Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

5. "Nuestro Cielo" [Editado]


Espero que escuchen la canción de multimedia, es una de las muchas que me ayudaron a escribir este libro. ¡Gracias por leer!
Las quiero demasiado <3

Sé que es tarde y lo siento. ¡Feliz Cumpleaños, cariño! Te quiero mucho. ¡Gracias por tanto!♥blanquirodriguez

*°•°*●*°•°*●*°•°*

Corazón
de mi corazón,
vida de mi vida, 
alma de mi alma...

Veía pasar todo tan lentamente. Cada año, cada minuto y segundo, cada siglo pérdida en el rencor. Siempre he tenido una terrible sensación en el estómago, oprimiéndome las entrañas, rasgando mi corazón hasta convertirlo en cenizas. Vaya que era doloroso, pero a la vez reconfortable. Me gustaba. Me encantaba el dolor. Sentir que voy a estar bien cuando algo me sobrepase el pecho, sentir que puedo morir, que puedo ser alguien al entregar algo.

Padecer, una y otra vez, lentamente... por alguien.

No hay remedio para el recuerdo de los rostros, como una melodía no dejaré de lado la cabeza. Cada momento sentía que su alma estaba acechándome y diciéndome que todo estaría bien. Aunque no sea así.

Siempre que cierro los ojos es como si viera un paraíso oscuro, lleno de personas esperando a sus almas gemelas. Tengo miedo de que no vaya a estar esperándome al otro lado.

Y es que, veía muchos rostros de personas que conocí a lo largo de un camino memorioso, veía reflejos, lágrimas marcando un atardecer. Me veía a mí, bailando y llorando junto a él. Todas las noches solía creer que encontraría al dueño del corazón que late en mi pecho; ¿Donde estás? ¿Cómo te encuentras? Fueron las preguntas que solían rondar en mi mente. Cerraba los ojos perdiendo el sendero, creando uno nuevo sin nada que perder ni nada que ganar, sólo hacer de nuestras vidas una obra de arte.

Ahora, mi corazón está preparado para encontrarlo. Verlo de nuevo más allá de la vida, sentir su presencia cuando me dedique una mirada.

Lo amé demasiado mucho antes de que naciera, mucho más antes de que la tierra se allá creado para que plantaramos nuestro amor.

Renunciar a nosotros mismos y nacer de nuevo.

El agua choca contra mi piel, mis cabellos se mecen junto al viento, mis manos se entrelazan con algo perfecto. La verdadera felicidad llegaba a mí. Todos me preguntaban por qué me mantenía fuerte, yo les respondía que cuando encuentras el verdadero amor, este vive para siempre. Es por eso que sigo aquí: Porque lo encontré y ahora está conmigo.

—¿Cómo te sientes?—pregunté, viendo el naranja de las colinas. 

Un fuerte apretón me hizo delirar. No escuchaba alguna respuesta, eso me asustó. Di la vuelta para encontrarme en el reflejo de sus ojos. Me miraba pensativo. Pensé que no respondería, porque yo tampoco sabía cómo me sentía.

—Me siento enamorado. Te quiero, Alex.—me sonrojé, quedando sin palabras—Tú y yo, lejos o cerca, pero siempre unidos.

Me sentía flotando en los aires cuando me miraba directamente sin dar un solo parpadeo, una dulce melodía nos hizo bailar al son de los latidos del corazón. Me apoyé en sus hombros, cerré los ojos y me dejé llevar. Era libre. Libre en sus brazos.

—No puedes quedarte conmigo...—el sonido de su voz parecía dulce miel para mis oídos—debes regresar.

Dije un no suavecito. No podía y no quería hacerlo. Este era mi hogar, sus brazos me acogían como a nadie.

—Tú no eres de aquí, cariño. Debes volver.—negué nuevamente—Vuelve con él, te necesita.

—Y, ¿Tú Joseph? ¿Qué pasará contigo?

—Yo estaré bien.—suspiró—Te seguiré esperando hasta la eternidad.

—¿En serio?—asintió.

—Así será, amor mío.—un par de lágrimas cayeron entre nuestras manos—Te amaré hasta el final de los días. Para siempre...

Sonreí quedándome sonrojada, él se posicionó en mí detrás, acariciándome los hombros. Sabía que no éramos perfectos, pero también sabía que nos amábamos y eso era mucho más valioso que ser brillantes. El amor verdadero vale mucho más que otras cosas. Y eso no cualquiera lo comprende, debes aprender demasiado para entenderlo y saber que esa es la verdad. 

Una hermosa verdad.

—¿Lista?—asentí. Necesitaba algo para tener un gran viaje. Me di la vuelta para robarle un beso, mi sorpresa fue que él me lo robó primero. Sonreímos entre nuestros labios.—Nunca te olvides de mí, ¿Está bien?

—Está bien.

—Ahora da la vuelta y cierra los ojos.

Los cerré quedando solo con mi corazón y su presencia. Lentamente fui escuchando que sus palabras hacían un eco profundo en mi memoria. No las olvidaría, jamás lo haría. Ahora solo me quedaba seguir y reconstruir. Vivir y amar. Saber cómo él estaría esperándome. Porque yo lo extrañaba demasiado.

Sigue la luz, Alex, solo sigue la luz...

<<Tú y yo, lejos o cerca, pero siempre unidos>>.

—¡Michael!—grité lanzando un suspiro profundo, como si estuviera traspasando varios aires de mundos. Entreabrí los ojos distinguiendo la luz que veía a lo lejos.

De repente, la nubosidad se esfumó para dejarme claramente el rostro de un hombre durmiendo en mis piernas, encima las sábanas. No tenía control de mis extremidades, las sentía adormecidas, pesadas para levantarlas. Parpadeé un par de veces. Los sonidos de mis latidos retumbaban por toda la extensión de la habitación.

Estaba desconcertada, confundida por todo lo que ocurrió. Un suave movimiento hizo que dejará de lado mis pensamientos.

Michael estaba despertando.

Abrió los ojos, impresionado. Lentamente fue reincorporándose en su asiento sin dejar de mirarme. Verlo despertar era la mejor sensación hasta ahora, nada podría ir mal. Todo estaba bien aunque las cosas parecieran contrarias.

Aquí, sin pensarlo dos veces, era feliz.

—¿Cómo estás?—preguntó recorriendo la silla para estar más cerca. 

Mis labios formaron una sonrisa cuando vi que nuestras manos estaban entrelazadas. No las sentía, pero verlas así de juntas me era suficiente.

>>¿Aún te duele?—susurró cerrando los ojos. Sus pestañas color café me contaban tantas líneas de historia en nuestras venas. Saber que aún tenía una oportunidad me hacía sentir orgullosa.

Debía aprovecharla, porqué tal vez, no existiría una tercera.

Traté de sentarme para así observarlo más de cerca, poder sentir su respirar en mi rostro y sus caricias en mi piel. Necesitaba tocarlo y probar la misericordia de sus labios. Necesitaba saber si la noche estaría de nuestro lado con sus nubes de fantasía color ceniza y las estrellas que titilan cada vez que me acerco un poco más.

—No, no hagas esfuerzo. No te sientes.—dijo deteniendo mi accionar.

Me tomó de los hombros impidiendo que avance y pueda quedar cerca su rostro. Me recosté de golpe sobre las almohadas y el colchón que parecía ser de cartón. Comenzaba a hacerme frío por todos lados, solo su mirada me transmitía calor y valor. Cosas que necesitaba en este momento.

>>¿Te hace frío?—preguntó, asentí cerrando los ojos.

Pronto vino a mí, recostándose en la angosta camilla con sábanas blancas y almohadas rellenas. Pasó una mano por mis hombros, mientras que la otra se quedó reposando en mi cintura, cerca del lugar que tanto me dolía.

Me atrajo delicadamente a su cuerpo, acariciando mis cabellos y respirando agitado contra mis labios. Traté de levantar mi mano izquierda, pero algo me impidió hacerlo: tenía un suero conectado a mi brazo, inyectándome alguna proteína necesaria para el cuerpo.

—¿Tuviste un buen viaje?—indagó con los ojos cerrados, acariciando con su pequeño pulgar la dura tela de mi piel.

—¿A qué te refieres?

—Cada noche sueño contigo. Sueño con tu sonrisa, sueño con una oportunidad más en la vida.—suspiró risueño,—siempre te veo en mis sueños, aprecio el camino de tus senderos. Sé que sufres como yo sufro por ti, sé que tienes la misma conexión conmigo como yo contigo. Veo como ese color avellana en tus ojos rememoriza la historia que tanto me pedías que recordara, pero que ahora la estoy viviendo...de nuevo...

Suspiramos unísonamente.

>>Cuando amas hasta saber que tu corazón ya no es tuyo, aprendes a vivir por la otra persona. Aprendes a entregar tu alma por completo...—afirmé, perdiéndome en su voz—Alex, ya no soy mío, soy tuyo ahora.

Cuando vi que sus ojos se iluminaban mientras me hablaba, deseé que todo lo que profesaba nunca sea olvidado por mi mente o la locura de un sueño oscuro bajo la penumbra de la noche. Todas esas palabras estaban guardadas en mi corazón, junto a todas las demás.

Michael sonrió acariciando lentamente mi mejilla, un ritmo distinto que podría ser confundido con la perdición de los sentidos y una vuelta completa a la realidad. La luz estaba apagada, sólo la luna iba dejando rastros encima de nuestros cuerpos, como una lluvia de estrellas cayendo del cielo hacia nuestros labios y la necesidad de hacer un grito de felicidad. 

Decidí tomar por primera vez a la valentía de mi lado, como el nombre aliado del camino que verdaderamente quiero vivir.

Cada noche lejos de él, rezaba por encontrar el camino ideal para llegar a su lado. Sin nada que perder ni nada que ganar. Solo caminar en la libertad de una fantasía verdadera. Y mi largo recorrido nostálgico me dio días en los que el tiempo parecía extenderse lentamente como una fogata, y otros en los que parecía correr a tanta velocidad que me consumía dejándome hecha cenizas. Pero hasta ahora, no sabía que podía convertirme en una burbuja que sería guiada por el viento hasta estallar suavemente. Como el éxtasis y el brillo cósmico de una sonrisa. 

El hombre que tengo a mi lado me regaló un beso en la frente, dulce y fresco como el viento que soplaba mis cabellos aquella mañana que me pidió ser su esposa. Una respuesta que nunca llegó a sus oídos.

—Te adoro—dije—Nunca te alejes de mí, por favor.—la voz poco a poco se me quebraba. Cerré los ojos lo suficiente para pedirle al cielo que pueda ayudarme a cumplir mis deseos.

—Si algún día me alejara, créeme que moriría, porque no sabría cómo vivir sin ti—susurró—, No puedo y nunca podré hacerlo, nunca me enseñaste a hacerlo...—me sonrió mientras yo trataba de grabar en mi corazón cada una de sus palabras—Pero tampoco quiero aprender a hacerlo. Alex, este no será el fin. Lo nuestro nunca acabará. Nuestros corazones seguirán latiendo juntos aunque muramos, aunque nuestros ojos no se miren fijamente. Todo seguirá igual, yo te seguiré amando como lo hago ahora,...—suspiró abrazándome aún más fuerte—o tal vez te ame más. Mucho más...

No podía dejar de preguntar como la luz continúa interminable aún después de la muerte. Porque creo que no estoy viva, todo lo que me dice es celestial, cada caricia es como el paraíso perdido que reencuentra mi alma con la suya. De su voz salen palabras que hacen estremecer mis sentidos hasta que varias lágrimas caígan entren sus palmas temblorosas. Todo me parece hermoso en este momento. Su cabello se ve tan suave esparcido entre las sábanas, sus ojos se iluminan  mucho más, aún cuando la oscuridad se hace más notoria. Su sonrisa es la más pura y sincera en la faz de la tierra.

Todo era perfecto. Él lo era.

—Todos estos días alejado de ti me hicieron pensar en muchas cosas,...—rozó suavemente su nariz con la mía—¿Sabes? Una noche soñé que era padre.

Me estremecí.

El corazón se me aceleró por largos instantes, la respiración se me volvió entrecortada, pero mis pensamientos... ellos aún estaban fijos en el deseo que nació en mí. ¿Habría sido yo la madre de sus hijos? Sabía que lo deseaba tanto como él, aunque... los miedos no paraban de darle vuelta al asunto.

Una enorme sonrisa afloró mi rostro cuando divisé un pequeño cuerpito durmiéndose entre mis brazos, una pequeña carita con la tez de un ángel y un llanto tan frágil que deseaba ser escuchado. El sueño que tuvo se convertía en mío también.

—Mi amor, dulce niño mío...—pronuncié con ligereza. 

Soñar con los ojos abiertos te hacía ver cosas maravillosas. Michael me miraba con ternura, como si al hacerlo pudiera encontrar una respuesta en mi interior. No tenía movilidad, pero ese no era motivo necesario para decir que no brincaba por dentro.

—Alex, quiero que seas la madre de mis hijos.—estaba distraida, pero consciente de todo lo que escuchaba. Cuando giré el rostro para verle a los ojos, sus labios ya estaban estampados en mi frente,—quiero que seamos nosotros los que carguemos este amor, a nuestros propios hijos. Eres la mujer de mi existencia, la persona a la que he estado persiguiendo en todas mis otras vidas...—lentamente fue agachando la cabeza hasta dejar un suave beso en mis nudillos—¡Eres tú, corazón!

De pronto, como si esa acción hubiera hecho algo mágico en mi, sentí un gran cosquilleo de la punta de mis pies a la cabeza, ¡era increíble!, comenzaba a tener movilidad de mi cuerpo. Reí con fuertes carcajadas cuando al fin pude articular las manos, estirar las piernas y desenredar mi corazón. Jalé de la sonda que aún estaba conectada a mis venas, el líquido cayó y yo me asusté por el estruendo. Me encogí de hombros y comencé a recorrer el pequeño espacio que nos separaba.

Ambos estábamos de rodillas frente al otro, viéndonos sin restricción y anhelando romper el silencio que ahora nos invadía. No podía contener un minuto más alejada de su presencia, y fue entonces que lo abracé, sin más, escondiéndome en su pecho.

Mis manos tomaron la iniciativa de recorrer su piel encima la ropa, cada caricia, cada centímetro de su piel, cada necesidad que debía saciar después de tanto tiempo. Viajé por el sendero de sus manos hasta sus brazos y también el palpitar descontrolado; sentí sus labios, divise sus ojos, dibuje estrellas invisibles en su pecho. Subía y bajaba las manos, no existía algún rincón que no haya acariciado. 

Pero, como si de un lugar sagrado se tratase, una enorme cicatriz era escondida en su espalda: larga y muy sobresalida. Al momento supuse que algo malo pasó cuando yo no estaba, supongo que pasaron varios días, no tengo la cuenta exacta.

Abrí la boca impresionada cuando levanté la pequeña bata que cubría mi cuerpo: Teníamos la misma cicatriz, en el mismo lugar.

Levanté la mirada de nuevo, Michael afloraba un rostro reluciente:—¿Cuánto?—pregunté.

—¿Cuánto qué?

—¿Cuánto tiempo llevas esperándome?

Mordió su labio inferior.

—Siempre lo he hecho.

De repente, en ese preciso momento, Michael se dio cuenta de lo desesperada que estaba. Sin decir nada más, me acarició la mejilla y se inclinó para besarme. 

Entre esta sublime sensación, recordé una vez más todos los momentos que habíamos vivido juntos: la primera vez que lo vi en aquel baile hace muchas vidas persiguiéndolo, la forma en la que me miraba a cada segundo, mis indiferencias y sus sufrimientos, todo se resumía a este beso, que nos unía como esos  sueños que compartíamos a cada segundo de nuestros corazones entrelazados.

—Están buscándolo...—se acercó un poco más a mí—...pronto lo encontrarán.—negué.

Shhh... No quiero saber nada de él ahora.

Claro que no quería hablar de él. Cada vez que decía algo en su contra, la boca se me hacía de un sabor amargo. Aún me era inevitable no pensar en todo el daño que nos hizo. No podía esquivar cada instante perdido por su culpa, cada insulto y reclamo por no haberlo amado. Odiaba a Esteban y deseaba verlo hecho trizas más que a nada en el mundo. Eso y mucho más se merecía... mucho más.

Parpadeé desechando los pensamientos, mis labios formaron una línea curva mientras que mi cuerpo se acurrucaba más en el suyo. Michael sacudió la cabeza, pero siguió abrazándome:—¿Aún sigue en pie la propuesta?—mordí mis labios nerviosa.

Rápidamente me incorporó sosteniéndome de los hombros, viéndonos a los ojos como tantas veces. No tenía la forma de ocultar su emoción, y yo no tenía la valentía suficiente de escuchar un no salir de sus labios.

Cuando estaba a punto de articular palabra:—Acepto.—sus ojos se iluminaron—acepto ser tu esposa.

Con dificultad pasé mis brazos por su cuello, la sonda seguía conectada a mis venas, el suave tic tac de las máquinas me ayudaba a comprender que no tenía la libertad suficiente en mi cuerpo. Las haría caer con un movimiento más.

Mientras le observaba, podía asegurar que la sonrisa que él lleva en los labios es las más hermosa y alegre que haya visto hasta ahora.

Seré tu alegría, la mejor de tus alegrías.

—¡Me haces el hombre más feliz en la tierra!—enlazó nuevamente nuestras manos, solo que esta vez, comenzó a recostarnos en la camilla. 

Todo había pasado, sentía que solo fue una pesadilla de la cual desperté a tiempo. 

Ahora más que nunca estaba dispuesta a hacer todo lo posible por verlo feliz, despertar las mañanas con esas palabras que aumentarían mis ganas de vivir. Creer en algo verdaderamente real y no ficticio. Dar más y pedir menos. Solo amarlo hasta quedarme seca y luego... luego sacar más fuerzas para que cada mañana al despertar diga:

—Te amo y te amaré por siempre, Michael.

—No más que la eternidad, Alex. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro