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Capítulo 49

Jimin cayó a un lado de Min, mirando hacia el techo. La habitación estaba en completo silencio, interrumpido solo por la suave respiración de ambos. Ninguno se atrevía a decir algo más.

Frunció el ceño, tratando de procesar lo que acababa de escuchar. ¿De verdad le había pedido que dejara de hablarle a su... mejor amigo? La sola idea le resultaba tan absurda... y perturbadora.

No podía imaginarse un mundo en el que Taehyung no formara parte de su vida. Él siempre había estado a su lado, apoyándose mutuamente en los momentos difíciles. Gracias a Taehyung, Jimin había aprendido lo que significaba tener un verdadero amigo.

—No deberías meditarlo mucho.

Jimin dio un respingo en la cama cuando Yoongi, sin previo aviso, se colocó a horcajadas sobre él, inmovilizándolo contra el colchón.

—Pensé que eso era lo que querías —ronroneó, acariciando con los nudillos la lisa piel de sus mejillas—. Que fuera tu novio.

El más joven suspiró y, casi sin darse cuenta, se inclinó hacia las caricias. Le tomó unos segundos encontrar su voz.

—Lo es... —balbuceó. No pudo evitar cerrar los ojos cuando Yoongi se inclinó hacia su cuello, dejando pequeños besos húmedos—. Realmente lo quiero, pero-

—Entonces no deberías tener problema alguno en complacerme, ¿verdad? —la voz ronca de Min provocó un escalofrío en él—. Solo es un pequeño sacrificio, algo insignificante.

Los labios de Yoongi se deslizaron por su mandíbula, ligeros como el aleteo de una mariposa. Las manos de Jimin, pequeñas y ansiosas, se aferraron a los hombros del azabache, buscando intensificar el contacto entre ambos.

—No lo necesitas —exclamó Min, casi en un susurro—. No necesitas a nadie más que no sea yo.

—Mh... —la espalda de Jimin se arqueó al sentir las manos del mayor deslizarse por su cuerpo.

—Las personas solo traen sufrimiento. Tú mismo lo viviste con el joven Jae —murmuró Yoongi, rozando con un suave beso los labios del menor—. ¿No me dijiste que solían ser amigos? Solo mira cómo terminó todo... él se convirtió en un peso innecesario, alguien que no hizo más que vulnerar tu integridad, tanto física como emocional, una y otra vez.

Era cierto, en parte. Había sido amigo de Jae unos años antes de que todo se fuera al demonio, cuando se dio cuenta de cómo era en realidad.

Pero...

—No, Taehyung no es así —Jimin exclamó, tensándose bajo el cuerpo de Min—. Él ha sido todo lo contrario a Jae. Nunca me haría daño, al menos, no intencionalmente.

Yoongi dejó salir una corta risa tosca.

—¿Entonces por qué saliste tan triste de su casa? —aprovechando el corto silencio, Yoongi atrapó la mandíbula de Jimin, acariciando su labio inferior con el pulgar—. ¿Qué acaso no quería obligarte a hacer algo que no querías?

Jimin frunció el ceño.

—Solo era un juego, él no-

—Entonces, ¿por qué saliste tan triste de su casa? —repitió la pregunta, y al no obtener respuesta, acercó su rostro al de Jimin—. Te diré por qué: más que la discusión, lo que realmente te dolió fue sentirte tan vulnerable a causa de él. Estoy seguro de que hubo una escena después de que el joven Kim decidiera cuál sería el reto, ¿me equivoco?

Jimin no respondió.

Tomando su silencio como una victoria, Yoongi sonrió.

—Si realmente le importara tu bienestar, no te habría hecho pasar por esa humillación —soltó suavemente su mandíbula—. Me molesta saber que el joven Kim fue capaz de hacerte algo así... esa es la principal razón por la que no deseo que vuelvas a hablar con él.

—Yo... eso... —Jimin se sintió conmovido al ver cómo la mirada de Min se tornaba compasiva—. Tal vez me sentí mal, pero Taehyung es mi mejor amigo. N-no podría simplemente alejarme de él tras nuestra primera discusión... sé que si lo hablamos, nosotros-

—Así es como inicia todo, ángel —interrumpió Min—. Al principio son solo pequeñas escenas que te hieren, pero las dejas pasar. Luego, cuando te das cuenta de que todo está perdido, te resulta imposible escapar. Ya estás atrapado en esa tóxica amistad.

Jimin giró levemente su cabeza, mirando hacia una pared vacía. Parecía estar pensando en las palabras de Yoongi, quien aprovechó para acercarse a su oído.

¿Quién te asegura que el joven Kim realmente sea una buena persona? —murmuró contra su oído, dando un ligero mordisco en su lóbulo—. Quizá solo estuvo fingiendo todo este tiempo ser alguien que no es, aprovechándose de tu ingenuidad por algunas cosas —ah, la hipocresía.

El menor mordió su labio inferior, tratando de ahuyentar el pensamiento de que eso pudiera ser cierto. Sin embargo, ¿por qué estaba considerando siquiera esa posibilidad? ¿Qué era esa extraña opresión que sentía en el pecho?

—Solo quiero lo mejor para ti, ángel —la nariz de Yoongi acarició ese punto en donde su cuello y los hombros se unen—. No puedo confiar en nadie más que en mí para cuidar de ti.

Jimin soltó un jadeo cuando los dientes de Min se hundieron suavemente en su hombro, dejando la marca de un pequeño mordisco.

—El joven Kim solo va a traerte problemas, estoy convencido de eso —Min agregó, acariciando con más intensidad cada centímetro de su cuerpo desnudo—. Lo mejor es que te alejes de él.

Antes de que Jimin pudiera responder, los labios de Yoongi capturaron los suyos en un beso lento y profundo. Las manos de Min acunaron su rostro, acercándolo aún más, y Jimin dejó escapar un suave gemido cuando sintió la cálida lengua del mayor abrirse paso entre sus labios, explorando su interior como si fuera la primera vez.

Dios, nunca podría tener suficiente de él.

Jimin emitió un suave sonido de disgusto cuando sus labios se separaron con un leve chasquido; deseaba seguir siendo besado.

Yoongi...

—¿Y bien?

Los latidos de su corazón se aceleraron, y una oleada de culpabilidad lo envolvió. Después de todo, estaba considerando "abandonar" a su mejor amigo.

Sin embargo...

Al encontrarse con esos hermosos ojos grises que lo observaban con esperanza, sintió que su decisión ya estaba tomada, incluso antes de que pudiera decirlo en voz alta.

—Está bien.

Y Yoongi agradeció en silencio haber conseguido lo que quería por las buenas, porque no habría aceptado un "no" por respuesta.



[...]



—Pruébate esto.

Jimin enarcó una ceja al ver a Min entrar en la habitación, sosteniendo una simple bolsa de papel, como las que dan en cualquier tienda. Tomó las prendas que le ofrecía y las examinó con curiosidad.

—¿Qué es?

—Tu uniforme —exclamó con calma, sentándose en la orilla de la cama—. Las clases inician en una semana, necesito saber si acerté con tu talla.

Los labios del rubio formaron una pequeña "o" al recordar que pronto comenzaría un nuevo ciclo escolar, su último semestre en Yonsei. Pensar en ello le producía una sensación extraña.

Muchas cosas habían cambiado en menos de un año. Ya no vivía en casa de sus padres y, de hecho, no había tenido noticias de ellos desde hacía algún tiempo.

Pero si era honesto, tampoco es que le afectara demasiado. No cuando Yoongi acaparaba toda su atención... y pensamientos.

—El saco me queda algo ajustado —Jimin exclamó, mostrándole a Yoongi las zonas en las que la tela se notaba tensa—. Pero no me resulta incómodo.

Min asintió, mirando de arriba hacia abajo el cuerpo contrario.

—Mañana iré a revisar si no hay una talla más grande, solo para descartar —dijo, ayudándolo a desvestirse.

—¿Cómo obtuvo un uniforme? Debió ser raro para el instituto que pidiera uno...

—Arriba —dijo, y Jimin levantó la pierna para ayudarlo a quitarle el pantalón—. Al contrario, los encargados de distribuir los uniformes estuvieron más que felices de colaborar. Te sorprendería la cantidad de profesores que suelen pedir prendas para ayudar a los alumnos que no pueden costearlas.

Jimin sonrió.

—Eso es muy dulce...

—Supongo que sí.

La última semana de vacaciones había transcurrido en un abrir y cerrar de ojos. Casi no había podido pasar tiempo con Yoongi (o al menos, no como él deseaba) debido a lo ocupado que se encontraba el mayor con el regreso a clases.

Para Jimin, estos días fueron pesados. Su cabeza estaba llena de incógnitas cuyas respuestas le aterrorizaba conocer... y lo peor de todo era que sabía que Yoongi estaba al tanto de su creciente ansiedad, aunque no lo expresara abiertamente.

Su celular había vibrado incontables veces a lo largo de la semana; la mayoría de las notificaciones eran mensajes de texto que no se atrevía a abrir, porque en el fondo sabía que no le gustaría conocer su contenido. Lo que sí pudo reconocer, era que ninguno de estos provenía de Taehyung.

Mejor para él.

Sin embargo, su corazón se apretó al recordar el último mensaje de texto que había recibido de Hyunjin, el cual abrió sin querer. En el, se disculpaba por lo ocurrido en la fiesta, aunque no era directamente responsable de lo que Jimin había sentido.

Y aunque se sintió tentado a responderle para aclararle que no había ningún problema, decidió no hacerlo. No quería traicionar la confianza de Yoongi otra vez.

Después de darse una ducha, se arropó a sí mismo en la cama, esperando a que el mayor terminara de cepillarse los dientes. Cuando las luces se apagaron, su corazón comenzó a latir con fuerza. Estaba nervioso.

—Luces tenso —dijo Yoongi, colocándose junto a él en la cama—. ¿Puedo saber la razón de tu malestar?

Jimin dejó salir un profundo suspiro, no podía seguir postergándolo.

—Mañana inicia mi último semestre en Yonsei —dijo, casi susurrando—. Yo... estoy preocupado.

Min frunció el ceño: —¿Preocupado? ¿Por qué?

—No sé qué pasará cuando termine mi ciclo en el instituto —murmuró Jimin, desviando la mirada hacia sus manos entrelazadas que temblaban ligeramente sobre su regazo. Tragó saliva antes de continuar, con un leve temblor en la voz—. Se supone que debería pensar en la universidad, ¿no? Es lo más lógico, pero...

—No deberías preocuparte por eso —Yoongi ladeó la cabeza, retirando un rizo errante que cubría la frente de Jimin–. Entiendo perfectamente la presión que sientes, pero no quiero que sufras molestias por algo que aún no decides.

Jimin mordió su labio inferior.

—Todavía no sé qué estudiar o a dónde ir —confesó, sonrojándose ligeramente al admitirlo—. Nunca me había detenido a pensar en lo que quería para mi futuro... y, aunque siento que es un poco tarde, quisiera empezar a planearlo ahora.

Yoongi sonrió, mostrando ligeramente sus dientes.

—Nunca es tarde, ángel —dijo en voz baja mientras tomaba con suavidad una de sus manos, acariciándola—. Te felicito por tener esa iniciativa; te aseguro que no eres el único con ese tipo de... dilema. Pero, como te dije antes, no deberías preocuparte tanto. Cada quien tiene su propio ritmo; lo mejor es meditar las cosas con calma.

Yoongi rodeó al menor con un abrazo suave, esperando poder reconfortarlo. Jimin suspiró con satisfacción y frotó su rostro con suavidad contra el pecho desnudo de Min, igual que un gatito.

—Gracias...

Lo que Park ignoraba era el hecho de que Yoongi no tenía la intención de dejarlo ir. Nunca. Si fuera posible (y estaba seguro de que, eventualmente, sería así) lo encerraría en un lugar donde ni un solo rayo de sol pudiera alcanzarlo; pero ya se encargaría de ello más tarde.

Porque, después de todo, el chiquillo era suyo.



[...]



—¡Menos mal estamos juntos!

Jimin le dedicó una sonrisa tímida a Ryujin, quien insistió hasta el cansancio para que se sentaran juntos en el salón. Se había topado con ella en la entrada principal del instituto, y no fue capaz de negarse a acompañarla.

Su traslado al instituto fue... curioso. Min se ofreció innumerables veces a llevarlo, pero Jimin prefirió usar el metro. No quería arriesgarse a que alguien los viera y, aunque a regañadientes, el mayor aceptó su decisión.

A pesar de todo, no podía quejarse. Era la primera vez en años que comenzaba un semestre sin sufrir alguna "bienvenida" por parte de Jae, lo que le alegraba enormemente.

—Es increíble que cálculo tenga una segunda parte —refunfuñó la castaña, sacando un cuaderno de su mochila—. Es el equivalente a una secuela de una película de terror.

Jimin se rió suavemente.

—No estuvo tan mal...

—El profesor Min fue quien hizo la clase más amigable —dijo, alzando los hombros—. Es una pena que ya no enseñe Cálculo II, me gustaba su manera de impartir la clase.

La puerta del salón se abrió lentamente. Los ojos de Jimin se abrieron en demasía al ver a Taehyung cruzar el umbral. Inmediatamente desvió la mirada, incapaz de enfrentarlo.

Para su sorpresa (y algo de alivio), Kim tomó asiento al otro extremo del aula. Parecía perdido en sus propios pensamientos.

Ryujin masticó su labio inferior, claramente no se había perdido de la repentina tensión en el aire.

—Jimin...

Pero antes de que pudiera decir algo al respecto, la puerta se abrió de nuevo, revelando la figura de la profesora Lee. Varios estudiantes hicieron una mueca de disgusto.

—Tampoco me emociona verlos de nuevo —gruñó la anciana, azotando su libro de ochocientas páginas sobre la superficie plana del escritorio—. Si tienen suerte, no me verán en extraordinarios. Ahora, saquen su libro, comenzaremos la clase.

El día pasó en un abrir y cerrar de ojos.

Nuevos profesores, junto a algunos conocidos, entraban y salían del aula. Jimin no echaba de menos el esfuerzo que solía hacer para no quedarse dormido sobre su pupitre... las clases eran un verdadero horror.

La peor parte era, que no podía concentrarse.

Por un lado, estaba la angustia de recordar cómo había terminado su amistad con Taehyung. Resultaba complicado ignorar esos sentimientos, especialmente cuando ambos estaban destinados a compartir la mayoría de las clases juntos.

Y por el otro lado, pasaba el tiempo preguntándose qué estaría haciendo Yoongi. ¿Cuántas clases habría impartido ya? ¿Con qué salones se estaría llevando mejor? Se preguntaba si ya habría comido o si, tal vez, también estaba pensando en él.

Realmente deseaba ir a casa para estar con él...

El timbre que anunciaba el final de su última clase resonó en los pasillos. Jimin recogió sus cosas lo más rápido que pudo, ansioso por escapar de aquel lugar. Justo cuando iba a tomar el pestillo de la puerta, Taehyung se interpuso en su camino.

Se miraron fijamente durante unos segundos, la tensión era palpable en el aire, pero el castaño se apartó rápidamente. Jimin tragó saliva, sintiéndose incómodo y tratando de reprimir ese malestar en su pecho.

Caminó hacia su casillero y guardó algunos libros en su interior. Justo antes de cerrarlo, una hoja de papel se deslizó y cayó al suelo.

Frunciendo el ceño, Jimin la tomó. Al darle la vuelta, pudo leer un pequeño recado.

"Tenemos que hablar.
Azotea, 3:00 p.m."

El tonto corazón de Jimin aleteó con fuerza, ¿y si era alguna nota de Taehyung? ¿Quería arreglar las cosas con él? Un diminuta sonrisa se formó en su rostro, la cual reprimió al instante.

Se suponía que su amistad había terminado, se lo prometió a Min... pero la curiosidad era mayor.

Y si debía hablar una última vez con Taehyung para hacérselo saber, entonces lo haría.



[...]



Una brisa fresca lo envolvió, haciéndolo abrazarse a sí mismo mientras esperaba. El cielo nublado creaba una atmósfera dramática y melancólica, una sensación apropiada para la ocasión.

Miró la hora en su celular, faltaba un minuto exacto para las tres. Jimin caminó hacia el barandal de la azotea, disfrutando un poco de la vista de todo el instituto. Una oleada de recuerdos le invadieron, momentos felices que compartió con Taehyung desde que inició su estadía en Yonsei.

Los labios de Jimin se curvaron en una sonrisa nostálgica mientras se preguntaba si realmente era la mejor opción cortar toda interacción con alguien que había estado a su lado durante tanto tiempo.

Pero tampoco quería desatar la furia de Yoongi. No deseaba enfrentarse a un nuevo "malentendido" con él; había algo en su interior que lo impulsaba a intentar mantenerlo feliz. Jimin siempre haría lo que fuera necesario para complacerlo, siempre.

Por eso, sabía que debía tomar una drástica decisión...

—Al parecer sí viniste, ricitos.

Jimin se tensó, una sensación de opresión en el pecho lo envolvió al darse cuenta de que el aire comenzaba a escasear. Giró lentamente la cabeza, y allí estaba: la imagen de alguien que había creído que jamás volvería a ver.

—Jae...

El aludido sonrió, mostrando su blanca dentadura.

—Ha pasado un tiempo, ¿verdad? —exclamó con calma, acercándose al menor.

Jimin frunció el ceño, sintiendo un mal presentimiento.

—Tengo que irme —dijo, pasando a su lado.

Sin embargo, Jae lo detuvo al tomarlo con fuerza del brazo.

—No tan rápido, Jimin —Jae ronroneó, disfrutando de la mueca de incomodidad del rubio—. ¿Es así como recibes a un viejo amigo?

—Tú y yo no somos amigos —Jimin tiró de su brazo, sin éxito—. Déjame tranquilo, no tengo ánimos de lidiar contigo.

Jae se carcajeó, alzando ambas cejas con incredulidad mientras le permitía a Jimin soltarse.

—Oh, parece que alguien se volvió salvaje —exclamó entre risas—. ¿Qué pasó con ese niño tierno y tímido?

—N-no te interesa, déjame en paz. Pensé que ya me había librado de ti —gruñó, barriendo con la mirada al pelirrojo—. Esperaba que ya hubieras superado esa obsesión conmigo.

La expresión burlona de Jae no se desvaneció.

—Solo quise darte una última visita, por los viejos tiempos.

Jimin rodó los ojos, harto. No iba a soportar sus incongruencias un segundo más, y algo le decía que debía huir de ahí antes de resultar gravemente herido.

—Gracias por tu visita, espero no volverte a ver nunca más —después de fulminar con la mirada al adversario, Jimin se dirigió hacia la salida.

—Antes te lo hubieras pensado dos veces antes de responderme así —Jae reflexionó—. Supongo que ser la puta de un profesor cambia tu carácter.

Los pasos de Jimin se detuvieron abruptamente.

—¿Q-qué dijiste?

—Tengo que felicitarte, Jimin... lograr obsesionar a uno de los profesores más amados del instituto seguramente no fue tarea fácil.

Los ojos de Jimin se abrieron desmesuradamente al ver que Jae sacaba una fotografía de su pantalón. La misma que su padre le había arrojado a la cara.

—F-fuiste tú... —la voz de Jimin tembló, apenas un susurro, mientras su respiración se tornaba errática—. ¿C-cómo...? ¿Cómo la tomaste?

Jae tarareó, ondeando la fotografía.

—No puedo llevarme el crédito, fue Mingyu quien hizo el favor de traer estas exclusivas —sonrió—. Como sabes, es imposible ingresar a los eventos de Yonsei a menos que seas estudiante o algún empleado, así que aprovechamos que él forma parte del club de fotografía para idear un plan.

Jimin retrocedió lentamente a medida que Jae se acercaba, deteniéndose solo cuando la fría superficie de una pared le cortó el paso. Las lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos al ver cómo el mayor colocaba sus manos a los costados de su cabeza, bloqueando cualquier intento de escape.

—Pero el reconocimiento principal, Jimin... —agregó Jae con una sonrisa maquiavélica, su voz cargada de burla—. El verdadero autor intelectual fue ese profesor que tanto admiras.

(...)

«Algún día, tú también acabarás atrapado
en las redes de tus propias mentiras.»

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