Capítulo 21. [Editado]
La observo de una manera inconfundible, mis sentidos y por sobre todo, mi razón, me ayudan a deducir la verdad detrás de la mentira. Estoy confundido y claramente mi mirada perdida puede deducirlo todo.
Respiro profundamente eliminando la mirada hacia ella. Ambas manos están en mi espalda y mis dientes muerden con nerviosismo mis labios. Está demás decir que estoy totalmente bloqueado, y por sobre todo, avergonzado.
¿Cómo lograba intimidarme en tan solo segundos, con tan solo una mirada y una palabra?
No lo entendía, y por lo visto, jamás lo haré.
—¿Ya recuperaste la memoria?— pregunto indiferente. Miro hacia la enorme luna que está brillando con tanto desdén.
Sé que todo esto había sido una trampa más de su parte, todo era un juego, donde yo era el perdedor.
—Siempre te recordé.—aseguró sin despegar su vista de mi rostro, ambos nos miramos fijamente, pero yo, trato de mantenerme al margen de los impulsos.—Tengo un porqué para reclamarte lo que quiero.
—¿Y qué es lo que quieres?—indago con rabia, no puedo callar ahora,—Me haces sufrir, me haces llorar, tengo que suplicarte como un fiel devoto que no obtiene respuesta alguna… sólo, sólo… ¡Sólo tu maldita indiferencia!
—Nunca te habías expresado de esa manera.—dice con miedo,—Solo quiero saber que hacías junto a ella.
Insiste una vez más acercándose lentamente, acaricia mi mejilla con delicadeza, observa mis ojos, mi nariz, mis labios, pero se detiene en un punto fijo.
Mis mejillas.
Las observa detalladamente, con paciencia, como si tratara de analizar algo, como si me trasmitiera ¿Amor?
—Solo quiero que me respondas eso.—susurra en mi oído, cierro los ojos al instante—Por favor.
Empiezo a imaginar la correspondencia, de ambas. Brooke y Alex comenzaban a corresponder.
Ambas son diferentes, ambas tienen un encanto sin igual, bueno, la última persona no, pero tiene algo que siempre me hace ceder a sus pies.
Una de ellas siempre trata de confundirme y creó todo un conflicto en mi ser, en cambio Brooke, me dio recuerdos increíbles, pero por la misma razón, caímos inevitablemente en la redundancia.
No necesito intentar, ya lo he hecho y siempre he fallado. Debo comenzar de nuevo.
Abro los ojos temeroso, primero el derecho y luego el izquierdo. Instantáneamente giro mi rostro para no toparme con su mirada, caería una vez más y eso es lo menos que quiero hacer ahora.
—Alex…—pronuncio inseguro.
Estoy que me come la vergüenza, no comprendo, hace unos instantes hablé de una forma prepotente, mientras que ahora, estoy más nervioso de lo habitual.
>>Está bien que te llame Alex, ¿Verdad?—asiente, ahora baja las manos hacia mis hombros.
Lamo mis labios y dirijo la mirada hacia el lugar en el que se encuentra su tacto, siento caricias suaves encima de la chaqueta. Respiro y produzco una mueca de seriedad. Debo ser lo bastante claro desde ahora.
—Sólo te pediré una cosa.—digo lentamente, asiente una vez más al igual que yo. Retiro suavemente su mano de mi hombro, y con rapidez, retrocedo unos cuantos pasos—Quiero que te alejes de mí...
Trago saliva, miro al cielo y siento las estrellas sobre nuestro rostro, siento a la noche, siento el poder de la magia correr por el aire y por sobretodo, siento decir todas las palabras que destruirán por completo nuestras ilusiones, porque aunque mi mente no lo perciba, sé que ella tenía un futuro planeado conmigo.
>>Te perdono, te dejo en paz.—la miro sin ninguna intención de acercarme, solo contemplo la destrucción en frente mío—…y lo más importante—suspiro, llevo ambas manos a mi rostro y divago junto a mi corazón— te doy lo más grande que quiero que tengas..
—¿Qué es?—indaga curiosa.
Tengo miedo de responder, no me perdonaría el darme por vencido.
—Te doy la libertad.
No importaría aferrarme, tener un solo día en su vida, buscar alguna manera para estar junto a ella. No valdría la pena.
Siempre he estado condenado a una vida de sufrimiento impartida desde desde niño, pero cuando la conocí, cuando la vi, cuando entró en mis sueños, encontré el verdadero sentido que una vida normal tiene. Y ese es un cambio maravilloso, encuentro la paz y la gloria impartida de una caricia, y por sobre todo, del sacrificio al entregarlo todo por ella, todo por un nosotros.
—No necesito explicarte lo que quiero transmitir.—camina lentamente hacia mí, su vestido blanco está siendo arrastrado por el suelo de piedra. Aquella oscuridad junto a la luz de la luna, resalta ese tono tan peculiar en su piel—No puedo obligarte a nada, pero sé que recordarás de alguna manera. Yo permaneceré en tu corazón, y cuando las cosas caigan en pedazos…—la interrumpo.
Levanta la cabeza junto con una sonrisa, correspondo a la acción de la misma manera. Mi mente lanza respuestas, lanza razones para elegirla a ella, pero al mismo tiempo, lanza consecuencias y opciones del desastroso final que podría ocurrir en un futuro.
—Recordarás aquel día.—completo la frase.
Inconscientemente me acerco a ella, siento su perfume, excluyo el terror y la vergüenza, aguanto la maldad, aguanto las espadas que sobrepasan mis sentidos al estar en su presencia.
—No necesito luchar por ti.—extiende sus brazos y me acuna entre ellos, quedo inmóvil, no logro corresponderla—Tú ya lo hiciste por mí, deja que yo lo haga ahora. Deja que luche por nosotros...
Sus palabras, sus gestos, todo me convencía para volver a intentarlo.
>>Sólo quiero darte razones para poder amarme y por sobre todo, hacerte feliz.
Mi respiración es cada vez más acelerada, la suya también parece delirar. Ella aún se encuentra con los brazos en mi cuello y yo, con la mirada perdida y las manos detrás de mi cuerpo.
Después de todo, hace falta mucha confianza en uno mismo para aceptar que la correspondencia llegaba. No lo aceptaba, quizás estaba soñando como tantas veces lo hice junto a ella, o solo sobrevivía la mentira.
Una mentira que ponía en duda todas las verdades que decía.
—No quiero que me perdones…— pronuncia en mis oídos, tiemblo suavemente entre sus brazos.
El cambio repentino de mi rostro se debe a la confusión y la razón que quiero imponer en una mezcla de sentimientos encontrados.
Ahora sé claramente lo que busca.
—¡Es que no se trata de perdonar!— me alejo bruscamente a medida que hablo asustado. No quiero gente que esté dispuesta a herir y mutilar sin importarle el final. Abro los ojos más de lo normal respirando agitado, mis sentidos se pierden junto a las fuerzas de mi mente.
¿Tienes miedo a pertenecer a alguien, o solo estás asustado?
Sólo tengo miedo de ella.
—Quiero una mujer real, no quiero un modelo que aparente con la gente, y que sea lo contrario cuando estemos a solas. Quiero una mujer que sienta y me enseñe a vivir, quiero una mujer que sea solo mía, que seamos solo los dos hasta el final.
Hay un silencio tan destructivo entre nosotros, tengo la fe de que mi mente pueda eliminar la distancia que limita acercarme y tenerla entre mis brazos, embriagarme con su aroma y sentirla junto a mí para así, ser uno solo.
Mis labios sienten la necesidad de gritarle a todo el mundo cuanto la amo, de gritarle a ella misma todo lo que siento aunque duela saber que todo es un juego. Tengo la necesidad de hacerle saber, hacerle entender que es la mujer de mi vida, la mujer de este hombre solitario que está dispuesto a seguir sufriendo junto a su oscuridad. Una oscuridad que al estar unidos, se volvería luz para nuestros días.
No importa más el rechazo, ese es el pasado ahora, solo quiero tenerla entre mis brazos y decirle cuanto la he esperado desde hace años, desde la misma vida que empiezas en el vientre de tu madre.
—Me gusta observarte a cada instante.—le digo agachando la cabeza. La paz está volviendo junto a la cálida brisa que envuelve nuestros cuerpos—Me gusta recordarte la maravillosa persona que eres por el simple hecho de existir.
—Se sincero, Michael.—evade completamente lo que dije hace unos momentos, resopla cansada posando una mano en su frente.—Tú sólo me quieres porque él me tiene ahora, porque no soportas verme en los brazos de otro y no en los tuyos.— eleva ligeramente la voz, pero de pronto se apaga, como una vela extinguiéndose poco a poco por el viento—Tal vez tú no me quieres en realidad.
Percibo que lleva un nudo en la garganta.
—¿¡Cómo puedes seguir dudando de mi amor por ti!?—elevo la voz suavemente pues mi fuerza está por los suelos. Sólo suspiro mirándole a los ojos, esto me cansa y me preocupa, no quiero redundar en lo mismo el resto de minutos que esté junto a ella. Quiero instantes únicos aunque sea solo por un segundo.
>>Tengo miedo que todo esto sea un sueño, que despierte y ya no estés en mis pensamientos. Tengo miedo de saber que tú no eres real, que todo es un deseo que mi mente tiene en mi soledad. Tengo miedo de perderte, tengo miedo de no verte a los ojos, tengo miedo de no poder cumplir todas las metas que tengo a junto a ti, y lo más importante, Alex. Tengo miedo de olvidar cuanto te amo. Porque es así, yo te amo y nunca me cansaré de repetírtelo, aunque reciba solo rechazo de tu parte, aunque no estemos juntos, quiero que recuerdes esto para toda la vida.
Nuestras miradas están atrapadas por lágrimas entre las pupilas, la espontaneidad de cada sufrimiento encima la mejilla me hacen cometer la acción de tomar sus manos y entrelazarlas junto a las mías, conservando la unión del cosquilleo interno y la lucha de todas las contradicciones de nuestros sentimientos. Ocasionando un sin fin de guerras, que solo nos llevan al mismo punto de inicio, explicando con más sentido las dos palabras que testifican: “Te Amo”.
Alex, suelta un repentino escalofrió alarmándome por completo, está tiritando de frio, ¿Qué haría un caballero en esta circunstancia?
—Póntelo, no quiero que el amor de mi vida muera en estas circunstancias—esbozo una sonrisa a medida que retiro ambos brazos de la chaqueta que está en mi cuerpo, aún sigue caliente, la mantendrá abrigada hasta que podamos resolver todo de una vez.
—Michael…—susurra audible para ambos, acaricio su mejilla, es suave y cálida—Gracias...—dice acomodando la chaqueta que coloqué entre sus hombros.
¿Quien puede contra el corazón? La razón debería rendirse, aún sabiendo que perderá cruelmente.
Me acerco a su rostro mirándola fijamente, muerdo mis labios tomándola de la cintura, acaricio su piel sobre el vestido blanco que tiene. Sonrío a tan solo centímetros de sus labios, cierro los ojos aferrándola más a mi cuerpo, quiero compartirlo todo con ella. La imagen que tenia de mí mismo va desapareciendo junto a la timidez que me distinguía hace unos instantes. De un segundo a otro, voy rozando suavemente la comisura de sus labios, acaricio su piel esperando liberarla de todo su pesar.
Juntos pisamos las constelaciones, tocamos la luna sentándonos sobre las estrellas, destruimos la maldad convirtiéndonos en luz para nuestros caminos.
—No te dije lo hermosa que te ves esta noche.—susurré en su oído.
Se ruborizó.
—Y yo no te dije lo feliz que me hace estar aquí contigo...
Sonreí abrazándola más fuerte.
La libertad se abre como portales cuando nos unimos por completo. Observo su rostro, analizo sus ojos y veo sus labios rojos brillando de pasión. Mis manos suben lentamente a sus mejillas, no párpadeo e instantáneamente mi rostro se acerca al suyo hasta robarle un beso delicado, imponiendo cariño y amor para llevarla a espiar junto a mí, los paisajes de un nuevo mundo creado por los dos.
Le muestro el futuro, caminamos tomados de la mano, pisamos el piso destruido lleno de tierra, y de un instante a otro, como un cambio repentino, me encuentro con la verdadera Alex, sonriendo sin ningún impedimento mientras irradia ternura y franqueza.
Nunca antes había visto a una mujer de esta índole. «Mírame a los ojos» dice regalándome una gran sonrisa, este gran recorrido fuera de la delicada tela del juicio, asombraría a cualquier persona que estuviera en mi lugar. «Solo mírame, solo necesito eso» pronuncia una vez más posando una mano en mi hombro, sin conciencia, nos mecemos junto a un gran vals. Chocamos frente con frente, respiración con respiración. El avellana se ilumina, abriéndome como grandes puertas un gran túnel para recorrer el pasado.
Derrama lagrimas, está sollozando.
Sus ojos…quiero que me cuenten una historia.
En un solo día de tu vida, recordarás cuanto te ame, cuanto sufrí por estar contigo y para olvidar por completo todo lo malo que el mundo nos ofreció, dando pasó a la desilusión y el desamor forjado por el odio y la envidia del pasado. Porque un día te prometí que iba a estar ahí cuando me pensases, cuando encuentres mi mirada en todas partes…
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro