Capítulo 7
Jaelyne
Desierto me dijo todo lo que tengo que hacer para recuperar a mi familia y a mis amigas. Reviso el mapa, entonces alzo la vista y sonrío cuando al fin llega Askar.
—¡Te tardaste mucho! —me quejo.
Él salta de su dragona y se acerca hasta mí.
—El Reino del Cielo ya subió su plataforma, así que está más lejos todavía, además tuve que esperar este permiso. —Me muestra un papel que acto seguido se lo entrega a un guardia—. Hay que comportarse lo mejor posible ahora, ya que los reinos se están restaurando.
Bufo.
—La burocracia no es lo mío, yo actúo y rápido.
Se ríe.
—Y así nos caes bien a todos.
—Mentiras, le caigo mal a medio mundo, solo le caigo bien a unos pocos, porque soy una alterada.
Comienza a caminar y lo sigo.
—No te creas, ¿eh? Has madurado.
—Ni tanto. —Me río—. ¿Y? ¿A dónde vamos?
—Según el mapa... —Me lo saca de las manos—. Abajo. —Señala unas escaleras.
—¿Los acompaño? —Vemos a Wash cruzado de brazos al final del pasillo, luego baja las manos y se nos acerca—. ¿No estarán pensando en no incluirme en esto, cierto? —expresa molesto.
—Para nada —le respondo—. Es que estabas ocupado y no te quise interrumpir —explico refiriéndome a que vi que hablaba con varias personas.
—Más lejos esté del comite, mejor —exclama a regañadientes.
—Eres el rey, no te quejes. —Se ríe Askar.
—Solo hasta que Kael regrese —aclara.
—Te dije que eso no va a pasar —le recuerdo—. Kael y yo nos vamos a ir a otro lugar, nada de reinados, además tenemos que volver con el pueblo de los metamórficos, esa gente todavía me necesita.
—Cuando se restaure por completo el reino, ya no te necesitarán.
—No cambies mis planes, te recuerdo que tú me involucraste con esa gente.
—Sí, pero mis prioridades ahora son otras —expresa con altanería—. Además esa gente está libre y nadie la busca, tengo todo controlado.
—¿Ves? Eres un buen rey —me burlo, aunque hay un poco de razón en mis palabras—. Así que no metas a Kael en eso.
—Yo solo digo que quizás Kael quiera ser rey y tú no lo dejas.
Abro la boca para responder, pero me callo, no tengo argumentos para eso, así que lo insulto.
—¡Maldito imbécil!
—Bueno... —Se ríe nervioso Askar—. Calmemos las aguas ¡Oh, qué casualidad! Tengo que buscar a Rebecca. —Se dirige hasta las escaleras—. ¿Qué no querían encontrar a los demás rápido? —tira una indirecta y lo seguimos.
La escalera de caracol, tan finita, empinada, con paredes oscuras y gran profundidad, parece infinita.
—¿Por qué no había visto nunca este lugar? —consulto.
—El reino tiene muchos pasadizos secretos y antiguos, como cuando te mostré donde encerraban a los metamórficos —explica Wash.
—Mm, entiendo.
Los últimos escalones llevan hasta una pared sin salida, Askar revisa el mapa y toca un ladrillo, entonces se abre una compuerta oculta.
¡Ahora entiendo más!
—¡Hay runas aquí! —Me sorprendo.
—Todo lleva a las runas —acota el pelirrojo—. Siempre.
—Dame eso. —Wash le quita el mapa y lo observa—. "Para abrir las puertas del limbo, debes elegir las opciones correctas" —lee las letras que yo ni Askar pudimos descifrar.
—¿Qué idioma es ese? —Se ríe—. Me suena.
—Acertijos de la Diosa de la Creación.
—¡Ah, tiene sentido! —expresa animado Askar.
—Bueno cuando dejen de hablar en chino, abran la puerta o lo que sea—me quejo.
—¿En chino? —Me mira confundido.
—Habla de una etnia que hay en Paraleio —le aclara a su manera Wash, como explicaría alguien de Aeistian, que conoce un poco sobre mi mundo.
—Tú sí que sabes de todo —le hace un cumplido.
—Necesitas viajar más, principito.
—Madura, Fared, me das dolor de cabeza, te acabo de elogiar, se agradece —le da un sermón.
—Ignóralo —le pido a Askar—. Wash es así, no va a cambiar ahora, lo que en este momento importa es abrir el camino al limbo.
—En eso estoy, hasta que me interrumpen —exclama mi ex.
—Irina tiene mucha paciencia —opina Askar sin ningún tacto—. Perdón, se me escapó. —Se ríe otra vez.
—¿Disculpa? —Wash lo mira de muy mala manera.
—Admítelo, eres un malhumorado y no haces nada por cambiarlo, te falta actitud.
—La gente se puede ir a la mierda y tú también. —Lo apunta con su espada, entonces Askar saca la suya—. Así que ahora sacas tus mañas, salvaje.
—Chicos, chicos. —Me pongo en medio—. No es momento, además... —Observo a mi amigo—. Askar, tú mismo dijiste, que hay que calmar las aguas.
—Él desenvainó su espada primero—me responde el pelirrojo.
Miro a Wash.
—Debes admitir que crees que todo el mundo va a atacarte, pero no es así. Yo antes pensaba lo mismo, sin embargo entendí que todavía hay gente buena.
—Tú eres una diosa, tienes un maldito culto —expresa indignado el rubio—. En cambio yo soy un híbrido que nadie quiere, así que no me vengas con comparaciones estúpidas.
—Irina te quiere —le recuerdo—. Y yo no te odio, así que cálmate, hasta Kael deseaba acercarse a ti, pero tú lo alejaste, por lo tanto debes admitir que Askar tiene un poquito de razón.
—Ya me cansé de hablar de esto. —Guarda su espada y agarra el mapa que se le cayó cuando la había desenvainado—. Sigamos.
Presiona unas piedras con runas pintadas, las distingue rápidamente, entonces el suelo comienza a temblar y otra escalera surge del suelo, aunque estas son muy diferente a las del formato del castillo, son transparentes, hasta parecen de agua.
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