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Capítulo 11.

Una gran cantidad de reporteros se situaban fuera del lugar, esperaban ansiosos alguna noticia o hecho sobre esta bomba de mentiras acusando al Rey del Pop. Ella, caminaba con las manos en sus bolsillos y la cabeza agachada, como si hubiera cometido un gran crimen, no era así: solo lo amaba. Suspiró mientras una gran multitud fuera de las rejas la esperaban con cámaras en mano, listas para fotos instantáneas. Los vió fastidiada; esta era una gran mentira montada y lo sabia, pero ¿Quién le creería? Solo sería una persona más que diría lo contrario.

Cubrió su rostro debido a los fuertes flashes de las cámaras, su seguridad en cada paso era algo muy notorio pero despistado. Los periodistas no dudaron en bombandearle preguntas sin sentido alguno.

- ¿No es acaso usted la Señorita Venus, prometida del Señor Holtein?- preguntó una mujer rubia de ojos verdes. Asintió.
-¿No tendría que estar a lado de su prometido? ¿Porque se encontraba en la casa del Señor Jackson?- interrogaba en un tono grotesco, tratando de insinuar algo malo. Venus, se dio cuenta y contestó de una forma poco amable como tantas veces.

- ¡No entiendo porque se meten tanto en la vida de otros!
- respondió furiosa mirando fijamente a la cámara.- ¡¡¡A ti no te interesa que hacía o dejaba de hacer con Jackson!!! No es de su incumbencia, ¡¡¡Joder!!!
- resopló aún más enojada señalando a la periodista.

- ¡Si nos interesa, porque buscamos la verdad detrás de la mentira! ¡Es nuestro deber como medio de comunicación!- alegó una vez más mirándola fijamente, Venus sólo asintió sarcástica.

- Oh...- respondió con un gesto gracioso imitando a la periodista.- Si dices que los medios de comunicación buscan la "verdad"- hizo comillas con sus dedos.- ¡Crees que una perra como tu estaría interrogandome! - abrió sus ojos avellanas lo suficiente como para intimidarla. La mujer no podía responder, acarició su cabello de una forma nerviosa.- ¡Gente ignorante como ustedes no merecen estar aquí, no merecen siquiera llamarse seres humanos!
- caminó por la gran cantidad de reporteros observándola, haciendo un círculo alrededor de ella. Prosiguió.- ¡Son toda una rebelión de malnacidos! ¡Creen que dicen la verdad, pero solo mienten aún más, engañan a la gente con historias irreales! ¿Qué clase de ser humano haría eso a un semejante?- preguntó mirando a cada uno. Nadie respondió.- ¡Lo sabia, son tan egoístas que solo piensan en su bien! ¡Si tuvieran que destruir al ser más preciado a cambio de dinero...se que lo harían...porque no valen nada ni nunca valdrán!
- susurró tirando una moneda. Los miró con lástima, pensó una vez más y dio media vuelta entrando al rancho nuevamente.

- ¡No irás a ningún lado, Venus! ¡Él no te necesita, eres mi prometida!- Esteban bajó de un auto negro corriendo hacia ella, la tomó de los hombros fuertemente ocasionandole dolor. Todos estaban expectantes a lo ocurrido. No lo había matado después de todo.

- ¿¡Y tu crees que yo te necesito!?- respondió tranquila. Su mirada era neutra e intimidante como siempre.- ¡Yo no te necesito, Esteban! ¡No te perdonaré nunca lo que le hiciste! ¡¡¡Vete!!! ¡No quiero volver a verte en mi vida, y si te encuentro... créeme que te mataré! ¡¡¡No me importaran las consecuencias!!!- soltó su brazo del agarre brusco, tenia la mano en su bolsillo trasero.

- ¿¡Te irás con él!? ¿Te irás con ese embustero que mintió al mundo entero?- la tenia en frente tomándole de los hombros.- ¡¡¡Elije Venus!!!
- gritó escupiendole en la cara.

- ¡Lo que elegí es lo correcto, porque mi infierno desaparecerá cuando cruce la puerta!- limpió su rostro con ambas manos dando media vuelta; entró al rancho tratando -de una vez- terminar con esto, lo haría, no importaba el como.

- ¡¡¡Pues no te arrepientas cuando veas el final!!!- exclamó llamando la atención.
- ¡Quedaras más que hundida!
- siguió caminando, no hizo caso a lo que oía.- ¡Maldita, Perra!- susurró una vez más.

- ¡Esteban!- gritó. Él la vio nuevamente.- ¡Toma esto, ya no lo necesito!- lanzó el anillo de diamantes, el cual le había dado en señal de compromiso. No lo agarró, se perdió como toda la cordura y amor que sentía, ahora era algo más fuerte, su obsesión crecería aún más.

*°•°•*•°•°*

Al situarme frente a la puerta principal, siento mis piernas tambalearse. Mi respiración se entre corta dejándome con un nerviosismo muy notorio. Mis manos tiemblan de igual forma, todo mi cuerpo se tensa. Busco una entrada diferente, esta vez no lo haría por la puerta principal. Rodeo la casa a paso lento, no veo a nadie, es como si solo me encontrará yo en este momento. Busco con detenimiento la ventana de la habitación principal. Al encontrarla, pretendo hallar alguna escalera para poder entrar en esta. Mis planes se alteran debido a que veo un enorme árbol justo en la altura de la habitación, los pensamientos de una idea que talvez, lograrían llevarme a él, interactuan en mi cerebro.

Al pensarlo demasiado, hago la acción de subir con Rapidez. El tronco es demasiado duro, no habría forma de tener una caída. Subo lo suficientemente alto y veo que el balcón se encuentra abierto. Toco piso firme y me percató de que mi plan salió como quería. Aclararía todo con él.

Los fríos mosaicos de cerámica me muestran un impecable gusto por lo rústico. El gran paisaje, me entrega en bandeja de plata todo el regalo divino. Mi vista va fija nuevamente a la habitación, paro en seco al escucharlo hablar y ser cuidadosa al entrar, doy pisadas suaves y delicadas, escucho la conversación.

- ¡Si, estoy bien...no te preocupes!- respondía melancólico a la persona del otro lado de la linea. Una gran corriente de furia se apoderaba de mi ser, explotaría en cualquier momento.- ¡Siempre te agradeceré que estés conmigo en estos momentos difíciles!
- prosiguió. Lleva una mano a su cabeza.- Sabes, me hirieron demasiado...- me sentí culpable. Mis ojos empezaban a llorar.-¡No se, Lisa...necesito pensarlo!- limpie con coraje las lágrimas de mi rostro, camino segura hasta llegar frente a él...
- Lisa...¿Que harías si...?- me posicionó segura apretando el botón del teléfono. La llamada queda suspendida. Sonrió complacida. Dirige su vista hacia mí atónitamente.

- ¡No te diré nada, porque en todo caso...me lo merezco!
- ¿Rendida? Si, así me siento. Puse ambas manos en mi frente pretendiendo no desmoronarme frente a él. No otra vez.

- ¡Ni el peor ser humano merece una maldad!- respondió tranquilo. Me sorprendió en realidad. Hace unos momentos me trato de una forma poco amable y ahora...en serio me consternaba.- ¿porque volviste? ¡Te dije que te fueras!- he aquí sus cambios repentinos.

- ¡No me iré hasta explicarte lo que pasó!- camino detrás de él. No me miraba, evitaba hacerlo. -¡¡¡Mírame, no hay nada malo en mi!!!- ordené. Mis ojos se inundan nuevamente. Su indiferencia me hería demasiado.

- ¿Qué me dirás ahora? ¿Qué todo fue un juego, qué solo fue una trampa más? ¡Venus, ya no puedo creer en ti!- cayó al piso con los brazos cruzados. Me puse a su altura de inmediato. Tomo su mano derecha acariciandolo suavemente, lágrimas caían encima de ellas.- ¡Sólo aléjate, no quiero estar con nadie!

- ¡Pues yo quiero estar contigo...!- elevo mi cuerpo sacándome la chaqueta de cuero. Mi piel pálida sentía el frío que entraba a causa del balcón abierto. Di un escalofrío involuntario. Volví a incarme frente a él.- Se que no me escucharás, pero quiero hacer el intento,- doy un suspiro con pesadez. Mira al piso aún con los brazos cruzados.- Se que escuchaste todas esas tonterías...todas esas mentiras contra ti, pero créeme por favor, yo no hice nada para dañarte. Todo fue un invento, todo fue un plan para poder hundirte como tu quisiste hacerlo con ellos.
- veo el piso hablando lentamente.- Yo sabía lo que pasaba, sabía lo que planeaban contra ti y tu familia...- cada vez se me hace más difícil contener la calma. Un nudo muy grande se situa en mi garganta.
- Pero pese a eso...quise protegerte, sin importarme los resultados, sin importarme todo lo que implica entregar todo por alguien.- caigo en llanto debido a toda la pesadez que cargo en mi cuerpo.- Yo te quiero...siempre lo haré, no me importara dar mi propia vida por ti, porque se que Te Amo como nunca ame a alguien...
- siento mis manos entrelazarse con las suyas.- No te pido una oportunidad más, porque no me la merezco...solo pido que me perdones y...- me costaba decir laa proximas palabras.- te dejaré libre como siempre debió ser.- termino cerrando por completo los ojos. Una de sus largas manos se posa en mi mejilla limpiando cada lágrima que sale sin cesar, respiro aliviada.

- ¡No soy quien para juzgarte!
- ve mis ojos muy fijamente. El marrón se dilataba poco a poco, lágrimas cristalinas veo salir de repente.- No cabe en la cabeza todo lo que me dices...hay algo que me impide creerte...
- tristeza y arrepentimiento tratan de mostrar sus ojos.-¡No puedo creer en ti otra vez, Venus! ¡¡¡No puedo!!!- soltó rápidamente mi mano, enderezó su cuerpo alejándose de mi. Reacciono de inmediato.
- ¿¡Porque debe ser tan complicado!?- arroja un florero al suelo. Su enojo me asusta pero me lleno de valentía para poder calmarlo.

- ¡Michael, tranquilizate por favor!- lo agarro de la espalda para impedir que siga arrojando objetos. Da media vuelta mirándome serio, me intimida, nunca nadie lo había hecho antes. Posa una mano en mi cintura y me acorrala contra la pared, no hago ningún esfuerzo, estoy totalmente protegida de esa manera.- ¡Calmate, cariño!
- susurro tomándolo de las mejillas. Sus facciones se relajan, su ojos se encienden mostrándome lujuria en su interior, muerdo mis labios.
- ¡Sólo créeme, solo eso te pido!

- Pues enséñame a creer en ti de nuevo...- miró mi rostro. Lame su labio inferior de forma provocadora.- Curame todas las heridas abiertas, cura mi alma por completo. Hazme renacer dentro de ti para toda la eternidad.- termina la frase besando mis labios suavemente. Acaricia mi cintura mientras sincronizan nuestros labios; me empuja a la pared detrás mío, eleva mi cuerpo a lo más alto, «como si tocara el cielo en sus manos»; tomo su nuca y lo acerco aún más a mi. Las llamas pasionales que arden dentro de mi ser, se hacen presentes en pequeños gemidos inaudibles, cierro mis ojos dejándome llevar por la sensación. Sus enormes manos se posan en mis caderas, toma mi blusa y lo rompe encima mi cuerpo, la retira enseguida. Muerdo mi labio inferior debido a los besos húmedos que deposita en mi cuello, mi espalda se arquea de forma instantánea.

Ambas manos sujetan mis piernas, nos dirige a la gran cama de la habitación. Me recuesta suavemente quedando encima mío. Sonrío complacida, coloca ambas manos a los costados de mi cintura, besa mi cuello nuevamente. Su exquisito olor inunda mis fosas nasales, un toque de excitación me hacen rendirme frente a él. Eleva nuevamente su cuerpo quitándose todas las prendas, muerdo mi labio debido a la gran atracción vista. Al ceder en la enorme cama, quedo encima suyo, doy pequeños besos en su dorso, pequeñas manchas marrones me llaman la atención, beso aún más aquella piel tan suave. Se endereza y me mira nuevamente enamorandome aún más.

- ¡Curame Venus, cura mi alma dolida y renace conmigo en el amanecer!- acepto besando sus labios, mi piel siente las cálidas sábanas blancas. Mis sentidos ceden una vez más entrelazando nuestras manos, dejándonos llevar por el gran instinto producido por nuestros cuerpos ardientes del deseo. El color marrón de esos enormes portales, me dirigen una vez más al pasado vivido y creado junto a él...














































































Dibujo sobre tu piel letras de Adobe, mapas que nos recuerden los caminos hacia los refugios donde estará siempre naciendo esta luz que sembramos con los cuerpos.



































































Su Singular belleza atraía cualquier deseo, sus cálidos ojos nunca cambiaban de expresión, ¿Qué sería de ella cuando quede solitaria? No le importaba.

Le gustaba lo prohibido, lo nunca probado por aquella sociedad tan calumnista. El sol iluminaba aquella gran niña que paseaba por el pueblo, una desobediencia más y estaría casada involuntariamente con el menos pensado. Esa era la gran sociedad en la que estaba atada. Una pequeña tela fina cubría su rostro, nadie la reconocería, nadie sabría que era de un linaje muy apartado. Sus pequeños pasos eran desapercibidos ante aquella cantidad de personas. Cualquier cosa la tenia impresionada, un encierro era del cual salía a liberarse. Suspiró cansada, la búsqueda de aquel atajo del cual salió la tenia preocupada, ya seria hora de la cena. A su corta edad ya emprendía peligros jamás deseados. Los años que podía contar con sus dedos no la salvarían de su castigo. Recorrió nerviosa todo el pueblo encontrando un camino al cual podría llegar, un destino el cual quisiera descubrir.

La luna llena se hizo presente en las orillas del lago, la pequeña niña de ojos claros estaba asustada, no encontraba el camino a casa. Una lágrima amarga se depósito junto a la gran cantidad de arena en sus pies. Sollozaba intentando hallar la travesía de su vida, su intento de vivir alegre pese a sus contradicciones. Un niño moreno la observaba fijamente, sentía la angustia de preguntarle sus pesares. Caminó hasta quedar frente a ella.

- ¿Estás bien?- preguntó inocente.

- ¡No lo estoy!- dio media vuelta con los ojos llenos de lágrimas.

- ¿Puedo ayudarte? Quisiera hacerlo...

- Muchas gracias...- suspiró aliviada tomando la mano del pequeño.

- ¿Dónde quieres dirigirte?- la observaba mientras caminaba.

- ¡Quiero ir con mi familia...me perdí, salí sin permiso a la ciudad!

- ¿Y como saliste?

- ¡Tengo un atajo! - suspiró.
- Pero no lo encuentro.- agachó la cabeza.

- ¡Te ayudo a encontrarlo! ¡De seguro esta por acá!- señaló el paisaje.

- Ojala lo éste...

Suspiraban cansados, no encontraban aquel escondite buscado. Caminaron por toda la metrópolis, descansaron sentándose en pequeñas bancas.

- ¿Cuál es tu nombre?- preguntó mirándola con ternura.

- ¡No quisiera hablar de ello!

- ¡Te entiendo!- movió la cabeza a ambos lados.

- ¿Tú como te llamas?
- pronunció de repente. El niño la observó confundido.

- Pues...- rasca su nuca con nerviosismo.- Mi nombre es Joseph.- sonrió.

- ¡Mucho gusto, Joseph! - tendió la mano derecha en gesto de presentación. Al tratar de corresponderla, un hombre adulto se posó ante ellos jaloneando a la pequeña niña.

- ¿Qué te dije de salir sin permiso? ¡Nos preocupaste!
- le dio un fuerte jalón de orejas. El pequeño Joseph la veía consternado.- ¿Quieres terminar igual que tu madre?- pronunció una vez más.- ¡Te estoy hablando!- gritó asustandola. No respondía, solo lo miraba fijamente.

- ¡Déjela! - empujó al sujeto soltando el agarre a la pequeña.
- ¡Vamonos! ¡Corre conmigo!

- ¡No puedo! ¡corre tu...gracias Joseph! - movió su mano en gesto de despedida.

- ¡Debemos meterla a un convento, no puede seguír saliendo de casa sin permiso!
- la metió al auto violentamente.
-¡No dejaré que termines igual a tu madre, tú no serás así! - la veía con tristeza ocultado las lágrimas, como no lo haría, sería una desgracia que su pequeña hija termine de igual forma...en la misma mala vida que su madre.

No lo haría, la educaria como toda una señorita de clase alta. Como toda una mujer diferente, como toda una perspicaz que consigue lo que quiere.

Como una mujer sin sentimientos, solo sofisticación.

















































































<<El destino es tan incierto, un día te posas frente al espejo y liberas tus miedos, hoy frente a ti desnude mi alma entregando por completo mis pesares y angustias causadas por la maldita envidia>>.

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