V
Capítulo dedicado a mi querida I-Honne eres la luz de todas mis ideas y la que me da un golpe cuando sabe que hago algo imprudente. Esta historia es toda para ti y espero la disfrutes ^^
Era la cosa más increíble que había visto, cuchillos, tenedores y cucharas bailando sobre la mesa como si de verdad hubiera música, era algo más profundo, ella podía pensar en cualquier tonada y los cubiertos seguirían bailando como si puedo eran escuchar sus pensamientos. Los platos daban vueltas en el aire haciendo formas que la dejaban con su mandíbula hasta el suelo, sartenes y ollas a su alrededor, comida pasando frente a ella insitandola a probarla y no podía negarse cuando su sonrisa era la cosa más resplandeciente que meliodas había visto.
Elizabeth metió su dedo dentro de un pudin de chocolate y luego lo lamio, tomó una rebanada de pay para morderla soltando pequeños chillidos de lo delicioso que estaba y aplaudía cada que el demonio hacía algo que la dejaba imprecionada. Lo miró fijamente aprovechando que él estaba de espaldas usando su magia espectral para darle ese show. No era tan malo como ella lo pensaba, o tal vez solo estaba intentando engañarla para poder acercarse lo suficiente y matarla. Negó, lo habría hecho desde hace mucho, además, si en verdad la hubiera querido muerta lo habría hecho desde un principio, no le habría importado cuando se lanzó por la ventana o no la habría curado en primer lugar.
Dejó su sonrisa gigantesca para poner una más pequeña, pero igual de verdadera que la otra. Se sirvió un poco de postre danzante que estaba cobre la mesa y luego sintió su corazón latir fuerte cuando unos cuantos violines llegaron y empezaron a tocar una melancólica tonada. Eso le hizo sentir un escalofrío por su espalda y algo parecido a un deja vu.
Esa canción ella ya la había escuchado antes, era seria, pero llena de una celestial paz que lamentablemente no le trasmitía. Incluso el viento afuera se puso inquieto al reconocer la canción de la destrucción y el espíritu de los rosales bailaron afuera con la naturaleza haciéndole caricias a su cuerpo desnudo. Los pasados 10 minutos habían sido algo extraordinario, un ambiente cálido, diversión y miradas brillantes, luces y más luces como para volverse eso tan de pronto.
Miró con sus esferas azules al que inició aquello y se quedó realmente en blanco, el amo del castillo parecía ido. Sus ojos negros no tenían el brillo divertido con el que habían iniciado aquella hermosa velada, podía saber que ni siquiera era realmente él quien lo controlaba todo ya que sus manos habían vuelto a sus costados y sus ojos sólo seguían a los cubiertos que habían hecho algo contrario a lo divertido. Las velas en las paredes se apagaron con el fuerte rugido de el pasado intentando aplastar los y lo único que se mantenía prendido era la llama de el candelero con el que ambos habían llegado.
Lo recordaría siempre, ya no eran bailes o formas de animales, flores y castillos que le mostraban el mundo, eran humanos lo que todo objeto en ese espacio estaban interpretando, una obra de teatro trágica y espectral. La figura de dos personas tocando sus manos mientras la música del violin incrementaba rápidamente y todo parecía ir a su ritmo de caos, una mujer tomando una mano, una mano desconocida cortando una rosa y pinchandose con las pequeñas espinas al momento de hacerlo, una sonrisa resplandeciente, una luna, un cuchillo de sacrificio que le heló la sangre al verlo. Era como vivir una pesadilla o ver lo que alguien vio, alguien que le causaba ganas de llorar por alguna extraña razón.
—Señor meliodas, pare—exclamó al momento de ponerse de pie y caminar rápido hacia él, pero no reaccionaba, sus ojos y cuerpo habían empezado a temblar de ver eso. Sus pensamientos estaban en un vacío negro del cual no podía salir y la respuesta era que en realidad no quería hacerlo. Era su pieza faltante, eso que odiaba, ese nudo en su garganta que me impedía respirar, esa espina de rosa incrustada en su corazón...o tal vez esos rosales le habían dejado una espina en su interior durante sus ataques a su cuerpo y lo que sentía era pura alucinación—¡Señor meliodas! —
—¡Silencio! —grito mirándola fijamente y luego volviendo a verlo todo, una noche de luna llena, un par de alas gigantes, el castillo que había sido su prisión y cuando los objetos estaban formando una cara conocida y desconocida a la vez...todos cayeron al suelo creando un estruendo que dejó sorda a elizabeth durante unos segundos.
Solo hasta ese momento el blondo reaccionó saliendo de su mente y parpadeo confundido. Eso ya no pasaba, solo paso durante los primeros 5 años de maldición en los que no sabía controlar su instinto y ahora otra vez se había descontrolado todo. Alzó una mano cabizbajo y los objetos volvieron a moverse, no para divertir a la humana a su lado, no para tratar de ver aquella pieza faltante que lo tenía hueco sino para volver a su lugar. Todo quedó bien guardado en las vitrinas, los instrumentos musicales volvieron arriba y todo desapareció como si nunca hubieran estado ahí en primer lugar.
Meliodas soltó un suspiro sabiendo que lo había arruinado otra vez y la había asustado, se dio media vuelta esperando encontrar esa mirada de miedo solo para actuar burlón o indiferente ante ella. Se quedó estupefacto cuando encontró todo lo contrario, el ceño de la mujer estaba tenso por completo, sus labios fruncidos y sus ojos llenos de una confusión molesta que podía comprender. Había pasado de estar tranquila a volver a sentirse con miedo a su alrededor.
—¿Qué fue eso? —preguntó por fin intentando no titubear pese a que aún sentía a la flor del miedo a nada de abrirse en su corazón.
—No lo sé —la cara que ella puso le enfado. Lo sabía, sonó a algo demasiado estúpido viniendo de quien lo causó, pero no podía explicarle porque no lo sabía, si siquiera era capaz de reconocer todas las escenas que su parte faltante intentaba regresarle, mucho menos sabría como explicarle a una completa desconocida.
—Debe de ser una broma—
—Es la verdad, no lo sé—ella solo soltó una risa irónica cruzandose de brazos. Meliodas se molesto aun más y la reto con la mirada, si decía alguna otra cosa lo iba a desquiciar.
—Pensé que...—tomo algo de aire buscando calmarse—Creí por un momento que esto iba a arreglar esta situación, que iba a ayudarme a no sentirme desesperada y enloquecer aquí—
—Lo lamento, princesa—escupió aquellas palabras que ella tomó a modo de ofensa—Hay cosas en este lugar que tu pequeña mente de humana no puede comprender—
—¿Disculpa? No soy una estúpida, se cosas y soy capaz de comprender—atacó una vez más, no iba a permitir que le dijera que no sabía cuándo quería comprenderlo. Debía de hacerlo, de no ser así pasaría sus últimos días en un lugar que podía matarla en cualquier momento—Solo necesito que cooperes—bajo su tono de voz y relajo su entrecejo. El demonio no bajó la guardia a pesar de eso y la albina supo que solo iba a convencerlo si le decía lo que sentía. Enrojecio levemente, camino hacia su lugar para picar el pedazo de pastel que se había servido anteriormente y suspiro—Escucha, no planeo que me entiendas y tampoco planeo someterte a lo que yo quiero. Soy humana, tengo miedo por naturaleza y este lugar es algo que no debería de ser real—el blondo relajo sus músculos y luego se sentó en la silla frente a ella para verla. Con eso la albina supo que tenía su completa atención—Queiro entender, por favor te lo ruego, no puedo vivir sabiendo que estoy atrapada aquí con esas rosas malditas afuera y contigo aquí adentro. Entiende, no me siento segura—se quedaron unos momentos en silencio. Meliodas relamio sus labios un poco preparando su respuesta en su mente y tras tomar una postura un poco más decidida abrió sus labios rosados
—¿Qué fue lo que te trajo aquí? —la humana lo vio con desilusión, esa no era la respuesta que esperaba—Mencionaste algo está mañana, me pides que te cuente la historia de este estúpido lugar sin saber tu historia para empezar—no podía debatir con ese punto, pero esa historia era una herida que aún no sanaba y que ardía más que las cortadas en su muñeca.
—Bien —accedió incapaz de mirarlo fijamente aún sabiendo que este usaba su encanto para seducirla y que lo viera—Soy una chica del pueblo, el mas cerca de aquí en realidad. Desde que soy pequeña tengo pesadillas que me impiden dormir bien y enferme de gravedad cuando me negué a volver a descansar—parpadeo varias veces para que las lágrimas no salieran—Mi padre me enseñó a leer cuando mejore, me dijo que si era capaz de conocer historias más bonitas que las que mi mente me daba entonces iba a poder dormir. Funcionó, mientras aprendía las pesadillas se alejaron por completo—
—¿Qué soñabas entonces? —preguntó ya calmado y con la curiosidad y emoción en su mente. Era la primera vez en mucho que tenía una conversación con alguien, una verdadera conversación, una voz dulce que llamaba su atención en vez de la voz de esas plantas desquiciadas. La mujer por fin volteo a verlo y sus miradas chocaron, se vieron perfectamente gracias a la grata iluminación y se quedaron fascinados por sus ojos. No sabía que le causaban, no era sólo nostalgia y dolor, era algo que no sabía expresar, su miedo y desconfianza en esas esferas azules las hacía ver más hermosa que nada y ella pudo ver como detrás de la oscuridad había algo más que solo maldad, no era una pared dura de hielo, era una manga cálida que debía de descubrir ella misma
—Aveces nada, aveces soñaba con la misma historia. La mayoría de veces solo era yo flotando en lo más profundo de mi mente. Crecí amando los libros, eran mi salvación a todo este mundo, pero en mi pueblo solo las brujas tenían conocimientos por lo que mi padre se aseguró de cuidarme para que nadie me descubriera—meliodas frunció el ceño
—¿Entonces eres una bruja? —
—¡No! —grito rápidamente dando un golpe a la mesa. Se avergonzo cuando perdió la compostura y prosiguió—Jamás sería capaz de intentar ser igual a las diosas, solo calmaba a mi mente. El día de ayer mi padre me dijo que comprara un solo libro ya que jamás volvería a ir a la biblioteca, debía de concentrarme en buscar marido en vez de vivir en las páginas según mi hermana—quiso derrumbarse cuando menciono a su familia, aún le dolía haberlos dejado, rogaba que no les hubieran hecho nada después de perderla de vista—No se que me sucedió, estaba emocionada, más de lo normal, fue como si alguien me susurrara al oído que le diera un vistazo al mi libro y caí en su trampa. El sacerdote me vio y me acuso de brujería, mi familia me ayudó a escapar, pero cuando lo hice todo el pueblo ya iba detrás de mi—no lo pudo aguantar y dejó que dos lágrimas cayeran de sus ojos y resbalaran por sus mejillas —Salí del camino ya que estaba rodeada por ellos y por los lobos, pase por el claro del bosque pero un lobo mordió a mi caballo y me hizo caer, vi ante mis ojos como todos lo decoraban y aprovechando que no me prestaban atención seguí corriendo. La gente estaba cerca y mi única solución fue entrar a este castillo, intente romper las enredaderas pero me lo impedían y eso solo me lastimó mas, después de un poco cedieron permitiéndome entrar y pues, me viste tú —finalizó mientras el blondo la miraba sin expresión alguna sintiendo pena por ella, una profunda pena de verdad. Era solo una niña que se había visto obligada a abandonar su casa por un desquiciado cegado por su creencia. Odiaba a esas malditas diosas
Elizabeth se limpio las lágrimas de inmediato y levantó la cabeza para mirarlo, supo que era lo quería así que solo se aclaró la garganta y suspiro
—No te estaba mintiendo, no se mucho de aquí—ella se sintió aún más decaída y molesta. Le había contado toda su historia como para que él solo le dijera un jodido "no lo sé" estaba a nada de gritar cuando lo vio levantar su mano pidiéndole que le permitiera hablar antes de enfadarse— Mi memoria de antes de este lugar y de lo que soy ahora fue arrancada de mi mente, aún puedo recordar el dolor que sentí. Las rosas siempre han estado y siempre han sido hostiles ten cuidado y lo que paso—rasco su mejilla—Solía pasar durante mis primeros años aquí cuando aún no controlaba esta magia, justo ahora no se porque sucedió hace mucho que no pasaba—
—¿Pero que fue lo que pasó exactamente? —el demonio se relamio los labios
—No se, no entendí nada de lo que pasó—finalizó poniéndose de pie. Elizabeth se sentía devastada, aún no sabía mucho de ese lugar y ni su mismo amor lo conocía bein, solo le dijo cosas que ya sabía. Las rosas en verdad eran malas y le sorprendió el hecho de que no sabía ni que había hecho para estar ahí. Se arriesgo un poco al ir corriendo a su lado para no quedar a oscuras y abrió su boca titubeando
—¿Qué fue lo que hiciste? —este la miró con el ceño fruncido, ¿acaso no había escuchado que había perdido el control de su magia? —No me refiero a lo que paso hace rato—exclamó un poco obvia al ver su mirada—Habló de lo que te llevó aquí, ¿estas maldito no? ¿De verdad no recuerdas el pecado que cometiste? —aunque debía admitir que su boca era demasiado ruidosa y que no quería hablar de eso, no podía dignarse a no hablar cuando ella sí le contó todo. Solo negó con la cabeza algo fastidiado y le indicó dar una vuelta, elizabeth reconoció que no era el área del palacio en el que se encontraba su antigua alcoba—Lo lamento, debe ser feo estar maldito y no saber la razón—
—¿Acaso nunca cierras la boca? —habló entre dientes irritandose de sus condolencias, se sentía peor si es que lod ecia no le ayudaba en nada. Suspiro un poco abriendo una puerta más grande que la que ella tenía antes y reveló una mejor habitación, empezando por el hecho de que estaba más iluminada eso le ayudaba mucho, tenía una chimenea con las llamas bailando sobre la madera y saludando a su inquilina, un sofá de terciopelo rojo que se veía muy cómodo y le dejaba ver hacia afuera, una cama con cuatro pilares es sus esquinas y un techo de tela que cubría su cabeza y las cobijas estaban limpias sin una grano de un polvo que se acumulaba por lo viejo del lugar.
Elizabeth volteo a verlo esperando su aprobación para entrar a lo que él solo asintió y le hizo la seña para que entrará. No lo espero, se adentro como niña pequeña aun impresionada de tener algo que nunca se espero y pese a que el viento de la soledad la golpeó como el frío invierno, su lado humano y materialista soltó un pequeño jadeo de la sorpresa. Volteo a verlo tomando las puertas lista para cerrarla y lo divisó dando la vuelta para retirarse a la que era su propia alcoba. Cerró las puertas haciendo un eco por el solitario lugar y dejando a meliodas en el pasillo.
Suspiro al fin solo, eso había salido mejor de lo que había esperado, habían hablado y al menos esta vez no había corrido lejos con sólo verlo, sonrió incapaz de ocultar al sentimiento que encontraba el camino a su corazón, ¿Cuál era su nombre? Felicidad, si es que su escasa memoria no le fallaba
—Oye—volteo con los ojos bien grandes al escuchar la voz de la mujer que lo observaba desde la puerta. Ella mordía su labio inferior con un poco de nerviosismo y tenía una sonrisita infantil que lo enternecio—Gracias por la comida y por los postres, se que no comí tanto, pero estuvieron deliciosos—el silencio reino durante segundos que parecieron horas. Las rosas entraron al castillo solo para poder ver rogando a la deidad suprema que no sucediera lo mismo e nuevo, pero sólo presenciaron como el demonio a sentía un poco y abría sus perfectos labios
—De nada—
¡Oh meliodas! No debiste mirarla a los ojos. ¡Oh meliodas! No debiste de desvía tu mirada hacia sus carnosos labios entreabiertos. ¡Oh meliodas! No debiste repetir la misma historia. Tu mente te traiciona y tu humanidad perdida te incitaba a hacerlo, no dejes que su olor te embriague cual cerveza o que sus acciones te seduzcan, caerás a sus brazos y te lanzaras por un barranco buscando besar su piel desnuda y conseguir su amor, ¿Acaso tu interminable sufrimiento valía la pena solo por tenerla en tus brazos? , ¿Por qué no la matas y ya? La humana sería tu perdición ¡El destino te lo dice!. ¡Oh pobre campesino desdichado! Debiste dejar que la diosa muriera desangrada aquel día de lluvia ácida.
El demonio se dio media vuelta perdiendose en la oscuridad dejando que elizabeth se sienta nuevamente miserable. Cerro sus puerta finalmente para darse la vuelta y descubrir un lindo capullo de flor sobre su ventana, camino hacia la cama solo para sentarse y mirar fijamente a el fuego. No quería hacerlo, no debía de, el sueño mataba su alma lentamente y la necesidad de dormir era más fuerte que su miedo a lo que pudiera ver. Sintió como algo la abrazaba notando los pétalos de las flores malditas sobre su mejillas y cerró sus ojos sin poder aguantar el cansancio
—Duerme pequeña niña, duerme—susurro la voz fémina sobre su oído—Descansa, pues no volverás a hacerlo jamás—Fue lo último que escucho cuando la oscuridad finalmente venció sus ganas de mantenerse despierta. El viento rigió contra la ventana, el olor poco hogareño del lugar la hizo fruncir el entrecejo y leí tras ella se enfrentaba a las pesadillas justo ene l núcleo de su problema, su padre y su hermana tenían los pies a pocos metros del suelo.
Habían sido ahorcados frente a todos como una amenaza a todos aquellos que osaran ayudar a una fugitiva de las diosas a escapar con un claro letrero debajo de sus cadáveres. "Cómplices de la bruja"
*
F UnU
Un poco cruel esto último, pero tiene todo el sentido del mundo *un minuto de silencio por Verónica y bartra* *pasa un minuto*
Literalmente busque música de violín épica (aunque no quería que el momento fuera épico solo que fuera rápido XD) y me gustó esa asi que lo puse, espero no sea molestia ^¬^
¿Qué les pareció? ¿Les gustó? Espero que si. Debo admitir que este capítulo me hizo sentir escalofríos en más de una parte, espero haber conseguido el mismo efecto en ustedes ^^✨🌹
Sin más que decir, lamento faltas de ortografía las corregiré luego y nos veremos en algún otro capítulo 🌹🩸
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