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Capitulo 26


Acomodo mi cabello para luego sentarme y ver cómo Gaspar toma asiento en una de las sillas frente a mi.

     —Quedate conmigo esta noche.

Lo observo directamente a los ojos por varios segundos mientras voy sintiendo como mis mejillas se calientan debido a sus palabras.

Cuando me dispongo hablar, se escuchan tres golpes en la puerta.

     —Adelante— me aclaro la voz mientras me levanto de la silla cuando veo entrar al señor Paul— Señor Paul, ¿Como está? espero no le incomode la presencia del señor Licciardi.

Le extiendo mi mano y él la toma para depositar en beso en ella, Gaspar al ver mi expresión de incomodidad se levanta rápido y lo saluda cordialmente.

     —Señorita Palmer, preferiría platicar a solas con usted— desvía un poco su mirada hacia Gaspar, quien se mantienen serio.

Antes de poder responderle al señor Paul. Gaspar se sienta en la silla, colocando su pierna izquierda en la derecha para luego hablar.

     —Tiene razón, señor Villafranca. Pero la señorita Cassandra y yo tenemos una reunión muy importante, pero como su llamado fue de imprevisto y como usted dijo "es de suma importancia" le propuse a ella que lo atendiera a usted primero para luego nosotros marcharnos a nuestra reunión.

Gaspar termina de hablar para luego apoyar sus brazos en los acostados de la silla y juntar ambas manos, mientras observa de manera seria al señor Paul, me da mucha risa la cara de incomodidad que tiene ahora el señor Paul asi que me apresuro en hablar.

     —Exacto señor Paul y como me imagino que esto será rápido. por que está reunion de verdad es muy importante.

Él señor Paul se voltea a mirarme y darme un rápido escaneo por todo mi cuerpo, se aclara la garganta para luego hablar.

     —Si es de suma importancia como ustedes están diciendo. Puedo venir en otro momento— me apresuro en hablar, pero sin sonar desesperada.

     —Oh no, no señor Paul. Créame nos queda el tiempo suficiente para atenderlo.

Él señor Paul no sabe que hacer, hasta que cierra sus ojos y suspira. Toma asiento en la otra silla libre para luego disponerse hablar.

     —Esta bien, la llamé hoy por que hace tres días pedí seis cajas de vinos. Las cuales me llegaron ayer— se calla por un momento, momento en el que yo asiento confundida y hablo.

     —No veo el problema señor Paul, usted sabe que las entrega se hacen tres días después de haber hecho el pedido.

     —Y en efecto señorita Palmer, el problema aquí es que, en unas de las cajas faltaron dos vinos.

Sorprendida por lo que acabo de escuchar le respondo.

     —¡¿Como?! esto tiene que ser un error—me levanto y coloco ambas manos en el escritorio— antes de salir un pedido se realiza una inspección para verificar que todo esté bien.

     —Al igual que a usted, a mi igual me tomo por sorpresa ya que, llevo años con ustedes y jamás había pasado algo asi.

Empiezo a caminar por la oficina de un lado a otro mientras escuchó hablar a Gaspar con él señor Paul. Esto tiene que ser un error, jamás en la empresa había pasado esto, siento como la rabia recorre por todo mi cuerpo y camino hacia el escritorio.

     —¿Cuales fueron los vinos que le faltaron?— mi voz sale dura y fijo mi vista en él señor Paul.

Ambos hombre en su rostro reflejan sorpresa y deseo por el tono de mi voz, está demás decir quién me mira de esa forma. Pero realmente no le tomo importancia ahora. Ya que, la rabia reina en mi.

     —Dos de Fressia

Marco el número de afuera y al tercer pitido Claudia atiende y antes de que ella hablé, yo hablo.

     —Claudia consigue dos vinos de fressia y me las traes a la oficina, en cuanto las tenga pasa sin tocar.

Y sin esperar respuesta cuelgo, cierro los ojos y suspiro.

     —Señor Paul le pido disculpa por esta gran falta de parte de la empresa— él señor Paul se levanta arreglándose su saco negro.

     —Señorita Palmer no quisiera traer problema con esto qu...— levanto mi mano a siéndole callar y hablar.

     —Nada de eso señor Paul, me apena con usted porque es uno de nuestros más fieles clientes y que estó, pase ahora realmente me apena.

En eso la puerta se abre y veo entrar a Claudia con un rostro de preocupación. Deja las dos cajas de vinos en el escritorio.

 
   —Una vez mas señor Paul. Le pido una disculpa por parte de la empresa— agarro mi cartera, teléfono y saco— Claudia para el día lunes quiero una reunión general— ella asiente— señor Licciardi nos vamos— avanzó hacia la puerta de la oficina pero me detengo en el umbral y volteo hacia Claudia— y por favor cierra la puerta de la oficina cuando te vayas.

Sin más me encamino hacia el elevador con Gaspar tras mío. Una vez que estamos en el desierto del estacionamiento, Gaspar me toma de los hombros para echarme hacia tras y pegar mi espalda de mi auto.

     —¿Te han dicho que así de molesta te ves ardiente?.

Su voz ronca hace que se apacigue un poco la rabia de hace unos segundos atrás. Alzó una ceja para luego dejar salir una sonrisa socarrona, me acerco a su oreja para morder un poco su lóbulo y susurrar.

     —Eso y mucho más.

Gaspar coloca ambas manos en mi rostro para alejarme un poco de él y luego besarme como si no hubiera un mañana, le sigo el beso y mis manos suben a su sedoso cabello.

Siento como su lengua pasa cuidadosamente entre mis labios para luego encontrase con la mia y así formar una danza entre ellas, como si se conocieran desde siempre, anhelandose desde siglos atrás. Ambos nos separamos en busca de aire y él apoya su frente con la mia.

     —Tus besos me traen loco, me hacen querer estar todo el día entre ellos— suelto una pequeña risa.

     —Tus labios también son una tentación para mi Gasparin.

     —¿Entonces, te quedas conmigo está noche?— me separo de él y niego con la cabeza.

     —No.. no puedo Gaspar. Si puedo ir y cenar, pero quedarme toda una noche contigo no.

     —¿No puedes o no quieres?.

Él hace un puchero y yo río con su gesto tan infantil, pero que sin duda lo hace ver sexy. Le doy un pequeño beso en su puchero.

     —De querer, claro que quiero pero no puedo, no puedo dejar así a Stephan, ¿Que le diría?.

     —Esta bien, en parte tienes razón— hace una mueca de disgusto— bueno, ¿Te parece cenar?.

     —¿Solo cenar?.

     —Solo cenar— coloca su mano izquierda en el pecho y la otra la coloca en su frente, pareciéndose asi como un militar y yo comienzo a reír.

     —Te gusta hacerme reír, ¿No es así?.

     —Me gusta verte relajada.

Se acerca a mi y nos volvemos a besar, después de un rato entre besos y risas. Me monto en mi auto para ir hacia la casa de mis padres donde se encuentra Stephan.



°°°


     —¿Y, como me veo?.

Nerviosa me paso las manos por mi corto y ajustado vestido negro.

     —Hermana, siendo sincera. Te ves malditamente ardiente.

     —Concuerdo con Emma— Lucia habla mientras se acomoda en la cama y se sienta en modo indio— te dije que esas medias negras te quedarían malditamente bien.

Les guiño el ojos a ambas y me volteo hacia el espejo de cuerpo completo. Lucia tiene razón, las medias semitransparentes negras se me ven bien, pensaba que me quedarían mal ya que, el vestido y los tacones son negros.

     —Si fuera lesbiana, no hubiera perdido el tiempo en hacerte mia.

Lucia me lanza una de sus miradas pervertidas seguido de un beso a lo que Emma y yo carcajeamos.

     —Que signifique que tú, fueras lesbiana. Yo seguiría igual como ahora, siempre me han gustado las pollas— subo y bajo las cejas en dirección a Lucia.

—Por eso digo, si fuera, pero a mi igual me gusta las pollas y bien dotadas por cierto.

Y sin mas, empezamos a reír del comentario de Lucia. Agarro mi pequeña cartera negra donde solo logro meter mi tarjeta, el teléfono, las llaves de mi casa y las del auto.

     —Bueno ya es hora de irme.

Dirijo mi vista hacia la mesita de noche de mi habitación donde se encuentra el pequeño reloj blanco y veo que son las ocho con veintisiete minutos.

Ellas bajan conmigo acompañándome hasta llegar a mi auto.

     —Emma cualquier cosa que pase con Stephan, no dudes en llamarme.

     —Ujum, si si si. Ya vete.

     —Cass, Stephan aquí en casa de tus padres está más cuidado que contigo— elevo una ceja y veo como se apresura en hablar— digo, porque aquí esta Emma, Gonzalo y tus padres. Osea más personas, en cambio contigo est....— achico mis ojos en su dirección y la interrumpo.

     —Con la boca cerrada te ves más bonita.

Ella abre la boca en forma de "O" y antes de que diga algo, entro a mi auto y cierro la puerta. Levanto mi mano derecha para despedirme de ellas y ellas imitan mi acción.

Pongo en marcha el auto hasta llegar al restaurante donde Gaspar me cito, estaciono frente al restaurante "Manjar blanco" bajo del auto para luego cruzar la calle y entrar al restaurante.

Una vez que estoy en resección una chica me pregunta si tengo reservación a lo que yo le contesto que si diciendole el apellido de Gaspar y ella que Gaspar me espera en la mesa número ocho, le doy las gracias y me dedico a pasar.

Veo como la elegancia abunda aquí, definitivamente los tonos pasteles que eligieron hacen juego con los detalles dorados, sigo observando los detalles del restaurante hasta que mi vista se topa con el ceño fruncido de Gaspar mirando su teléfono, llego hasta la mesa y lo que sea que este viendo en su teléfono lo tiene muy concentrado ya que, no se percata de mi presencia.

Doy un vistazo por la mesa y veo que lo único que está en ella es una botella de vino blanco y una copa que contiene vino menos de la mitad. Me acerco solo un poco para tomar la copa y hablar.

     —¿Problemas señor Licciardi?.

Me llevo la copa a la boca y una vez que termino de tomarme el vino coloco la copa en la mesa para luego mirarlo y ver un brillo particular en sus ojos, se levanta rápidamente y se acomoda su saco.

     —¿Cassandra desde hace cuanto estas parada aquí?— veo que lleva un traje negro que le sienta divino.

     —Oh en realidad no mucho, acabo de llegar.

Él camina hasta la silla que queda justo frente a la de él. Me invita a sentarme y yo gustosa me siento y él vuelve a su silla.

     —¿Prefieres platicar primero y después pedir la comida? o...

Lo interrumpo sin dejarlo terminar de hablar.

     —O pedimos la comida de una vez mientras hablamos.

     —Mejor.

Me sonríe y yo le devuelvo la sonrisa, él llama al mesero y ordenamos nuestra comida.

     —¿Que crees, que haya pasado con tus empleados con respecto a la entrega del señor Villafranca?.

Suspiro y veo como él llena las copas con vino blanco y entregarme una, antes de hablar decido beber un poco del esquisto vino.

     —Realmente no lo sé, pero antes de culpar primero necesito hablar con ellos— nuevamente me llevo la copa a mis labios.

     —Haces bien en querer hablar primero antes de culpar y despedir.

Seguimos hablando sobre el tema de las dos botellas faltantes del señor Paul, me dice que yo personalmente revise las cámaras de vigilancias de ese día entre muchas otras cosas.

Llega la comida y nos dedicamos a comer mientras hablamos sobre nuestras niñez. Cuando terminamos de comer pedimos el postre.

     —Entonces mi padre me dijo que para él darme el mando total de la empresa tenía que casarme con Gina y obviamente tener heredero o heredera.

Asiento mientras llevo a mi boca un trozo de torta de chocolate con fresas.

     —Creo que eso es algo, ¿estúpido?.

     —Opino lo mismo, ni te imaginas las disputas que teníamos a diario con respecto a eso. Hasta que mamá hablo con conmigo y me dijo que era hora de sentar cabeza, tener una responsabilidad y más por la edad que tenia en aquel entonces.

     —Cuantos años tenías, ¿25? perdona pero creo que la edad no define la madurez— me encojo de hombros.

     —En mi familia es muy común a los veinti tantos ya tener una pareja estable y herederos— suspira— para ese entonces yo tenía veintisiete años ya casi para los treinta y mi papá ya estaba cansando de lo mujeriego que yo era.

     —Y allí fue cuando te obligo a casarte con Gina— lo miro y él asiente mientras come de su tarta de limón— ¿Y, en el tiempo que estuvieron juntos no te llegó a gustar?

Él me mira por unos cuantos segundos y cuando decido hablar para pedirle disculpa él habla.

     —Gina siempre estuvo detrás de mi no te voy a mentir que ya me acostaba con ella mucho antes, pero jamás me gusto como mujer para mí.

Asiento, luego de eso cambio de tema y seguimos hablando un poco más sobre nuestras vidas, él jamás toco el tema de Gabriel, cosa que agradezco porque seria muy incomodo hablar de Gabriel con él.

Cuando terminamos de comer el postre, nos disponemos a salir del restaurante y cuando llegamos hasta mi auto él sin hablar me besa y yo me dejó llevar, por que sus labios se están convirtiendo poco a poco en una adición para mí, el sabor de sus labios son una completa perdición para mí.

Nuestras lenguas se encuentra y comienza una danza única que solo ellas conocen, llevo mis manos hacia su sedoso cabello mientras lo alboroto un poco, me gusta sentir las hebras de sus cabellos entre mis dedos.

El beso es dulce y calmado pero lleno de deseo, nos separamos por que nuestros pulmones exigen aire.

Todavía tengo los ojos cerrados y una vez que los abro, me encuentro con sus ojos miel que me llevan loca de hace mucho tiempo y hablo sin pensar.

     —Gabriel tus ojos me fascinan.

El rostro de Gaspar se torna totalmente serio y sus facciones duras, me doy cuenta de lo que e dicho y abro mucho los ojos y niego con la cabeza.

     —Gaspar no fue m...

Él se aparta y niega con la cabeza y suelta una risa irónica.

     —Tranquila Cassandra.

Y sin decir más nada veo como se monta en su auto y se va mientras yo me quedo parada como una estúpida viendo por dónde se acaba de ir y con la cabeza apunto de explotar.

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