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Capítulo 33: Decepción

Al día siguiente decidí ir a visitar a Will, ya que me había quedado muy preocupada debido a todo lo que sucedió en la fiesta de cumpleaños de su madre.

La hermana de la novia de Dallas contó frente a todos que ellos dos se gustaban...

Esa chica nunca me agradó, pues me parecía mimada y envidiosa; pero ahora puedo afirmar categóricamente que es una persona cruel e indolente.

Will y Dallas no merecen ser discriminados o juzgados por sus sentimientos, nadie lo merece... El amor no es un crimen...

—Hola, Evie —saludé cuando ella me abrió la puerta al llegar.

—Bel... —musitó, como si no esperara mi visita—, pasa —añadió—. ¿Te gustaría tomar algo? —indagó, caminando por su enorme sala de estar.

—No, gracias. Solo vine para... ver a Will... —le informé con cierto temor, puesto que no sabía cómo habían reaccionado ella y su esposo ante la noticia de que su hijo era gay.

—Will... está en su habitación... —respondió después de unos segundos.

—Entonces iré a verlo —le comuniqué, pero justo antes de subir las escaleras me volteé para decirle—: Evie, sé que no soy nadie para decirte esto... Soy solo una adolescente y no tengo el menor derecho a opinar sobre tus decisiones y las de Ryan, pero quiero recordarte que Will siempre fue un hijo maravilloso...

Al concluir, ella se quedó observándome fijamente y luego me volteé para seguir mi camino; pero cuando iba subiendo los primeros escalones la escuché decir:

—Nunca lo olvidé...

Al escuchar esas pocas palabras, una sonrisa de esperanza se extendió a lo largo de mi rostro. Cuando llegué hasta la habitación de mi amigo pelirrojo toqué la puerta y pregunté:

—¿Puedo pasar?

—Adelante —emitió Will desde el otro lado.

—Me quedé preocupada ayer, Will. No respondías mis mensajes —dije, avanzando hasta sentarme a su lado en la cama—. ¿Cómo estás? —indagué, acariciando su brazo.

—Hoy me siento menos miserable que ayer —fue su respuesta.

—Lo siento tanto, Will —musité—. Supongo que la conversación con tus padres no fue bien después de todo... —comenté con tristeza.

—De hecho... —me interrumpió—, mis padres... me entendieron...

—¡¿En serio?! —exclamé con una mezcla de sorpresa y entusiasmo.

—Sí... —afirmó con una sonrisa.

—Evie y Ryan son lo máximo —reconocí.

—Estaban muy impactados por la revelación de la hermana de Aiko... Ellos... jamás sospecharon de... mis preferencias... Mucho menos sospecharon de mis sentimientos por Dallas. Siempre pensaron que teníamos una amistad muy sólida porque nos conocemos desde pequeños... así que no se esperaban esto... Pero, para mi sorpresa, decidieron apoyarme —relató con lágrimas en sus ojos verdes—. Dijeron que soy el más maravilloso de los hijos y que nada cambiaría el amor que sienten por mí...

—Ellos siempre fueron muy buenos padres y me alegra que se hayan mantenido así incluso en un momento como este en el que muchos deciden darle la espalda a sus hijos —opiné.

—Escuchar eso fue un gran alivio, Bel. Sin embargo... hay algo que me tiene angustiado aún: Dallas...

—Paris me dijo que no está nada bien... —murmuré con pesar, depositando la mirada en la cama.

—Todo esto fue mi culpa... Nunca debí confesarle lo que sentía... Arruiné su vida —se lamentó con ojos vidriosos.

—No, Will —repliqué—. No es tu culpa que el padre de Dallas sea un retrógrado. No es tu culpa que sus prejuicios sean más grandes que el amor que debería tener por su hijo —dije con firmeza.

—Lo sé, pero... No puedo evitar sentirme culpable. Daría cualquier cosa por evitar que Dallas sufriera... —emitió.

—Lo quieres mucho, ¿cierto? —indagué con una pequeña sonrisa, provocando que desviara la mirada mientras sus mejillas se sonrojaban.

—Él siempre me gustó... —confesó—, pero no fue hasta que lo vi sufrir de esa manera por mi culpa que me percaté de cuánto lo amo. Me di cuenta de que daría lo que sea por evitar su sufrimiento, por lograr que siempre sea feliz, incluso si eso significa renunciar a él...

—Casi siempre las personas aman de una forma egoísta, pero tú no. Tu amor es puro y verdadero, Will. Es por eso que me niego a aceptar que todo termine así —refuté—. Sé que algún día tú y Dallas estarán juntos.

—Yo ya he perdido la esperanza, Bel... Ahora solo quiero olvidar todo lo que pasó.

—Bueno, en ese caso tengo una idea —emití repentinamente—. Hay un lugar al que voy en ocasiones en las que quiero que mis problemas parezcan muy pequeños.

—Eso es justo lo que necesito en estos momentos...

***

Mi hermana Venecia suele ir frecuentemente como voluntaria a un centro de ayudas en el que ofrecen gratuitamente ropa y alimentos a personas sin hogar. Recuerdo que en una ocasión me pidió que la acompañara y ese día me di cuenta de cuán minúsculos pueden parecer nuestros problemas en comparación con los de otras personas, las cuales, a pesar de las adversas circunstancias que les ha impuesto la vida, logran salir adelante.

—Nunca antes había venido aquí —comentó Will cuando llegamos al lugar.

—Venecia viene muy seguido aquí. Ella dice que prefiere ayudar a otros de esta manera y no donando dinero fríamente en eventos de caridad. Siempre dice que ayudar a otros es una manera de regalar felicidad y de obtenerla también —dije mientras caminábamos en busca de mi hermana menor.

—Venecia para su corta edad es muy sabia —opinó Will, mirando embelesado el sitio.

—¡Bel! —escuché llamar a una conocida voz femenina—. ¡Qué sorpresa! —exclamó Venecia, aproximándose hacia nosotros—. No sabía que vendrían.

—Recuerdo que cuando me trajiste regresé más animada a casa y eso es justo lo que Will necesita en estos momentos —expliqué.

—Entiendo... —musitó ella—. Will, yo... lamento lo que sucedió ayer... —agregó con tristeza.

Mi hermana y Aiko, la ex-novia de Dallas, son mejores amigas, así que supongo que después de todo el sufrimiento que Aiko debe estar experimentando Venecia no debe estar muy feliz con Will y Dallas; pero ella sería incapaz de alegrarse por la desgracia de otros.

—No te preocupes, Venecia —dijo él, intentando sonar relajado para evitar preocuparnos—. Ahora mismo solo quiero conocer este hermoso lugar —añadió con una amplia sonrisa y una brillante luz en la mirada.

Will y Venecia se parecían mucho en su generosidad y altruismo. Ambos disfrutaban mucho de ayudar a otros.

—Sígueme, te lo mostraré —emitió la gemela, guiándonos—. Soy voluntaria aquí desde hace varios meses y he sido testigo de la ayuda que se les brinda a muchas personas sin hogar —comentó mientras caminábamos, observando la instalación y a sus trabajadores, así como las labores que estos realizaban.

—Fue a este lugar al que nuestros padres donaron dinero a petición tuya, ¿verdad? —indagué, viendo cómo llegaba un pequeño grupo de personas a pedir comida, lo cual me conmovió profundamente.

A veces estamos tan concentrados en nosotros mismos que olvidamos el mundo que nos rodea y lo mucho que podríamos hacer por este.

—Sí —contestó cuando llegamos a una gran mesa donde había diversos objetos como alimentos, ropa y productos de aseo personal. Luego comenzamos a colocar todo de manera equitativa en diferentes cajas y bolsas para repartirlo a las personas que fueran llegando.

—Eres muy altruista, Venecia —reconoció Will—. Definitivamente el mundo necesita más personas como tú que, a pesar de tenerlo todo, eliges ayudar a otros.

—Gracias, Will —respondió ella, ligeramente avergonzada—, pero no hago nada extraordinario. Soy solo una de las muchas personas que vienen a ayudar. Simplemente me esfuerzo por lograr ese mundo mejor que tanto anhelo. El primer cambio debe venir de nosotros mismos.

—Tan pequeña y tan sabia —comenté con orgullo, acariciando su cabello rubio. A veces Venecia parecía ser la mayor de sus hermanas.

—Basta con eso, Bel —replicó, ceñuda y con las mejillas sonrojadas.

—Lo digo en serio —rebatí—. De hecho, creo que deberías tener tu propia fundación cuando crezcas —sugerí.

—En realidad, lo he pensado —admitió—. Quiero hacer campañas para luchar por diferentes causas. Espero lograrlo algún día. Tal vez pueda hacer que la vida de muchas personas sea mejor.

—¿Y qué clase de programas sociales te gustaría apoyar? —indagó Will, curioso.

—Muchos, pero últimamente he pensado en crear un programa para apoyar a artistas que no tienen recursos para emprender su carrera.

—Siempre has amado el arte —reflexioné—, así que qué mejor idea que fusionar tus dos pasiones: la música y ayudar a los demás —comenté, sonriente.

—Exacto —dijo Venecia, devolviéndome la sonrisa—. Por cierto, ¿qué piensan hacer ustedes en el futuro? —preguntó con curiosidad—. Faltan pocos meses para que comiencen la universidad.

—Yo quiero estudiar Literatura —contestó Will con gran convicción—. Me gustaría ser escritor o tal vez editor, no lo sé... pero definitivamente necesito vivir rodeado de libros.

—¿Y tú, Bel? —se dirigió a mí—. Cuando hablamos con mamá en aquella ocasión no dijiste nada... —rememoró.

Nunca lo había pensado. Siempre estuve enfocada en lo que no quería. Sabía que no quería seguir los pasos de mi madre ni dedicarme a nada que tuviera relación con el mundo del entretenimiento, pero ahora me daba cuenta de que no sabía qué quería hacer con mi vida.

—Pues... no lo sé —respondí finalmente, contemplando las manzanas que había sobre la mesa, pensativa—. No me había detenido a pensarlo hasta ahora...

—No te preocupes, Bel. Siempre has sido la mejor estudiante; así que sea cual sea tu elección, serás una excelente profesional —me animó Will.

—Tal vez podrías ser la sucesora de papá —sugirió Venecia.

—La tecnología no es lo mío —descarté.

—¿Y qué es lo tuyo? ¿Cuál es tu pasión en la vida? —indagó mi hermana, dejándome pensativa una vez más.

—Yo... no lo sé... —musité con la mirada en el suelo.

—Tranquila, Bel. Es una decisión importante, no tienes que responder ahora. No importa lo que elijas ser, te apoyaré en el camino que escojas —dijo Venecia, acariciando mi brazo para luego colocar su cabeza en mi hombro.

—Mi pequeña hermana mayor... —murmuré, conmovida, apoyando mi cabeza sobre la suya y viendo cómo Will sonreía enternecido ante la escena.

—Al verlas así, me entristece no haber tenido hermanos —comentó.

—En realidad, la mayoría de los hermanos pelean todo el tiempo y se delatan con sus padres. Mis otras hermanas solo saben molestar. Esto de tener hermanos es una trampa —bromeé.

—Pero se aman y harían lo que fuera por la otra —replicó con suavidad, provocando que sonriera, ya que tenía razón.

Mis hermanas podían ser molestas a veces, pero las amaba y no las cambiaría por nada.

—Buenas tardes, señor —emitió Venecia, saludando a una persona que acababa de llegar, la cual me parecía ligeramente familiar—. ¿Desea donar alguna de sus pertenencias? —indagó, contemplando una caja que traía el hombre.

Mientras Venecia le hablaba me detuve a escrutarlo detenidamente. Llevaba puesta una sudadera negra, cuya capucha cubría su cabeza y también portaba una mascarilla que ocultaba la mitad de su rostro. Por otra parte, miraba el suelo todo el tiempo, impidiéndonos ver su rostro. Parecía que quería ocultarse. Era alto, delgado y de piel blanca. Por su constitución parecía bastante joven.

—Muchas gracias —dijo mi hermana cuando el sospechoso individuo le ofreció la caja sin mirarla ni emitir palabra alguna. Simplemente dio media y vuelta y comenzó a alejarse.

—Él me resulta familiar... —comenté, ceñuda, observando su espalda hasta que deposité la mirada en los zapatos que traía, los cuales había visto antes.

Caleb...

—¡Caleb! —lo llamé para comprobar si era él.

El chico se detuvo unos segundos y pensé que se giraría, pero no. Continuó caminando, pero esta vez lo hizo con mucha prisa, como si intentara huir de mí.

—Pero, ¿qué...? —mascullé, ceñuda.

—Tal vez no era él —comentó Will.

—Wow —emitió Venecia al abrir la caja y ver todo lo que había—. Ese chico donó muchas cosas...

Venecia comenzó a sacar los objetos de la caja. Eran cosas sencillas y triviales, pero estaba segura de que serían útiles para alguien. Mi hermana continuó acomodando las pertenencias donadas, pero cuando sacó una en particular me quedé muy quieta observándola.

—Qué vestido tan hermoso —opinó ella.

—Ese vestido... —murmuré, reconociéndolo al instante.

—Creo que es la primera vez que alguien dona su celular —añadió, escrutando un móvil que acababa de sacar de la caja, lo cual me dejó en shock.

—Bel, ¿estás bien? —preguntó Will con preocupación al ver mi reacción, pero ni siquiera me inmuté en responderle porque salí corriendo a toda velocidad en busca del chico que había donado estas cosas con la esperanza de que aún no se hubiera largado y con el terrible presentimiento de que, si lo encontraba, me sentiría destrozada al comprobar quién era.

—¿Dónde estás? —gruñí, mirando hacia todas partes—. ¿Dónde estás?

Al salir del lugar, milagrosamente lo vi caminando a lo lejos; así que corrí lo más rápido que pude para alcanzarlo.

—¡Espera! —exclamé cuando estaba a pocos metros de él, pero no hizo lo que le pedí, sino que comenzó a correr por la acera o, mejor dicho, a huir.

El chico era demasiado rápido, así que no lograría alcanzarlo.

—¡Caleb, sé que eres tú! —grité, deteniéndome para descansar, totalmente fatigada y, para mi sorpresa, él se detuvo también.

El sospechoso no se giró, simplemente se quedó muy quieto en su lugar, lo cual me dio tiempo para aproximarme lentamente a él mientras las lágrimas comenzaban a acumularse en mis ojos. Estaba segura de que cuando viera su rostro me iba a derrumbar.

—Sí eras tú... —murmuré cuando se dio la vuelta, liberando las lágrimas que estuve conteniendo todo este tiempo.

—Bel, yo... —articuló con ojos vidriosos.

—Eras tú... —lo interrumpí—. Fuiste tú desde el principio... —gruñí con una mezcla de rabia, tristeza y dolor—. ¡¿Por qué lo hiciste?! —rugí, propinándole un fuerte empujón que prácticamente no logró moverlo de su lugar—. ¡¿Por qué, Caleb?! —chillé con rabia, empujándolo otra vez—. ¡¿Por qué me robaste?! —insistí, dándole otro empujón, iracunda; pero él simplemente se mantuvo inerte con expresión de culpa.

—Yo... —musitó, derramando una lágrima solitaria.

—Fuiste tú el idiota que robó mi celular en aquel parque... —rememoré, fabricando nuevas lágrimas—. No era un celular caro, pero era mío... Tuve que trabajar mucho para conseguirlo... —expliqué con enojo mientras las lágrimas surcaban mi rostro—. Finalmente había logrado obtener algo por mí misma, sin tener que depender del dinero de mis padres... Y tú destruiste eso en unos segundos... ¿Por qué lo hiciste...? —murmuré con un hilo de voz—. ¡Responde! —bramé ante su infinito silencio y sin importarme que las personas que estaban pasando por la calle se quedaran mirándome.

—Musa, yo... —balbuceó.

—¿En serio piensas que quiero escuchar esa palabra salir de tu boca en estos momentos? —mascullé, escéptica ante su descaro—. Tú me mentiste, me robaste... y no solo eso... Tú también fuiste aquel chico que conocí en el club... Así que tú...

—¡No! —dijo rotundamente—. Yo no te toqué —aseguró.

—¿Piensas que voy a creer en ti? ¡Robaste mi ropa! —le reclamé.

—Pero no intenté propasarme contigo, Bel. Lo juro. Jamás me aprovecharía de una chica que no está en sus 5 sentidos.

—¿Por qué me quitaste el vestido entonces? —indagué, insegura de si debía creerle o no.

—Te lo quitaste tú... Cuando estábamos a solas... nos besamos... y bebimos —explicó con expresión de vergüenza y culpabilidad—, pero solo eso. No pasó nada más. Te lo juro. En medio de la situación tú comenzaste a desvestirte, pero yo no te toqué. Tienes que creerme —pidió con desesperación.

—Te creo —emití finalmente—. Creo que no te propasaste conmigo, pero sí robaste mi ropa —gruñí—. ¿Por qué lo hiciste? Incluso cuando nos conocimos en la fiesta de Megan te comportaste de una forma extraña... Tú "robaste" mi botella con agua... ¿Era alguna especie de mensaje? ¿Cuál era tu intención? ¿Humillarme? ¿Perturbarme? ¿Asustarme? ¡¿Por qué rayos hiciste todo eso?! —parloteé—. ¡Tu familia es millonaria! ¡No tienes necesidad de robarle a nadie! —le reproché—. ¡Di algo! ¡Al menos intenta defenderte! —chillé, encolerizada ante su silencio, puesto que me hacía pensar que no le importaba.

—Yo... no tengo nada que decir... —articuló finalmente, depositando la mirada en el suelo—. Soy culpable... —confesó, mirándome directamente a los ojos.

—Cuando me contaste lo que había pasado con tu hermana te pregunté si me ocultabas algo más y dijiste que no... —rememoré en voz baja—. Creo que ha quedado más que claro que solo sabes mentir... y no puedo estar con alguien en quien no confío —concluí, dando media vuelta—. Espero que tengas mucha suerte en tu vida, Caleb... y también espero no volver a verte nunca más —añadí, alejándome de él.

—Bel, yo... Lo siento... —lo escuché decir justo antes de marcharme para siempre de su vida.

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Hola, hola, caracola! :D
Cómo están?
Qué les pareció el cap?
Los leo!
Al parecer, los padres de Will decidieron no darle la espalda. Me alegra mucho que mi pequeño pelirrojo haya tenido el apoyo de sus padres. Tristemente en esta historia y también en la realidad muchos jóvenes no corren con esa suerte :(
También pudimos conocer un poco más a Venecia :D
Qué opinan de ella?
Y qué les pareció el final? :(
Algunas lectoras desde el principio sospecharon que Caleb y el chico de los robos eran la misma persona.
Aquí está la confirmación.
Déjenme sus opiniones en los comentarios :D
Y recuerden que no todo es lo que parece...
Hasta el próximo capítulo.
Chau, chau!
Dato random: Me gusta mucho la relación que Bel tiene con sus hermanas. Todas son muy diferentes y tienen una hermosa dinámica. ¿Tú tienes hermanos? ¿Te llevas bien con ellos o viven peleando? xd
Yo tengo un hermano mayor :D
No olvides seguirme en Instagram como daia_marlin

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