Capítulo 39
N/A: Este capítulo casi me saca un mini infarto porque el borrador no se había guardado, pero de puro milagro logré recuperarlo. Así que denle amor porque casi me les voy con San Pedro y ustedes sin actualización. 😭
De antemano gracias por leer, les quiero. 💕
TW: leve knife play.
(...)
Al cerrarse la puerta del dormitorio, Yoongi se dirigió con paso lento hacia un sillón en el extremo opuesto de la habitación. El joven rubio le observaba atentamente mientras el profesor retiraba el saco de su tuxedo así como la fina camisa, tirándolos al suelo para después tomar asiento. Lucía tranquilo, aunque su calma no le resultaba de todo creíble al menor.
—Desnúdate —Min le ordenó, Jimin obedeció al instante.
El menor comenzó a despojarse de las escasas prendas que cubrían su cuerpo. Optó por hacerlo lentamente, tejendo una tensión palpable que mantenía a su profesor en vilo. Los ojos del mayor, intensos y capaces de desarmarlo con una sola mirada, seguían cada movimiento.
Después de que Jimin quedara completamente desnudo, Min reposó una mejilla sobre el dorso de su mano. La mirada intensa del hombre se deslizó sin inhibiciones por el cuerpo de Jimin, explorando cada curva con una sensualidad que iba más allá de la simple lujuria. Parecía estar buscando algo.
Un destello peculiar iluminó los ojos del profesor al notar el miembro del chico completamente erguido, de un tono rosado y goteante de líquido preseminal. Jimin se sintió cohibido ante eso, por lo que trató de cubrirse, pero la mirada de advertencia en el mayor le impidió hacerlo.
—¿Sabes, ángel? Es curioso lo fácil que resulta provocarte —expresó el mayor con los labios en una fina línea—. Solo bastaron un par de besos para dejarte excitado.
Las mejillas de Jimin se tiñeron de rojo; era consciente de ello, pero que Yoongi se lo echara en cara resultaba sumamente vergonzoso.
—Incluso unas simples caricias pueden ponerte (casi) a mis pies. Puedes culpar a tu inexperiencia —alzó ambas cejas—. Pero yo no soy como tú, ángel. Te lo dije alguna vez, yo no me excito por cualquier cosa.
—Profesor, yo...
—¿Quieres que te toque? —le interrumpió—. ¿Quieres que ponga mis manos sobre ti y cumpla con mi palabra de follarte toda la noche? —Jimin asintió tímidamente—. Entonces, excítame.
El menor enarcó ambas cejas. Boqueó, pero nada salió de él.
—¿Cómo puedo...?
—Arrodíllate.
Jimin obedeció, sintiéndose casi agradecido, ya que sus piernas comenzaban a flaquear. El sonrojo sobre sus pómulos se intensificó cuando Min separó lentamente sus piernas, recargándose sobre el respaldo del sillón.
La solicitud era clara, y Jimin estaba dispuesto a cumplirla.
Min enarcó una ceja al ver a su joven alumno ponerse en cuatro para gatear hacia él. El chico emanaba una sensualidad impactante, contoneando sus caderas con cada acercamiento, creando una imagen seductora. Definitivamente no esperaba eso.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca, Jimin restregó su rostro contra uno de los muslos del profesor, mirándole desde abajo con una expresión suplicante, destellando sumisión.
Las manos de Jimin comenzaron a acariciar los muslos de Min sobre la fina tela de su pantalón. Mordiéndose el labio inferior, Jimin rozó levemente el miembro de Yoongi con las yemas de sus dedos, sintiendo cómo el cuerpo adverso se tensaba levemente ante ese simple gesto.
Jimin se permitió jugar con la hebilla del costoso cinturón de su profesor. Después de un latido, desabrochó el cinto y bajó la cremallera de su pantalón. Ahogó un jadeo cuando el miembro semi erecto del profesor se mostró ante él, aunque cubierto por la tela de la ropa interior de Min.
Volvió a encontrarse con los ojos del mayor, quien lucía notoriamente aburrido para su propia sorpresa. A Jimin no le gustó eso; quería provocarle, hacerle perder un poco el control, incitarle a querer tocarlo y nunca más soltarlo.
Sin poder contenerse más, Jimin liberó el miembro del mayor, tomándolo con firmeza entre sus dedos. Era cálido en su mano, haciéndose más grueso con cada segundo que pasaba. El pulgar de Jimin acarició suavemente el glande rojizo, mordiéndose el labio inferior al notar pequeñas gotas de líquido preseminal saliendo de su uretra, algunas de ellas deslizándose por el falo.
Tragando pesado, Jimin dio una larga y lenta lamida por toda la extensión. Su lengua acarició el glande, degustando el presemen. Min emitió un suave gruñido, observando atentamente cómo el menor engullía su erección sin reparos, chupando y lamiendo con devoción.
Pronto, el sonido de arcadas, jadeos roncos y gemidos rotos llenó la habitación. La mandíbula de Jimin dolía de una manera que solo podía describir como placentera mientras sus labios rodeaban el falo de Min, siendo estirados por su grosor. Comenzó a balancear su cabeza, tratando de tomar tanto como podía, poniendo a prueba su reflejo nauseoso.
—Joder —maldiciendo en voz baja, Min tiró su cabeza hacia atrás.
Jimin casi chilló cuando su mejilla fue acariciada por una de las manos de Min, quien, después de ese acto aparentemente tierno, decidió sujetar un puñado de sus rizos, forzándolo a tomar más de su miembro, provocándole una arcada casi dolorosa.
Yoongi comenzó a mecer sus caderas, follando la boca de su alumno y saboreando la imagen de aquellos ojos avellanas inundados de lágrimas que escurrían por sus mejillas. No pudo evitar soltar un gemido ronco, apreciando la calidez de la boca del adverso y sus intentos fallidos por respirar. El rostro de Jimin se tiñó completamente de rojo; podría decirse que estaba asfixiándolo, pero parecía que el chico disfrutaba de ello.
—Mh —Jimin gimió con disgusto cuando el miembro abandonó su boca.
Antes de que pudiera protestar por ello, su cuerpo fue levantado abruptamente, solo para ser arrojado contra un buró. Sintió a Yoongi colocarse detrás de él, Jimin retuvo un gemido cuando el miembro del mayor rozó delicadamente la piel de sus glúteos. Las manos del pálido acariciaron sus caderas mientras una de sus rodillas separaba las piernas temblorosas del menor para obtener un mejor acceso.
—Repítelo —exclamó el profesor, acariciando con parsimonia la suave piel del chico.
—¿Eh?
—Lo que dijiste en el instituto. Repítelo.
Jimin frunció el entrecejo, su respiración se agitaba con cada caricia que se intensificaba. Después de reflexionar brevemente, exclamó:
—Te quiero —dijo—. Te quiero, Yoongi.
La risa del mayor resonó mientras se inclinaba, su pecho rozando con delicadeza la espalda del chico, obligándolo a recostarse levemente sobre la superficie del buró.
—Jamás esperé que dijeras algo así, eres... tan extraño —murmuró Yoongi, escondiendo su rostro en el hueco del cuello de Jimin, permitiendo que el perfume del chico inundara sus sentidos.
—Ah... —Jimin gimió, inclinando ligeramente la cabeza hacia un lado al sentir besos ardientes sobre su piel así como pequeñas mordiditas que descendían hasta su hombro.
Sus manos se aferraron a los extremos del buró cuando, sin previo aviso, el mayor comenzó a mecer sus caderas, simulando embestidas. El miembro cálido y firme del profesor se abría paso entre los glúteos del chico, envolviendo a Jimin en una red de anticipación.
La mano del profesor ascendió hasta la cabeza del chico, acariciándola suavemente mientras la otra permanecía firme en su cintura, asegurándose de que no pudiera moverse demasiado. Jimin cerró los ojos, dejándose mimar por el mayor.
—Dilo nuevamente.
—Te quiero, te quiero mucho.
El mayor sonrió con sorna.
—No deberías hacerlo.
Las suaves caricias se transformaron en un férreo agarre sobre su cabello. Jimin gritó cuando su cabeza fue tirada hacia atrás, provocándole un dolor agudo. Sus ojos se desenfocaron durante unos segundos, recuperándose en el momento justo en que su profesor le observó por el enorme espejo que se encontraba frente a ellos.
Una mirada enardecida en furia y algo más.
—Mírate —exclamó con una sonrisa cruel—. Estás dejando que te toque como me plazca, aún cuando te hace daño —sacudió un poco la cabeza del chico, provocando un siseo en él—. Incluso ahora, lo único que haces es observarme sin hacer mayor esfuerzo para evitar que siga sujetándote de esta forma tan dolorosa.
—A-ah...
Jimin arqueó su espalda mientras el glande del pene de Yoongi se adentraba en su cavidad. Su corazón latía desenfrenado, sintiendo el ardor por la falta de preparación y el temor que comenzaba a apoderarse de él.
—¿Puedes verlo? —Min susurró roncamente en el oído de Jimin, apretando su agarre y acercando su rostro al espejo—. Observa lo bien que luces mientras me recibes.
—¡Oh!
El miembro del mayor se adentró por completo en su apretado agujero, provocándole un dolor intenso que hizo que Jimin soltara un grito agudo. Sus uñas se clavaron en la superficie del buró, rasgando un poco la pintura mientras intentaba soportar la sensación abrumadora.
Yoongi no esperó a que el dolor disminuyera, no esperó en absoluto. Comenzó a embestir con fuerza la cavidad anal del chico, penetrándolo desde atrás como un animal en celo. Sus dedos se hundieron en la cintura de Jimin, dejando marcas rojizas a medida que ejercía una presión desmedida. Los gemidos y quejidos lastimeros de Jimin escapaban de sus labios, mientras sentía que en cualquier momento podría desmayarse. Yoongi lo tomaba con ansia, buscando más y más.
—D-duele...
Jimin dejó escapar un gemido entrecortado, incapaz de distinguir si el dolor que sentía provenía del agarre firme en su cabello o de las penetraciones intensas que recibía.
Su cuerpo se tensó, sintiendo cómo cada embestida de Min lo llenaba por completo, maltratando su próstata sin piedad. Cerró los ojos con fuerza, tratando de encontrar una forma de aliviar la sensación abrumadora que lo invadía.
Yoongi soltó bruscamente el agarre en el cabello de Jimin, y en su lugar tomó su cuello con fuerza, rodeándolo con sus firmes falanges. Aplicó presión sin delicadeza, sosteniéndose de ahí para continuar embistiendo con fuerza en su interior.
—¿Tienes alguna idea de a quién dices querer, ángel? —gruñó el mayor, jugando con la respiración del chico—. Quieres a alguien capaz de follarte sin siquiera tener la decencia de preguntarte si estás listo, alguien que te somete a su voluntad sin considerar tus límites. Alguien que encuentra placer en infligir dolor, alguien que te marcó con cuchillas afiladas porque disfruta de ver la sangre brotar de tu piel.
Jimin sintió un escalofrío recorrer su espalda mientras las palabras de Min resonaban en su mente. Cualquiera que le escuchara diría que Yoongi era alguien peligroso y perturbador, pero estarían equivocados.
Nadie lo sabría mejor que él.
El buró comenzó a sacudirse violentamente al ritmo de las embestidas cada vez más intensas de Yoongi. El sonido húmedo de la fricción entre sus cuerpos llenaba la habitación, aumentando aún más la excitación de ambos.
Jimin sentía cómo su próstata era estimulada con una crueldad deliciosa, enviando oleadas de placer a través de su cuerpo. Los testículos de Yoongi chocaban rítmicamente contra la sensible piel de sus nalgas, marcándolo con cada golpe. La falta de aire, producto de la presión en su cuello, lo llevaba al límite de sus sensaciones, sumergiéndolo en un éxtasis indescriptible.
—¡Mgh, s-sí! ¡M-más! —Jimin jadeó con dificultad, atreviéndose a soltarse de una mano para aferrarse al brazo de Min.
Jimin, con los ojos ligeramente desenfocados, se admiró en el espejo. Su rostro estaba completamente enrojecido, sus mejillas bañadas en lágrimas y rastros de saliva escurriendo de las comisuras de sus labios. Arqueó nuevamente su espalda, sintiendo cómo su cuerpo se estremecía ante la mirada intensa de Min. Los ojos dilatados del profesor y el mordisco en su labio inferior provocaban estragos en su interior.
—Ah... voy a... creo... —Jimin no podía hablar, la falta de aire comenzaba a ser insoportable.
Pero eso no parecía importarle a Min, quien solamente sonrió al sentir las uñas del chico clavársele en el brazo. Estaba claro que el menor pronto obtendría su orgasmo, pero no se lo permitiría.
Jimin gimió con frustración cuando Yoongi se apartó abruptamente, dejándolo con un sentimiento de vacío. Sus piernas temblaban, y solo pudo aferrarse con fuerza al buró para evitar caer al suelo.
Con una mirada suplicante, Jimin observó por encima del hombro cómo Yoongi terminaba de desvestirse para después recostarse en la cama. Sin esperar indicaciones, se acercó a él, tambaleándose en el proceso. El mayor ayudó al chico a subirse a la cama, colocándolo encima de él a horcajadas.
Min acarició con parsimonia las curvas de su cintura, tomándose su tiempo, ignorando los pequeños gemidos y temblores del chico que anhelaba alcanzar su orgasmo con desesperación.
—Abre la segunda gaveta —ordenó, dándole a Jimin una ligera palmada en el muslo.
Jimin tragó saliva con dificultad mientras se estiraba para alcanzarla, deslizando la gaveta con cuidado hacia atrás. Sus ojos se iluminaron al notar un objeto afilado perfectamente colocado sobre una tela de seda.
—¿Esto es-?
—Escucha con atención, ángel, porque no planeo repetirlo —exclamó el profesor, alzando ambas cejas con determinación—. Vas a tomar esa cuchilla y, como un día lo hice contigo, vas a marcarme.
Los ojos del menor se abrieron en demasía, incapaces de creer lo que estaban escuchando. Jamás habría imaginado que un día su profesor le permitiría marcarlo de esa forma.
La idea de marcarlo como si fuera suyo, de dejar una huella permanente en su piel hizo que su corazón se acelerara y su respiración se volviera entrecortada.
Con manos temblorosas, Jimin tomó la cuchilla y se inclinó nuevamente hacia el profesor. Sus ojos se encontraron, pero el mayor no dijo nada más, como si estuviera cediéndole el control para que él fuese quien decidiera en dónde lo marcaría.
Jimin mordió su labio inferior, sintiendo la suavidad de la piel blanquecina del torso de Min bajo sus dedos. Temblando ligeramente, el menor acercó la cuchilla hacia el centro del pecho, lugar que ocultaba detrás de este su corazón. Respiró hondo, concentrándose en cada movimiento, y trazó líneas delicadas sobre la piel del profesor.
Yoongi siseó, sintiendo cómo el filo penetraba su piel. La cuchilla se deslizaba en una danza íntima, con movimientos torpes e inexpertos, como un niño que se atreve a escribir por primera vez.
El profesor soltó un gemido ronco mientras la sangre comenzaba a brotar de su herida. Sin previo aviso, volvió a introducirse en la cavidad anal de Jimin, provocando que este dejara caer la cuchilla al suelo por el impacto.
—¡Oh! —Jimin gimió, arqueando su espalda de forma dolorosa.
—Móntame, ángel —susurró, sujetando al chico por su cintura con fuerza—. Hazte sentir bien.
Aturdido, Jimin comenzó a moverse, llenándose lentamente con embestidas suaves y desordenadas. No sabía si lo que estaba haciendo le proporcionaba placer a Min, pero el profesor parecía completamente satisfecho con el sonido húmedo que se producía entre sus cuerpos.
Yoongi, agarrando las caderas del chico con firmeza, le ayudó a aumentar el ritmo de las embestidas. Jimin saltaba ansiosamente sobre el miembro de Min, quien tiró su cabeza hacia atrás y se permitió maldecir entre murmullos de placer. El menor vio estrellas cuando, en cierto ángulo, las penetraciones golpearon su próstata de manera deliciosa. Jimin se dejó caer sobre el pecho de Yoongi, permitiendo que él continuara proporcionándoles placer.
Sintiéndose avergonzado, el menor escondió su rostro en el hueco del cuello de su profesor, mientras sus uñas se clavaban en los pectorales de este.
—V-voy a... mh, Y-Yoongi...
El mayor, con voz ronca y excitada, exclamó: —Sí, amor. Déjate llevar. Córrete para mí.
Con un gemido vergonzoso y agudo, Jimin alcanzó el clímax, eyaculando sobre el vientre del profesor. Min, sin detenerse, continuó embistiendo el cuerpo dócil del chico, dejándose ir en un ronco gemido, llenando el interior de Jimin con su esperma.
La habitación se llenó de jadeos y respiraciones entrecortadas. Un escalofrío recorrió el cuerpo del menor cuando el miembro de Yoongi se deslizó fuera de él, provocando que el semen escurriera por su fruncida entrada.
Pero cuando apenas iba a cerrar los ojos, dispuesto a descansar, el profesor invirtió las posiciones, dejándole ahora bajo su cuerpo.
—¿Cansado? —sonrió burlón, provocando en Jimin una mueca de confusión pero asintió en respuesta—. Lo siento por ti, ángel, ¿pero qué acaso no dije que te follaría toda la noche?
Antes de que pudiera responder, Yoongi volvió a penetrarlo.
—¡Ah! —Jimin se aferró al profesor, arañando la piel de su espalda.
—Feliz cumpleaños, Jimin —susurró en su oído, comenzando a mecer violentamente sus caderas.
[...]
Taehyung suspiró, su llamada nuevamente no había sido atendida. Era frustrante el hecho de estar preocupado por tu amigo y que este no diera señales de vida. ¿Acaso algo malo sucedió? ¿Y si se había perdido entre tanta gente? ¿Se habrá ido a casa?
¿Y si su profesor le hizo algo?
Taehyung sacudió la cabeza ante este pensamiento absurdo, tratando de convencerse a sí mismo que todo estaba bien.
Observó a su alrededor, notando que la multitud había disminuido considerablemente desde hace un rato. Ryujin se había marchado hace media hora, no habían señales de Jimin y él se encontraba esperando pacientemente a que Hoseok saliera del baño.
Volvió a suspirar, ¿por qué demonios ese sentimiento de incertidumbre no se iba?
—¿Por qué tan pensativo?
Tensándose en su lugar, Taehyung observó la figura del profesor Jeon, quien le sonreía amigablemente desde arriba.
—¡H-hola, profesor! —exclamó, fingiendo una sonrisa—. Yo solo... estaba esperando a Hoseok, ¿qué le ha parecido el festival?
—Estuvo agradable —dijo—. Las actuaciones me parecieron asombrosas y las decoraciones increíbles, ¿tú te divertiste con tus amigos?
El menor hizo una mueca.
—Algo así, todo iba bien, pero de repente Jimin comenzó a sentirse mal —dijo Taehyung, encogiéndose de hombros y esbozando una sonrisa tímida—. Afortunadamente, el profesor Min se hizo cargo de él.
El cuerpo de Jeon se tensó abruptamente. Taehyung no estaba seguro, pero creía que algo en sus palabras pareció disgustarle.
—¿Quieres decir que Min se llevó a Jimin? ¿Se fueron solos?
—Eh... sí —dijo, frunciendo el entrecejo—. Yo quise acompañarlos, pero el profesor Min me dijo que... —se detuvo, ¿acaso estaba a punto de quejarse de él?—. En fin, no pude hacerlo y entonces se fueron.
Jungkook contuvo un suspiro, llamando la atención de Taehyung.
—¿Está todo bien, profesor?
Jeon se forzó a sonreír.
—Perfectamente bien —exclamó, acercándose lentamente al cuerpo del menor—. Pero déjame pedirte un favor, algo que debemos mantener en absoluto secreto.
Taehyung levantó una ceja, intrigado.
—¿Qué es?
—Si llegas a percibir algo sospechoso entre el profesor Min y Jimin, por favor, dímelo.
Taehyung boqueó. Algo dentro de él le decía que era ridícula la aparente preocupación de Jeon; aunque, por el otro lado, una voz en su interior le susurraba que debía tomar en serio las palabras del mayor.
—Lo prometo.
Solo esperaba no tener que hacerlo, y que las ideas del profesor Jeon se quedara solamente en eso.
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