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Capítulo 39: Enfrentando el pasado

Siempre he pensado que la suerte es caprichosa. Nunca se sabe a quién le tocará, pero afortunadamente esta vez había sido a nosotros...

Cuando supe que Phoebe estuvo en el incendio sentí una opresión indescriptible en el pecho. No podía creer que justo después de que casi pierdo a Zack, por poco también la pierdo a ella.

Justo cuando ambos habían decidido dejar de huir de su felicidad...

Pero como dije antes: la suerte es caprichosa...

Por fortuna Phoebe había salido ilesa del incendio, puesto que Zack había logrado salvarla. Inhaló un poco de humo y llegó a perder la conciencia, pero su vida no corrió ningún tipo de peligro.

—Zack realmente fue un héroe —comentó Bel mientras caminábamos por un parque, paseando a Pickles.

—Pues sí —concordé—. Phoebe y yo desde pequeños siempre lo vimos como a un héroe. Supongo que lo hacíamos porque era el mayor. Era nuestro ejemplo a seguir, un ídolo. Siempre queríamos hacer todo lo que él hacía —rememoré, sonriente y nostálgico.

—Te entiendo —emitió Bel—. Yo también quería hacer lo que hacían Austria y Ken. Supongo que es propio de los hermanos menores imitar a los mayores —opinó con una sonrisa.

—La verdad es que siempre vi a Zack como mi hermano mayor, aunque Phoebe no tanto... —dejé suspendida la frase.

—Le gustaba desde que era pequeña, ¿cierto? —indagó Bel con la curiosidad que la caracteriza.

—De toda la vida —respondí—. Recuerdo que cuando Zack se le acercaba ella se sonrojaba y él le preguntaba qué le pasaba a su cara, que por qué estaba tan roja y ella solo se ponía aun más colorada —relaté, divertido.

—Qué tiernos —dijo Bel.

—Espero que ahora finalmente recuperen todo el tiempo que perdieron... Han sucedido demasiadas cosas como para que sigan evitando lo que sienten —señalé.

—¿Crees que el responsable del incendio haya sido Kai...? —musitó Bel mientras depositaba la mirada en Pickles, quien caminaba alegremente, ajeno a nuestras mundanas preocupaciones.

—La policía confirmó que el incendio fue provocado —contesté con la mirada baja.

—Primero Zack... Luego Pheebs... —comentó—. ¿Qué crees que será lo siguiente que haga? —preguntó, preocupada.

—No lo sé... —murmuré en respuesta—. Solo sé que corremos peligro y ni siquiera sabemos por qué —añadí—. No entiendo qué le hicimos...

—¿Crees que Kai puede tener algún tipo de... trastorno mental? —aventuró.

—No lo creo... —respondí, rememorando mi estancia en el reformatorio.

Kai era un chico de pocos amigos. No hablaba mucho, pero cuando lo hacía era para buscar conflictos, destilando veneno, cinismo y sarcasmo. También era muy bueno peleando, pero nunca me dio la impresión de tener ningún desequilibrio mental.

De pronto Pickles comenzó a ladrar, interrumpiendo mi ensimismamiento.

—¿Tú crees que sí, Pickles? —emitió Bel, tomando asiento en un banco mientras acariciaba a su perrito—. Ya sintió la atmósfera pesada de la conversación —puntualizó—. Mejor cambiemos de tema... ¿De qué quieres hablar tú, Pickles? —le preguntó con un tono infantil que me hizo rebozar de ternura.

¿Cómo alguien puede ser tan tierna y sexy a la vez?

—Quieres mucho a Pickles, ¿cierto? —comenté, tomando asiento a su lado mientras mis pupilas eran inundadas por su imagen.

—Lo tengo desde que es un cachorro —respondió mientras él nos miraba, moviendo alegremente su cola—. Es más que una mascota para mí, es mi amigo... —declaró, depositando su mirada en él nuevamente—. Siempre ha estado conmigo en los momentos tristes... Algunas personas necesitan estar solas para aliviar su dolor, yo necesito estar con Pickles... —agregó—. Es que solo mira sus ojitos...

—Es hermoso realmente —concordé—. Con razón lo quieres más que a mí —añadí; fingidamente dolido, pero con resignación.

Realmente no tenía mucho que hacer al lado de Pickles. Era un perro precioso, además de fiel y alegre.

—Menos mal que conoces tu lugar, ¿cierto, Pickles? —habló Bel—. ¿Quién es mi favorito? —Al lanzar esa interrogante, se acercó al rostro de Pickles tomándolo entre sus manos, provocando que sonriera ante la escena.

—¿No has pensado en ser veterinaria? —sugerí.

—¿Veterinaria? —repitió, enfocándome.

—Sí —contesté—. Amas y cuidas a Pickles con mucha dedicación. Creo que tienes vocación para ser veterinaria —opiné—. Nunca te he escuchado hablar sobre tu futuro en la universidad y dentro de muy poco son los exámenes finales. No creo que la chica con mejores calificaciones de nuestro año no quiera entrar a la universidad.

—Sí quiero —aclaró—, pero nunca me detuve a pensar a qué me gustaría dedicar el resto de mi vida...

—Yo no pienso ir a la universidad. Soy pésimo estudiante —reconocí.

—Dímelo a mí que he tenido que repasar contigo —me interrumpió, ceñuda, mientras yo esbozaba una sonrisa de inocencia.

He de admitir que lo más fructífero que puedo hacer mientras Bel me repasa es meterle mano.

—La sección de estudios habría sido mejor si me hubieras dejado hacerte... —repliqué.

—¡Caleb! —exclamó, impidiendo que concluyera la frase.

—Bueno —proseguí después de reírme de su exagerada reacción—, lo que quiero decir... es que debes dedicarte a algo que te apasione de verdad. No puedes elegir tu profesión basándote en lo que tus padres quieren. Debe ser tu verdadera vocación. De lo contrario, por mucho dinero que obtengas por tu trabajo, nunca serás feliz.

—Tú quieres dedicarte a la música, ¿cierto? —preguntó.

—Nunca he tenido dudas de ello —dije con mucha convicción—. La música es lo que amo, es lo que soy... Sin ella me habría perdido hace mucho tiempo... —expliqué con la mirada perdida.

—Ahora que lo pienso... —emitió, reflexiva—. Creo que tienes razón con respecto a la veterinaria. Siempre me han gustado mucho los animales, en especial los perros. De hecho, lo llevo en la sangre. A mi abuelo también le gustaban. Le encantaba estudiarlos. Incluso tenía una granja con un montón de ellos —contó, entusiasmada—. Las personas de mi familia siempre han sido excéntricas. Todas se han dedicado al mundo del espectáculo, pero a mí nunca me ha llamado la atención nada de eso. Creo que es porque soy como mi abuelo... —murmuró con una sonrisa tímida—. Al final mi abuela tenía razón al decir que me parezco a él...

—Doña Australia tan sabia —comenté, asintiendo—. Ella supo desde el primer momento que estabas enamorada de mí —me burlé.

—Eso no es cierto —rebatió Bel, ceñuda.

—Lo estabas, Eritrea. No lo niegues —proseguí con mis burlas.

—No vuelvas a llamarme "Eritrea" —gruñó, señalándome con su minúsculo dedo índice mientras entrecerraba los ojos. Me gustaría saber a quién piensa que intimida.

—¿Por qué no? Es adorable igual que tú —refuté.

—Te odio —masculló, cruzando sus brazos y recostándose con firmeza del espaldar del banco en el que estábamos sentados.

—Y yo te amo, hermosa... —repliqué, acunando su rostro para luego depositar un beso fugaz en sus labios, lo cual la hizo sonreír.

Nuestro momento de romance cursi fue interrumpido repentinamente cuando Pickles salió corriendo como si estuviera persiguiendo algo.

—¡Pickles, regresa! —gritó Bel, poniéndose en pie para correr tras él, motivo por el cual la seguí automáticamente.

La veloz carrera de Pickles nos llevó a un solitario callejón sin salida.

—Él nunca había hecho esto. Siempre que lo paseo se comporta —comentó Bel mientras lo buscábamos con la mirada—. ¡Pickles, ahí estás...! —exclamó, aliviada—. No vuelvas a escaparte así —lo regañó suavemente, corriendo en su dirección para agacharse y darle un abrazo.

Debería estar feliz porque Bel logró encontrar a Pickles, pero por alguna extraña razón aquel callejón me daba una mala vibra. Tenía un pésimo presentimiento.

—Creo que deberíamos irnos de aquí —le sugerí a Bel, ceñudo, y en el preciso instante en que me giré para marcharme vi a alguien de pie observándonos con una sonrisa ladina—. Tú... —musité con ojos desorbitados, sintiendo una incipiente opresión en el pecho.

—Cuánto tiempo, Caleb... —comentó, aproximándose a nosotros con una sonrisa torcida en el rostro, pero lo peor no era eso.

Lo peor era que tenía un arma en la mano...

—¿Qué haces aquí, Kai? —pregunté, retrocediendo un paso, precavido.

—La calle es pública —refutó, encogiéndose de hombros.

—¿Nos estabas siguiendo? —inquirí, mirando discretamente a Bel, quien se encontraba a cierta distancia de mí y de Kai, sujetando a Pickles con el temor plasmado en su rostro.

—Ese siempre ha sido tu gran problema, Caleb —escupió el chico vestido de negro, jugueteando con su arma—. Piensas que eres el centro del universo, por eso en unos minutos vas a dejar de pensar... —agregó, apuntándome repentinamente sin titubeo alguno.

—Kai, baja esa arma —le pedí, alzando las manos en señal de rendición mientras tragaba con fuerza, nervioso y sin moverme ni un centímetro.

Recientemente Kai había demostrado ser capaz de cualquier cosa. Definitivamente provocarlo no era la mejor idea en este momento.

—¿Tienes miedo de mí? —indagó, ladeando la cabeza mientras arqueaba una ceja—. El gran Caleb Shines tiene miedo de mí —declaró de forma excéntrica.

—¿Por qué haces todo esto? —me atreví a preguntar a pesar de que él continuaba a muy pocos metros, apuntándome fijamente—. ¿Por qué intentaste matar a Zack? ¿Por qué incendiaste su casa con Phoebe adentro? —lancé las interrogantes mientras él silbaba, fingidamente distraído, lo cual me pareció extremadamente irritante—. ¡Responde! —exigí, perdiendo la paciencia y olvidando por un segundo la desventajosa posición en la que me encontraba y, por si fuera poco, Bel también corría peligro por mi causa.

—No vuelvas a gritarme —me ordenó—. ¿Piensas que puedes hacer lo que quieras y que no habrá consecuencias? —masculló, forzando una sonrisa.

—Tranquilo... Solo quiero saber tus motivos —aclaré, mirando a Bel por el rabillo del ojo.

—He esperado tanto por este momento... —confesó, victorioso—. Tú temblando de miedo frente a mí... No tienes idea del placer que estoy sintiendo en este momento —declaró entre risas. La situación parecía divertirle mucho.

—Tu problema es conmigo, ¿cierto? —indagué—. Entonces deja ir a Bélgica. Ella no tiene nada que ver —intenté negociar.

—¿Y quitarle la diversión al momento? Por supuesto que no —declinó mi propuesta, sonriente.

—Estás realmente demente —sentencié.

—Quizás sí, quizás no... —divagó con la mirada perdida—. Es un misterio que nunca resolveremos —emitió, rascando su barbilla con el arma de forma relajada.

—¿Por qué? —gruñí, sintiendo las lágrimas acumularse en mis ojos debido a la rabia y la impotencia—. ¿Por qué intentaste matar a mis amigos?

—Creo que todos merecen que se cumpla su último deseo antes de morir, incluso si el muerto serás tú... Responderé tu pregunta, Shines...

—¿Por qué? —repetí.

—Fue un accidente —dijo sin más.

—¿Qué? —murmuré, estupefacto. Realmente no esperaba esa respuesta.

—Lo que escuchaste... No tengo nada en contra de Zack y mucho menos en contra de tu amiga.

—Entonces, ¿por qué...?

—Cuando disparé pensé que tú eras Zack... —confesó—. Cuando incendié la casa pensé que tú seguías adentro porque vi salir a tus amigos... No sé en qué momento la chica entró otra vez...

—O sea, que todo este tiempo... ¿A quien has intentado matar... ha sido a mí? —concluí con un hilo de voz.

—Brillante conclusión, Sherlock —comentó, sarcástico.

—Pero... ¿por qué? ¿Qué te hice? —quise saber.

—Lo que más me jode es que no lo recuerdes... —dijo con la mandíbula apretada, abandonando su semblante divertido por uno iracundo y dolido.

—¿Alguna vez te hice algo en el reformatorio? —pregunté, confundido.

—¿Cómo puedes no recordar? —gruñó, agudizando su agarre sobre el arma hasta que sus nudillos se tornaron blancos.

—Kai... Si en algún momento hice algo que te molestó o que te hizo sentir mal... te pido perdón... No fue mi intención... —emití con sinceridad bajo la atenta y asustada mirada de Bélgica, quien se mantenía muy quieta en su rincón junto a Pickles.

—Cínico —escupió Kai.

Por mucho que lo intentaba no lograba recordar ningún problema relevante con Kai durante nuestra estancia en el reformatorio.

¿Lo insulté? ¿Lo golpeé? ¿Me burlé de él?

No recordaba haber hecho nada de eso.

Pero de repente se me ocurrió algo que comencé a hacer por aquel entonces, algo de lo que Kai pudo haber sido víctima, algo que siempre he odiado de mí y que nunca he logrado controlar.

—Acaso yo... ¿te robé...? —indagué, temeroso de escuchar la respuesta.

Durante el año que estuve encerrado tomé las pertenencias de varios de mis compañeros, incluido Zack... Normalmente eran objetos sin valor, pero siempre los retornaba a su lugar.

—Sí, tú me robaste... —respondió después de un largo silencio—. Me robaste lo más preciado que tenía...

—¿De qué hablas? —me mostré confundido, ya que nunca robé nada de valor en el reformatorio.

—Tal vez esto te refresque la memoria: Reese Dieckmann...

Al escuchar ese nombre, mi cuerpo se congeló instantáneamente.

—¿Te suena ese nombre? ¿O me vas a decir que tampoco recuerdas el nombre del hombre al que mataste? —preguntó con una mezcla de ira y escepticismo.

—¿Cómo...? ¿Cómo sabes...? —balbuceé y después de una larga pausa Kai dijo:

—Mi nombre es Kai Dieckmann...

—¿Dieckmann? —repetí en un murmullo.

Esto no podía estar pasando...

Por eso Kai siempre me odió...

Su problema nunca fue con Zack. Desde el inicio me detestó y esa era la razón...

Kai era familia de aquel hombre...

—Soy hermano del hombre al que mataste —aclaró.

—No puede ser... —musité, sintiendo cómo mis ojos se tornaban aun más vidriosos sin saber muy bien si era debido a la impresión, al miedo o a la culpa.

—Qué curioso... Fue lo mismo que dije yo cuando recibí la noticia de que mi hermano mayor había sido asesinado —comentó con sarcasmo mientras una lágrima descendía por su rostro.

—Kai, yo... —balbuceé, aproximándome un paso hacia él de manera instintiva.

—Ahórrame tu disculpa —gruñó, retomando su pose amenazante—. Es lo último que necesito en este momento. ¿Sabes qué quiero hacer ahora? Darte la misma muerte que Reese tuvo. Quiero vengar a mi hermano —agregó, lleno de rabia.

—Kai, sé que estás herido y que debe haber sido difícil para ti...

—¿Qué vas a saber tú de dolor? —me interrumpió—. Desde que entré en aquel maldito reformatorio e incluso después de salir te he estado siguiendo, Caleb... Tú no eres más que un niño rico que toca en un bar cuando está aburrido y que se acuesta con miles de chicas para entretenerse. Tú no tienes idea de cómo me siento... Una persona como tú es incapaz de comprender mi dolor... —sentenció, limpiando una lágrima rebelde que rodaba por su mejilla.

—Aunque no lo creas, sé exactamente por lo que estás pasando...

—¿Piensas que vas a manipularme fingiendo que comprendes mis sentimientos? He planeado esta venganza desde que supe que Reese había muerto asesinado, aunque jamás pensé que el responsable sería un chico de mi edad.

—Kai, no dejes que tu dolor nuble tu juicio —le pedí—. Mi muerte no hará que tu hermano regrese...

—Reese no regresará, pero mi dolor se aliviará porque su muerte no quedará impune —replicó.

—Saliste del reformatorio hace poco. Ya eres mayor de edad y si me matas, irás a prisión —apelé a su lado racional.

—¿Crees que me importa ir a la cárcel? —escupió—. Entré al reformatorio deliberadamente. Nunca en mi vida había cometido un delito, pero después de la muerte de Reese decidí hacerlo para estar muy cerca de su asesino, para acabar con el maldito que me quitó a mi hermano. Él era lo único que tenía en este mundo. Ni siquiera teníamos padres. Éramos solo él y yo... Pero por tu culpa me quedé completamente solo... —relató mientras las lágrimas brotaban de sus oscuros ojos llenos de dolor.

—Kai, yo... Lo lamento... —dije honestamente, contemplando el suelo, víctima del remordimiento y la vergüenza—. Lamento mucho el sufrimiento que te provoqué...

—Dime de qué me valen tus disculpas ahora, Caleb. ¡Mi hermano está muerto! —rugió.

—Tu hermano no fue el único que murió ese día... —repliqué—. ¿Quieres saber por qué entiendo tanto tu dolor? Porque yo también lo viví. Mi hermana también murió en aquel incidente...

—¿De qué hablas? —se mostró confundido.

—Mi hermana murió por culpa de tu hermano —respondí.

—¿Qué? —murmuró con la sorpresa plasmada en el rostro. Era evidente que él no sabía todo lo que había pasado.

—Tu hermano entró a robar en la tienda en la que mi hermana y yo estábamos. Luego amenazó al cajero, un chico de nuestra edad, quizás más joven... que no puso ni la menor resistencia, pero aun así tu hermano se ensañó con él... Y yo lo defendí... En medio del incidente logré arrebatarle el arma a tu hermano, pero él iba a atacar a mi hermana... Mi hermana solo tenía 14 años... Así que le disparé para protegerla, pero él la alcanzó antes... Y se escudó con ella... Mi hermana recibió el disparo que era para tu hermano... Luego yo... me dejé llevar por mi rabia... y maté a tu hermano... —narré con una mezcla de dolor, culpa y rabia.

—Eso no puede ser... —dijo con un hilo de voz, bajando su arma y dejando en evidencia su vulnerable estado actual—. Eso que dices es mentira... Reese no... Reese jamás habría hecho algo así... Reese era un buen hombre... Él siempre me sacó adelante desde que era un niño. Siempre se sacrificó trabajando para que yo estudiara y tuviera un buen futuro. Era el mejor hermano del mundo —aseguró, fabricando nuevas lágrimas—. Él... él jamás habría robado... jamás habría provocado la muerte de una niña... —enfatizó, pero parecía que intentaba convencerse a sí mismo—. Eso que dices es mentira. Estás inventando todo eso para confundirme —concluyó, secando su rostro con el dorso de su mano.

—No, Kai. Esa es la verdad. Sé que es duro aceptar que tu hermano no era quien pensabas...

—¡Mentira! —bramó.

—No estoy mintiendo, Kai...

—Cállate —masculló, dando un paso hacia mí, amenazante.

—No dudo que tu hermano te amara, pero él no era quien tú pensabas... —rebatí con suavidad.

Después de todo Kai solo era un chico dolido por la muerte de su hermano. No justificaba nada de lo que había hecho, pero ahora me ayudaba a entender sus razones... y realmente lo comprendía... Nadie mejor que yo conocía ese dolor...

—¡Ya cállate! ¡Cállate! —ordenó entre gritos—. No te bastó con arrebatarme a mi hermano. Ahora encima quieres arruinar el recuerdo que tengo de él...

—Kai, ni siquiera estuviste presente en el juicio —le recordé—. Allí se comprobó todo lo que estoy diciendo. Incluso el chico de la tienda testificó a mi favor y confirmó lo sucedido.

—El resultado de ese puto juicio me daba igual. Yo juré en la tumba de mi hermano que mataría al hijo de puta que lo apartó de mi lado... —respondió con un gruñido—. Y eso es lo que voy a hacer... —anunció, volviendo a apuntarme con el arma.

—Kai, por favor... —emití, temeroso.

—Kai, por favor, no lo hagas... —intervino Bélgica, quien todo este tiempo se mantuvo al margen de la situación.

—No tengo nada en tu contra, Bélgica. Mi asunto es con él —aclaró—. Ahora finalmente pagarás el precio de lo que hiciste, Caleb Shines... —dijo, apuntándome con la convicción implícita en su mirada mientras yo sentía mi corazón latir apresuradamente, como si en breve fuera a dar mi último suspiro...

—¡¡¡No!!! —exclamó Bel, abalanzándose sobre Kai en un imprudente intento por forcejear y evitar que me disparara.

—¡Bel, no! —grité al verla correr peligro por mi causa y de forma instintiva intenté aproximarme para ayudarla, pero Kai no tardó en liberarse de su agarre y luego le propinó un golpe en la frente con su arma, lo cual la hizo caer al suelo mientras se quejaba del dolor y palpaba su herida sangrante—. ¡Maldito...! —dije con rabia, pero Kai automáticamente se giró en mi dirección para volver a apuntarme.

—Te dije que esto no era asunto tuyo, pero nunca prestas atención a lo que digo... —se dirigió a Bélgica aún mirándome y justo cuando pensé que todo estaba perdido una ayuda inesperada llegó.

Pickles de repente atacó a Kai mordiendo su pierna y provocando que este esbozara una expresión de dolor, pero también desencadenó toda su ira...

—¡Maldito pulgoso! —rugió, sacudiendo su pierna hasta que Pickles cedió y luego un estruendoso disparo resonó en el solitario callejón, generando un sepulcral silencio que posteriormente fue interrumpido por el desgarrador grito de Bélgica:

—¡¡¡PICKLES!!!

Al liberar esa dolorosa palabra, Bel se arrodilló frente al cuerpo de un sangrante Pickles que agonizaba y emitía leves quejidos que lentamente se fueron apagando.

—No, no, no... Pickles, no te mueras... —pidió Bel, acariciándolo entre lágrimas—. Por favor, no...

En medio de la escena Kai desviaba la mirada con expresión arrepentida y titubeante. Tal vez el arrepentimiento lo estuviera invadiendo por haber lastimado a un ser inocente como Pickles que solo quería defendernos, pero lo que él estaba sintiendo ahora mismo no me interesaba porque Bel estaba sufriendo como nunca antes la vi.

—¡Eres un hijo de puta! ¡¿Cómo pudiste...?! —rugió ella ante el último aliento de Pickles, atacando a Kai nuevamente, pero esta vez tampoco surtió efecto, ya que él volvió a empujarla para apartarla.

—Ya perdí la paciencia contigo... —gruñó Kai, apuntándole—. Si no sabes mantenerte apartada de lo que no te concierne, yo te enseñaré a hacerlo... —añadió mientras Bel retrocedía lentamente.

Tal vez Kai me odiaba...

Tal vez quería matarme...

Tal vez incluso lo merecía...

Pero no permitiría que lastimara a la persona que más amaba en este mundo.

Ya había perdido a Clara, no perdería a Bélgica también.

—No te atrevas —dictaminé, tomándolo por sorpresa mientras forcejeábamos por el arma bajo la mirada atenta y asustada de Bel—. Si la lastimas, juro que haré que te arrepientas... —lo amenacé, iracundo.

—Debí matarte desde un inicio... Le habría hecho un gran favor a este mundo... —gruñó en medio del forcejeo, el cual no duró mucho más tiempo, puesto que un segundo disparo inundó nuestros oídos.

—¿Caleb...? —musitó Bel, temerosa, mientras Kai y yo nos mirábamos fijamente sosteniendo el arma entre nuestros cuerpos, pero pronto uno de nosotros cayó al suelo, inerte y lleno de sangre.

—Lo... ¿Lo maté...? —balbuceé, contemplando a un agonizante Kai.

—Debemos llamar a una ambulancia —emitió Bel, racional; pero yo estaba en shock.

—Maté a Kai... —concluí entre balbuceos.

Luego, sin previo aviso, el sonido de las sirenas de las patrullas policiales invadió el callejón. No tenía idea de cómo se habían enterado. Tal vez algún habitante de una casa cercana los había alertado de los disparos, pero eso no importaba ahora...

—Manos arriba —dijo uno de ellos mientras el resto me apuntaba como si fuera la mayor amenaza que habían visto y fue justo en ese momento que me percaté de que aún tenía el arma en la mano, motivo por el cual la solté automáticamente, como si quemara...—. ¡Manos arriba! —repitió y esta vez obedecí.

—No pondré resistencia —les informé, avanzando hacia ellos.

—Caleb, no... —musitó Bel a mis espaldas.

—Tiene derecho a guardar silencio. Todo lo que diga puede ser usado en su contra —me comunicó un oficial mientras me esposaba, instante que aproveché para contemplar a Bel una última vez y regalarle una sonrisa teñida de tristeza.

—Caleb... —emitió ella entre lágrimas y luego, sin poder contenerse, corrió hacia mí para abrazarme, ensangrentada—. Todo estará bien... No te dejaré solo... —me prometió mientras un policía intentaba apartarla.

—Te amo, musa... —dije con ojos vidriosos, aferrándome a ella.

—Te amo, Caleb... —articuló con una lágrima rodando por su mejilla cuando el oficial logró separarla de mí para luego guiarme al interior de la patrulla—. Te amo... —repitió mientras colocaba sus pequeñas manos en la ventanilla del vehículo, acto que imité, sintiendo la barrera del cristal entre nosotros—. ¡Prometo que te ayudaré...! —gritó cuando partimos, corriendo detrás del auto hasta no poder más y caer arrodillada en el suelo, provocando que mi corazón se quebrara por completo.

Jamás fue mi intención hacer sufrir a Bel y hoy sentía que había fallado.


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Buenas, buenas! :D
Cómo va la vida?
Qué les pareció el cap?
Los leo!
Finalmente descubrimos cuáles eran los motivos ocultos de Kai :(
A pesar de que era un personaje antagónico, hasta logro comprenderlo, ya que era motivado por su dolor.
Y perdimos a Pickles :"(
Qué dolor </3
Siento que Pickles fue el perrito que nunca tuve :")
Proyecté en él ese sueño frustrado de tener uno.
Y Caleb fue arrestado :"(
En el próximo cap veremos qué sucede.
Ya casi casi estamos llegando al final de esta historia.
Espero que les haya gustado el cap.
Hasta el próximo.
Chauuu.
Dato random: Mi madre nunca me dejó tener perro, es un sueño frustrado para mí :")</3
Y tú? Tienes mascota? :D
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Por allá subo cositas :)

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