Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 40

El golpeteo insistente sobre la puerta resonaba en la oscuridad de la noche, interrumpiendo la tranquilidad del hogar. A regañadientes, la chica se apartó del reconfortante abrazo del sofá y se encaminó hacia la entrada, preguntándose quién osaba perturbarla a esa hora.

Al abrir la puerta, su ceño se frunció al encontrarse con la espalda de su amigo, quien parecía perdido en sus propios pensamientos, con apenas perceptibles movimientos de sus hombros al respirar.

—¿Qué haces aquí? —exclamó, su voz teñida de sorpresa y preocupación.

Hubo un instante de silencio tenso, roto solamente por el ulular lejano de un búho.

La chica agarró con fuerza el picaporte, sintiendo un nudo en la garganta al ver las manchas de sangre seca en la ropa de su amigo.

—¿Tú...?

—Lo maté.

El escalofrío recorrió la espalda de la chica, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Cuando finalmente su amigo se volvió hacia ella, sus ojos se abrieron desmesuradamente al notar la macabra evidencia en sus manos.

—¿Qué demonios pasó? —susurró ella, apenas capaz de articular las palabras.

—Yo... maté a nuestro profesor.

(...)

Jimin despertó abruptamente, con la respiración agitada y su corazón retumbando en su pecho como un trueno. Un escalofrío recorrió su cuerpo al sentir algo húmedo rodar por sus mejillas.

Eran lágrimas.

Pero no sabía la razón detrás de ellas.

Jimin limpió las lágrimas de su rostro con el dorso de su mano y escudriñó la habitación a su alrededor: vacía. Estaba completamente solo y una sensación de vulnerabilidad le invadió, preguntándose en dónde podría estar Yoongi.

Con jadeos apenas audibles, se puso de pie con dificultad y se encaminó hacia el baño. Sus piernas tambaleantes amenazaban con ceder en cualquier instante, mientras él rezaba por no caer en un lugar que pudiera lastimarlo.

Cuando la luz iluminó la habitación, el rostro de Jimin  palideció al descubrir innumerables marcas de dientes impregnadas en su cuerpo, especialmente en la delicada zona del cuello y clavículas. Las sombras de los dedos de Yoongi se deslizaban a lo largo de su piel, dejando a su paso chupetones, mordidas y sutiles cortes que aún brotaban un poco de sangre, resaltando sobre su piel canela.

Observándose fijamente en el espejo, Jimin acarició delicadamente sus heridas, conteniendo los siseos que amenazaban con escapar de sus labios; completamente hipnotizado por las marcas de su apasionado encuentro.

Estaba consciente de que una persona relativamente sensata se habría horrorizado al verse como una víctima de un crimen, pero Jimin se sentía... bonito. De alguna manera, se sentía bonito y deseado.

El profesor, su Yoongi, le había hecho esto porque lo deseaba. Lo deseaba solamente a él.

Y no es que fuera invención suya, fue el mismo Yoongi quien se lo confesó al oído, sin darse cuenta de que Jimin realmente estaba prestándole atención.

«Eres mío, me perteneces. Si alguna vez siquiera piensas en hacer esto con alguien más, yo te mataré» Dios. Esas palabras no debieron haberle hecho desear más, pero lo hicieron.

Jimin nunca antes había experimentado esa gama de emociones. Era extraño, aterrador y emocionante al mismo tiempo.

Antes de conocer al profesor Min, Jimin había enfrentado el acoso de Jae y sus amigos, el desprecio de sus padres, el rechazo de algunos compañeros de clase... tantas adversidades.

Pero desde que Yoongi y él habían comenzado a acercarse de otra manera, todo parecía cambiar para mejor: Jae fue expulsado, su rendimiento académico mejoró, sus padres ya no resultaron ser tan molestos como antes e incluso había hecho nuevos amigos como Hoseok y Ryujin.

Su profesor había entrado en su vida para reconstruirla, incluso cuando él no había causado ningún daño.

Ante esta revelación, un cálido sentimiento se instaló en el pecho de Jimin, extendiéndose por todo su ser con una sensación reconfortante. Aunque Yoongi no estuviera presente en ese momento, el simple recuerdo de él le brindaba una sensación de protección. ¿Eso podía ser posible?

Una melodía rompió el silencio que envolvía a Jimin. Parpadeó varias veces antes de darse cuenta de que un piano resonaba, probablemente desde que se despertó.

Con cierta prisa, salió del baño y se puso la camisa de Yoongi que yacía en el suelo, deleitándose con el aroma del mayor que aún impregnaba la tela. Jimin descendió las escaleras con cuidado, procurando ser lo más sigiloso posible.

Siguió el sonido del piano, frunciendo ligeramente el ceño al reconocer de inmediato la canción que se estaba interpretando. Al llegar a su destino, Jimin contempló la espalda desnuda de su profesor, quien estaba completamente absorto en su actuación.

Con un suspiro suave, Jimin se acercó sigilosamente, como un gato curioso, moviéndose de puntillas. A medida que se acercaba, notaba cómo el mayor tenía los ojos cerrados, entregado completamente a la música. Sus dedos danzaban majestuosamente por las teclas del piano, acariciándolas con una precisión que parecía divina, sin cometer ni el más mínimo error en ninguna nota.

Decidiendo correr el riesgo, Jimin se sentó junto a Yoongi, disfrutando en silencio de su pequeña actuación.

—Deberías estar durmiendo —exclamó el mayor con voz ronca, deteniendo la melodía.

Jimin pestañeó mientras el eco de la última tecla se desvanecía en el aire.

—Usted también debería —contraatacó, sonriendo tímidamente—. Conozco esa canción...

Yoongi abrió lentamente los ojos, fijando su atención en el menor.

—¿Lo haces? —parecía algo incrédulo.

—Sí —asintió suavemente—. No es conocida, pero recuerdo haber tenido una obsesión con ella durante la secundaria.

Yoongi asintió.

—Esta canción solía tocarla cuando era más joven —exclamó el mayor, volviendo a mirar el instrumento con cierta melancolía—. La última vez que la toqué yo... bueno, no importa.

—A mí me importa —Jimin exclamó rápidamente, acercándose más a su profesor—. Por favor, cuéntame.

Suspirando, el mayor respondió:

—Estaba en mi penúltimo año de preparatoria, hubo un gran evento en el que los estudiantes destacados en alguna actividad extracurricular realizarían un número para sorprender a los asistentes —formó una mueca—. Yo iba a interpretar esta canción frente a cientos de personas, pero entonces... todo salió mal.

—¿Por qué?

—Yo... —el mayor hizo una pausa, mirando cautelosamente sus manos—. Olvidé cómo tocarla.

Los ojos de Jimin se abrieron de par en par, incapaz de creer algo así.

—¿Pero usted no llevó alguna partitura? Tal vez con eso...

Yoongi alzó los hombros: —Estaba tan confiado en que todo saldría bien ese día que ni siquiera recordé guardarla. Está de más decir que quedé en ridículo.

—Es una lástima —Jimin formó un pequeño puchero—. Estoy seguro de que usted le habría encantado al público.

Yoongi separó sus labios, pero no dijo nada. Jimin, igualmente, se abstuvo de pedirle que no se guardara nada.

—¿Recuerdas la letra?

Jimin parpadeó, mirando confundido a su profesor ante la inesperada pregunta.

—Lo hago.

—Bien —Yoongi murmuró mientras se acomodaba nuevamente, preparándose para tocar—. Quiero que cantes la última parte mientras yo toco la melodía.

Las mejillas de Jimin se tiñeron de rojo ante esa petición. ¿Acaso Yoongi quería que hicieran una especie de dueto?

—Eh... mi inglés no es muy b-bueno —dijo, jugando nerviosamente con sus dedos, evitando a toda costa la mirada grisácea.

—No importa —le aclaró—. Sabes que nunca te juzgaría.

Jimin estuvo tentado a negarse, ¿pero cómo podía hacerlo si le miraba de esa forma suplicante?

Tomando su silencio como un sí, Yoongi comenzó a tocar nuevamente, retomando donde se había quedado. Jimin esperó pacientemente el momento, y cerrando los ojos, comenzó a cantar:

—I've got these skeleton keys, hidden safe beneath my skin. They open all my doors and walls and scars, so careful, please; you'll never know me new again...

Jimin observó de reojo a Yoongi, cuya expresión denotaba placer mientras seguía tocando el piano

—So wipe your feet and mind the paint.

—My body sins but I'm a saint, excuse the crunch as you step into me —ambos entonaron al unísono, fusionando sus voces en una armonía perfecta.

El corazón de Jimin comenzó a latir con fuerza mientras la luz plateada de la luna se derramaba suavemente sobre el perfil de Yoongi, realzando sus rasgos con un brillo casi celestial. Los dedos del mayor danzaban con gracia sobre las notas finales de la canción mientras el menor le observaba embelesado.

Un silencio profundo y cargado de significado envolvió la habitación. Jimin no estaba seguro del por qué, pero tenía la impresión de que Yoongi estaba bastante sensible en ese momento.

El aura que emanaba de él definitivamente no era la misma que la de ayer. El Yoongi de la noche anterior fue dominante, rudo, un tanto atemorizante y sensual.

Pero el Yoongi que estaba a su lado en ese instante... parecía ser alguien melancólico, más sensible.

Tal vez solo eran ideas suyas. Sin embargo, Jimin no podía evitar sentir que algo había cambiado, que una nueva faceta de Yoongi se revelaba lentamente, aunque no por completo.

—Tenías razón —exclamó el mayor, sacando a Jimin de sus pensamientos—. Eres pésimo con el inglés.

Los labios de Jimin se separaron en una mueca de indignación y disgusto, agravándose aún más cuando Yoongi comenzó a reír suavemente.

—Solo bromeo —dijo mientras sonreía, mostrando sus pequeñas y rosadas encías.

Jimin, sin pensarlo claramente, se acercó a Yoongi, tomando suavemente las mejillas de este para robarle un beso. La intensidad del mismo creció cuando las fuertes manos del mayor rodearon su cintura, atrayéndolo con firmeza y pasión hacia sí mismo.

Las pequeñas manos de Jimin acariciaron la suave cabellera de Yoongi, entrelazando sus dedos entre las hebras oscuras mientras profundizaban el beso. El mayor continuó explorando con suaves caricias la figura del menor, deslizándose entre la estorbosa y holgada tela de su camisa que le quedaba demasiado grande.

Mh —Yoongi jadeó suavemente sobre los labios de Jimin, disfrutando del sonido de los suaves chasquidos que provocaban sus labios.

La mano de Jimin se deslizó sobre el pecho desnudo de Yoongi, acariciándolo suavemente, deteniéndose al notar la sombra de una marca, la misma que él le hizo ayer por petición del mayor. Sus dedos recorrieron la letra que se formaba, una (no tan) pequeña "P".

Jimin tenía una "M" sobre su muslo.

Ahora, Yoongi contaba con una "P" en su pecho, muy cerca del corazón.

Cuando el aire se volvió imprescindible, los amantes se separaron con un chasquido acuoso. Yoongi aprovechó para dejar una última mordida en los labios gorditos de Jimin, deleitándose con el gemido que escapó de él.

—Pronto darán las tres de la mañana —susurró el mayor con voz ronca, acariciando la cintura del menor—. Debes ir a dormir.

Jimin asintió, recargando su frente contra el pecho del profesor.

—Lo haré si viene conmigo. Quiero mimos.

Yoongi bufó.

—Eres un malcriado y un necesitado, ¿lo sabías? —Jimin, con un puchero, volvió a asentir—. Es bueno para ti que así me agrades.

El cuerpo de Jimin se tensó repentinamente mientras una nueva duda comenzaba a emerger en su cabeza. Se apartó lentamente del cuerpo ajeno, fijando su mirada en aquellos ojos grises que desde hace algún tiempo se convirtieron en su obsesión.

Yoongi... —exclamó, bajito—. ¿Tú...?

«¿Tú me quieres?»

—¿Qué pasa?

Pero Jimin no lo preguntó.

Solamente se mordió la lengua.

—Uh... estaba pensando si tú- usted, tenía alguna pastilla para el dolor —dijo, forzando una sonrisa—. E-es que me duele en... bueno... todo el cuerpo.

Yoongi sonrió: —Por supuesto, vamos al cuarto para que pueda dártela. Después te irás a dormir, prometo abrazarte hasta la mañana.

Bajo las sábanas, Jimin apenas podía permitirse disfrutar de los fuertes brazos que lo rodeaban y de la cálida piel pegada a su espalda. Se reprochaba por no haber sido capaz de preguntarle a Yoongi si él también lo quería.

Ayer Jimin fue capaz de repetírselo muchas veces, pero Yoongi...

«Tal vez aún no es tiempo», pensó, cerrando los ojos para obligarse a dormir de una buena vez.

No lo logró hasta mucho tiempo después.


[...]


Min realmente detestó tener que dejar al chiquillo en casa de su "mejor amiga".

Conocía a la chica, Shin Ryujin.

Aunque no sobresalía en su clase, tampoco se perdía entre la multitud. Si Yoongi pudiera describirla en una oración, sería: "un poco lejos de lo común".

Yoongi se cuestionaba el por qué Jimin prefería ir a la casa de la joven Shin en lugar de la suya. Por supuesto, optó por no preguntar; Jimin ya lucía demasiado tenso como para someterlo a un interrogatorio.

—Espero que ya estés de mejor humor.

Una sonrisa se formó en su rostro al escuchar la voz de Joohyun detrás de él. Yoongi había tenido que ir al instituto para entregar su portafolio de evidencia a la oficina del director, supuso que su amiga estaba ahí por la misma razón.

—Yo siempre estoy de buen humor —bromeó, provocando que la mujer enarcara una ceja—. Me alegra verte, Bae.

—A mí también me da gusto verte antes de que te desaparezcas durante las vacaciones —exclamó, caminando ahora a la par del menor—. ¿Algún plan en mente para este mes libre?

Yoongi sonrió con cierta malicia, pero no respondió a esa pregunta.

—Por cierto, Jeon ha estado preguntando por ti.

La sonrisa del menor desapareció casi al instante, reemplazada por una sensación irritable que se apoderaba de él.

—¿Sabes la razón?

—No tengo la menor idea, pero espero que puedas verlo lo más pronto posible. Comienza a ser irritante —Joohyun bufó, rodando los ojos.

Y al final del pasillo, justo saliendo de la oficina del director, se encontraba Jungkook. La coincidencia fue como si ambos lo hubieran manifestado. Joohyun apenas pudo disimular su mueca de disgusto, mientras que Yoongi no pudo contener una sonrisa al verla.

—Vaya, hace tiempo no nos miraba juntos fuera de alguna reunión escolar —exclamó el menor de los tres, alternando su mirada entre Yoongi y Joohyun.

—Desde el instituto —agregó Joohyun—. ¿Cómo vuela el tiempo, verdad?

Jungkook sonrió, un poco tenso.

—Escuché que estabas buscándome —exclamó Yoongi, ladeando la cabeza—. ¿Te importaría hablar conmigo ahora?

—Seguro vienes con el director, podría ser en otra ocasión —ofreció amablemente, pero los tres sabían que era mentira.

Bae sonrió con malicia, analizando lentamente a Jungkook.

—Habla con él Yoongi, yo iré primero.

Antes de que pudiera protestar por ello, la mujer ya había entrado a la oficina del director.

—Te escucho, Jeon —exclamó con una sonrisa.

Pero Jungkook pareció echar un vistazo rápido por el pasillo, como asegurándose de que nadie pudiera escucharlos. Jeon los condujo a unos cuantos metros de distancia de la oficina del director, solo por si acaso.

—Escucha, iré directo al grano.

Yoongi alzó ambas cejas.

—¿Tú siendo directo al grano? Difícil de creer —sonrió con sorna, provocando un bufido en el menor.

—Sé lo que pasó en el festival —exclamó repentinamente—. Hablé con Kim Taehyung sobre eso.

La sonrisa del mayor se desvaneció, aunque permaneció estoico ante esa revelación.

—Estuvo mal que te fueras con Jimin tú solo, lo sabes —frunció el entrecejo, acercándose a él—. ¿Cómo está él? Porque Taehyung exclamó que ni siquiera respondió a sus mensajes o llamadas.

—El joven Park está perfectamente bien, Jeon —aclaró mirándolo fijamente a los ojos—. Justo ahora, está sano y salvo en la casa de la joven Shin Ryujin.

Jungkook enarcó una ceja, incrédulo.

—¿Entonces por qué no se tomó la molestia de avisarle a su supuesto "mejor amigo"?

—¿Tal vez se fugó antes con algún novio? —el menor entrecerró los ojos—. ¿Cómo voy a saberlo, Jeon? Solamente ayudé a un alumno que lo necesitaba en ese momento. No soy su padre para tener registro de cada uno de sus pasos.

Y, bueno, esa era una verdad a medias.

—Tampoco se te volvió a ver después de ese momento —Jungkook exclamó, cruzándose de brazos—. Te busqué para hablar contigo sobre eso.

Yoongi sonrió de una forma que no debió ser tan espeluznante.

—¿Qué intentas averiguar, Jeon? ¿Quieres que te diga aquí, justo ahora, si le hice algo al joven Park?

—Sí. Quiero que lo hagas.

El mayor soltó una carcajada, completamente fascinado por el rostro de Jeon, el cual denotaba frustración.

—¿Por qué tanta obsesión con el joven Park, hm? —enarcó una ceja, acercándose a Jeon—. No es la primera vez que haces ese tipo de insinuaciones hacia mi persona. A este punto, tú eres aún más sospechoso que yo.

Jungkook se alzó, negándose a verse intimidado.

—Te lo dije: me preocupo por él y, aunque no lo creas, por ti también —Min soltó una risa que resonó como si Jeon hubiera hecho algún chiste malo—. No eres estúpido, Yoongi, sé que has captado la razón de mi preocupación y sabes que, hasta cierto punto, tengo motivos para desconfiar de ti.

—Dices preocuparte por mí pero al mismo tiempo me ves como una amenaza, ¿no es eso extraño?

—No lo es, el rencor y la nostalgia pueden llevarnos a hacer cosas impensables e impulsivas. Y tú, amigo mío, estás impregnado de ambas.

Los ojos de Yoongi se oscurecieron ante esa insinuación. Lentamente, exclamó: —¿Qué intentas decirme?

—Tu inestabilidad puede arrastrar a las personas que se cruzan en tu camino al abismo, aún cuando no te das cuenta. Sabes que no estás bien, pero al mismo tiempo disfrutas de no estarlo. No permitiré que hundas a Jimin contigo —Min apretó los puños, Jungkook no lo ignoró—. Te conozco desde hace años, sabes tengo razón.

—Cuidado, pensaré que estás enamorado del joven Park si sigues defendiéndolo con tanta pasión.

Jungkook ignoró el comentario.

—Solo lo diré una vez, si me entero de que le hiciste daño a Jimin, yo mismo me encargaré de decirle todo sobre ti. Creo que ambos sabemos cómo terminaría eso.

—¿Es acaso una amenaza?

—Más bien una promesa.

Yoongi no se inmutó ante esas palabras, simplemente volvió a reír, como si toda la palabrería de Jeon no fuera más que simples hojas al viento, incapaces de afectarlo.

—Eras y sigues siendo un completo hipócrita, Jeon —exclamó el mayor entre risas—. ¿Cómo puedes afirmar que te preocupas por mí después de decir eso? Estás tratando con todas tus fuerzas de ser el bueno en todo este asunto, pero solo luces como un completo chiste. ¿Es porque me fallaste antes que ahora tratas de ayudar a los demás?

—¡Yo traté de ayudarte! —gruñó el menor—. ¡Traté de hacer hasta lo imposible para que tú no-!

—¿Y cómo terminó todo? —Min le interrumpió, enarcando una ceja—. Terminé siendo, ¿cómo dijiste? Alguien inestable e impregnado de rencor y nostalgia.

Jungkook apretó los dientes, luchando desesperadamente por mantener la calma. No podía permitirse perder el control.

—Si eres inteligente, dejarás de meterte donde no te necesitan o algo podría salir mal.

—¿Es una amenaza? —Jungkook entrecerró los ojos.

Yoongi sonrió, observando cómo la puerta de la oficina del director se abría lentamente en la distancia. Se aproximó con calma al menor, inclinándose hacia su oído.

—Es una promesa —susurró.


[...]


Jimin estaba infinitamente agradecido por tener una amiga como Ryujin. Cuando la llamó por la mañana para pedirle que le recibiera un momento en su casa, ella accedió de inmediato, sin siquiera molestarse en escuchar la historia inventada que Jimin tenía preparada en caso de que le preguntara el motivo de su visita.

Aunque, por supuesto, Jimin tuvo que ser un poco honesto con ella. Básicamente, le relató la historia que su padre inventó aquella vez que los descubrió tonteando en su cuarto, además de explicarle (a medias) lo que sucedió cuando se alejó del grupo la noche anterior.

No entró en detalles, simplemente le explicó que necesitaba algunas fotos con ella, solo por si su padre se ponía quisquilloso por su llegada a esas horas. Ryujin no pareció tener problemas con ello.

Así que ahí estaba, justo afuera de su propia casa. Respirando profundamente, Jimin se acercó a la entrada, enarcando una ceja cuando la puerta se encontraba semi abierta. Un sentimiento de angustia se apoderó de él, sin conocer la razón detrás de esa inquietud.

Con pasos lentos, Jimin ingresó en la casa, siendo capaz de escuchar los gritos de sus padres provenientes de la sala. Bufó exasperado, ¿en verdad tenían que pelear tan temprano? Era hasta ridículo.

Jimin consideró simplemente subir a su recámara y esperar a que ambos se tranquilizaran, pero entonces, su padre apareció frente a sus ojos, con el rostro completamente bañado en furia y respirando agitadamente.

—Finalmente apareces, hijo —masculló entre dientes, fingiendo ese tono de papá preocupado—. ¿Se puede saber exactamente dónde y con quién estabas?

Jimin tragó saliva, saboreándola amarga.

—Eh... acabo de llegar de la casa de Ryujin...

Su padre sonrió.

—Cierto, yo te di permiso para que te fueras con ella, ¿verdad? —se acercó lentamente a su hijo, posando un brazo sobre sus hombros—. Acompáñame a la sala, tienes mucho que contarme.

Los ojos de Jimin se abrieron desmesuradamente al notar cómo la sala de estar estaba hecha un desastre: muebles tirados, algunos vidrios rotos... parecía como si un huracán hubiera arrasado con su casa.

La señora Park estaba en una esquina sentada sobre una silla. Tenía ambas manos sobre su rostro y parecía estar respirando erráticamente.

¿Qué demonios estaba sucediendo?

—Aquí, siéntate —ofreció el señor Park, hundiendo sus dedos sobre el hombro de Jimin para hacerle caer en un pequeño sillón mientras él tomaba asiento frente al menor—. Cuéntame, ¿qué tal estuvo el festival?

Jimin tragó ruidosamente, alternando su mirada entre él y su madre.

—E-estuvo bien, me divertí mucho.

—¿Y qué tal tu cita con esa chica? Imagino que si llegaste hasta esta hora es porque hubo mucha acción, ¿no?

El tono de su padre era punzante, cargado de expectativas y un aire de autoridad que hacía que Jimin se sintiera acorralado.

—L-lo hubo. Incluso me quedé a dormir en su casa... e-es por eso que llegué hasta ahora...

El señor Park asintió suavemente, sin apartar la mirada de su hijo.

—¿Hubieron besos?

—Muchos —bueno, eso no era una mentira del todo.

—Entonces, me estás diciendo que pasaste toda la noche en casa de esa chica, besándola e intimando con ella.

—Eh... sí.

El señor Park asintió nuevamente, levantándose del sofá bajo la expectante mirada del menor.

Un golpe sordo resonó.

Y cuando Jimin se dio cuenta, ya estaba en el suelo, con un enorme golpe sobre su mejilla derecha.

La habitación se llenó de un silencio tenso y opresivo mientras el impacto del golpe reverberaba en el aire, dejando a Jimin aturdido y confundido ante la repentina violencia de su padre.

—¡Eres un jodido mentiroso! —bramó su padre, tomando del cabello al menor para obligarle a observarlo—. Todo este maldito tiempo solamente te has estado burlando de mí, haciéndome creer que habías dejado toda esa mariconería. Me das asco.

Los ojos de Jimin comenzaron a cristalizarse mientras su corazón latía con fuerza. Su mirada reflejaba una mezcla de dolor y desesperación ante la ira desatada de su padre.

—¡N-no es mentira! ¡Y-yo realmente estaba-!

—¡¿Vas a seguir mintiéndome?! —gruñó, apretando su agarre—. ¡Lo sé todo! Sé perfectamente que has estado viéndome la cara de estúpido.

—¡No lo he hecho! Papá, yo-

Sus palabras murieron en su garganta al sentir una cachetada, su cabeza se giró en dirección del golpe.

—Sabes lo mucho que odio cuando me mienten, Jimin —exclamó, soltando a su hijo para ponerse de pie—. ¿Tienes idea de lo que llegó hoy en el correo?

Jimin no respondió, seguía aturdido por el golpe. Todo estaba sucediendo demasiado rápido.

—Esto es más que suficiente para darme cuenta de que eres el peor error de mi vida.

Unas hojas golpearon a Jimin, y fue cuestión de segundos para que se percatara de que no eran simples hojas. Eran fotografías.

El aire pareció faltarle y el ataque de ansiedad se aproximaba al percatarse de que las fotografías contenían imágenes de él y el profesor Min. Besándose.

Que Dios se apiadara de él.

***

"I bring, I bring all the drama-ma-ma-ma" 🎶

Ánimo gente, ya va a pasar lo feo, sigue lo peor y por último lo más cabrón. 🙏🏻

Gracias por leer.

—Cherry. 🍒

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro