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Capítulo 28

—Así, amor, vas muy bien.

Yoongi gruñó en voz baja mientras Jimin gemía al rededor del pene completamente hundido en su boca. El menor luchaba por mantener sus ojos abiertos, dispuesto a grabarse en la memoria cada gesto que se dibujara en su profesor.

Las manos de Yoongi acunaron su rostro, acariciando sus pómulos con extrema delicadeza mientras mecía sus caderas, obligando a Jimin a tomar más de lo que su reflejo nauseoso pudiese soportar.

—No seas tímido, ángel. Usa más tu lengua.

Jimin gimió, completamente avergonzado. Su rostro ardía por la vergüenza, pero hizo lo que se le pidió: comenzó a mover su lengua, acariciando aquel trozo de carne, degustando del sabor a piel con algo más.

—Si tan solo pudieras verte, tan lindo.

Yoongi volvió a gruñir, esta vez más grave. Una sonrisa de satisfacción se pintó en sus labios al escuchar el jadeo descontento de su alumno cuando decidió retirar su miembro de aquella cavidad tan cálida.

Jimin le observó con ojos atiborrados de miedo, ¿había hecho algo mal? No, por supuesto que no. Yoongi simplemente quería jugar con él un poco antes de venirse en su cara. O dentro de su boca.

Aquellos ojos avellanas brillaron con morbo al sentir aquel glande húmedo y brillante por el pre semen en conjunto con su saliva acariciar sus labios afelpados, frotándose en estos para seguir con su camino hacia sus mejillas.

Un acto morboso, pero les encantaba.

¿Cómo habían llegado a esta situación? Jimin no tiene la menor idea, pero estaba dichoso por eso.

—Abre tu boca.

El menor obedeció, separando los labios y sacando su lengua, listo para recibir lo que sea que su profesor estuviese dispuesto a darle...

—Jimin, ¿me estás escuchando?

El aludido parpadeó, mirando con el ceño fruncido a Ryujin quien parecía estar completamente confundida.

Se aclaró la garganta, conteniendo una risa nerviosa. Claro, había pasado los últimos minutos perdido en sus recuerdos.

—Eh... lo siento, Ryu, me he perdido —confesó, completamente apenado por no estar atento a lo que sea que estuviese saliendo de la boca de su amiga.

—Sí, lo he notado por la forma en la que mirabas aquella pared con demasiado interés —respondió con ironía, pero aún luciendo aquella sonrisa cómplice—. ¿En qué pensabas? Lucías demasiado concentrado.

Jimin comenzó a toser, sintiendo sus mejillas arder. Ryujin tuvo que compartirle de su botella de agua mientras le daba leves golpecitos en la espalda.

—Cielos Jimin —exclamó su amiga con ambas cejas alzadas—. ¿Tan vergonzoso es? ¡Mira ese rubor!

El rubio sacudió su cabeza, recuperándose de su "ligero" ataque de tos.

—N-no es nada como eso, s-solo me estaba ahogando con m-mi saliva.

Ryujin ladeó la cabeza.

—Sí, seguro.

Y la verdad era, que Jimin acababa de escalar a un nuevo nivel de incomodidad.

Empezando con el hecho de que su garganta todavía se encontraba algo adolorida debido a... cierta actividad con el profesor Min, y culminando con la necesidad de tener que contar con la presencia de Ryujin en su propia casa.

Por supuesto, el estar a solas con su amiga mientras hacían tarea no resultaba molesto, el problema era estarlo dentro de su casa.

La primera (y última) vez que Jimin invitó a un amigo (su único amigo en ese entonces), las cosas no salieron bien. Recuerda a Taehyung decirle que su casa le daba "malas vibras" y en cierto modo tenía razón, lo supo en cuanto todo salió mal cuando su padre los atrapó en una situación no muy convencional y que podría malinterpretarse fácilmente.

El simple recuerdo de lo que ocurrió después de eso desencadenó un dolor en su espalda pese a que sus heridas ya han sanado.

—Sabes Minnie, estoy feliz porque estemos solos.

Jimin parpadeó, creyendo haber escuchado mal.

—¿P-por qué lo dices?

Ryujin suspiró, dejando de escribir en su libreta para encararlo.

—No me mal entiendas, quiero a Taehyung y disfruto cuando estamos los tres juntos —aclaró, quitándole una duda de encima a Jimin, pudo notarlo—. Pero hay algo que he querido preguntarte desde hace unas semanas y no había podido, porque Tae estaba cerca.

De pronto, vino a su mente esa ocasión en la que ella había intentado decirle algo a mitad del pasillo, justo antes de que descubriera a Min junto a... Jennie.

Recuerdo que hace unos días intentaste hablar conmigo sobre eso... lamento no haberte preguntado después de que me fui de esa manera.

Su amiga sonrió, restándole importancia con un ademán.

—Lo importante es que ahora podemos hablar. Aclaro que solo será si tú quieres.

Jimin frunció el entrecejo, claramente confundido.

—Por favor dime, estás preocupándome...

—Jimin, tú... —mordió su labio inferior, reteniendo un suspiro—. ¿Estás saliendo con alguien?

Las mejillas del mayor adquirieron un sutil tono rosado. Inconscientemente comenzó a jugar con el borde de su camisa, tratando desesperadamente de ignorar la mirada acusadora de la peli castaña.

«¿Lo sabe? ¿Qué tanto lo hace? ¿Por qué ella hizo esa pregunta?» su corazón retumbaba de ansiedad con cada pregunta que su mente imaginaba.

—E-eso... y-yo n-no... —quiso golpear su cara contra el muro, definitivamente odiaba su don para tartamudear.

—Sé que no es de mi incumbencia, pero no puedo dejar de decirte que he notado ciertas cosas.

El rostro de Jimin palideció.

«Lo sabe, lo sabe, lo sabe» afirmó, sin molestarse en ocultar aquella expresión de pánico total.

—Realmente dudo que Taehyung lo haya hecho, porque de hacerlo probablemente ya hubiera ardido Troya —bromeó, intentando restarle tensión al ambiente—. La otra vez que estuvimos en la cafetería yo noté una marca sobre tu cuello, un chupetón.

—Oh... —Jimin chilló, ocultando su rostro entre sus manos—. Yo-

—Y, si me permites decírtelo, justo ahora veo que tienes otro. Probablemente recién hecho.

Jimin se levantó abruptamente de la cama, dirigiéndose con pasos torpes al espejo que adornaba un rincón de su habitación. Deslizó su camisa, lo suficiente para percatarse de que, en efecto, tenía una marca rojiza sobre su cuello, una que había olvidado cubrir.

—Dios —justo ahora, se odiaba por haber sido demasiado descuidado.

—No voy a juzgarte —intentó calmarlo, Jimin parecía estar a punto de tener alguna especie de ataque—. Créeme, lo que más siento ahora es envidia.

Por más extraño que pareciera, ese simple comentario logró sacarle una sonrisa al rubio, disminuyendo la tensión en el ambiente.

—¿Por qué...?

—Porque comprendo que no quisieras comentar nada, es decir, sé que eres algo reservado, probablemente a Taehyung se lo confiarías ¿pero a mí? ¡Acabamos de hacernos amigos este semestre! —continuó explicándose, luciendo una hermosa sonrisa—. La razón por la que he querido hablar de esto contigo es porque me preocupas, ricitos. ¿Quieres ocultar lo que haces? Tienes que cubrir bien las evidencias.

Jimin suspiró, sentándose nuevamente en la orilla de su cama.

—No soy bueno con el maquillaje...

—Lo he notado —dijo, entre risas—. No quisiera asustarte, pero si realmente quieres ocultarlo de tus padres debes mejorar tu técnica.

—He visto tutoriales, pero realmente es difícil —alzó los hombros—. La otra noche escuché a mi madre quejarse porque su maquillaje estaba más usado de lo normal.

—No los necesitas —aseguró, ganándose una mirada confundida—. Me tienes a mí, duh.

La mirada repleta de incredulidad en el mayor provocó que la chica estallara en risas estruendosas.

—¿E-en verdad me ayudarías?

—¡Pues claro! Realmente te aprecio, Jimin. Si hay algo que necesites y puedo ayudarte, ¿por qué no hacerlo?

La sonrisa complacida que se dibujó en el rostro de Jimin provocó que el corazón de Ryujin se derritiera.

Lo que no esperaba, fue aquel abrazo repentino que la envolvió, arrancándole un jadeo.

—Realmente estoy muy feliz por encontrarte como amiga.

Ryujin no solía sonrojarse; en realidad, era algo bastante difícil de provocar en ella. Sin embargo, este chico de cabellos dorados como el sol y mejillas un poco regordetas realmente comenzaba a convertirse en su debilidad.

—Anda, que me vas a hacer llorar —dijo, dando unas cuantas palmaditas en la espalda contraria—. Todavía no te he dicho el precio por mi ayuda.

Jimin se separó, mirándole a los ojos. La chica bromeaba, eso era seguro, pero necesitaba asegurarse.

—¿Qué es lo que pides a cambio?

—Necesito saber todo el chisme —exclamó con una sonrisa pícara—. ¿Quién es tu enamorado? ¿Ya son novios? ¿Amigos con derecho? ¿Lo conozco?

Jimin simplemente miraba boquiabierto a Ryujin. Bueno, era lógico que la chica tuviera curiosidad. Aún así, nunca podría revelarle la identidad del responsable de aquellas marcas sobre su piel.

Nadie podría saber que se trataba de su profesor de Cálculo, el profesor Min.

—Lo siento, estoy siendo entrometida —rascó su nuca, nerviosa—. Entiendo si no quieres hablar sobre eso.

—Yo... comprendo que sientas curiosidad, p-pero prefiero guardar ese secreto.

—Lo respeto completamente —asintió con la cabeza—. Pero al menos podría saber, ¿ya han hecho...? Tú sabes.

—¡R-Ryujin! —regañó Jimin, ocultándose detrás de las palmas de sus manos.

—No puede ser, ¡lo han hecho! ¡Mira esa carita! —Ryujin comenzó a molestarlo, picándole de forma juguetona sus costillas—. ¡Que envidia!

Antes de que pudiera seguir molestándolo, la puerta de su habitación se abrió abruptamente.

—¡¿Qué carajos te he dicho sobre hacer escándalo?!

El rubio casi se cae al suelo debido al susto, incluso su amiga dejó de sonreír, quedándose estática en su lugar. Jimin palideció, estaba seguro de que su padre saldría tarde del trabajo.

Al parecer, no fue así.

—Papá... —Jimin murmuró, apenas audible, logrando llamar la atención de Ryujin.

El señor Park desvió su mirada de Jimin hacia la desconocida que le observaba como si fuera una especie de bicho raro.

—Oh, veo que estás con alguien —exclamó el señor Park con un poco de desdén combinado con algo más—. ¿Y ella es?

—S-Shin Ryujin, una amiga, ya te había hablado de ella.

El señor Park enarcó una ceja.

—Claro, la chica del proyecto de cálculo.

—Eh... b-buenas tardes señor Park —la castaña se forzó a sonreír, siendo algo relativamente obvio para Jimin—. Es un placer conocerlo, lamento el escándalo. Yo... ya me iba.

Bajo la intensa (y aterradora) mirada del señor Park, Ryujin comenzó a recoger sus pertenencias. Jimin la ayudó en silencio, transmitiéndole disculpas a través de gestos por haberla hecho pasar por tal incomodidad.

—Asegúrate de acompañarla hasta la puerta —fue lo último que dijo su padre antes de abandonar la habitación.

Después de unos minutos, ellos igualmente salieron del lugar.

—Tu padre es aterrador.

Ryujin murmuró al oído de Jimin mientras ambos bajaban las escaleras rumbo hacia la salida.

—No te imaginas cuanto —respondió con cierta melancolía.

Después de unos minutos de despedida en la puerta, el carro del padre de Ryujin se hizo presente. Jimin permaneció en el umbral, observando en silencio cómo  su amiga se dirigía hacia el vehículo.

Y justo cuando iba a cerrar la puerta para encerrarse en su habitación, una mano sobre su hombro le detuvo.

El señor Park miraba a su hijo con intriga, como si quisiera confirmar algo.

—Esa chica, ¿realmente es tu amiga?

El sarcasmo en su voz le hizo estremecerse.

—Lo es —aseguró, sorprendiéndose de lo confiado que se escuchó eso.

El señor Park ladeó la cabeza, Jimin sintió una gota de sudor frío deslizarse por su frente.

—Eres consciente de que la amistad entre hombre y mujer no existe, ¿verdad?

Jimin asintió, no porque estuviera de acuerdo, simplemente no quería contradecirlo.

—"Amiga", si, claro —una sonrisa burlona adornó sus labios—. Esa marca en tu cuello seguro lo hizo ella, ¿no?

Jimin casi se desmaya ahí mismo.

Su padre acababa de ver... oh no.

—Eso-

—Finalmente estás enderezando tu camino —Jimin se sorprendió al escuchar a su padre tan... ¿feliz?—. Realmente es grato saber que dejaste esa tontería de querer ser un maricón.

—Papá...

—Las mujeres realmente son una bendición —le interrumpió, mostrando una sonrisa jocosa—. Siempre y cuando no sean inútiles como la buena-para-nada de tu madre. Asegúrate de que esa chica no sea un desperdicio como ella.

Después de decir aquello, el señor Park se dirigió hacia la sala mientras reía a carcajadas. Probablemente se emborracharía para festejar una mentira que él mismo acaba de crear.

Jimin simplemente se quedó en silencio, estupefacto ante la absurda conclusión de su padre.

Si tan solo supiera...


[...]


Jimin estaba convencido de que su lugar favorito en el mundo era el regazo de su profesor. Se sentía tan cómodo, bien recibido, como si fuese una especie de lugar seguro, uno al que solamente él podía acceder cuando quisiera.

O al menos eso quería creer.

Se sentía mimado, las caricias en su espalda y cabeza no se detenían, provocándole una sensación de calidez y seguridad. Restregó su carita contra el pecho de Yoongi, igual que un gatito. No pudo evitarlo.

—A este punto solo te falta ronronear.

El menor formó un puchero casi infantil, Min se estaba metiendo con él. Aunque, si era honesto, no se sentía como una burla en lo absoluto.

—¿Le falta mucho?

Cambió de tema. Min había estado trabajando en algo y aunque el menor no sabe exactamente en qué, tiene la sospecha de que se trataba de la escuela.

—Casi termino —respondió, un poco cortante.

Jimin se removió, con dobles intenciones. Quería la atención de Yoongi, últimamente había estado algo distante, cosa que le preocupaba. Solo un poco.

Al ver que sus intentos de captar la atención de Min no funcionaron, volvió a mecerse, esta vez restregando "inocentemente" sus glúteos contra el miembro de su profesor. Tal vez estaba siendo algo malcriado, incluso podía apostar que más tarde se arrepentiría de lo que estaba haciendo, pero en serio, en serio quería aprovechar al máximo cada visita al departamento de su profesor.

—No tientes al diablo, ángel —susurró el mayor en el oído de Jimin, provocándole un escalofrío—. Aguanta solo un poco, no seas impaciente.

¿Cómo podía pedirle eso cuando era capaz de sentir su semi-dura erección?

Ignorando la amenaza, volvió a mecerse, deteniéndose al sentir un escozor sobre su glúteo derecho.

—¡Ah!

Min le había propiciado un fuerte azote.

—Deja de hacer eso —gruñó, continuando con lo que sea que estaba haciendo.

Los ojos de Jimin se cristalizaron, por supuesto que le había dolido aquel azote, pero más que dolor se sintió... tan bien.

Solo una vez más....

Volvió a mecerse, sacándole un gruñido gutural al mayor. Y antes de poder decir que sus provocaciones no funcionaron, Jimin sintió un tirón de sus cabellos seguido de un fuerte agarre sobre su cuello.

—Amas provocarme, ¿no es así? —formó una sonrisa sardónica, reforzando el agarre sobre el cuello del menor—. No pierdas tu tiempo, amor, hoy no tengo planeado someterte como te gusta.

Min se carcajeó al percatarse de aquella mirada desilusionada.

—¿Tanto lo deseas, ángel? —ladeó la cabeza, analizando las expresiones de Jimin—. Realmente eres un sucio.

Jimin volvió a removerse, estaba vez con la intención de irse. Por supuesto, Min no le dejó.

—Yo solo.... no lo sé, esperaba algo más que solo estar sentado sobre usted sin decir nada. D-disfruto su compañía pero-

Min suspiró.

—Si tan solo no fueras tan impaciente —acarició su mejilla—. Es una suerte para ti que así me gustes.

El corazón de Jimin se detuvo por un segundo.

«Dijo... ¿él dijo que le gusto? ¿Yo le gusto?» una risita risueña abandonó sus labios, cualquier rastro de molestia abandonó su ser.

Volvió a acurrucarse contra el cálido cuerpo de su profesor, dispuesto a esperar hasta que terminara de hacer sus pendientes.

Porque así era Jimin, una sola frase de Min lograba controlarlo por completo.

Cerca de una media hora transcurrió, Park estaba seguro de que pronto se quedaría dormido y así hubiera sido de no ser por un suave meneo en su cuerpo provocado por Yoongi.

—¿Mmh? —sus ojos continuaban cerrados, abrirlos requeriría un esfuerzo ridículamente enorme.

—Vamos, ángel, échale un vistazo a esto.

Contra su voluntad, los abrió. Parpadeó varias veces para volverse a acostumbrar a la luz y cuando lo hizo, pudo vislumbrar la pantalla del celular de su profesor que mostraba un correo muy peculiar.

—"Seoul Illusion Hotel" —leyó en voz alta y enarcó una ceja, claramente confundido—. ¿No es ese uno de los hoteles más lujosos?

—Lo es —Min sonrió, parecía estar feliz por algo.

—N-no entiendo, ¿es una reservación?

—Eso es lo que estuve haciendo, ángel —dijo, guardando el celular—. Hice una reservación para nosotros.

—¡¿Eh?! —el rostro de Jimin era digno de fotografiar, luciendo demasiado incrédulo—. ¿U-usted? ¡¿N-nosotros?!

—El día anterior dijiste que te gustaría estar conmigo en otro ambiente que no fuese mi departamento o el instituto —alzó los hombros—. Pensé que esto sería lo mejor, ¿no te gusta la idea? ¿Prefieres otro hotel?

Jimin negó repetidas veces, aún procesando tanta información.

—Y-yo... es que... esto es tan repentino, yo no-

—Solo piénsalo, podría ser una buena experiencia para ambos —dijo, tomando una mano de Jimin para apretarla suavemente—. Sabes que no te obligaré a nada, medítalo todo el tiempo que necesites.

Sin embargo, ¿realmente había algo que considerar?

—Quisiera poder decir que sí, pero mis padres-

—No te preocupes por eso, ángel. Yo me encargaré de todo.

Jimin suspiró, ocultando su rostro contra el pecho de su profesor.

—Creo que voy a pensarlo.

Min sonrió, acariciando su cabeza enrulada.

—Tómate el tiempo que necesites.

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