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Capítulo 5

TW: Intento de suicidio.



(...)


Sumergió lo que quedaba de su rostro en la tina, vagamente consciente de los chorros de agua que se desbordaban. Contuvo la respiración durante aproximadamente un minuto y cuando sintió que en sus pulmones faltaba oxígeno, salió.

Mientras intentaba recuperar el aire exigido por su organismo el estruendo de un golpe seco se prolongó por toda la casa. Jimin sabía que este provenía de la planta baja, pues, antes de meterse a bañar escuchó a su padre gritarle a su madre por las cosas que según él había hecho mal, y aquello no pudo terminar en otra cosa que no fuese una discusión con agresiones más allá de lo verbal.

Con cautela recargó su espalda contra el respaldo de la tina, siseando al sentir cómo el tacto con esta le provocó un dolor agudo prolongado hasta cerca de su espalda baja.

—Dios, ¿todavía no sanan...? —dijo para sí mismo, cerrando los ojos e intentando ignorar el ardor creciente.

«Esto es lo que mereces por ser un maldito maricón.»

Abrió los ojos de golpe, suspirando con pesar. Los malditos recuerdos de ese día al parecer jamás lo dejarían en paz.

Para Jimin era divertido el que su padre creyera que era homosexual solo por verlo dándole un pequeño beso inocente en la mejilla de Taehyung (claro que sin ninguna otra intención que no fuese amistosa) un día en el que Kim se quedó en casa.

Quizás la situación en la que el señor Park los encontró fue algo... comprometedora, pero definitivamente no indecente. No pecadora como su padre le hizo creer, echando casi a patadas a su amigo mientras a su hijo le gritaba hasta de lo que se iba a morir.

El señor Park no dejó de repetir lo decepcionado que estaba porque su único hijo había resultado ser un maricón; no desperdició la oportunidad para hacerle recordar con sangre el dolor que había provocado en la familia cuando Jimin decidió admitir que quizás si era gay.

Recuerda al señor Park buscar desesperadamente un objeto que no pudo vislumbrar muy bien debido a sus lágrimas, recuerda haber escuchado un pitido y, después —aunque no sabe cómo—, su espalda ya yacía cubierta de sangre y unos pocos moretones que su madre curaba a regañadientes mientras le repetía lo malagradecido que era por dañar así a su padre.

Aquellas heridas se agravaron un poco gracias a Jae, quien en ese entonces solía molestarlo más que ahora. Su pasatiempo favorito parecía ser azotarlo contra la pared, pues en los ratos libres donde el rubio tenía la desgracia de encontrárselo el pelirrojo solía llevarlo a los lugares donde nadie más iba para golpearlo contra la pared, asegurándose de no dejarle marcas excesivamente obvias.

Fue entonces que, un día, el no tan rumor de que Jimin era acosado por Choi llegó hasta oídos de Joohyun gracias a que Taehyung habló con ella; tanto sus padres como los de Jae fueron citados a la oficina del director y, después de que Jimin negara todo —como era de esperarse—, los dejaron ir.

Sin embargo aquella mentira le costaría a Jimin sus tardes del jueves después de la escuela, ya que el director (quien no parecía estar muy convencido con las declaraciones de los menores) le asignó a ambos unas sesiones con los psicólogos "más reconocidos" de la Institución. Mientras que a Jae lo atendería una psicóloga cuyo nombre no recuerda, a Jimin lo atendería Jeon.

Lo que sucedió después de eso es historia.

Una que se resume en más gritos, discusiones e insultos.

Jimin comenzó a jugar con el agua de la tina, sus dedos trazaban figuras imaginarias sobre la superficie de esta. Escuchó unas fuertes pisadas subir por las escaleras, su corazón se aceleró al sentirlas cada vez más cerca.

—¿Ya vas a salir? —preguntó su padre al otro lado de la puerta, sin siquiera tener el gesto de tocar.

—En unos minutos terminaré.

El señor Park no dijo nada más, Jimin suspiró casi con alivio cuando le escuchó alejarse. Realmente no sabe cuánto tiempo le llevaría, pero esperaba terminar con todo lo más pronto posible.

Se estiró un poco para tomar una pequeña bolsa que dejó sobre el lavabo, el contenido de esta era un paquete de cuatro cuchillas nuevas que había comprado justo después de la escuela; tuvo que mentir un poco para que se lo dieran, pero no fue la gran cosa.

Abrió el paquete de cartón y con sumo cuidado tomó entre sus dedos una cuchilla que parecía resplandecer gracias a la luz del baño, tiró el resto en el suelo.

La decisión de quitarse la vida era un tema sumamente delicado, y, tristemente para el lugar donde vive, seguía considerándose tabú.

Jimin nunca juzgó a nadie que lo hubiese hecho, es más, nunca podría hacerlo. Sabe que cada persona es dueño de su vida y de lo que haga con ella, después de todo, las personas tenemos una manera diferente de enfrentar los problemas que provocan los sentimientos de desesperación.

Cualquier persona que conociera por fuera a Jimin diría que por su cabeza nunca rondarían pensamientos de tal magnitud, que su perfil no se asemejaba ni por lejos al de un suicida. Que, a pesar de todo, es una persona amable, risueña, un poco ingenuo y tímido.

Pero era una máscara, una que ya no reconocía.

Aún así, sabe que quizás Jeon supo desde el inicio como era en realidad (o al menos, que no era del todo honesto consigo mismo), era su trabajo después de todo. Y si lo analizaba mejor, tal vez esa era una de las razones por las cuales rechazaba su "ayuda" inconscientemente, porque Jeon lo hacía sentir más vulnerable, peor que cualquier sentimiento que Jae o su propio padre le ha hecho experimentar.

Acercó el filo de la cuchilla justo donde una vena azulada se hacía visible, justo en su muñeca. Sus ojos comenzaron a picar y un sentimiento de angustia lo abrazó, pero la libertad estaba ahí, en un movimiento, lo único que debía hacer era someter presión en la cuchilla, hacerse una cortada absurdamente profunda y pronto se sentiría mejor.

Sus manos temblaban, las sentía sudar, no sabe en qué momento su respiración comenzó a acelerarse, llegando al punto de tener que respirar exageradamente por la boca.

—Vamos... hazlo de una vez —se repetía, aún sin poderse mover.

Por más que intentó reprimirlo un débil sollozo escapó de sus labios.

Era inútil, no podía hacerlo.

Frustrado arrojó la cuchilla contra el suelo, sus manos cubrieron su rostro repleto de lágrimas para después tomar unos mechones de cabello, tirando de estos como una especie de reprimenda.

—¿Por qué? ¿Por qué no puedo simplemente desaparecer? —sollozó, tirando con más fuerza de su cabello.

Casi podía escuchar la voz de sus verdugos reírse de él mientras lo llamaban "cobarde", y a este punto Jimin no podría estar más de acuerdo con ellos.

Hace tan solo unas horas lo que más deseaba era encerrarse en el baño de su casa y simplemente terminar con todo, ser libre, dejar de sentir que es una carga para todos y que su destino fue simplemente nacer para ser infeliz.

Ni siquiera era capaz de recordar cuando fue genuinamente feliz por su cuenta, siempre dependió de su mejor amigo para poder experimentar una pizca de felicidad y aún así, no era suficiente. No entendía cómo mientras otros chicos eran amados por sus padres él era hostigado por los suyos; le dolía saber que, mientras otros hacían amigos y disfrutaban de su juventud, Jimin lloraba por tener que abandonar las cuatro paredes de su habitación.

Quería desaparecer, pero era demasiado cobarde como para hacerlo por su cuenta. Quería proteger a su mejor amigo, pero no era lo suficientemente valiente o inteligente como para hacerlo.

—¿Qué debo hacer? —murmuró, sintiendo las lágrimas escurrir por sus mejillas hasta perderse en el agua.

«Siempre habrá alguien que esté dispuesto a ayudarte, por más estancado que creas que estás» las palabras estúpidamente estudiadas de Jeon de repente hicieron eco en él.

¿De verdad a alguien podría importarle? ¿Alguien podría ayudarlo a sentir algo más que dolor y angustia?

Por el rabillo del ojo observó nuevamente las cuchillas que yacían en el suelo del baño, pensó en tomarla de nuevo y entonces...

«Puedes confiar en mí.»

El profesor Min nubló sus pensamientos.


[...]


—Cielos Jimin, te ves horrible.

Las palabras no tan amables de Ryujin lo sacaron de sus casillas, solo un poco.

Tuve una mala noche —respondió con el mismo tono amable de siempre, después de todo no era su culpa por lo que estaba apunto de hacer ayer. Ni de su incumbencia.

—Déjalo en paz Ryu —intervino Taehyung, quien justo acababa de llegar—. Seguro fue... oh por Dios Jimin, te ves horrible.

Reprimiendo una sonrisa amarga, alzó los hombros restándole importancia.

—En serio, deja de dormir tan tarde o te saldrán ojeras —Dios, Tae, si supieras...—. ¿Todo bien?

—Perfectamente bien.

El castaño frunció los labios, claramente no muy convencido de la respuesta del menor, pero antes de que pudiese interrogarlo como le gustaría sintió su cuello ser envuelto por un fuerte brazo.

—Kiiimm Taehyuung —canturreó un chico que Jimin jamás había visto—. Finalmente encontré tu salón.

Ryujin estalló en risas, Jimin simplemente observaba a su mejor amigo tratar de zafarse del agarre del desconocido.

—¡H-Hoseok, suelta! —bramó, golpeando como podía al contrario—. Todos nos están viendo, Jesucristo...

Riéndose, el chico cuyo nombre parecía ser Hoseok finalmente liberó a Taehyung.

—¿Qué demonios haces aquí? —dijo mientras trataba de arreglar su uniforme.

—Llevo buscándote desde la mañana —respondió con una sonrisa en forma de corazón—. Seokjin me encomendó darte un recado referente al club y como yo no tengo tu número, decidí buscarte.

—¿No pudiste esperar hasta que acabaran las clases? Te pudiste meter en problemas.

—No me digas eso cuando verte me alegra el día y la impaciencia de hacerlo me mata.

Las mejillas de Taehyung se coloraron, escuchó a Ryujin decir un meloso "awww" mientras los miraba enternecida.

—¿Y bien? ¿Nos vas a presentar? —dijo Hoseok mientras le daba un codazo amigable a Taehyung quien parecía estar a punto de estallar de la vergüenza.

—La chica que parece que va a vomitar arcoíris es Ryujin —la mencionada sonrió, diciendo el típico "un gusto".

—Me imagino que tú eres Jimin, ¿verdad? —se acercó al rubio—. Taehyung me ha hablado de ti.

—¿Lo hace? —dijo, apartándose un poco de Hoseok, el chico parecía ser algo... hiperactivo.

—Si, no deja de presumirnos que tiene al mejor amigo del mundo —riendo con ternura, extendió su mano hacia Jimin—. Es un placer conocerte al fin, por favor dime que cuando te pida la mano de tu amigo me aceptarás.

—¡Hoseok! —gritó frustrado Taehyung.

Ante eso Jimin no pudo evitar reírse aún sin querer hacerlo.

Los amigos continuaron hablando, el tiempo pasó de forma amena y para su suerte uno de los maestros no se presentó, por lo que Hoseok pudo quedarse esa hora también.

Jimin descubrió que su nombre completo era Jung Hoseok, aparentemente de un año escolar superior a ellos. Cuenta que Taehyung lo conoció este año en el club de literatura y desde entonces han mantenido el contacto de una forma un tanto curiosa.

La convivencia era divertida, pero no dejaba de ser extraña. El momento casi le hacía olvidar a Jimin lo ocurrido ayer en su casa. Casi.

—Oh, esperen, ¿esa chica está con ustedes? —preguntó Hoseok casi susurrando.

—¿Quién? —enarcando una ceja, Taehyung miró hacia donde Hoseok—. Oh, ¿Jennie?

—Sí, ella —parecía estar sorprendido, por alguna razón.

—¿Qué tiene de impactante? —dijo Ryujin mientras abría una paleta de cereza.

—Ustedes son jóvenes, normal que no se enteren —negando en desaprobación les hizo una seña para que se acercaran, como si les fuera a contar un secreto—. Hay un rumor muy fuerte sobre ella.

—¿Rumor? ¿Qué tipo de rumor? —preguntó Jimin.

—Bien se los diré, pero no lo escucharon de mí —tomando una pequeña pausa, continuó: —. Existe el rumor que esa chica está saliendo con uno de los profesores, quizás para que le ayude a subir sus notas o algo así.

—¿Qué? —Taehyung abrió los ojos en demasía—. ¡¿Ella?!

—Oh Dios cállate, ¿quieres que todos se enteren aquí también? —reprimió Hoseok—. No sé por qué o con qué hechos se basaron para decir eso, pero eso sí, lo estoy suavizando porque las cosas que se dicen de ella son más... crueles.

Jimin no pudo evitar observar por el rabillo del ojo a Jennie, la chica parecía estar absorta en sus propios pensamientos mientras leía un libro con demasiado interés. Si era honesto, no creía que Jennie fuese una persona capaz de estar en algo así, es más, la joven (a ojos de Jimin) parecía ser una chica amable y tranquila.

Pero si algo le había enseñado la vida, es que no todo lo que ves es lo que hay.

—¿Verdad que sí Jimin? —escuchó la voz de Ryujin.

El susodicho parpadeó, por un momento había olvidado que la conversación seguía en pie.

—Eh... lo siento, me perdí —confesó apenado.

—Decía que Jennie no se ve capaz de hacer algo así —dijo—. El rumor es absurdo.

—Además, todos estamos de acuerdo en que si fuese cierto sería algo... ilegal, ¿no? —dijo Taehyung, frunciendo el entrecejo.

—¿Algo? —repitió Ryujin—. Es decir, no somos tan jóvenes pero...

—Estoy de acuerdo con ustedes —intervino Hoseok, recargándose en su asiento—. Los tipos que provocaron el rumor son unos imbéciles, solo espero que no llegue a los oídos de Joohyun o, peor aún, a los de Jennie.

—A todo esto, ¿sabes con quién dicen que tiene esa "aventura"? —preguntó Taehyung, haciendo comillas en el aire.

—Es... —antes de que pudiese terminar, el ambiente fue interrumpido por el sonido de una puerta abriéndose.

El profesor Min había entrado al aula.

—Vaya, no sabía que debía repetir curso, joven Jung —Hoseok sintió sus mejillas arder, por supuesto que el docente lo reconocería.

Taehyung mordió su labio inferior para evitar reírse de él.

—N-no, yo... ya me iba —sintiéndose demasiado apenado, hizo una pequeña reverencia para después salir huyendo del lugar, escuchando unas carcajadas de fondo antes de cerrar la puerta.

[...]

La clase con Min no fue mala, pero si diferente.

Empezando por el hecho de que su maestro parecía estar de un excelente humor, es decir, siempre lo estaba, pero hoy estaba resplandeciente de alegría.

Mientras descansaba bajo la sombra de un árbol para esperar a su amigo, Jimin se preguntaba cómo alguien podía estar feliz todo el tiempo. En su mente solo se repetían las imágenes de su profesor explicando las ecuaciones de quien sabe qué con los métodos de quien sabe quién mientras lucía una sonrisa resplandeciente.

Esa sonrisa, aquella que dejaba al descubierto sus adorables encías y sus dientes pequeños.

Sintió su rostro arder, ¿qué demonios le pasaba? No era normal pensar tanto en la sonrisa de su profesor, debía detenerse. Entonces, el recuerdo de haberse imaginado envuelto en los brazos de su profesor como hace tan solo unos días volvió, sintiéndose aún más avergonzado y enfermo que antes.

«Solo lo hizo porque sintió pena de ti, contrólate» se dijo, más bien intentando convencerse a sí mismo.

Aunque, si era objetivo, ¿cuáles eran las probabilidades de que tu profesor accediera dejarte usar el baño exclusivo para maestros para después abrazarte de la forma en la que lo hizo?

Tan íntimo, confortante, cálido...

«¡Muy ilegal! No somos ni mayores de edad...» las palabras de Ryujin hicieron eco en él, deteniendo su ensoñación.

Suspiró, quizás debía dejar de darle vueltas a ese asunto, quizás...

—¿Descansando?

Oh por Dios.

—Profesor Min... —su subconsciente parecía odiarlo, pues de nuevo todas esas imágenes con las que fantaseó aparecieron como ráfaga en su mente, provocándole un notable sonrojo.

—¿Está bien? —claro, no podía pasar desapercibido por el mayor—. Luce demasiado colorado.

—Si, si, es solo... ¿el calor? —quiso golpearse contra el tronco del árbol ante lo estúpido que había sonado—. Yo... ¿gusta sentarse?

«No me sonría así, por favor...» pensó en cuanto le vio hacerlo, con esa misma chispa que mostró en clase.

—Es muy amable —muy al contrario de lo que esperó, el profesor tomó asiento a su lado—. Hoy es un día hermoso, ¿no cree?

—Supongo que lo es.

«Porque está aquí».

—Cuando era joven recuerdo que solía buscar a los árboles más frondosos pues la sombra que producen es la más exquisita —dijo, riendo tiernamente—. Una vez encontraba el mejor descansaba bajo ese, usualmente leía un libro o solo me relajaba, admirando la naturaleza.

Aquella historia podría ser lo más monótono que existe, pero para Jimin fue como haber escuchado un versículo de la Biblia.

Demasiado sagrado...

Cayeron en un silencio cómodo, ambos observando a los profesores y alumnos caminar tranquilamente. El corazón de Jimin comenzó a acelerarse, aunque no sabía exactamente porqué.

—Park...

Dio un pequeño brinco en su lugar, aún no se acostumbraba a esa voz.

—¿Si? —dijo, dignándose a verlo a la cara para encontrarse con la sorpresa de que él ya lo estaba haciendo.

—He estado pensando mucho en usted, ¿sabe? —Jimin sintió que el aire comenzó a hacerle falta—. Lo que ocurrió hace unos días, ya sabe.

—¿E-en verdad? —tragó saliva, nervioso.

—Sí —de nuevo mostró ese rostro inexpresivo, pero sus ojos parecían brillar—. No quise decir nada para no agobiarlo, pero me dejó preocupado, mucho.

El estómago de Jimin parecía retorcerse, imposibilitándole hablar.

—Estoy seguro que mis palabras las escuchará en muchas ocasiones a lo largo de su vida, más de las que podrá recordar —dijo, suavizando el tono de su voz—. Pero quiero que tenga presente que mi preocupación como docente va más allá de asegurarme de que aprendan, me gusta saber que mis alumnos están bien y que nada ni nadie pueda perturbar su aprendizaje.

¿Por qué sintió de pronto deseos de llorar?

—Así que, por favor, confíe en mí si lo necesita.


***

Wow, demasiado texto el de este capítulo. Espero que no se hayan aburrido.

¡¡¡Gracias por leer!!! ❤️

– Cherry. 🍒

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