Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

quattro

—Señor Marcini.

Taehyung levantó la mirada con un poco de molestia, pues estaba a punto de entrar a su tina de baño cuando escuchó la voz de una sirvienta al otro lado de la puerta.

—Sus hermanas me han indicado que hoy se canceló la sesión con el pintor Notte por cuestiones de urgencia familiar.

¿Qué?

Cubrió su cuerpo en su totalidad y abrió la puerta del baño, donde un par de sirvientas le vieron con sorpresa, pero él solo podía dimensionar una molestia que se iba haciendo cada vez más grande por esa noticia.

Habían pasado algunas semanas amenas, días en los que Taehyung y Jungkook disfrutaban conversar sobre diferentes temas sociales y religiosos en los que cada uno tenía una postura diferente, de las cuales ambos aprendían del otro. Días en los que la familiaridad empezaba a sentirse en el aire, días en los que la compañía del otro se convertía en agradable al paladar.

El retrato familiar estaba terminado. Notte había hecho un gran trabajo y, ahora, su pintura está aguardando a que toda la familia escoja un buen lugar para ser expuesta; era difícil llegar a una decisión unánime.

Por ello, se supone que hoy empezarían con los retratos personales.

Específicamente, con el suyo.

—Eh... El joven Notte vino a la residencia cuando aún estaba dormido, pero la señorita Rosé lo recibió. Dijo que vino a avisar que no podrá asistir por unos días.

Taehyung cerró la puerta con fuerza y ni siquiera se atrevió a pensar que estaba siendo grosero con quien no lo merece. Vio su tina de madera, con pétalos de rosas que eran sus flores favoritas y el aroma a aceites frutales no le daban la calma que quería para ese día, en el que se había mentalizado que iba a pasar a solas con el pintor mientras le retrataba.

Además, ¿urgencia familiar? ¡Él no tiene familia aquí y lo sabe!

No hizo más que darse un baño rápido para empezar a vestirse. No quiso usar un jubón, ni un sombrero, sino una camisa de mangas largas y un pantalón fino por el calor que parecía hacer hoy. A su madre no le gustaba cuando vestía así, pues afirmaba que se veía como un pobre campesino, pero poco le podía importar ahora.

—Rosé — empezó a llamar por el pasillo cuando salió de su habitación y bajó las escaleras hacia el primer piso cuando se dio cuenta que no estaba cerca —. Rosé, ¿dónde estás?

—En el jardín, señor Marcini. — Respondieron a su lado.

Con un suspiro, trotó hasta el jardín y allí pudo ver a sus hermanas compartir un desayuno ligero debajo de una pérgola y una mesa blanca.

—Oh, hermano. ¡Ven aquí! — exclamó la castaña a la distancia —. Siéntate, te estábamos esperando. Mamá debe de bajar en algún momento.

—Rosé, ¿Notte habló contigo?

—¿Ah? — ella preguntó, viendo a su hermano aún de pie —. Sí. Tiene un problema familiar y no podrá trabajar por estos días.

—Y le dijiste que está bien — Rosé asintió —. ¿Por qué? ¿Por qué no me llamaste?

—Estabas dormido... Ayer te quedaste hasta tarde trabajando, debías descansar.

—Eso no importa, tuviste que haberme llamado. Soy yo quien firmó el contrato de trabajo con Notte, soy yo quien vela por esta dinámica de empleador y empleado. Es a mí con quién debe hablar para comunicarse algún inconveniente y soy yo quien debo de responder por ellos.

—D–Dijo que no era nada grave...

—Por favor, no vuelvas a involucrarte de esa manera.

—Hermano, tranquilo — miró a Francesca, quien fruncía su ceño ante la extraña escena que estaba presenciando —. Siempre has sido flexible con todos los trabajadores, ¿acaso tú no le hubieses dicho lo mismo?

—Yo tenía que hablar con él, no tú, Rosé.

¿Por qué estás tan molesto, Taehyung Marcini?

—Qué. Solo hablaron un par de minutos, dijo que tenía una urgencia, se fue de inmediato y yo estuve allí con ellos.

El castaño sintió sus orejas rojas cuando desvió la mirada. Ni siquiera sabe por qué está tan molesto.

¿Por haber cancelado sus planes? ¿Por qué no hablar con él? Pensaba que estaban convirtiéndose en buenos amigos tras sus pláticas poco comunes o... ¿Está molesto porque habló con Rosé en vez de con él?

No, no estaba molesto por eso. Su hermana puede hablar con quien quiera, él no es dueño de su vida.

—¿Por qué están peleando en el desayuno? — preguntó su madre cuando llegó a su lado. Ni siquiera la miró, pues seguía perdido entre sus pensamientos con los ojos fijos en su hermana —. Rosé, ¿qué hiciste ahora?

—¡Nada!

Taehyung volteó sin ni siquiera disculparse y fue directo a la caballeriza, pidió por un caballo de los que tenía y se montó en él con algunas quejas y preguntas de su familias tras su espalda. No le importa, no quería escuchar a nadie ahora que no sea Notte.

Y lo haría.

En una de sus conversaciones, el pintor le había dicho dónde podía encontrarlo, en la carretera en dirección al norte para salir del pueblo hasta llegar a otro. El camino era largo hasta en caballo, pues la residencia Marcini se encontraba en el sur de Rocce.

Su estómago rugía de hambre, pero ni siquiera lo escuchó. Ahora es más importante lo que tiene que decirle Notte a su falta de hoy.

Veinticinco minutos después, Taehyung pudo divisar un establo solitario en medio de la nada, un fuerte y grande árbol, junto a un cobertizo de madera desgastado a un lado de la carretera. Disminuyó su velocidad, el bullicio del pueblo había desaparecido hace un par de minutos y lo único que podía percibir era la melodía del viento que amenazaba con volverse tosca en un cualquier momento.

El lugar era muy solitario.

Bajó de su caballo antes de llegar al establo, uno que parecía haber sido construido para resguardar a caballos, pero no había ningún ruido u olor que ahora haya animales cerca. De hecho, era preocupante la ausencia de sonido.

Cuando pudo estar más cerca, notó que la puerta estaba abierta.

Avanzó con sigilo hasta ella, dejó amarrado su caballo a una estaca clavada en la tierra, que parecía ser un viejo corral destruido. Sus pasos fueron callados, pero no pudo abrir su boca con sorpresa cuando vio el interior.

Era un completo desastre.

Pudo ver una cantidad insana de lienzos y el olor a pintura inundó sus fosas nasales, pinceles esparcidos por todo el suelo y montones de sabrá Dios qué, que estaban cubiertos por telas gruesas.

Y entre todo ese desastre, lo pudo ver.

No había notado su presencia aún, pero lo pudo ver concentrado, con su cabello largo cayendo a los costados de su rostro, mismo que estaba al descubierto y del cual pudo contar tres cicatrices profundas, las más superficiales no las podía distinguir desde ahí. Sentado en una silla, con su pierna izquierda recogida en su pecho y solo estaba vistiendo un pantalón oscuro que se podía notar su uso recurrente por las manchas de pintura. Con su torso desnudo, pero aún cubierto con su pierna. Sus manos manchadas de pinturas le indicaron que está trabajando, pues sostenía una paleta de pintura con su mano izquierda y un pincel con su diestra, mismo que se llevó a la boca un segundo y se manchó con pintura roja la comisura de sus labios, para después darle vuelta y atrapar entre sus dientes la madera fina que sostenía; todo sin despegar sus grandes, brillantes y cansados ojos de un lienzo frente a él que no podía ver.

Taehyung siempre ha podido admirar la belleza y ahora lo estaba haciendo.

No supo cuánto tiempo estuvo así, si fueron segundos eternos u horas fugaces, pero Jungkook pudo darse cuenta de su presencia cuando quiso agarrar pintura y vio la silueta de alguien en su puerta.

Su mirada fue indescriptible, ya que era una extraña combinación de terror, alivio y enojo.

Un poco de felicidad oculta, también.

Ninguno dijo nada por unos segundos, no hasta que el pintor soltó lo que pareció ser una exclamación al recordar que estaba sin camisa, por lo que su primer instinto fue cubrirse con sus manos ocupadas en lo que terminó manchándose más de pintura.

—¡Perdón! — gritó Taehyung mientras tapó sus propios ojos con la palma de sus manos —. ¡Perdón, lo siento! — repitió, dándose vuelta.

Escuchó un ajetreo a sus espaldas y sus mejillas se tiñeron de rojo sin notarlo.

—¿Q–Qué estás haciendo aquí?

Cuando pudo escucharlo cerca de él, se atrevió a girar su cuerpo aún con sus ojos tapados.

—Hoy no... Hoy no fuiste a la residencia.

Por curiosidad, se dio un pequeño espacio entre sus dedos para poder ver y se deleitó con el rostro nervioso del pintor que intentaba con todas sus fuerzas limpiarse la pintura de la cara, obteniendo un gran fracaso en el intento.

—Sí fui.

—Sí, pero no a verme a mí.

—Estabas dormido.

—Tuvieron que despertarme — reclamó de nuevo, ya atreviéndose a ver y se tragó una sonrisa al ver a Notte desaliñado y lleno de pintura, no porque se veía patético, sino porque le daba un aspecto tierno —. ¿Urgencia familiar? Vives solo.

Jungkook vaciló un momento, tuvo que haber dado una excusa terrible.

—Enfermedad. Estoy enfermo — tosió de manera fingida para afirmar su mentira —. Lo lamento, no quería contagiarlos.

—Ajá. Y te voy a creer — Taehyung se cruzó de brazos y recordó su molestia inicial —. Seré directo, Notte. No me gustan las mentiras y no me gustan las personas que no están comprometidas en su trabajo cuando yo he hecho mi parte en cuanto a respecta el contrato. Si tienes un problema personal el cual no quieres compartir, solo tuviste que avisarme y no tendríamos ningún inconveniente.

Jungkook sabía que estaba haciendo mal, pero... cómo decirle en su cara, que la razón por la cual no quiso ir a trabajar hoy, es porque se siente tan nervioso con su presencia que le aterra.

—Pensé que podíamos ser amigos... Digo, hemos compartido charlas amenas y nuestra compañía no es incómoda, ¿o sí? ¿No se supone que así las personas se convierten en amigos?

Y después de cada día que va a la residencia Marcini y comparte tiempo con Taehyung, va a la iglesia a confesarse antes de volver a su hogar.

Esto está mal. Muy mal.

—No lo sé, no tengo amigos...

—Qué bueno, yo tampoco.

Taehyung se dio el tiempo de detallar el rostro de Jungkook, quien no quería nada más que la tierra se abra a la mitad para esconderse allí. Notó sus cejas prominentes y delgadas, muy diferentes a las suyas que son más delgadas de lo que parecen por el color de su cabello, también porque nunca se ha caracterizado por ser una persona muy velluda; pues ni siquiera tenía el atisbo de tener barba más que cortos vellos que tardan meses en crecer, no como Notte, pues se notaba a simple vista el nacimiento de lo que podría ser una prominente barba alrededor de sus mejillas y en su barbilla.

Ya ha visto mucho sus ojos para observar sus grandes pupilas, pero ahora pudo ver un par de lunares en su piel y una que otra mancha por el sol. Las manchas de pintura le parecieron cómicas, parecía como si una mujer con tinta en sus labios le hubiera embarrado ésta a propósito alrededor de sus labios, labios llamativos, aunque un poco resecos, encajaban bien en su rostro. Se dio el atrevimiento de ver más con la excusa de seguir el rastro de pintura y llegó hasta su cuello y el comienzo de sus clavículas marcadas que se escondían en la camisa que se colocó con rapidez.

¿Qué era lo que intentaba ocultar Notte? Él no veía nada de malo en él.

—Pareces un bufón.

—¿Ah? — Jungkook intentó limpiar la pintura de nuevo, pero fue inútil —. Pasa, por favor. Puedo explicarlo.

—Oh, claro que lo harás.

El pintor quiso recoger su desastre, al menos, el camino que daba a su mesa de trabajo, que igual era un desastre. Le dio a Taehyung un banco para que se sentara al lado de la silla que estaba ocupando y ahí pudo ver en qué estaba tan concentrado antes.

Un amanecer. Un paisaje.

—¿Está todo bien?

Notte le miró con un poco de sorpresa, ¿cómo sabía que pinta paisajes cuando está triste?

—Supongo — se encogió de hombros —. Tienes razón, debí hablar contigo directamente. Hoy... no lo sé, me sentía mal.

—Entiendo — el mayor murmuró y vio de nuevo la obra —. ¿Seguirás pintando?

—¿No te aburrirá verme?

—No lo creo. Me gusta admirar lo que me gusta.

—¿Q–Qué?

—Sí, me gustan mucho tus paisajes — indicó, pero a Jungkook le iba a dar un paro cardíaco en cualquier momento —. ¿Vas a vender este? Es un lienzo muy pequeño... Igual, termínalo y lo compraré.

Taehyung, con la espalda recta, se dio el tiempo de mirar todo a su alrededor. Bueno, un desastre no era en su totalidad ese establo, pero habían muchas cosas de pintura y herramientas de todo tipo, demasiadas como para que tu vista pueda engañarse y creer que la última guerra civil por la cual pasó Florencia, ocurrió ahí.

De pronto, estornudó.

—Mierda, hay polvo.

Estornudó de nuevo

—Ah... sí. Aquí llega mucha tierra y polvo con el viento.

Estornudó otra vez y Jungkook pudo reírse.

—¡No te rías! — murmuró con las manos en su nariz, le dolió un poco —. Tienes que limpiar este lugar más seguido...

—A mí no me causa alergia el polvo.

—Pero a mí sí.

¿Qué estás tratando de decir, Taehyung Marcini?

—¿Volverás? — el castaño asintió en lo que se recuperaba de otro estornudo, se obligó a no respirar por un momento para no seguir aspirando polvo — O sea, ¿aquí? ¿Volverás a venir?

—¿Me estás echando?

—¡No! — exclamó nervioso, pero Taehyung soltó una gran carcajada —. No te estoy echando... Solo no encuentro razones por las que debas volver. Este incidente no volverá a ocurrir. La próxima hablaré contigo primero.

—Bueno... — Jungkook le miró con duda —. Pensé que ahora seríamos amigos.

¿Uh?

—¿Uh?

—Qué.

—¿Amigos?

—No me hagas repetirlo. Sigue pintando.

Sería lo mejor.

Jungkook acató la orden y se colocó de pie, la paleta volvió a estar en su mano y el pincel en la otra, pero no podía concentrarse con el pasar de los minutos.

No si tienes a Taehyung Marcini viéndote atrás tuyo, no cuando tu juicio se ve afectado solo con nombrarlo, no cuando la culpa está volviendo a carcomer tu piel. No cuando se levantó y se colocó a tu lado para observar lo que haces. No cuando puedes escuchar el sonido de su respiración junto a los latidos de tu propio corazón. No cuando empezó a hablar por lo bajo con su voz gruesa que cala bajo tu piel y se adhiere a tus huesos. No cuando te sientes desnudo y su mano se posa en tu hombro que, aunque tienes ropa, tu alma está siendo expuesta con tanta facilidad, comodidad y terror.

—¿Volverás? — preguntó de nuevo y Taehyung calló lo que sea que estaba hablando y que no pudo escuchar —. De verdad, ¿volverás?

—Si limpias seguido, sí. O puedes ir a la residencia cuando quieras, no solo para pintar, pero debes avisar con anticipación porque es probable que me encuentres trabajando.

—Está bien...

—Notte — mierda, le estaba llamado y él olvidó por un segundo que así había decidido su nombre —. ¿Puedo?

—¿Ah? S–Sí.

Y debió haber escuchado lo que Taehyung le estaba diciendo, porque se asustó en demasía cuando su diestra fue tomada con delicadeza y sus cicatrices fueron delineadas con la punta de sus dedos.

Sintió un escalofrío iniciar en su nuca que recorrió su sensible espalda.

El pincel se le fue arrebatado y una mano se posó en su lugar.

—Tenía curiosidad, tus manos no se verían tan toscas si no fueran por las cicatrices. Son suaves.

Parecía un simple apretón de manos, pero no, era más que eso. Para uno, era el inicio de algo desconocido que no se molestaría en descubrir. Para el otro, fue la gota que derramó el vaso lleno de culpa en su ser.

—¿Por qué te cubres el rostro? No veo nada de malo en él.

Taehyung era muy observador y curioso.

Sin embargo, Jungkook pudo darse cuenta de algo.

Aquel Taehyung, el mismo que parece hablar sin filtro, con preguntas muy personales que no debería hacer, con el atrevimiento de tener contacto físico con otro hombre que a ojos de cualquiera podría malinterpretarse... era diferente al Taehyung Marcini que había visto en la residencia. Su rostro seguía firme y sin expresión, su voz es pausada y calma, como si hablara por lo bajo y eso es suficiente para que sea fuertemente escuchado. Parecía ser el mismo, pero el movimiento de su cuerpo era diferente en ambos entornos y asustaba un poco.

Porque Taehyung Marcini se comporta como una estatua en casa. Y el Taehyung que ha visto fuera de ella, parece una marioneta a la cual se le concedió la vida.

Y tan alejado de la realidad de aquel hombre no estaba.

—Mis cicatrices... son un poco grotescas. No quiero espantar a nadie.

—A mí no me espantas. Eres de buen aspecto.

—¿Gracias? — ¿Quiso decirle que es guapo, acaso? —. T–Tú también.

—No deberías cubrir tu rostro, ¿siquiera puedes respirar con el velo puesto? — él asintió —. Aunque... las cicatrices en tus palmas parecen más profundas. ¿Te duelen?

«Por Dios, primero suéltame la mano.» Pensó.

—No, Tae. De verdad, solo son esas cicatrices. Ya no me duelen.

Aunque, la verdad, no lo quería.

—Mira, me llamaste Tae, ya somos amigos — Jungkook rio tontamente, ni siquiera se había dado cuenta de ello —. Tengo muchas preguntas sobre ti.

—No soy tan interesante, creo que hay cosas más importantes en las cuales interesarte.

—Lo único que hago es trabajar, créeme. Todo es más interesante si no es trabajo. Además... Estar interesado en ti no es cómo lo describiría, se escucha muy superficial. Yo diría que estoy intrigado.

—Yo también, ¿de verdad no tienes amigos? Eres un hombre de negocios.

—Eso es diferente. Aunque, sí, tengo un amigo.

—Mentiroso.

—Pero... — Taehyung aflojó su agarre, solo un poco, pero aún no tenía el atisbo de soltarla. Al parecer, le gustaba la sensación de las cicatrices en la yema de sus dedos —. Pero no lo veo seguido. Ambos solemos viajar mucho y no coincidimos tanto, la última vez que lo vi fue hace dos años. También es un socio en mis viñedos, se encarga de la administración de un viñedo que tengo en Bari.

—Uhm... ¿Y hoy tienes trabajo como para estar desde temprano aquí?

—O sea, me estás echando. Un bufón me está echando, qué barbaridad...

Jungkook, riendo, dejó la paleta a un lado, no sin antes embarrar su dedo índice en pintura roja. Y, sin pensarlo mucho, también manchó el rostro contrario que, al sentir la fría sensación, soltó un gran quejido de sorpresa.

—¡Esto es tóxico!

—Con el tiempo te acos...

Había olvidado que Taehyung era quien estaba sosteniendo el pincel y lo usó para pintar aún más el rostro del pintor, quien cerró sus ojos con fuerza.

—¡Espera! En los ojos no — intentó alzar ambas manos, pero no pudo por el agarre que tenía en una —. En los ojos sí arde mucho.

—Bien.

—Bien.

El castaño aprovechó su agarre y atrajo el cuerpo del pintor en un rápido movimiento, solo para poder alcanzar a pintarle el cabello. Jungkook, en cambio, volvió a tomar la paleta y la embarró por completo en la camisa blanca del mayor, quien ahí pudo soltarlo para ver su torso cubierto de una oscura mezcla de pinturas.

—Ahora quién parece el bufón.

—Oh, esto es guerra.

Una pequeña lucha entre quién pintaba más el rostro de quién se desató, con algunas que otras acotaciones por cada parte para intentar insultarse, las cuales terminaban en pequeñas risas.

Corrieron en el interior del establo, o Taehyung lo intentó sin pisar nada importante. «¡Esto parece zona de guerra!» Había dicho cuando casi se cae. Y Notte se sorprendió por las carcajadas que Taehyung Marcini puede soltar.

Porque parecía ser una persona muy seria, casi incapaz de sonreír, al menos que se notara que verdaderamente lo estaba haciendo y no por compromiso como antes lo había hecho o como lo había percibido. Sus cachetes se alzaban y los pliegues en la comisura de sus labios eran adorables, además del sonido de su risa.

Por ese momento, Jungkook decidió existir y dejó guardado a Notte, en el mismo lugar en el que dejó su velo y guantes que no usó ese día.

Se sentía tan libre.

—¿Ahora cómo regreso a mi casa?

Taehyung preguntó, un par de horas después. Con la mirada perdida y el rostro manchado.

Está sentado en el piso de madera de la improvisada cocina que Jungkook tenía, mientras éste intentaba sacar las manchas de pintura de la ropa de ambos.

El pelinegro le había prestado una camisa mientras lava la suya, pero Taehyung estaba más preocupado por la mancha de pintura que no saldrá en dos días como mínimo, según le había dicho Notte.

Y puede que haya sido una mentirita, porque lo más probable es que a la mañana siguiente, no tenga ni rastro de lo que pasó ese día.

—Mis hermanas se reirán de mí.

—Es probable, mi hermana también se reiría de mí.

—¿Uh? — exclamó el castaño y Jungkook supo que había hablado de más —. ¿Tienes una hermana? ¿Desde cuándo?

—Desde siempre, según tengo entendido.

—Muy gracioso. Es decir, no hablas mucho de tu familia. Pensé que solo tenías a tus padres.

—Pues, no. En realidad, tenía muchas personas a mi alrededor de donde vengo — secó sus manos en un trapo de cocina y se giró hacia el mayor, quien le veía con intriga —. De hecho, creo que mi hermana tiene tu misma edad y está casada. Desconozco cómo vive ahora.

—¿La extrañas?

Jungkook asintió y volvió a su labor.

—Yo no me imagino una vida sin mis hermanas, son mi adoración y vida entera. Son mi familia y nunca la abandonaría por nada.

—Yo no la abandoné...

—Lo sé. Tú huiste. Huir proviene del miedo, supongo que tenías tus razones para hacerlo y no te estoy juzgando. Debió ser muy duro.

¿Lo fue?

Claro que lo fue.

Jungkook recuerda con viveza lo que sintió al abandonar el lugar que creyó su hogar.

Roma.

Florencia se sintió cálida, aunque la noche era fría.

Todo era más cálido y acogedor que el infierno en Roma.

Podía sentir a su corazón latir con fuerza, parecía que se iba a escapar de su pecho para después tener que perseguirlo para que vuelva al lugar maltratado que le tocó habitar.

Sus lágrimas ahogadas y secas no dejaron de descender por sus mejillas y su cuerpo no paraba de temblar. Su ropa estaba cubierta de tierra y sangre por heridas abiertas, además del olor asqueroso del alcohol mezclado por su mala higiene. ¿A alguien le importaba? A él no, así que no había nadie en la tierra que lo hiciera por él.

Ni siquiera sabe cómo llegó a un puente de madera en el que un extenso, pero bajo caudal se filtraba por la tierra. Pero ahí estaba, con las piernas pegadas al pecho tal niño horrorizado por una cruel pesadilla junto a un llanto silencioso y doloroso.

Realmente, fue una de las veces en las que pensó que incluso en un caudal poco profundo, podría ahogarse si se lo propusiera.

Y de pronto, él apareció como la luz en la aterradora oscuridad que estaba a punto de devorarlo.

SeokJin Parisi, esa noche de penumbra, apareció frente a él con un farol. Su llama candente le dio la oportunidad de observar su rostro alargado, su mueca de preocupación y sus ojos totalmente abiertos.

Cuando sus ojos pudieron conectarse, no dudó en querer esconderse debajo de la tierra debido a la vergüenza que sintió. Solo le bastó con bajar la mirada para derrumbarse por completo en el suelo, su estómago se revolvió y, junto a los mareos por estar ebrio, terminó por vomitar lo que ingirió de aquella bebida dañina puesto a que no había comido hace algunos días.

Sintió unas caricias en su espalda que había olvidado que podía recibir.

SeokJin Parisi, además de salvar su vida, esa noche le provocó un llanto más fuerte. Su voz calma mientras decía que todo estará bien, aunque no supiera qué estaba pasando, le dieron permiso de soltar lágrimas gruesas y gemidos lastimeros que por poco cierran su garganta.

Una manta oscura fue puesta sobre sus hombros y el frío desapareció.

M–Me quiero morir... — admitió como pudo —. No quiero m–morir... Pero necesit–o morir.

Está bien. Todo pasa — le respondió y limpió sus lágrimas, aunque de inmediato derramó más —. Todo pasará.

Por favor... Solo, s–solo...

A Jungkook no solo rompió su corazón dejar Roma.

A él le arrebataron su alma en el proceso.

Pero aquella noche, alguien le tendió la mano después de tanto sufrir.

SeokJin lo llevó hasta el establo en su espalda con mucha dificultad, sin importarle que su cuerpo siempre había sido delicado y frágil como una flor. Recuerda las suaves caricias y balbuceos que decía cuando limpió su cara, brazos y cuello, la calidez que percibió cuando tuvo una manta para arroparse en la oscuridad fue gratificante. Así mismo cuando, a la mañana siguiente, no pudo verlo a los ojos debido a la vergüenza que sentía cuando le dio de comer en la boca.

Porque no podía. Mierda. No podía vivir.

Pero parece ayer que esa mañana sucedió, en la que sus movimientos torpes lo hicieron reír cuando derramó el té encima de la mesa. Como si hace algunos instantes, hubiera dado a conocer todo su pasado a quien actuó como un verdadero padre para él, quien le enseñó el arte y guio para el bien.

—¿Ella también fue un monstruo contigo?

Monstruo. Curiosa palabra con la que Taehyung describe a personas de su pasado.

—No. De hecho, no sé si supo todo lo que ellos me hicieron. Con su nueva vida de casada, no había mucho tiempo para encontrarnos... El matrimonio te puede llegar a asfixiar.

—Por eso no quiero casarme. ¡Se escucha horrible! Yoongi se casó y es eternamente infeliz. Aunque, tiene una hija que adora con toda su alma. Su nombre es Mia, es una niña muy linda y se parece mucho a él. De todas maneras, Yoongi no se lleva bien con su esposa y su esposa lo odia. No me quiero casar.

—Porque le sucedió a tu amigo no quiere decir que te pasará igual a ti.

—Es fácil para ti decirlo, ¿no? Aún no estás casado y he de deducir que tu compromiso es voluntario, ¿o me equivoco?

—Sí. Es voluntario. — Jungkook contestó de inmediato.

—A todo esto, ¿dónde está Antonella? ¿Cuándo será su boda? ¿Puedo ir?

—Haces muchas preguntas — volvió a señalar cuando terminó de lavar la camisa ajena y empezó a escurrirla —. Vive en otra ciudad y el compromiso es reciente. Y veremos.

—Está bien...

—¿Te quedas a almorzar? No tengo mucho, pero una buena sopa de verduras con pan nunca viene mal.

—Exquisito. Claro que me quedo.

Ese día, Jungkook y Taehyung pudieron sentirse libres mientras jugaban con la pintura, comían con más charlas triviales, evadiendo preguntas personales y compartiendo información curiosa que ambos podían intercambiar.

No fue mentira cuando Taehyung le dijo que volvería.

Porque lo hizo al día siguiente, y al siguiente, y al día después de ese.

Ahora se dedicaba a limpiar diario lo más que podía.

Jungkook estaba pensando seriamente en si era verdad que aquel hombre era un hombre con un buen apellido que te hace temblar ni bien lo nombras, quien ha pasado años trabajando y que esa es su única obligación en la que está concentrado.

Quién pensaría que el mismo hombre que parece una estatua en público, se encontraba en un pequeño rincón del estudio del pintor, lugar que autoproclamó como suyo mientras se queja de su trabajo.

—Odio viajar en barco.

—¿Es tedioso? — Notte preguntó, pues ahora portaba su velo —. Nunca he viajado en uno.

—Lo es si no te gusta la soledad. Suelen tardar varios días o semanas, tiempo en el que estás solo si no vas acompañado. E incluso si vas acompañado, estás solo.

—Suena ideal para mí.

—¿Cómo te puede gustar la soledad? ¡Es muy solitaria!

—Con el tiempo te acostumbras.

«Con el tiempo te acostumbras.» Era lo que decía Notte, Taehyung lo notó con el pasar de los días.

Él se ha acostumbrado a muchas cosas. Ambos, en realidad.

La soledad es muy engañosa, doble cara; así como una moneda.

La paz que encontrabas aquí era muy apreciada, Jungkook amaba cuando podía estar sentado en las raíces del único árbol cerca al establo mientras leía un par de escritos poéticos propios, la tranquilidad era blanca y el mundo parecía ser gris.

A su vez, también era peligrosa y adictiva porque de estar solo, empiezas a sentirte solo, incluso si estás totalmente rodeado de personas.

A Notte no le importaba mucho eso.

¿Qué es un poco de soledad a comparación de todo lo que ha pasado? Nada, se veía insignificante.

Pero los seres humanos son como las flores, lindas a su manera, siendo únicas por el color o tamaño de sus pétalos, tallo o espinas. Se les trata de cuidar, son agrupadas en grandes ramos para crear una armonía perfecta con demás tipos como rosas, claveles, girasoles, narcisos y más, se evidencia la exuberancia que existe en el mundo en los enormes campos donde las mismas se cultivan y resaltan entre sí por sus diferencias que las hacen únicas.

Desgraciadamente, la realidad no es una linda fantasía con vida eterna porque las flores se marchitan, el exceso de agua o calor pasa sus límites y desfallecen con el viento; así mismo sucede con las personas. Se van pudriendo, fallecen con lentitud y muchas veces lo hacen en silencio, todo va perdiendo el brillo; mas no se nota al estar rodeado de hermosas flores que aún conservan su esplendor.

O, algunas veces, aquellas flores muertas logran verse, pero nadie está interesado en ellas.

Por mucho tiempo nadie se preocupó por la flor marchita que era. Y la única persona que lo hizo, falleció hace poco.

No tiene por qué importarle la soledad ahora.

O tenía.

No desde la llegada de Taehyung Marcini a su vida.

Una llegada abrupta, la cual sus visitas le impiden ir a la iglesia y debe de postrarse a los pies de su cama antes de dormir.

Pedía perdón, pero no lo sentía.

Taehyung fue el ruido que destruyó la falsa paz que había idealizado, aquel rayo de luz solar que lo iluminó de entre las plantas vivas. Su gruesa voz es como una caricia en el viento, más cuando éste tarareaba algunas melodías bajas. Su risa escandalosa, pero gentil es muy atrayente y el interés por tocar sus cicatrices provoca en él sentimientos que creía haber ahogado hace años.

Su compañía es sumamente aterradora porque no creía la manera tan fácil en la que se acostumbró tenerlo a su lado.

Costumbre.

A veces, se sentía como un animal domado que cualquier puede acostumbrar y manejar a su antojo.

Lo fue alguna vez, no quería volver a lo mismo.

Porque nada le garantiza que su presencia sería permanente en su vida, lo dudaba en demasía. Las personas son efímeras al igual que todo lo que traían consigo, más cuando se alejaban o desaparecen de tu vista.

Cuando SeokJin murió, lo entendió.

Puede que suene estúpido, que recién se haya dado cuenta que la muerte es peor que el animal hecho de oscuridad porque la muerte acecha a todos y ataca en cualquier momento. Su muerte, le hizo saber que nadie se quedará a su lado para siempre y tampoco será permanente en la vida de alguien más.

Le aterra porque no quiere volver a pasar otra despedida. Su alma no lo soportaría.

Sin irnos más allá, ¿qué ata a Taehyung para que siga yendo al establo? Podría irse en cualquier momento.

—¿Desde cuándo tienes viñedos en Atenas? No había escuchado esa parte de ti.

—Lo adquirí hace poco y no muchas personas lo hacen. Es una estrategia que estoy armando con otros socios para que la entrada del vino griego se nos sea más fácil. Aprovecharé la plantación en Bari, que queda más cerca a un puerto marítimo, y por ahí tendremos el vino griego — explicó, encogiéndose de hombros —. Aunque... La verdad, solo es vino. En términos de cosecha y elaboración, no tienen nada de diferente. Pero su etiqueta vale más que el vino italiano.

—No parece tan... legal.

—No, aún. Seguimos buscando un conocedor de leyes en importación y exportación para que nos pueda ayudar. Lo que te dije es la premisa de la idea, todavía falta mucha logística detrás.

—Vaya, suena a mucho trabajo.

—Lo es — Taehyung se levantó del suelo y avanzó hasta el pintor, quien terminaba de pulir el paisaje que comenzó al mismo tiempo en que sus visitas empezaron —. ¿Qué más estás agregando? Se ve perfecto.

—Son detalles.

—Nadie los verá.

—Yo sí. ¿Cuándo te vas?

—En un par de días — dijo y volvió a sentarse en el suelo, en definitiva, no le aburría ni un poco estar así —. Haré varias paradas. Primero iré hasta Bari, la familia de Yoongi me acompañará en barco hasta Zante y yo solo iré a Atenas. De igual manera, el regreso iré sin ellos.

—Uhm...

Taehyung también se encargó de hacerle conocer sobre Yoongi Cetti.

Yoongi Cetti, una marioneta de más de un par de adultos con dinero, en un matrimonio infeliz, pero con una hija de seis años la cual es su adoración. Fue la única persona quien no se alejó de él después de la muerte de su padre, un amigo el cual siempre está presente con su apoyo, sin embargo, callado ante cualquier situación.

El castaño podía no estar de acuerdo con un sinfín de actitudes y comportamientos que su amigo tenía, sus acciones no se justificaban con lo infeliz que era y tampoco quería comentar algo acerca de él. Sentía que no era el más indicado para hacerlo. Al final, le agradece el apoyo que le ha dado hasta ahora.

Es un buen amigo. Un poco cuestionable, pero nunca te sentirás juzgado o decepcionado con él.

Palabras del mismo Taehyung.

—Espero que te vaya bien, entonces.

Taehyung suspiró, sin saber qué más estaba esperando.

—Gracias.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro