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Capítulo 2.

Un cielo gris, árboles marchitos sobre tierra infertil, la soledad se hacía presente en el aire frío del ambiente, pudiendo helar cualquier alma excepto la suya. Caminaba bajo la pradera de sus pensamientos, en la hilera de sus miedos, temiendo al infierno que le esperaba.

Sobre un árbol de fino tronco, se situaba una mujer de tez blanca y cabellos dorados que cuál sol brillaban. Su encanto era inigualable, pues era capaz de atrapar a cualquier humano en su más grande lujuria. La mujer conservaba encima su rostro una máscara de oro puro, con brillantes incrustados y la hermosa silueta de un ser humano en su esplendor, y era así, la máscara representaba su vida... la vida que tenía antes de llegar a ese paraíso oscuro.

El hombre de ojos marrones se dedicó a observarla, grabando en su mente cada detalle de su hermoso rostro. Ella no tenía expresión alguna, sus ojos fríos lo herían sin razón.

¿Solamente se encuentra sentada detrás de aquella máscara? Pensó.

Su tormento era invisible para ella y los demás, ¿cómo saber si un alma herida está condenada a penar? Nadie lo sabía, pero Michael estaba más adelante en el camino que emprendería quitarle la máscara y saber de una vez por todas, que persona estaba detrás de aquel miedo. Nunca sospechó que un hombre podría sacarla de su abismo, del infierno que la atormentaba. Si lo hacía, sería una salvación en su sobrevivir.

-¿Hola?-el eco de su voz hacía crujir los fragmentos de rayos esparcidos por la tierra.

-¿Qué haces aquí, humano?

-¿Humano?

-Qué acaso, ¿No lo eres?

El muchacho abrió sus ojos mucho más. Solo tragó saliva.

-Creo que... no responderás.-negó.

-¿Por qué no se saca la máscara? Quiero ver su rostro completamente.-ordenó elevando la mirada. Un sentimiento de reconfortación embargó su ser al mirarla.

-¡No quiero que me veas!-gritó-¡No quiero verme!-lamentaba mirándole con indiferencia. Algo tan contradictorio a la vez.-sólo vete, y no vuelvas...

-¿Cómo no volver? Si todo el tiempo te tengo en mente.-el tono de su voz iba en aumento, pero también se quebraba como el piso a punto de erosionar.-¡Quiero saber quién eres!-retumbó mirándola fijamente.

Pero yo no quiero saber quién soy!- respondió indiferente. Se podía sentir la frialdad en sus palabras.

-Debes buscarte, hallarte a ti misma-replicó-no te condenes a algo que no valió la pena.-cayó de rodillas ante ella.-No lo hagas.

-¿Y cómo sabes tú que no valió la pena?-de repente, todo lo que su voz respondía, se iba multiplicando junto al viento y sus suspiros.

-No la tuvo, porque estás sufriendo...

<<¡Eres tú!>>

Comenzó a observarle con frialdad, transmitiendo en sus ojos el vacío interior. Bajó del árbol en el cual se encontraba, haciendo de su presencia algo temible. Su corazón lastimado buscaba fuerzas para recapacitar en su decisión, no lo miró, simplemente avanzó a paso lento caminando a un túnel oscuro.

-No te vayas...-suplicó tomándola del brazo. Lamentaba dentro su ser todo lo que dijo.

-No puedo quedarme.-aseguró viéndolo de vuelta a los ojos. La sensación de algo irreal los acompañaba.

-¿Por qué te empeñas en tu soledad? No estás sola.

-Lo sé, no estoy sola, lo tengo a él...

De repente, una luz potente cayó del cielo. La mujer apuntó a una sombra que venía hacia ellos, para luego darse cuenta que era un hombre de tes morena y ojos marrones, como si fuera su misma imagen.

La mujer con la que hablaba, fue corriendo directo a sus brazos, con una sonrisa enorme, pero a la vez llena de falsedad. Mo era la misma, sonreía diferente. Lo vio nuevamente con cierto aire de soberbia, como si en realidad fueran dos personas distintas.

-Ahora me doy cuenta, ¡Eres fría y vacía al igual que todas!-gritó enfurecido, ni él mismo se reconoció en ese momento.-Cuando estás conmigo eres una, y cuando estas con él...-lo señaló- no te reconozco.

No contesto, lo miró con tristeza y melancolía, fue ahí cuando le preguntó:

-¿A quién amas?-no respondía, simplemente lo veía, ahora con neutralidad-¡Responde!-gritó, y aún así... no respondió-No te quiero si no puedes responder.

Dio media vuelta, caminando a lo que se veía era un túnel, paró en seco, esperando a que ella viniera y le explicará todo, pero... nada. Fue ahí cuando él decidio abandonar ese mundo, dejando atrás a ese lugar extraño.

(•••)

We're sendin' out
A major love
And this is our
Message to you
The planets are linin' up
We're bringin' brighter days
They're all in line
Waitin' for you
Can't you see...?
You're just another part of me...

Había pasado un mes desde que tuvo esa pesadilla, esa visión como él lo llamó, pero no fue más que una trampa de su conciencia, siendo así, una cruel realidad que estaría por llegar. Completando todo para la compañía Disney, Michael se encontraba en los últimos arreglos de las canciones, estando entre esas: Another Part of me .

-Muy bien, Michael, repitamos nuevamente el coro por favor.-decía Quincy, que lo ayudaría en este proyecto junto a otros productores reconocidos de música.

-Claro, no hay problema.-contestó Michael colocándose nuevamente los audífonos.

Él, pese a todo seguía confundido.

¿Cómo era posible soñar con una mujer desconocida, una mujer de la cuál no sabía su nombre, teniéndola, y sobre todo, amándola?.

El tema del amor era una puerta cerrada para su vida, Brooke no volvió a tener contacto con él, ni siquiera una llamada; tal vez porque el día que tenían que verse, él no llegó, debido a un desmayo ocurrido en la sala de juntas donde firmó el contrato con Frank, su representante. Ella no estaba enojada, era claro, pero prefirió mantener su distancia.

-¿Listo, Michael?-preguntó.

-Listo -dijo cerrando los ojos, para luego concentrarse en la música.- Uno, dos...-chasqueó los dedos-tres.

Fue ahí cuando comenzó la magia, entregando alma y corazón a la melodía, interpretando cada nota con el mayor sentimiento, plasmando razones para cada segundo de la canción. Obteniendo así un producto, el fruto maduro de su esfuerzo, el hijo predilecto de un cantante y su composición. Solamente la nada. ¿Porqué? Porque todo volvía a su origen, y ese era el llamado nada.

Nada que pudiera olvidar tu corazón.

-Genial muchacho.-aplaudía Quincy al otro lado del estudio-¡Eres increíble!-dijo haciendo sonrojar al joven rizado.-Bueno... ya está todo hecho, mañana a primera hora entregaré las canciones. Puedes ir a descansar, si gustas.

-No Quincy, está bien, me quedaré aquí-respondió-además, Bill llegará más tarde-río acercándose a la oreja de su amigo-Creo que tiene una cita.- susurró riendo a lo bajo.

Quincy le observó divertido, riendo de las ocurrencias de Michael, que pese a lo decaído, siempre sonreía. Y era cierto, nunca se lo vio con una mueca de tristeza en el estudio, solo se dedicaba a sonreír, era demasiado profesional en su trabajo. Un verdugo que ocultaba lo real y ficticio de una vida normal.

Quedándose solo, se dedicó a curiosear, entró en la sala de consolas, husmeó cada botón, toqueteó cada pieza que encontraba. Fue allí, cuando descubrió una habitación cerrada, no sabía qué cosas se encontraban dentro. El Michael curioso hacía su reaparición. Decidió abrirla, pues para su suerte, no llevaba seguro.

Un piano era lo que se situaba allí dentro. La calidez de la habitación le incitaba a entrar, le llenaba de tentación para tocar por lo menos una sola pieza. Su cabeza estaba bloqueada, no se le venía a la mente ninguna canción, simplemente plasmó todo lo que llevaba en su interior. Una gruin canción que representaba su tristeza.

I walk around,
I'm suffering in my doom
When I come to you
You're sitting in your room
You sit around in the
Strangest place
So take off the mask,
So I can see your face.

Camino, estoy sufriendo
en mi destino.
Cuando voy a ti,
estás sentada
en tu habitación.
Te sientas en el lugar
más extraño.
Así que sácate la máscara
Sólo quiero ver tu rostro

Who do you love?
Is it me with you?
I donde know
Who do you love?
I don't want ya if you
can't answer
I know you.

¿A quién amas?
¿Es a mí contigo?
No lo sé...
¿A quién amas?
No te quiero si no
puedes responder
Pero sé que te conozco.

La mujer de sus pesadillas lo tenía atormentado, y cómo no, si él soñaba casi todas las noches con ella, amándola y torturándose. Era demasiado masoquista. Él quiere respuestas ante tantas preguntas, él quiere encontrarla, saber quién es, saber qué desea de él mismo, qué logra. Pero es difícil responderlas, ya que ni él sabe lo que quiere ahora. Y hay una inquietud, las anteriores veces que soñó con ella tenían un bebé de por medio, pero después, ¿por qué no? Simplemente eran él y ella, nadie más. Era como si una trampa estuviera por llegar, un destino cruel del cual no se puede huir.

Salió de aquella habitación cerrando con cuidado el lugar de trabajo. Llegó a la planta baja, espectando el frío clima que había, sumergiéndose en lo más profundo de sus pensamientos. Debía encontrarla, hallarla, conocerla y sobre todo, preguntarle quién era, ya que en sus sueños se empeñaba al anonimato. La lluvia lo empapaba, cubría su alma herida y confusa, le llenaba de esperanzas para un nuevo mañana.

Sólo despertar.

-¿Michael?-gritaba una persona con el tono de voz grueso, dirigiéndose al muchacho.-Michael, ¿Eres tú?- preguntó.

-Bill, ¿Qué haces aquí? ¿No debías llegar más tarde?-interrogó con una pequeña sonrisa en el rostro.

-Larga historia, ahora vámonos,- suplicó-está lloviendo... y no quiero enfermarme.

-Eres muy exagerado-sonrió-Vámonos.

*.*.*.*.*.*
•°*°•°*°•°*°•


-¡Michael!-gritó una mujer esbelta de bellos ojos violeta.-Michael, ¿Cariño, dónde estás?

Elizabeth Taylor, era una fiel amiga que Michael había conocido en las grabaciones de Capitain Eo. Cuando Frank los presentó, Michael demostró gran admiración por ella, "Siempre te admiré" le dijo a la intérprete de Cleopatra, un clásico en el que actuó. Desde entonces, una sincera amistad fue creciendo alrededor de esos meses, encuentros casuales, llamadas casi al amanecer. Dos amigos que podían confiar en uno como en el otro.

-Líz, por acá, al salón-replicaba Michael.

Sus tacones resonaron en el hermoso piso de cerámica y su gran presencia tomó el control sentándose al lado del joven que espectaba la fogata con tanta tristeza y detenimiento. Le obsequió una perfecta sonrisa acompañada de una mirada consoladora.

-Cariño, ¿Qué pasó? ¿Por qué me llamaste? ¿Estás bien?-preguntó preocupada. Acarició su hombro derecho transmitiéndole tranquilidad.

-No lo estoy, Líz.-bajo la cabeza-sigo con esas pesadillas, esas... visiones.- susurró-todo es con ella... y...-se paró de su asiento-lo peor es que no sé quién es.

-Cálmate, cariño.-se paró-tal vez simplemente es un juego de tu mente, todo pasará-lo abrazó-todo.

-No estoy tan seguro, es algo tan tormentoso-miró hacia el techo-a veces siento que se acerca, que ya está aquí.

Lentamente su mano comenzó a viajar por su pecho, y se detuvo hábilmente en su corazón.

-Nadie está cerca, cariño. Es tu imaginación.-sonrió-tal vez sólo estás así por lo que pasó con Brooke.

Se quedó quieto, sin decir ni una sola palabra, no sentía nada al pensar que Brooke lo rechazó, al pensar que ella estaría en los brazos de otro. Ni un solo pensamiento abordaba aquel nombre, milagrosamente sólo pensaba en aquella mujer desconocida.

-No creo que sea eso, Líz.-dijo seguro -siento que es algo real, ella es real, no puedo estar volviéndome loco.

-No es real, debes admitirlo, Michael.-lo tomó de los hombros-la mujer con la que sueñas no es más que tu imaginación.

-Liz...-susurró bajando la cabeza-es real, sé que es real.-dijo una vez más en un suspiro.-¡No estoy loco!-aseguró llevando ambas manos a su cabeza.

-No lo eres, solamente estás confundido... nada más.-lo abrazó- duerme cariño, verás que ya no estará en tus sueños.

Lo acurrucó como si fuera un hijo suyo, acariciando su frente suavemente y calmando la soledad que crecía en su interior. Consiguió dormirlo. Lo cobijó con una manta de la alcoba, saliendo silenciosamente del salón. Cerró la puerta, dando media vuelta se encontró con Bill.

-¿Cómo está, Líz?-le preguntó.

-Devastado, Bill.-suspiró-sigue con esos sueños, pesadillas que no lo dejan en paz.

-¿Le dijiste lo que pasó con Brooke?-interrogó nuevamente con el semblante preocupado.

-No.-susurró-No creo que pueda aguantar eso más... solo le dije que...- bajó la cabeza-todo esto puede ser producto de lo que pasó con ella.

-¿Y que te respondió?-indagó con la voz temblorosa, sus labios mismos realizan esa acción. Estaba nervioso.

-Lo negó rotundamente. Dijo que la causante no es ella, se empeña en que la mujer de sus sueños es real.

-Dejémoslo dormir.-se sobó la cabeza-Mañana hablaré con él.

-No seas duro.-suplicó.

-No lo seré, Líz.-suspiró cansado mirando aquella puerta de color café-No te preocupes.









































































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Hola!!! :)

Bueno, primeramente les quiero dar las gracias por todo el apoyo que he estado recibiendo en ésta novela, en sus comentarios, todo!!! Saben, para significa mucho esto, ya que es una locura la cual decidí tomar, y creo me esta hiendo bien... Espero que hasta el momento les esté gustando la novela, ya que como dije... lo mejor está por venir... gracias por todo, y que Dios los bendiga muchísimo...

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