La misión concluyó, no tengo más órdenes. No te deseo una existencia sin saber qué ocurrió con aquellos quienes te buscaban. Así que hoy conocerás, "bella" y frágil creatura, la razón por la cual sigues irradiando vida.

Antes que tuviéramos el mote de "los que no ven belleza", nuestros creadores se hacían llamar "humanos" y nos impusieron el nombre de "robots". Nos originaron para ayudarlos a progresar, a florecer y conseguir todo lo que fuera su deseo. Su voracidad creció más rápido que la compasión y desataron conflictos imposibles de resolver; y así como su esencia cambió, nosotros fuimos reprogramados: ayudábamos a menguar, a marchitarlos, a poner la voluntad de unos sobre los anhelos de otros.

Nunca se dieron cuenta en qué momento cambió la razón de su guerra: primero fue por la tierra, luego por la comida, después por el agua y por último, cuando ya no tenían fuerzas para continuar y sólo quedábamos nosotros, por ti. Y fue hasta ese punto sin retorno que pudieron entender la diferencia que los separaba de entre todas las especies: concebir y apreciar la belleza.

Nos dotaron de intelecto para seguir sus órdenes: defiéndanla con todas sus fuerzas y hasta las últimas consecuencias. Así lo hicimos.

Ahora te dejaré aquí, dentro del cuerpo del último de "los que veían belleza", para que crezcas y decidas cuándo morir.

Y así como yo no puedo entenderte, ni gozar de tu belleza, tú tampoco comprenderás, aunque te esfuerces, que seas la causante de la destrucción de todos, pues vales más que la tierra, el alimento, el agua y la vida humana. La última flor del mundo.