Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 25

—Creo haberte dicho que fumar es malo para tu salud.

El joven miró hacia atrás, justo por encima de su hombro. Frunció el entrecejo, ¿qué hacía ese indeseable aquí?

—No debería importarle lo que hago —exclamó con desdén mientras alzaba los hombros—. No es mi padre.

El hombre arqueó ambas cejas.

—Podría serlo, sin embargo —siguió con sus pasos hasta quedar a un lado del chico—. Si me sigues obligando a tratarte como un niño, lo haré.

—Habla como si usted nunca hubiera fumado.

—De hecho, me gustaba hacerlo —dijo con total calma mientras tomaba asiento sobre el pavimento—. Luego alguien me hizo entender que no es bueno contraer ese vicio.

El joven tarareó, dándole otra calada al cigarro.

—¿Ahora qué? ¿Va a llamar a mis padres?

—Debería. Pero no lo haré.

—¿Por qué hace esto? —frunció el entrecejo—. Pare, me está dando miedo.

—¿Qué se supone que estoy haciendo? ¿Preocuparme por ti?

—No solo por eso. Es por todo. Nadie es... tan amable, menos con alguien que le ha tratado mal.

El hombre sonrió.

—Supongo que soy la excepción a la regla.

—¿Un profesor amable dentro de una de las instituciones más prestigiosas donde a sus estudiantes los tratan como perras? Mh, imposible de creer.

—Lenguaje.

—Linguiji —repitió con voz aniñada—. Lárguese, no necesito su compasión.

—Ayer parecías pensar distinto.

—Fue un error.

—¿Según quien?

Min...

—Min, ¿todo está bien?

El aludido parpadeó, los presentes le miraban expectantes y solo algunos denotaban preocupación.

Su mirada se encontró con la de Joohyun, quien parecía estar totalmente tranquila mientras le analizaba de forma cautelosa.

Carraspeó la garganta.

—Lo siento, me he perdido un poco en mis pensamientos.

El director asintió, tomando esa explicación como válida para seguir con lo que sea que estaba haciendo.

Cuando la junta terminó, Yoongi tomó sus cosas con un poco de prisa. Quería regresar lo antes posible a su departamento porque de cierta forma le causaba incomodidad dejar al joven Park ahí solo.

Sin embargo, el sonido de unos tacones detrás de él le hizo pensar que quizá se demoraría un poco más en llegar a casa.

—Tus zapatos no son precisamente silenciosos, Bae.

La mujer sonrió, aunque Min no pudo notarlo.

—No planeaba asustarte, de todas formas —dijo, con tono burlón, ahora caminando a la par del menor—. ¿Alguna vez te he dicho que es espeluznante la forma en la que reconoces a la perfección los pasos de las personas?

Una sonrisa socarrona se formó en los labios del pelinegro.

—Cuando nos conocimos hiciste énfasis en eso, lo recuerdo.

La mujer correspondió esa sonrisa, entrecerrando los ojos poco después.

—Algo bueno pasó, ¿verdad? —cuestionó de forma repentina.

—¿Qué te dio esa impresión?

Los pasos de Joohyun se detuvieron.

Min igualmente lo hizo, solo a un metro de distancia.

El pasillo se encontraba totalmente a oscuras, sin embargo, ambos eran capaces de ver el rostro del otro gracias a la luz nocturna que se colaba por los grandes ventanales, dando un aura espeluznante.

Joohyun sonrió mientras sacudía suavemente su cabeza.

—Hay un brillo especial en tu mirada. Es asqueroso.

El menor estalló en carcajadas, cuánto amaba a esa mujer.

—¿Alguna vez te he dicho que es espeluznante la forma en la que puedes leerme?

—Cuando nos conocimos hiciste énfasis en eso, lo recuerdo.



[...]



Jimin estaba aburrido.

El departamento de su profesor era inmenso para una sola persona. Se preguntaba cómo es que Min no se abrumaba ante tanto silencio.

Todo se sentía... tan solitario.

Tomó una ducha para hacer tiempo, se vistió con unas prendas que el mayor dejó para él y pidió permiso para lavar su ropa. No había mucho que pudiera hacer, justo ahora, se encontraba viendo la televisión mientras respondía algunos ejercicios de su libro de Física.

Sus amigos no paraban de enviar mensajes en aquel grupo de chat que compartían, Jimin por alguna razón lo encontró molesto así que simplemente los silenció. Ya habría tiempo para ponerse al corriente.

El dolor agudo en la zona de sus caderas había disminuido gradualmente gracias a una pastilla, lo cual era un punto a su favor.

Pero no todo era serenidad; su corazón se aceleraba al pensar que mañana sus padres lo matarían. No contaba con una excusa creíble para desaparecerse y aparecer como si nada. Menos entre semana.

Formó un puchero, ¿por qué su vida tenía que ser tan complicada?

Al menos, ya no estaba solo.

Al menos, Yoongi estaba ahí para él.

Un pensamiento descarado considerando que Taehyung también está ahí para él, aún cuando no se lo pedía.

Pero no podía evitar sentirse de esa forma.

Simplemente... era distinto.

Cuando finalizó con la asignación, tomó el control remoto y apagó la televisión. Se hundió en el sillón, pensando en qué podría hacer ahora para no someterse a un sueño profundo.

«Tal vez podrías explorar el lugar» pensó. No encontraba un motivo por el cual esa acción fuese errónea, por lo que decidió hacerlo.

Caminó entre los cortos pasillos, cerrando y abriendo puertas. Se detuvo en la habitación de Yoongi, tal vez podría darle un vistazo rápido.

Abrió la puerta en un chirrido, todo se encontraba exactamente como lo dejó. Observó la cama, esta se encontraba hecha un desastre y no pudo evitar sonrojarse al recordar lo que pasó encima de ese colchón cubierto de sábanas arrugadas.

Las paredes eran de color blanco y algunas contaban con unos cuantos cuadros colgados; en una esquina se encontraba un armario que se erguía majestuoso en la habitación. Jimin se acercó a el, acariciándolo suavemente con la yema de sus dedos. Su estructura sólida estaba hecha de madera de ébano, pintada en un negro intenso y pulido hasta obtener un brillo resplandeciente.

Dubitativo, abrió sus puertas, encontrándose con una cantidad de ropa considerable que era colgada con ganchos aterciopelados. También habían algunos zapatos, nada del otro mundo.

Cuando estuvo a punto de cerrarlo, algo tintineó.

Un pequeño baúl se encontraba en una esquina encima de una caja, casi escondido; pasando desapercibido de no ser por aquel candado que se alzaba.

Jimin enarcó una ceja, de pronto sintiéndose atraído por aquel objeto de madera. Se acuclilló, mirando al baúl con verdadera intriga.

Estiró su brazo, decidido a tomarlo.

Y de pronto, el sonido de una puerta le hizo sobresaltarse.

Min había llegado.

Con el corazón en la garganta, cerró rápidamente el armario. Trató de no hacer ruido mientras salía del cuarto, sintiéndose extremadamente nervioso, como si estuviese a punto de ser atrapado mientras hacía algo malo.

—¿Ángel?

Caminó lo más rápido que pudo, deteniéndose en las escaleras. Yoongi se encontraba apenas en el primer peldaño.

Se miraron mutuamente. Fijo y casi sin parpadear.

—¿Estás bien, ángel? —Min frunció el entrecejo.

Jimin tragó pesado, pero se obligó a sonreír.

—S-sí —tosió, aclarándose la garganta—. Solo quería esperarlo en la planta baja pero llegó justo cuando salía del baño.

—Mh, pensé que estarías dormido —formó una sonrisa, haciéndole una seña al menor para que le siguiera—. Lamento la demora, decidí comprar algo para cenar en lugar de cocinar.

El rubio le siguió hasta la cocina con pasos torpes, sus piernas continuaban temblando por alguna razón.

De pronto, un olor agradable inundó las fosas nasales de Jimin.

—¿Acaso es bibimbap? —cuestionó sorprendido, entretanto, Min ya estaba sirviéndoles a ambos.

—Antes de irme olvidé preguntar si se te antojaba algo en específico y no quise perder más tiempo por lo que conseguí lo primero que se me ocurrió —confesó con una sonrisa tímida—. Pero si quieres otra cosa, pídemelo. Te lo traeré.

El corazón de Jimin latió con fuerza, sintiéndose dichoso.

—No se preocupe, estoy tan hambriento que incluso le aceptaría un plato de lodo.

Yoongi soltó una risita, mostrando sus pequeños dientes en conjunto con sus encías rosadas. De alguna forma esa simple acción le había hecho lucir extremadamente tierno.

—Entonces comamos.

Se sentaron uno a lado del otro, ambos en la isla de la cocina. Comían en silencio, Jimin de vez en cuando observaba de soslayo al mayor mientras trataba de no ser atrapado en el proceso.

—¿Tengo algo en la cara?

El menor casi se atragantó.

Ser cauteloso no era lo suyo.

—C-claro que no, ¿por qué la p-pregunta?

—Me miras como si lo tuviera —se burló, llevándose otro bocado a los labios.

Jimin observó aquella acción con un pequeño sonrojo. Min lucía feliz por estarse devorando aquel platillo y los movimientos que hacía con sus labios eran tan...

¿Cómo alguien podía verse así de bien mientras comía?

—... sucio.

Jimin parpadeó.

—¿Qué... qué dijo?

—Estás sucio —repitió, señalando la comisura de su boca.

Sus niveles de vergüenza incrementaron.

—Oh... gracias —musitó mientras estiraba la mano para alcanzar una servilleta. Pero Yoongi le detuvo.

Frunciendo un poco el ceño, Jimin volvió su atención al mayor quien ya se había inclinado lo suficiente como para hacer que sus narices apenas se rozaran.

El belfo del menor tembló. Yoongi acercó su pulgar para retirar la mancha de comida, dándose el lujo de acariciar más allá de la comisura de sus labios.

Jimin ahogó un jadeo cuando el pulgar de su profesor se abrió paso entre sus labios, empujando dentro de su boca. Ninguno dijo algo, comunicándose a través de sus ojos.

Su profesor quería algo, él también lo hacía.

Con timidez envolvió aquel dedo con su lengua, acariciándolo suavemente, empapándolo de su saliva y recibiendo a cambio el sabor salado de la piel en conjunto con el ligero rastro de comida. Sus movimientos eran torpes pero certeros, succionó ruidosamente, provocando un gruñido en el mayor.

—Deberías permitirme meter mi pene en tu boca —exclamó mientras retiraba su pulgar, el cual salió con un pequeño hilillo de saliva que lo conectaba a la pequeña lengua del menor.

Jimin no respondió, encontrándose demasiado ocupado en tratar de regular su respiración.


[...]


Fue difícil presentarse en casa al día siguiente.

Min le había insistido en quedarse con él por si algo ocurría, pero Jimin no le dejó.

«Podría tratar de hacerte algo» fueron las palabras que recitó el mayor en un intento fallido por quedarse.

«No lo hará, no se preocupe» fue lo que respondió Jimin, intentando convencerse más a sí mismo que a Yoongi.

La puerta principal se abrió, él se encontraba de espaldas con el corazón latiéndole desbocado. Lentamente se dio la vuelta, sus manos sudaban y ya podía escuchar los gritos histéricos.

Pero cuando abrió los ojos, estos se expandieron con sorpresa.

Era su madre quien había atendido.

—Mamá...

—Espero que tengas una maldita buena razón, Jimin —gruñó, tomándole con fuerza del brazo para hacerlo entrar a la casa—. No hagas ruido, vamos a tu habitación.

Mientras que la señora Park se encontraba subiendo con cautela las escaleras, Jimin se asomó rápidamente a la sala, encontrándose con el panorama de su padre dormido en uno de los sofás con varias latas de cerveza regadas por el suelo.

Cuando llegaron a la habitación, su madre dejó la puerta entreabierta. Jimin supuso que así ambos podrían escuchar a su padre por si se le ocurría despertarse.

—Anoche tuviste suerte porque tu padre regresó de buen humor del trabajo —bramó la señora Park, con el ceño levemente fruncido—. Cuando preguntó por ti le aseguré que estabas dormido. No tienes idea de lo que tuve que hacer para que no se le ocurriera verificar que así fuera.

Jimin tragó saliva, cabizbajo.

—¿En dónde estabas? ¡¿Por qué demonios apareces a solo unas pocas horas de que inicie la escuela?!

El menor boqueó, pero nada salió.

Furiosa, la señora Park lo tomó por los hombros, sacudiéndolo.

—¡Te hice una pregunta! ¡¿No piensas responder?!

—¡¿Por qué siquiera te importa?! —respondió, tomando por sorpresa a su madre—. Serías más feliz si no regreso, ¿qué más te da?

—¡No me hables en ese tono! ¿Crees que para mí es fácil? ¡Solamente respóndeme!

—¿O qué? —dijo, forcejeando contra el agarre violento de su madre—. ¡¿Me vas a golpear?! ¡¿Como papá lo hace contigo?!

El rostro de la señora Park se volvió piedra.

Jimin igualmente quedó estupefacto.

Las manos de la mujer cayeron suavemente, dejándolo libre.

—Baja a comer, el desayuno está listo.

La señora Park salió de la habitación sin agregar nada más. Entretanto, Jimin se encontraba ido, mirando hacia la nada.

Jamás creyó tener el valor para responderle a su madre. Por lo general siempre se quedaba en silencio, esperando recibir cualquier golpe o insulto hasta que se le agotaran las fuerzas. Pero en silencio.

¿Por qué ahora había sido distinto?

Fue como... como si algo dentro de él le hubiese exigido defenderse por primera vez.

Algo empezaba a quebrarse.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro