoy. Gracias, Nathan.

—Fue un placer, espero que algún día entiendas mi amor por este lugar.

—Lo haré. La naturaleza es muy bella —calcula por la luz del sol la hora—, pero debo regresar.

—¿Volverás?

—Sí, lo prometo —sonríe—. En mi siguiente salida vendré a verte. ¿Te parece bien?

—¡Sí, claro!



De camino a El Santuario. Su corazón late pacífico, libre de conflictos existenciales. Incluso, decide hacer caso a Yato, Hasgard y Asmita: arreglará los asuntos pendientes con su tío. Lo echó de su Templo, sí, pero no lo alejará para siempre.

Sisyphus deberá entender sus demandas. Desea su confianza en sus habilidades. Ojalá abandone el mal hábito de estar preocupado por cada paso que el león da.

En las escaleras rumbo al Templo de Tauro, se encuentra con su dolor de cabeza: Manigoldo. Éste desciende sin prisa, pero sin pausa.

Al posar sus ojos en él, Regulus se ve agobiado por sus emociones. Le angustia el negarle la palabra, después de su ayuda durante el entrenamiento. Sin embargo, se recuerda que se lo merece y no caerá de nuevo en sus engaños.

Debe aprender a ser fuerte y a no dejarse manipular.

—Oye, Regulus, ¿podemos hablar de algo?

El silencio es su respuesta. Manigoldo chasquea los dientes.

     »Por lo menos, deja de hacer cosas buenas que parezcan malas.

—No sé de qué me hablas —encoge los hombros.

—Tienes la cabeza mojada, estuviste todo el día fuera de El Santuario. ¿Fuiste otra vez al lago?

—No te incumbe —le dedica una dura mirada—. Yo no me meto en tu vida, ¿por qué tú sí?

—No quiero que te pase algo y salgas lastimado porque...

—Es tarde para eso, ya salí lastimado —pausa para rematar después—, y por tu mano. La próxima vez, toma tu consejo antes de hacer cosas malas que parezcan buenas.

Vuelve su rostro al frente y sube la escalinata de dos en dos para alejarse más rápido de ahí, dejando a un Manigoldo trabado de frustración.





¡Hola, mis paballed@s!

Me gustaría aclarar el ojo de agua y la cueva vista desde el interior. Para eso, fíjate en la imagen del encabezado. 

En realidad, es un cenote (del vocablo maya ts'ono'ot  que significa "hoyo con agua"). En otros países se les conoce como dolina o torca, pero como este fic se desarrolla en el siglo XVIII, me tomo la atribución de que los personajes desconozcan su nombre (porque en Grecia, por ejemplo, sólo encontré que existen en la isla de Cefalonia), y lo consideren un ojo de agua con una abertura en el techo xD.

Gracias por las lecturas, los comentarios que me hacen el día y las estrellitas.

Te mando una canasta de chocolates y una de palomitas porque... se viene, mis Paballed@s. ¡Se viene el drama!

¡Hasta el próximo martes!

Pd. ¡Un aplauso para @LaureNRamirez23 porque le dio a este fic el voto número 69! En honor a ello, se ha ganado elegir entre:

a) Una escena a su elección que haré para este ManiReg y presentaré en un capítulo próximo, o

b) Un One Shot sobre alguna pareja de su elección y temática a realizar en el futuro.

Así que, espero su mensajito en el Buzón.

¡Felicidades!


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