Capítulo 36: El cielo en la tierra
La noticia (o, mejor dicho, el chisme) de la boda fallida de mi hermana se esparció como si fuera pólvora. Los buitres de la prensa amarillista no tardaron en comenzar a exagerar toda la situación sin siquiera conocer el trasfondo y los motivos de mi hermana para haber cancelado su boda. No obstante, muchísimos de sus fans salieron a defenderla y demostraron su apoyo incondicional. Sin embargo, no fue poca la gente que la criticó en redes sociales.
Me parece preocupante ver cómo las personas le prestan mayor atención a la vida de las celebridades que a los problemas realmente importantes que aquejan al mundo.
Debido a que se había vuelto el foco de atención (más de lo normal) en la última semana, Ken había decidido irse de viaje por un tiempo y apartarse de las redes sociales para lograr el aislamiento que tanto había necesitado durante mucho tiempo.
Austria a veces decía que nuestra hermana mayor era cobarde por no enfrentar al mundo para ser quien realmente es, pero yo no estoy de acuerdo con ella. Creo que se necesita demasiada fortaleza para soportar la presión a la que Kenya fue sometida durante toda su vida y se necesita aun más valor para romper esas cadenas después de tanto tiempo. Es por ello que admiro tanto a Ken y realmente espero que pueda encontrar su felicidad o, mejor dicho, que se encuentre a sí misma...
—¿Qué haces, musa? —interrumpió mis pensamientos Caleb, sentándose a mi lado en el sofá.
—Nada... Solo miraba el Instagram de Kenya... —respondí, guardando mi móvil.
—Supongo que la extrañas —emitió, acariciando mi cabello.
—En los últimos años ella nunca estuvo cerca de nosotras, pero al menos me consolaba el hecho de que estaba lejos porque hacía algo que le apasionaba; pero no era así... —lamenté con voz triste.
—Debió ser muy difícil para ella... A veces vemos las redes sociales de los famosos y la grandiosa vida que llevan y olvidamos que son personas también, personas que quizás detrás de todo su lujo tienen problemas que somos incapaces de imaginar...
—A veces detrás de una sonrisa se oculta el mismo infierno... —murmuré, contemplando el techo mientras recostaba mi cabeza en el espaldar del cómodo sofá.
—Supongo que mi plan no funcionó —comentó de repente.
—¿Tu plan? —repetí.
—¿Por qué crees que te traje aquí? —preguntó, señalando la sala de estar de la enorme mansión en el bosque a la que me había invitado este fin de semana.
El lugar tenía un estilo rústico, pero elegante a la vez y la mayor parte de la decoración era de colores oscuros, los cuales contrastaban con las enormes ventanas de cristal que había en casi toda la mansión.
—Oh, cierto. —Sonreí—. Querías animarme para que no estuviera triste por Kenya —rememoré.
—No me gusta verte triste —reconoció, acariciando mi rostro.
—Tranquilo, gracias a ti estoy un poco más animada —aclaré para consolarlo.
—Quisiera poder hacer más por ti...
—Solo abrázame —le pedí como si fuera una niña pequeña, rodeándolo con mis brazos.
—¿Solo eso? —indagó con tono pícaro—. Hay muchas más cosas que podría hacerte... —ofreció mientras sus manos trazaban un peligroso recorrido descendente por mi espalda—, digo... hacer por ti —se corrigió rápidamente, fingiendo inocencia.
—¡Caleb! —exclamé, apartándolo con el rubor en las mejillas, lo cual lo hizo reír, divertido.
¿Ya les dije que Caleb tiene una risa preciosa?
Babosa.
No soy babosa, soy observadora.
—Al menos te distraje unos segundos con mis tácticas infalibles —se jactó.
—Querrás decir con tu perversión infinita —repliqué con las manos en la cintura.
—Así te gusto, musa —rebatió, guiñándome un ojo mientras su sonrisa de malandrín se extendía por su rostro.
Ese malandrín de sonrisa preciosa.
Es un malandrín y punto.
Pero te gusta.
¡¿Y tú de qué lado estás?!
—Al final Paris tenía razón —gruñí.
—¿Razón en qué? —se mostró confundido, provocando que comenzara a rememorar la conversación que tuve ayer con mi prima cuando recibí la invitación de Caleb para pasar juntos el fin de semana.
—¿Qué quería tu macho, musa? —indagó Paris burlonamente cuando concluí la llamada.
—No me llames así —mascullé, ceñuda, tomando asiento al lado de Paris en mi cama.
—Pero a Caleb sí le permites llamarte así —replicó—. Eso es favoritismo. Recuerda que yo llegué primero —me reclamó teatralmente, fingidamente enojada.
—Eres la relación más tóxica que he tenido en toda mi vida —reconocí, divertida ante su actuación.
—Pero no puedes vivir sin mí —rebatió, besando su hombro con orgullo mientras yo hacía un gesto de negación, sonriente—. ¿Y para qué te llamó Caleb? —volvió a preguntar, jugueteando con una de las almohadas.
—Llamó para invitarme a ir mañana a una casa en el bosque que pertenece a su familia. Dijo que eso podría distraerme —expliqué.
—Oh, por Dios... —habló de repente, abriendo exageradamente los ojos.
—¿Qué pasa? —pregunté, preocupada ante su reacción.
—Oh, por Dios... —repitió, poniéndose en pie y empezando a caminar de un lado a otro.
—¿Paris? —me mostré confundida.
—¡Oh, por Dios! —exclamó como si estuviera poseída.
—¡Paris! —llamé su atención, poniéndome en pie para zarandearla—. ¡¿Podrías quedarte quieta un segundo y decirme qué rayos te pasa?! —exigí saber.
—Bel, el momento ha llegado... —musitó de pronto.
—¿Qué momento? ¿De qué hablas? —lancé las preguntas, ceñuda y confundida.
—¡El momento de tu desvirgación! —contestó, alzando los brazos al cielo como si estuviera invocando a alguien.
—¡¿Qué?! —chillé—. Claro que no —descarté la idea con un gesto de la mano y luego volví a tomar asiento en la cama.
—¿En serio piensas que voy a creer que irás con Caleb a una casa súper apartada en el bosque y no pasará nada? —se mostró escéptica—. ¡Me niego a creer eso! —prosiguió, teatral.
—No estaremos solos. Phoebe y Zack también irán —aclaré.
—Esos dos también estarán haciendo lo suyo en su habitación —opinó, malévola.
—¡Paris! —exclamé, avergonzada.
—Bel... —murmuró de pronto, agachándose un poco para quedar a mi altura mientras colocaba sus manos en mis hombros. Su expresión excesivamente seria provocó que me quedara muy quieta, puesto que parecía que estaba a punto de contarme un secreto de Estado. Luego de varios segundos de silencio simplemente soltó—: ¿Te depilaste?
—¡Paris! —exclamé nuevamente, desviando la mirada mientras apartaba sus manos de mis hombros.
—Bel, si no lo has hecho, debes hacerlo antes de ir —ordenó seriamente—. No podemos permitir que Caleb te vea en modo amazónica. Será la primera vez. Aún no tienen esa confianza —opinó con el mismo tono teatral.
—Paris, esa no es su intención —refuté.
—Bel, tú no lo has visto porque tienes miopía y porque estabas de espalda —me interrumpió—, pero ese chico te mira el trasero como si estuviera a punto de mordértelo en cualquier momento —agregó, provocando que mis mejillas se sonrojaran.
—Son invenciones tuyas —repliqué.
—Te quiere meter mano —aseguró con una sonrisa pervertida y moviendo las cejas rápidamente de arriba abajo.
—Eres tan explícita —opiné mientras ella se acostaba a mi lado.
—Explícito será lo que pasará mañana cuando estés con él —contradijo pervertidamente, abalanzándose sobre mí y colocándose a horcajadas sobre mi pelvis para hacerme cosquillas.
—¡Basta! —chillé entre risas.
—Pasarán cositas +18 —prosiguió molestándome mientras movía sus caderas de una forma demasiado sugerente.
—¡Paris, ya! —pedí, aún riendo.
—Ahora en serio... —se detuvo para depositar su torso sobre el mío, escondiendo su rostro en mi cuello, relajada—, ¿no te gustaría que tu primera vez fuera con él? —preguntó, acariciando mi cabello mientras yo miraba el techo—. He visto como él te mira... pero también he visto como lo miras tú... —continuó, pero yo simplemente me mantuve en silencio—. ¿Te gustaría que pasara...? —insistió en saber, alzando su cabeza para mirarme a los ojos.
—Pues... —musité, dubitativa.
—¿Musa? ¿Estás bien? —preguntó Caleb, provocando que regresara al presente.
—Eh... sí, estoy bien —respondí, nerviosa—. ¿De qué estábamos hablando?
—Ibas a contarme por qué Paris tenía razón —me recordó.
—Eh... Por nada... —evadí el asunto entre balbuceos.
—¿Y por qué te ruborizas? —indagó, arqueando una ceja con una sonrisa pícara en el rostro.
—No lo hago —repliqué, desviando la mirada.
—Sí lo haces —afirmó, sonriente.
—Dije que no —aseguré, poniéndome en pie, lista para huir.
—No huyas, cobarde —se burló, tomando mi muñeca y tirando de esta para hacerme caer al sofá.
Luego, aprovechando mi desventajosa y vulnerable posición, se puso a horcajadas sobre mí y agarró mis muñecas para retenerme, lo cual me hizo tragar en seco, nerviosa.
—¿Aún quieres huir...? —susurró en mi oído y luego rozó mi cuello con su nariz, inhalando mi aroma, lo cual hizo que mi cuerpo entero se erizara mientras retorcía levemente mis pies.
Luego comenzó a depositar suaves besos a lo largo de mi cuello. Después continuó así por mi mejilla hasta llegar a la comisura de mis labios mientras yo cerraba mis ojos, disfrutando la agradable sensación y anhelando que fuera más allá...
—¿Cómo debería interpretar esa reacción? —habló de repente, observando con una sonrisa ladina mi rostro de perra en celo.
Evidentemente quería que le dijera que no quería huir, que le pidiera que continuara, que quería que justo aquí y ahora deseaba que concluyéramos lo que nos fue interrumpido tantas veces...
Y sí... Lo quería...
—Pues... —musité, mordiendo mi labio inferior tímidamente, llamando su atención y provocando que tragara saliva para luego morder sus labios en un fallido intento de contener su sonrisa de satisfacción ante mi expresión tan obvia—. Creo que las palabras sobran en este momento... —añadí, intentando sonar coqueta, lo cual pareció funcionar, ya que Caleb dijo:
—Tienes razón...
Luego de eso procedió a estampar sus labios contra los míos, fiero y demandante. Su avidez y necesidad resultaban evidentes con cada movimiento desenfrenado de su boca sobre la mía. Su lengua no tardó en abrirse paso, codiciosa por explorarme una vez más y yo la recibí, encantada; puesto que Caleb no era el único que estaba siendo víctima del calor que se estaba acumulando en la habitación en estos momentos.
De repente, escuchamos un fuerte y exagerado ruido de alguien tosiendo, motivo por el cual nos separamos más rápido que un rayo. En menos de un segundo Caleb estaba en un extremo del sofá y yo en el otro, muerta de la vergüenza ante la expresión inquisidora de Zack y la sonrisa incómoda de Phoebe.
—Lamentamos interrumpir, chicos —rompió el silencio Pheebs, rascando su nuca en un gesto nervioso mientras Zack tomaba asiento en un sillón frente a nosotros.
Tierra, trágame.
—Pensé que en esta casa había suficientes habitaciones... —comentó Zack con su habitual tono de indiferencia, pero esta vez había cierto matiz burlón.
Trágame y escúpeme en Saturno.
—Regresaron pronto del lago, ¿no? —replicó Caleb con una sonrisa forzada.
—Para tu desgracia —refutó Zack burlonamente.
Saturno está muy cerca, mejor en Neptuno.
—Pensé que querías divertirte a solas con Pheebs —rebatió Caleb y la ligera sonrisa de burla de Zack desapareció. Sin embargo, comenzaron a aparecer diferentes tonalidades de rojo en las mejillas de Phoebe.
—¿Tienen hambre? —preguntó ella—. Prepararé algo de comer —ofreció, nerviosa, saliendo disparada como una flecha.
—Te ayudaré, Phoebe —dije, siguiéndola en dirección a la cocina—. No le hagas caso. Caleb a veces es un indiscreto —la consolé.
—Tranquila, ya estoy acostumbrada a las rivalidades esporádicas de esos dos —contestó relajadamente, buscando comida en la alacena—. Mejor cuéntame, ¿cómo está tu hermana? —me pidió, colocando los ingredientes sobre la isla de la cocina.
—Ken se fue de viaje. Hace un par de días que no sabemos nada de ella. Al parecer, donde está no hay señal —expliqué.
—Supongo que necesitaba apartarse del mundo —murmuró, pensativa, cortando algunas verduras.
—Exacto —articulé, uniéndome a ella en la preparación de los aperitivos.
—La entiendo. A veces lo único que necesitamos para sanar es estar solos, aunque bueno, yo necesito estar a solas con mi guitarra —comentó con una sonrisa.
—Por cierto, ¿has logrado componer algo? —indagué.
—De hecho, sí. El consejo que me diste me ayudó. Al parecer, estaba buscando inspiración en el lugar equivocado. La felicidad no es mi musa...
—Me gustaría mucho escuchar tus canciones —admití, curiosa por saber dónde había encontrado inspiración. ¿En el dolor? ¿En la tristeza? ¿En el sufrimiento? Sea cual fuera su musa, yo estaría encantada de escucharla.
—Te las podría mostrar luego.
—Será un placer escucharte —reconocí con una sonrisa.
—¡Pheebs! —exclamó Caleb, entrando a la cocina corriendo—. Pheebs, Zack me quiere golpear —nos informó, escondiéndose detrás de ella como si fuera un niño pequeño.
—Zack, deja en paz a Cale —lo regañó cuando entró a la cocina mientras abrazaba de forma protectora al chico de ojos azules.
La escena era muy graciosa, ya que Pheebs parecía una madre cuidando a su hijo pequeño de su abusivo hermano mayor.
—Tienes el maldito don de agotar mi paciencia —masculló Zack, fulminando con la mirada a Caleb.
—Envidioso —replicó, sacándole la lengua a Zack, quien se quedó escéptico ante ese gesto tan infantil, lo cual me hizo reír.
Cada vez que paso tiempo con ellos tres reafirmo más la idea de que su amistad es hermosa. Creo que todos merecen tener amigos así con los que puedas reír, bromear, llorar, soñar...
>.<>.<>.<
Después de una tarde entretenida en la que conversamos, reímos y cantamos (bueno, ellos lo hicieron porque si cantaba yo, les provocaría una hemorragia auditiva) finalmente había caído la noche. Ya estaba lista para irme a dormir cuando de repente escuché que alguien habría la puerta, motivo por el cual encendí rápidamente la lámpara de la mesita de noche para saber quién era.
—¿Caleb? —murmuré, sorprendida al verlo prácticamente sobre mí.
—No grites —me ordenó, cubriendo mi boca—. Al menos no todavía...
—¿Qué pasa? —indagué, preocupada, cuando retiró su mano de mi boca.
—Todo está bien, tranquila —aclaró—. Es solo que... hay algo que quiero mostrarte...
—¿A esta hora? —repliqué y en respuesta el sonrió con timidez—. De acuerdo —cedí finalmente—. ¿Debemos salir de la casa?
—Sí.
—Entonces debería cambiarme primero —señalé, mirando mi pijama poco presentable.
—Si quieres —le restó importancia y luego me quedé mirándolo fijamente con una sonrisa forzada y él me devolvió la mirada, confundido.
—¿No vas a salir para que me cambie? —pregunté finalmente.
—Oh, cierto —reaccionó—. Aunque si por mí fuera... —dijo por lo bajo.
—Te escuché —le informé, poniendo los ojos en blanco, divertida.
Después de cambiarme de ropa salimos de la gran mansión, la cual estaba prácticamente a oscuras, lo cual me hizo suponer que Zack y Pheebs ya dormían.
O tal vez no...
Al salir, Caleb tomó mi mano para guiarme rumbo al bosque. Caminamos durante varios minutos hasta que de pronto él se detuvo, llamando mi atención.
—¿Llegamos? —pregunté, extrañada, ya que seguíamos en medio de la nada.
—Cierra los ojos —me pidió—. Es una sorpresa —insistió ante mi expresión dubitativa, pero finalmente cedí.
Luego él tomó mis dos manos para ser mi guía. A medida que avanzábamos empezaba a escuchar un sonido distante, como si fuera agua cayendo. Poco después, sin previo aviso, nos detuvimos.
—Ábrelos —me ordenó y eso hice, quedando deslumbrada y gratamente sorprendida con lo que mis ojos veían.
Caleb me había traído a un precioso lago en el cual terminaba una pequeña cascada. Alrededor había algunos árboles cuyas ramas se perdían buscando el cielo nocturno, adornado por las estrellas y la luna llena. En la orilla del lago había una manta con varios almohadones sobre la cual descansaba una cesta de picnic junto a varias velas pequeñas. Todo el ambiente era simplemente hermoso.
—Caleb, es... —balbuceé sin saber muy bien qué decir—, lo más hermoso que un chico ha hecho por mí —completé, conmovida.
—Pensé que dirías lo más cursi —bromeó, rascando su nunca en un gesto nervioso mientras observaba el picnic nocturno que había preparado.
—También —sonreí—, pero es igualmente hermoso —reconocí y luego tomamos asiento—. Este lugar es bellísimo... —Continué mirando a nuestro alrededor, embobada.
—Lo es incluso más contigo aquí —emitió, llamando mi atención y provocando que ahora lo mirara embobada a él—. ¿Vino? —ofreció.
—Solo un poco. Tengo baja resistencia al alcohol —aclaré con una sonrisa relajada.
—Lo noté aquella noche en el club —rememoró con tono burlón, ofreciéndome una copa con la bebida.
—En mi defensa diré que había bebido muchísimo antes de hablarte —repliqué solemnemente—. La verdad es que necesitaba valor para hablarte —agregué, bebiendo un poco de vino.
—¿Por qué? —indagó, confundido.
—Paris me había retado a pedir tu número de teléfono —confesé, avergonzada, dándome otro trago.
—¿En serio? —Sonrió—. Y yo que pensé que te había gustado. Fui un vil reto desde el comienzo —se hizo el dolido.
—No recuerdo mucho de esa noche, pero sí sé que me gustaste... —admití—, no te habría permitido besarme si no hubiese sido así... y tampoco habría accedido a ir a un lugar más privado... —reconocí, sintiendo el calor en mis mejillas mientras Caleb me miraba fijamente—. Por cierto —desvié el tema—, ¿cómo llevas lo de tu...? —dejé suspendida la frase.
—¿La cleptomanía? —respondió y yo asentí—. Hace mucho que no tengo ningún episodio... Pero comencé a ir a terapia de nuevo —me informó—. Me gustaría mantener... esto bajo control el mayor tiempo posible... No quiero lastimar a nadie... —murmuró con la mirada en el suelo.
—Estoy orgullosa de ti —dije, acariciando su mejilla mientras él cerraba los ojos, sintiendo mi contacto y luego tomó gentilmente mi mano para depositar un beso en el dorso.
—No me gustaría que ese lado oscuro de mí te hiciera sufrir de nuevo...
—Tu luz no existiría sin tu oscuridad... —rebatí con suavidad—, por eso me gustan ambos lados de ti.
—Después de todo tendré que agradecerle a ese lado de mí... —bromeó—. Fue gracias a eso que te conocí... —añadió, sosteniendo mi mirada.
De pronto nos quedamos en silencio, mirándonos como si esa fuera la mejor forma de comunicación para transmitir lo que estábamos sintiendo. Luego Caleb se aproximó lentamente a mí y acunó mi rostro, depositando un cálido y suave beso sobre mis labios. Después simplemente descansó su frente sobre la mía.
—Caleb... —llamé su atención—, ¿recuerdas que esta mañana me preguntaste si quería huir...?
Ante mis palabras él solo escrutó mi rostro, expectante.
—En ese momento no tenía el valor para responderte... pero no, no quiero huir... Nunca he querido... —argumenté, retorciendo mis dedos, nerviosa.
—¿Eso significa que...? —dejó suspendida la frase y yo asentí con una pequeña y tímida sonrisa.
Ante mi respuesta el sonrió también y luego su mano recorrió mi cuello hasta depositarse en mi nuca, agarrando mi cabello con firmeza para después aproximar sus labios a los míos en un beso tierno y romántico que poco a poco fue profundizándose con cada movimiento.
Segundos después Caleb hizo que me acostara, descansando sobre las almohadas mientras él proseguía con nuestro beso, el cual se hacía cada vez más intenso. En medio de las mordidas y el vaivén de nuestras lenguas comencé a recorrer su espalda, clavando mis uñas en ella en un intento de aproximarlo aun más a mí. Luego, como si su camisa estorbara, lo ayudé a despojarse de ella, deleitándome con la imagen de su definido torso adornado por el tatuaje en el lado izquierdo de su pecho.
Después volvió a abalanzarse sobre mí sin darme tregua alguna. Mientras me besaba percibí el fuerte agarre de su mano reteniendo mi muñeca. Daba la impresión de que intentaba controlarse canalizando todo su sentir en ese simple contacto.
—No tienes que contenerte —aclaré.
—No quiero lastimarte... —replicó.
—Sé que no lo harás —aseguré con una sonrisa.
Ante mis palabras él se quedó observándome durante unos segundos y luego simplente volvió a besarme, pero esta vez con mayor ímpetu y pasión, de una forma salvaje y primitiva. Después de propinarle una mordida a mi labio inferior mordisqueó el lóbulo de mi oreja, provocando que mi piel se erizara, reacción que solo se agudizó con el camino de besos que trazó sobre mi cuello mientras sus manos retenían mis muñecas y yo me retorcía bajo su cuerpo.
He de agregar que mi cuello fue solo la primera víctima de los diestros movimientos de los labios de Caleb, ya que luego el resto de mi anatomía comenzó a ser venerada de una forma que jamás había imaginado...
Cuando todas las prendas que me protegían desaparecieron por obra de Caleb, él me recorrió con la mirada, haciendo pausas especiales en puntos específicos...
Menos mal que le hicimos caso a Paris...
No era la primera vez que Caleb me veía de esa forma, pero era la primera vez que sentía que deseaba más que solo una mirada...
Era la primera vez que llegaba tan lejos con un chico y también era la primera vez que necesitaba llegar mucho más allá...
Al igual que yo, Caleb necesitaba más que solo miradas, así que no tardó en comenzar con la acción...
—Si quieres huir, este es tu momento... —bromeó justo antes de iniciar—, porque no estoy seguro de poderme contener después... —agregó en un tono más serio.
—No quiero huir —aseguré—. Y tampoco quiero que te contengas... —añadí bajo su profunda mirada.
Después de obtener mi consentimiento Caleb dio inicio a uno de los momentos más inolvidables de toda mi vida...
—Tranquila... —murmuró, acariciando mi cabello dulcemente cuando sintió que clavaba mis uñas en sus brazos, víctima de los nervios—. ¿Quieres que siga? —preguntó, contemplando mi expresión, preocupado. Sin dudarlo ni un segundo, asentí...
***
Al concluir, él se acostó a mi lado y ambos nos quedamos muy quietos mientras recuperábamos el aliento, contemplando el cielo estrellado que fue testigo de nuestra mayor expresión de deseo y pasión.
—Eso fue... —rompí el silencio sin saber muy bien cómo expresarme en este momento.
—¿Eso fue? —repitió Caleb con una sonrisa ladina, apoyando su codo en la almohada y su cabeza en su mano, expectante.
—Olvídalo —lo esquivé, cubriendo mi rostro, sonrojada ante su sonrisa divertida.
—¿Te da vergüenza ahora? Ya es un poco tarde, ¿no crees? —se burló.
—No te diré lo que estás cansado de saber —repliqué con la cara hundida en la almohada, lo cual hizo que mi voz se escuchara un poco ininteligible.
—Es la primera vez que estoy contigo, así que no sabré cómo te sentiste hasta que no me lo digas —refutó con suavidad, tomando mi rostro para que lo mirara.
—Pues... —musité, jugueteando con mis dedos—, digamos que no me quejaría si tuviéramos una segunda ronda...
—Una respuesta inesperada —comentó entre risas—. Me alegra que te haya gustado, Bel. Estaba un poco nervioso por este momento... Quería que lo disfrutaras tanto como yo... Es cierto eso de que los sentimientos hacen que todo sea mejor. Nunca antes había experimentado el placer de esta forma... Se sintió como... como si el cielo estuviera aquí en la tierra...
—El sexo te pone un poco cursi, ¿no crees? —rebatí, aprovechando mi momento de burlarme e intentando ocultar el hecho de que estaba de acuerdo con él.
Se sintió como alcanzar el cielo.
—No soy cursi... Simplemente estoy enamorado... —replicó con una pequeña sonrisa—. Te amo, Bélgica —dijo de repente, provocando que me quedara en silencio, estupefacta—. ¿Te quedaste sin palabras? —preguntó, divertido.
—No, es solo que... —balbuceé—. No me había dado cuenta hasta ahora... pero yo también te amo, Caleb —confesé y esta vez fue su turno de no emitir palabra alguna.
—¿El vino te hizo efecto? —soltó de pronto.
—¿Podrías tomártelo en serio? —me quejé, golpeándolo con una almohada, divertida.
—Lo siento. Solo bromeaba —aclaró, riendo—. Yo creo que me he sentido así desde hace mucho tiempo, pero no había tenido el valor para decírtelo... Supongo que estaba esperando el momento adecuado.
—Pero estoy segura de que mi amor es más grande —refuté como si fuera una niña pequeña.
—¿Acaso es una competencia? —Arqueó una ceja con diversión.
—Sí —respondí—, y yo soy la ganadora porque te amo del tamaño de... —me quedé pensativa—, de Bélgica —completé y él comenzó a reír ante mi respuesta—. No, del tamaño de Europa —me corregí y él continuó riendo ante mi infantil actuación—, o no, del planeta Tierra, de la Vía Láctea —proseguí, intentando abarcar todo lo que me rodeaba con grandes gestos que solo lo hicieron reír aun más, ya que parecía una niña de 5 años cuando sus padres le preguntaban cuánto los quería.
Después de reírse por unos cuantos segundos se quedó en silencio, sosteniendo mi mirada.
—No existe instrumento en el universo... —comenzó a hablar—, capaz de medir la dimensión del amor que siento por ti, Bel... —añadió, provocando que me quedara sin palabras nuevamente ante su hermosa confesión.
—Joder, qué buena respuesta. Lo admito. Me has ganado —reconocí entre la burla y la diversión.
—¿Puedes tomártelo en serio? —fue su turno de quejarse.
—Tú nunca tomas nada en serio. Tú me enseñaste a ser así —le recordé con una sonrisa.
—Tú me enseñaste que incluso en la oscuridad más profunda que vive en mí hay un rayo de luz al que puedo aferrarme, uno que me hace pensar que aún tengo derecho a amar...
—Tienes derecho a amar y a ser amado, Caleb —opiné, acariciándolo.
—Tú eres la prueba de ello, Bel. Eres la nueva forma de amor que la vida me obsequió... Mi musa... —Me devolvió la caricia en el rostro y luego depositó un lento y apasionado beso en mis labios, pero desgraciadamente no duró mucho porque repentinamente fuimos interrumpidos por un estruendoso ruido que nos sobresaltó.
—¿Qué fue eso? —indagué, asustada, mirando hacia todas partes buscando la fuente del ruido.
—Fue un disparo... —contestó Caleb—, y vino de la casa... —agregó, provocando que una fuerte opresión invadiera mi pecho al recordar que Phoebe y Zack estaban allí.
------
Hola, hola, camaradas :D
Cómo anda la vida?
Qué les pareció el cap?
Los leo!
No es porque yo lo escribí, pero me encantó :""")
Quedó un poco largo, pero igual me gustó mucho :")
Me gustó mucho la conversación que Bel tuvo con Paris en sus recuerdos xd
Ustedes tienen alguna amiga así mala influencia? XD
También me gustó el breve momento que compartieron mis Reformers. Yo amo su amistad.
Y lo más importante del capítulo también me gustó je je :)
Finalmente... :")
Caleb estará feliz :v
Hace tiempo no escribía escenas de este tipo, espero no haber perdido facultades xd
Qué les pareció a ustedes?
No la hice demasiado explícita, ya que esta historia no es de ese estilo. No obstante, si te gusta el contenido +18, te invito a leer otra de mis historias (Relación Mortal) que está disponible en mi perfil :)
*Aprovecha el momento para hacer pausa publicitaria* :v
Y el final fue breve, pero fuerte.
Alguien recibió un disparo...
En el próximo capítulo sabremos qué pasó en la casa.
Hasta el siguiente cap.
Gutbai, pequeñinas/es :D
Dato random: Creo que este ha sido uno de mis capítulos favoritos de esta historia o podría entrar en el top 5 xd.
¿Cuál ha sido tu capítulo favorito hasta ahora? Te leo en los comentarios :D
INSTAGRAM: daia_marlin
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro