Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 14: Una reunión inesperada

Mi noche de sábado me fue arrebatada por mis padres, ya que debíamos ir a una cena con un antiguo socio de negocios de mi papá.

Levante la mano a quién le importe. Yo no la levanto porque no tengo, pero tampoco me importa.

No entendía qué pintábamos mis hermanas y yo allí, pero bueno, debíamos ayudar a nuestro padre.

—Kenya salió en la portada de una revista —anunció Venecia, hojeando una de las 50 revistas que a mi madre le gustaban, mientras esperábamos a que la susodicha llegara para marcharnos a la cena.

—Qué novedad, Kenya en una revista —dijo Austria, sarcástica, ya que debido a su inmenso talento, belleza y popularidad nuestra hermana era muy solicitada para participar en desfiles, comerciales y sesiones fotográficas.

—Deberían seguir los pasos de su hermana mayor y llenar de orgullo a su madre —intervino doña Alaska, bajando las escaleras, totalmente resplandeciente con su elegante vestido.

—Estás hermosa, querida —emitió mi padre al recibirla al pie de las escaleras.

—Gracias, cariño —sonrió—, pero, ¿tú piensas ir con... esos anteojos? —preguntó con una sonrisa forzada, mirando despectivamente los lentes de mi padre. Pues sí, heredé la miopía de él.

—¿Estos tampoco te gustan? —replicó él con suavidad.

A mi madre no le gustaba en lo más mínimo que mi padre usara anteojos, así que siempre traía lentes de contacto para agradar a su esposa.

—Prefiero que no los lleves, cubren tu hermoso rostro —argumentó con una sonrisa y él se los quitó.

Yo tengo más pantalones que él y eso que no tengo piernas.

—Iré a buscar mis lentillas. No tardo —informó mi padre, subiendo las escaleras.

—¿Kenya aún no llega? —preguntó de pronto mi mamá, fijando la atención en nosotras.

—Nop —respondió Landa desde el sofá.

—Tal vez se esté arreglando —emití.

—Justo como su madre le enseñó. Deberías aprender de nosotras —contestó, mirándose al espejo en busca de alguna imperfección en su peinado o maquillaje.

Genial. Kenya llega tarde y yo soy quien recibe el regaño.

—Por cierto, ¿qué haces con tus anteojos? Aún te faltan algunas semanas de castigo, así que debes quitártelos y usar maquillaje.

—Las lentillas me molestan —mentí y ella me miró con ojos entrecerrados, desconfiada.

—No es excusa para no llevar maquillaje —refutó, agarrando mi mentón para escrutar mi rostro—. Vamos a una cena importante, Bélgica. No puedes lucir... así... —Me miró de arriba abajo, ceñuda y con desaprobación.

—¿Así cómo, mamá? —me quejé, liberándome de su agarre—. Me puse el vestido que tú seleccionaste —enfaticé la palabra para remarcar el hecho de que con tal de complacerla no podía ni siquiera escoger mi propia ropa—, y llevo tacones. No son muy altos, pero son tacones —agregué, ya que estaba acostumbrada a siempre llevar tenis por lo que hasta los tacones más bajos eran un sacrificio para mí.

—Mira a tus hermanas, Bélgica —me pidió—. Todas están preciosas de pies a cabeza: ropa, peinado, zapatos, accesorios, manicure, maquillaje, todo. Un simple vestido no basta para igualarlas —me reprochó—. Deberías ser como ellas —dictaminó con voz suave—. Tu padre es un empresario de renombre. Sus hijas deben ser impecables como él.

—¿Como él...? ¿O como tú? —escupí, apretando mis manos en puños a ambos lados de mi cuerpo.

Sentía que el aire no circulaba por mis pulmones debido a este vestido y mis pies estaban doloridos. Ella nunca se fijaba en el esfuerzo que hacía por aparentar lo que no era para que ella estuviera feliz.

—Eres nuestra hija y deberías hacer gala de eso. Tus hermanas lo hacen, ¿por qué tú no puedes? ¿Por qué es tan difícil para ti? —preguntó con voz dolida mientras yo giraba la cabeza para mirar a mis 3 hermanas, quienes desviaban la mirada, tristes y esquivas.

—¡Llegué, familia! —exclamó una voz alegre procedente de la entrada—. Por favor, díganme que no es muy tarde.

—Kenya, querida. —Mi madre se abalanzó sobre su hija predilecta para darle un fuerte abrazo, olvidando completamente mi regaño, mientras yo me quedaba en mi rincón, sintiéndome minúscula y menospreciada—. Estás esplendorosa, más brillante que todas las estrellas del cielo juntas —la halagó con vehemencia... como siempre...

Soñaba con algún día escuchar un elogio por parte de mi madre...

—No exageres, mamá —murmuró Kenya, sonrojada.

—No exagero. Eres mi mayor orgullo.

—Gracias, mamá. Ese siempre fue mi sueño, pero ahora quiero saludar a mis hermanitas a las que hace mucho que no veo —dijo, sonriente.

—Claro, si nos abandonaste para irte a follar con Évett —replicó Austria.

—¡Austria! —chilló mi madre, escandalizada, mientras sus dos hijas mayores se abrazaban.

—Bel —murmuró Venecia—, mamá no lo dijo por mal... —agregó, colocando una mano en mi hombro en un gesto de consuelo mientras Kenya llenaba de cariño a Landa.

—¡Bel! —Se abalanzó sobre mí después de que Venecia fuera víctima de su abrazo de oso—. ¡Te he extrañado mucho! —habló, moviéndose hacia los lados mientras me abrazaba.

—Tampoco nos hemos dejado de ver tanto tiempo —me quejé, sintiéndome aplastada.

—Siento que fue una eternidad —rebatió, separándose y recolocando mis lentes—. Estás muy guapa con ese vestido —me elogió, sonriente.

—¿Eso crees? —articulé, sosteniendo la mirada de mi madre.

—Siempre estás hermosa. Todas mis hermanas son bellas —dijo y las 5 nos fundimos en un abrazo fraternal.

—Mujeres de mi vida, ya podemos irnos —anunció mi padre al bajar las escaleras.

*****

Había salido de casa preocupada porque íbamos atrasados y sabía que mi padre odiaba la impuntualidad, ¿pero quién regaña a Alaska Montserrat por tardarse arreglándose? Por fortuna los invitados de mi padre no habían llegado cuando entramos al restaurante, así que esperamos durante varios minutos. El restaurante estaba estructurado por dos altos edificios entre los cuales había un puente de cristal que los conectaba, permitiendo caminar de una torre a la otra.

—Arthur —emitió mi padre a modo de saludo, dándole un camaraderil abrazo al recién llegado.

Oh, oh. Los invitados eran...

—Sheldon, lamento la tardanza... A mi esposa le gusta... lucir perfecta... —se excusó, incómodo.

—No te preocupes. Gemma, estás hermosa —se dirigió a la señora rubia, besando el dorso de su mano.

—Sheldon, tú tan amable como siempre —dijo ella y mi padre le ofreció una leve y cordial sonrisa.

—Quiero presentarles a mi esposa...

—Alaska Montserrat... —lo interrumpió la mujer de cabello dorado—, no necesita presentación. Soy una gran fan tuya desde los inicios de tu carrera. Eres... la encarnación del estilo... Siempre te he visto como un ejemplo a seguir.

Aduladora...

—Muchas gracias. Me alegra inspirar a otros —respondió mi madre gentilmente.

—Quiero presentarles a nuestro hijo —intervino el señor Arthur—. Él es Caleb.

Así que los invitados de mi padre eran la familia Shines. Qué pequeño es el mundo.

—Es un placer. —Caleb estrechó la mano de mi padre—. Es usted aun más hermosa en persona —se dirigió a mi madre, besando el dorso de su mano provocando que sonriera.

—¡Qué jovencito tan encantador! —exclamó ella.

Un mujeriego es lo que es.

—Niñas, acérquense —nos ordenó mi madre de pronto—. Ellas son mis hijas: la mayor, Kenya Brasilia. La segunda, Austria Argentina; las gemelas Venecia Ucrania e Irlanda Otawa y ella es Bélgica Eritrea.

Ante la mención de mi nombre completo (el cual no me gustaba mucho que digamos) Caleb apretó los labios para contener la risa.

Su madre, por otra parte, no se mostró muy feliz de verme.

—Ella es... ¿tu hija? —preguntó, forzando la sonrisa.

—Es la tercera de ellas.

—Entiendo... —musitó, intentando disimular su desprecio hacia mí.

La cena transcurrió y aquella señora no paraba de adular a mi madre (lo cual le encantaba). Además, elogiaba a mis otras hermanas y mi madre aprovechaba para resaltar los logros de ellas.

Dejó lo suficientemente claro que Kenya es su mayor orgullo, que su trabajo como modelo enaltece su legado. Austria, su hija de cuerpo envidiable, reconocida por numerosas revistas como una mujer muy atractiva a la edad de tan solo 18 años. Añadió también que posiblemente terminará siendo una modelo fitness. Venecia, la artista de la familia, una chica de gustos refinados que se destaca como violinista y pianista y que se dedicará a uno de estos instrumentos en el futuro. Por otra parte, habló de los dotes actorales y de la facilidad que Irlanda tenía para manejar las cámaras y ser el centro de atención.

Tal vez te preguntes qué dijo acerca de mí.

La respuesta es...

Nada.

Lo que salvó mi imagen fue la intervención de mi padre.

—Cielo, creo que estás olvidando mencionar a nuestra pequeña genio —dijo mi padre, mirándome con adoración y yo esbocé una triste sonrisa—. Bélgica tiene un futuro prometedor. Es una chica muy inteligente y cuenta con excelentes calificaciones.

—Doy fe de ello... —añadió alguien más.

Caleb...

—Bélgica es la persona más hermosa y extraordinaria que he conocido en toda mi vida —opinó, mirándome directamente a los ojos.

Tiempo después la madre de Caleb hizo girar la conversación nuevamente alrededor de mis hermanas. Como estaba ligeramente harta de aquel ambiente, después de comer me excusé para ir al baño y en medio de mi trayecto recibí una llamada.

—Paris, qué bueno que llamaste —dije, aliviada, pues necesitaba desahogarme, mientras salía hacia el puente de cristal para tomar aire.

—¿La estás pasando muy mal? —preguntó, preocupada.

—No creerás quiénes son los invitados de mi padre.

—¡¿Quiénes?! —chilló, hambrienta de chisme.

De repente alcé la mirada y vi cómo la madre de Caleb se aproximaba hacia mí.

—Paris... Yo... debo colgar —balbuceé.

—¿Qué? ¿Ahora? ¡No me dejes en esta angustia!

—Después te llamo —dije y luego colgué—. Señora Shine —emití por puro formalismo cuando se posicionó frente a mí con sus tacones de 3 metros, mirándome desde su altura con intenciones de intimidarme.

—Creí que nunca volvería a verte —habló con tono despectivo—. Pensé que finalmente había logrado que te apartaras de la vida de mi hijo...

Mientras la señora de cabello rubio hablaba me limité a escuchar con cautela.

—Y resulta que eres su compañera de clases —prosiguió—, y encima eres la hija del socio de negocios de mi marido. Parece una cruel broma del destino —añadió con una sonrisa amarga—. ¿Por qué mi hijo se fue a fijar en una —me observó de arriba abajo, señalándome con un gesto de la mano— chica como tú...?

Ante sus palabras de desprecio tragué saliva con fuerza mientras clavaba las uñas en la palma de mi mano, intentando contenerme.

—Hay gente que piensa —comenzó a caminar hacia la baranda de cristal para apoyar su mano— que nacer en cuna de oro lo es todo, pero personas como tú demuestran que no es así. La educación, el dinero y el apellido no lo son todo. ¿En serio eres hija de Alaska? —preguntó, inclinándose hasta que nuestros rostros quedaron a la misma altura—. Por mucho que te pongas ese tipo de vestidos nunca lograrás ser como tu madre.

Sus venenosas palabras me molestaban, pero me irritaba aun más el hecho de que estaba logrando perturbarme, ya que mis ojos habían comenzado a escocer mientras tensaba la mandíbula, pues era demasiado doloroso que una persona que ni siquiera me conoce dijera en voz alta todo lo que sabía que mi madre pensaba.

—Es evidente que eres la vergüenza de tu familia —dijo, cruzada de brazos con una sonrisa torcida—. Tu madre adora a sus otras hijas. Está orgullosa de ellas, sin embargo tú... no eres más que la ovejita negra que ama por deber. Ni siquiera puedo culparla, solo mírate. Nunca estarás a la altura del apellido que llevas. Nunca serás el orgullo de tu madre y nunca serás digna de mi hijo, así que aléjate de él.

—Mamá, basta —gruñó una tercera voz.

—Caleb... —musité con ojos vidriosos.

—Hijo, querido... Solo estaba... —intentó justificarse.

—Sé perfectamente qué estabas haciendo —gruñó al llegar a mi lado—. Mi padre te está buscando.

—Iré adentro entonces —emitió, mirándome de forma amenazante.

—Lo siento mucho —se disculpó Caleb, colocando sus manos en mis hombros—. Mi madre es... complicada...

—No te preocupes...

Después de todo, lo que dijo era verdad. Nunca seré lo que mi madre espera.

—No creas ni por un segundo que lo que ella dijo es cierto —me pidió.

—¿Crees que se equivoca? —pregunté con voz triste, desviando la mirada hacia el paisaje nocturno y urbano que nos rodeaba.

—Yo creo que te ves sexy con ese vestido rojo —opinó con una sonrisa pervertida.

—A ti todas te parecen sexys —repliqué con una sonrisa. Debía admitir que sus tonterías me hacían sentir mejor.

—¿Celosa? —Arqueó una ceja.

—En tus sueños, rockstar —rebatí, dándole la espalda para apoyarme en la baranda.

—Por cierto, ¿Eritrea? —indagó, burlón—. ¿En serio?

—No menciones eso —gruñí. No tenía nada en contra del país, pero como nombre para una niña no era el mejor precisamente.

—¿Sabes algo, Bel? —emitió, cambiando el tono repentinamente mientras apoyaba sus codos en la baranda, de espaldas a esta, quedando justo a mi lado—. Yo tampoco soy lo que mis padres esperan que sea. Ellos odian que me guste la música —confesó con la mirada perdida.

—Pero eres muy talentoso —opiné.

—Ellos no lo piensan... Y aunque así fuera, tampoco es algo que les importe. Creen que la música no tiene futuro. Siempre me han dejado claro que soy una decepción para ellos —explicó con voz triste.

—Lo lamento... —murmuré.

—He aprendido a vivir con eso. Después de todo la música fue mi única compañía en los momentos difíciles —relató, girándose para quedar apoyado de frente a la baranda.

—Tú tampoco creas ni por un segundo que lo que tus padres piensan es cierto —dije con convicción—. Eres un gran músico, los tres lo son.

—¿Realmente lo crees? —indagó, mirándome, esperanzado.

—Estoy convencida de ello. Sé que Reformers llegará lejos un día —aseguré.

—Ese día no está cerca, ninguno de los tres ha logrado componer algo. Sin compositor no hay mucho que podamos hacer.

—¿Has intentado componer alguna vez? —indagué, curiosa.

—Una vez... —musitó, mirando los autos que pasaban con expresión perdida, pero a la vez nostálgica.

—¿Y qué tal? —insistí en saber.

—Creo que necesito una nueva musa. —Me miró con picardía.

—¡Hablo en serio! —chillé.

—Yo también... —aclaró con una sonrisa pervertida.

—Creo que ese es tu problema —le reproché.

—¿Que no tengo musa? —dijo, confundido.

—No, que nunca tomas nada en serio. Todo es un juego para ti. Nunca te esfuerzas por nada. Solo vas por la vida con una sonrisa pintada en el rostro —expliqué—. ¿Qué hay más allá de eso? ¿Quién eres en realidad, Caleb? —pregunté con más intensidad de la que quería mostrar.

—Sonreír ha sido la forma que he encontrado para afrontar las dificultades de la vida —respondió, retomando esa extraña expresión nostálgica—. Creo que tomar las cosas demasiado en serio me asfixiaría. No soy perfecto, Bel. He hecho muchas cosas malas... cosas que cambiarían tu percepción de mí.

—Cuéntame —me atreví a pedir.

—Créeme, esta es la faceta de mí que tienes que conocer.

—¿Que tengo que conocer? No me digas lo que tengo que hacer —rebatí.

—Cierto... Es lo que mereces conocer. Nuestras madres piensan que ser resplandeciente es usar joyas y ropa cara, pero se equivocan. Tú irradias, Bel. Justamente por eso mereces a alguien que no esté roto. Si mi luz debe ser tan fuerte como para ocultar mi oscuridad, estoy bien con ello si eso me ayuda a mantenerte apartada de mis errores. Este es el Caleb que quiero para ti.

—Yo quiero conocer al verdadero Caleb —le pedí.

—Es este que está frente a ti —aseguró.

—Eso significa que no me contarás, ¿cierto?

—Pregúntame otra cosa —desvió el asunto.

—¿Me responderás lo que quiera?

—Lo sabrás cuando preguntes —contestó y pensé durante unos segundos qué me gustaría saber sobre él.

—La chica de la que me hablaste una vez... —murmuré—. Esa de la que estabas enamorado... ¿es Rue? —pregunté finalmente, recordando la forma en la que se fue con la chica de las trenzas azules la noche en la que vimos su presentación en el bar.

—¿Estás celosa de Rue? —articuló, extrañado.

—Responde —mascullé.

—No, no es ella. Rue es... una amiga.

—¿Con derechos? —Arqueé una ceja.

—Algo así —sonrió, nervioso—, aunque últimamente ya no nos vemos. Nos conocemos hace un tiempo. ¿Te confieso algo? Ella fue mi primera vez.

—Oh —musité.

—Pues sí, yo también tuve una. ¿Y tú qué? ¿Ya tuviste la tuya? —habló, curioso.

—Eso creo...

—¿Cómo que "eso crees"?

—Fue con un idiota en un club, aunque no estoy segura de si realmente pasó porque ni siquiera lo recuerdo, estaba muy ebria. El maldito se llevó mi ropa —expliqué—. No fue una experiencia agradable. Lo peor es que no logro recordar su rostro.

—Lo siento mucho, Bel... Ojalá hubiese sido diferente.

—Ya lo superé, tranquilo —le resté importancia.

—Si quieres, puedo hacer que la próxima vez sea mejor... —me ofreció con perversión.

—Tienes la autoestima un poco alta, ¿no? —repliqué.

—He trabajado duro para construir mi reputación —se jactó.

—Acerca de la cual no quiero saber —fingí indiferencia.

—¿Segura? —insistió.

—Siguiente pregunta... —lo evadí—. ¿Qué significan tus tatuajes? Ya sé que el triángulo es el símbolo de Reformers. ¿Qué significan el número romano y el árbol en tu espalda?

—El número es porque me gustan las matemáticas y el árbol porque soy un ecologista —contestó.

—¿Es en serio? —gruñí, ceñuda, porque obviamente me estaba tomando el pelo.

—Sí, claro. Amo a mamá naturaleza —respondió con fingida inocencia.

—¿Tomas algo en serio alguna vez? —me quejé, indignada.

—A ti. Si quisieras, iría en serio —aseguró con una intensidad que me puso un poco nerviosa.

—Basta, Caleb. Sé que te gusta otra chica. —Desvié la mirada.

—Tal vez eso esté cambiando... —confesó con una sonrisa débil y ambos nos quedamos mirándonos durante algunos segundos, sintiendo cómo batía la suave brisa de la noche—. ¿Entramos? —habló Caleb, rompiendo aquella atmósfera que me había dejado embelesada mientras me ofrecía su mano para conducirme; la cual, después de pensarlo durante algunos segundos, terminé aceptando.

--------

Hola, hola, caracola :D
Cómo les va? Qué hay de nuevo?
Qué les pareció el cap?
Los leo en los comentarios!
Ya tuvimos una pequeña intervención de Kenya, la hermana mayor de Bel. Más adelante sabremos más de ella.
Como habrán notado, la relación de Bel y su mamá es un poco complicada. Me parece interesante escribir sobre eso porque es algo bastante real. Hay muchos hijos que sufren la desaprobación y crítica de sus padres constantemente, así como las comparaciones con sus hermanos.
Ya veremos cómo evoluciona ese asunto.
Y qué les pareció la escena final entre mis niños? :)
Lentamente se van acercando más y más :)))
Y qué estará ocultando Caleb?
Qué será lo que habrá hecho en su pasado? Quién es "ese Caleb que Bel no merece conocer"?
Más adelante sabremos :D
Hasta el próximo cap!!
Chaito.
(^.^)/
Dato random: Al igual que Bel, odio usar tacones. Cosas incómodas :"/
IG: daia_marlin

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro