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Interlude: Mask

Desde que tiene memoria Jimin ha escuchado diversas historias sobre el primer beso.

Ha leído acerca de cómo debería sentirse: dulce y cautivador, como si el tiempo se detuviera y su vida estuviera a punto de cambiar para siempre. El primer beso debía ser como un suspiro compartido y una delicada caricia, un nuevo comienzo y una conexión profunda entre dos almas.

Sin embargo, estaba seguro de no haber logrado ni una de esas cosas. Lo corroboró estando frente al espejo del cuarto de baño, curando la herida que Min le había provocado.

«Váyase. Ahora.» las palabras de Min habían sido duras, frías. Jamás había visto esa faceta suya y estaría terriblemente mintiendo si dijera que no logró asustarlo. Porque realmente le había puesto los pelos de punta.

No volteó a verlo, ni siquiera cuando Jimin se disculpó antes de abandonar completamente el departamento. Llegando a casa pensó en escribirle un mensaje de texto para disculparse nuevamente con él, absteniéndose de hacerlo al pensar que quizás ya había empeorado lo suficiente la situación.

Dirigió el algodón humedecido en alcohol a su herida, dándole pequeños toquecitos. Siseó e hizo una mueca debido al ardor, probablemente mañana la zona estaría inflamada.

Dejó los utensilios sobre el lavabo y observó su reflejo por unos segundos: sus ojos parecían estar a punto de romper en llanto. Quería obligarse a sí mismo a creer que el motivo era por la molestia en su labio, pero no era así.

La cruda realidad era que muy probablemente tendría que renunciar a la idea de contar con el apoyo y la compañía de su profesor. Jimin no podía con eso, el solo pensarlo lo hacía sentirse ansioso, como si una nube gris lo envolviera.

No quería creer que su pequeño atrevimiento hubiese provocado un enorme abismo entre él y Min, uno que parecía imposible de cruzar.

Sin embargo aquello parecía cada vez más real conforme los días pasaron. Días donde al llegar la clase de Min, Jimin se sintiera cruelmente apuñalado con las miradas frívolas y respuestas cortantes (pero corteses) que le decía cada que preguntaba algo solo para llamar su atención o cuando tenía la osadía de saludarlo en los pasillos.

Ante los ojos de los demás nada había cambiado, el profesor Min seguía siendo una figura de autoridad carismática, dispuesto a escuchar a sus alumnos y hacerles sentirse seguros dentro del instituto.

Pero ante los ojos de Jimin todo era completamente distinto, había algo que no estaba bien y solo él parecía darse cuenta.

Porque sí, Min sonreía.

Sí, era amigable con todos.

Pero por alguna extraña razón Jimin creía fielmente que había algo más, algo que solamente él podía ser capaz de descubrir y que haría hasta lo imposible por hacerlo.

Y si eso implicaba lanzarse a la boca del lobo para recuperar a su querido profesor definitivamente lo haría.

No importaba el costo.

[...]

El recuerdo del primer beso era algo que Min jamás podría olvidar.

Acababa de cumplir los quince años y sucedió una tarde después de clases. Le gustaría decir que el momento fue mágico, que las mariposas revolotearon en su estómago y que la puesta de sol solo hizo el ambiente más especial, como un cliché sacado de alguna telenovela romántica.

Pero no fue así.

En cambio sintió una especie de rechazo, lo cual resultó extraño ya que fue él mismo quien dio ese paso, tomando entre sus manos el rostro de la otra persona para acercarla a él y besarla.

Su segundo beso fue con alguien más, Min pensó que el resultado sería distinto; pero resultó que no.

Recordaba haberle mentido a la joven diciéndole que "estuvo fantástico" solo para después llegar a casa y vomitar como si hubiera comido algo exageradamente caducado.

Tras varios intentos fallidos concluyó con su experimento, prometiéndose a sí mismo jamás volver a besar a nadie ya que simplemente él no nació para eso.

O eso creyó hasta que inició su vida en el instituto.

Pero esa era otra historia que nada tenía que ver con esta; era un pasado que juró dejar atrás y ahí lo mantendría en el olvido.

Habían pasado años desde la última vez que experimentó un acto tan atroz como un beso y así pensó que seguiría hasta el fin de sus días...

Hasta que Park Jimin tuvo la fantástica idea de besarlo en un impulso estúpido.

Cuando Park tomó con fuerza sus mejillas y lo acercó a su rostro Min pensó seriamente en apartarse, pero no lo hizo. Su cuerpo pareció desconectarse de su raciocinio e ignoró cualquier signo de alerta que su cerebro emanaba.

La peor parte era que no podía estar completamente furioso con el menor ya que él también correspondió al ósculo (aunque de forma fugaz). Cuando recobró la compostura solo pudo atinar a empujarlo lejos de él.

Y lo que era todavía peor es que aquel rubio de mejillas sonrosadas logró provocarle algo que hubiese preferido no sentir nuevamente.

Todo iba tan bien, ¿por qué tuvo que arruinarlo haciendo algo tan estúpido como besarlo?

Suspiró mientras masajeaba sus sienes de forma insistente. No podía concentrarse y tenía una pila enorme de documentos sobre el escritorio que debía entregar lo más pronto posible.

Bufó al escuchar unos golpecitos detrás de la puerta de su oficina, inhalando de forma profunda logró formar una sonrisa.

—Adelante.

Escuchó un "disculpa" mientras la puerta era abierta. Su cuerpo se destensó al ver la figura de Joohyun tomar asiento frente a él.

—Tengo una buena noticia —anunció mientras cruzaba sus piernas, adoptando una posición más cómoda.

—¿Qué es?

—El proceso de expulsión del joven Choi Jae ha finalizado —sonrió orgullosa—. Quise hacértelo saber personalmente, ya sabes que el director jamás les comunicaría una noticia como esta a menos que fuera necesario.

Min sabía perfectamente que el director jamás revelaría una noticia tan "escandalosa" como lo era la expulsión de un alumno por temas relacionados al acoso, ni siquiera a los docentes. El viejo preferiría mil veces guardar las apariencias y evitar a toda costa que esos temas salieran a la luz por el bien de su reputación.

—Supuse que te alegraría saberlo, después de todo Choi molestaba a uno de tus alumnos. Ya podrás darle la buena noticia.

—Gracias por avisar —dijo sin mostrar un entusiasmo genuino.

Min volvió la vista a los papeles que estaba leyendo con anterioridad mientras que Joohyun lo observaba en silencio. La mujer carraspeó la garganta, llamando su atención.

—¿Sí?

—Llevas días actuando extraño —ladeó la cabeza, analizando al azabache—. ¿Qué sucedió?

Se rió, negando suavemente

—Pero si estoy bien.

—Vamos Min, te conozco desde hace años, no creerás que tus actitudes pasan desapercibidas para mí.

El susodicho no respondió.

Min sabía que Joohyun no era estúpida, es más, la mujer contaba con una inteligencia que solo en pocas personas había visto; aunque eso no la exentaba de hacerse ideas totalmente erróneas de vez en cuando.

—Quizás te sentirías mejor si tuvieras un apoyo extra, además de mí —dijo ante el silencio de Min—. Alguien a quien le tengas la suficiente confianza como para desahogarte y aminorar la carga emocional que llevas contigo desde hace años.

—No te entiendo, Joohyun.

—Sabes perfectamente lo que quise decir.

Antes de poder responder, el sonido de la campana le interrumpió. Joohyun simplemente se despidió antes de salir de la oficina, dejándole completamente solo y con un torbellino por pensamientos.

Escuchó nuevamente unos golpecitos detrás de la puerta, supuso que quizás Joohyun había olvidado decirle algo.

Por lo que fue una sorpresa ver a Park Jimin entrar en su lugar.

—¿Qué hace aquí? Ya debería estar en casa.

Le escuchó suspirar, supuso que estaba nervioso hasta los huesos. Peor que otras veces.

—Quisiera hablar con usted.

—No creo que tengamos algo de que hablar, Park —respondió con simpleza, recargando sus codos sobre la superficie del escritorio—. Lo que usted hizo fue una gran falta de respeto hacia mí y mi autoridad.

Park asintió, completamente de acuerdo.

—Entiendo que esté molesto conmigo por... lo que pasó —sus mejillas tomaron color, Min frunció el entrecejo—. Fue un acto imprudente de mi parte.

—Lo fue —secundó, completamente de acuerdo—. ¿Sabe usted que si alguien más se entera podría incluso perder mi empleo? Fue un acto como usted dijo, imprudente. Entiendo que es joven y por eso cree que–

—Usted es un adulto y aún sabiendo las consecuencias me correspondió.

Los labios del mayor se entreabrieron, incrédulo.

Entre todas las respuestas que podían salir de su boca, jamás se esperó la que acababa de decir.

—Le recuerdo que yo traté de apartarlo de mí —se defendió—. Y si no lo recuerda, incluso lo empujé. Me disculpo por eso.

Park desvió la mirada, como buscando las palabras correctas para poder refutar.

—Si quiere verlo así, ambos actuamos mal —buscó la mirada avellana del rubio, pero este solo le rehuía—. Lo mejor es que mantengamos nuestra distancia, hemos cruzado una línea que debemos trazar nuevamente.

Min ladeó la cabeza al ver cómo el menor se tensaba, algo que dijo pareció no gustarle.

—¿Usted estaría menos molesto si en mi lugar lo hubiera besado una mujer?

El menor no pareció inmutarse por el rostro completamente confundido del profesor.

—¿Qué?

—Hubiera preferido ser besado por Kim Jennie, ¿verdad?

Su cuerpo actuó por cuenta propia. En un rápido movimiento tomó la muñeca del menor, tirando de esta para acorralarlo contra el escritorio sin ningún tipo de delicadeza.

—No sabe lo que dice —bramó, reforzando el agarre—. ¿Cree acaso que voy por ahí pensando en meterme con mis alumnos? No, Park. No soy ese tipo de persona.

Sabía perfectamente que no debió reaccionar de la forma en la que lo hizo, pero no pudo evitarlo. Era un fanático del control y ese pequeño imprudente solo le hacía perderlo. Debía deslindarse de él lo más pronto posible. Por su bien.

Lo vió tragar saliva con dificultad, el cuerpo del rubio tembló un poco mientras observaba su muñeca sujetada.

—E-en realidad creo que es alguien que necesita ayuda.

Min lo observó fijamente a los ojos, comenzando a reírse poco después.

—¿Ayuda? ¿Usted cree que necesito ayuda?

—De no ser así entonces la prefecta Bae no lo hubiera dicho —antes de que Min pudiera responder, Park agregó: —. Escuché un poco de su conversación con ella, eso me hizo darme cuenta de algo.

Min sonrió con sorna como pocas veces lo había hecho, mostrando su perfecta dentadura.

—Cuéntemelo —dijo completamente interesado, soltando la muñeca del rubio para cruzarse de brazos.

—Usted siempre está ayudando a otros, pero supongo que nadie hace algo para ayudarle —Min mordió su mejilla por dentro.

—¿Por qué eso sería relevante?

Déjeme ayudarlo.

La mirada completamente determinada del menor logró causar un efecto en él. Debía controlarse, el chico probablemente se arrepentiría, solo debía orillarlo a hacerlo.

—No encuentro alguna situación en la que usted pudiera ayudarme. Lo que está diciendo es–

—Debe haber algo, estoy seguro —insistió, acercándose peligrosamente al mayor—. Sus ojos no pueden mentir. La propuesta le atrae y el brillo que muestra me lo confirma.

Min solo lo observó profundamente, quedándose sin palabras.

—Puedo hacer lo que sea para ayudarlo, quiero hacerlo —tomó con cautela una mano del profesor, apresándola entre las suyas—. Quiero saber todo de usted, muéstreme aquello que jamás se ha atrevido a enseñarle a nadie. Déjeme conocerlo realmente.

Min sonrió con descaro, tener a Park observándolo con una mezcla de temor y determinación le hizo tener un déjà vu.

—Podría destruirlo, ¿entiende eso? No sabe con quién se está metiendo.

—Mientras no me aparte de usted, correré el riesgo.

La máscara del lobo finalmente estaba cayendo.



***

Si algo hay que tener en cuenta es que Jimin al ser más joven tiene una percepción de las cosas distinta a Min; es decir, ambos no ven las situaciones de la misma manera. (Quizás sea algo obvio pero no está de más mencionarlo).

En fin, se supone que no actualizaría hasta marzo pero me ganó la inspiración.

¡Gracias por seguir leyendo!

Sus votos y comentarios me motivan un buen. 🫶🏻

Cuídense y nos leemos la próxima actualización.

—Cherry. 🍒

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