Capítulo 18
Min ajustó sus lentes, leyendo cautelosamente el trabajo frente a él. Relamió sus labios, llevaba solo dos minutos analizando aquella hoja llena de borrones y siluetas de los trazos anteriores del lápiz.
Había encontrado al menos cuatro errores pero alzó ambas cejas, honestamente era un progreso notable.
—Sus errores siguen siendo al integrar, señorita Kim —dijo con voz monótona, levantando la vista finalmente hacia la chica que parecía estar a punto de vomitar debido a los nervios—. El álgebra no parece ser problema para usted, lo cual es algo bueno.
Jennie suspiró, realmente se había esforzado esta vez.
—Supongo que aún no me quedan muy en claro las fórmulas —admitió mientras sonreía de forma falsa—. He visto videos y he practicado pero... no lo sé, quizás lo mío no es el cálculo.
Min tarareó, dejando sobre la mesa el trabajo de Kim.
—Nadie se ha hecho experto de la noche a la mañana, señorita Kim. El que esté haciendo un esfuerzo por mejorar ya habla bien de usted —dijo con una sonrisa comprensiva—. Aunque no lo crea, he visto un progreso aceptable, muy aceptable de hecho. Debería sentirse orgullosa.
Jennie pestañeó.
—¿Usted está orgulloso de mí?
—Lo estoy.
Un ligero sonrojo adornó las mejillas de su estudiante, siendo algo que no pasó desapercibido por el mayor.
—¿Quiere seguir practicando? Preparé varios ejercicios solo para usted.
«Solo para mí...» Jennie mordió su labio inferior.
—En realidad no estaría mal tomar un descanso —dijo con nerviosismo—. ¿No gusta que le traiga algo para tomar? Yo... hemos estado aquí un buen rato.
—Estoy bien, pero si quiere salir y despejarse un poco no se preocupe, aquí la esperaré hasta que decida que está lista para continuar. Solo no tarde demasiado.
Jennie asintió, disculpándose con un susurro mientras se dirigía a la cocina, quizás para tomar algo de agua o comer algo ligero.
Min suspiró y aprovechando sus minutos de soledad decidió revisar su teléfono, encontrándose con diversas notificaciones pero ninguna provenía de la persona que le interesaba.
Ninguno era de Park.
Después de la forma tan extraña en la que el menor abandonó su departamento Min realmente pensó que le mandaría algún mensaje excusándose y para su sorpresa, eso no ocurrió.
Quizá debió suponerlo en cuanto escuchó aquel portazo que resonó por todo el lugar mientras él se encontraba cambiándose de ropa.
Antes de llegar a la casa de Kim Jennie, Min le había enviado al menos cuatro mensajes al menor, ninguno siendo respondido y solo tres habían sido dejados en "visto".
No iba mentir, aquello lo molestó un poco.
Tal vez era porque no estaba acostumbrado a ser ignorado.
Y realmente no es como si no supiera el motivo del aparente enojo de Park, es más, sería tonto negar que él no tuvo nada que ver en la reacción del menor.
Solo esperaba... algo más, aunque realmente no estaba seguro qué.
Bueno, dentro de él sí lo sabía.
Muy dentro de él.
Finalmente guardó el teléfono dentro del bolsillo de su pantalón al escuchar unos pasos aproximarse.
—Regresé... —exclamó Jennie con una sonrisa, tomando asiento frente al mayor y dejando una botella de agua sobre la mesa.
—Creí que se tomaría un poco más de tiempo libre —dijo con una sonrisa encantadora.
—No quise hacerlo esperar —se sinceró, acomodándose en su asiento—. Además, me gusta estudiar con usted, no quisiera perderme ningún segundo.
Jennie mordió su lengua al notar la mirada de su profesor sobre ella.
—E-es decir... ¡para aprender! Claro...
Min dejó salir una pequeña risa, asintiendo suavemente. El rostro de su alumna se asemejaba a un tomate.
—Entonces continuemos.
Largos minutos transcurrieron.
Jennie de vez en cuando levantaba la mirada de su cuaderno hacia su profesor mientras este estaba distraído; el mayor parecía estar... pensativo, y por más que ella sintiera curiosidad al respecto, prefirió no cuestionar nada.
Entretanto, Min apretaba el celular que se encontraba dentro del bolsillo de su pantalón, solo por si llegaba a vibrar.
Solo por si alguien decidía dejar algún mensaje...
Mordió su mejilla por dentro, algo dentro de él quería tratar de convencerlo inútilmente de que no valía la pena dejarse afectar por algo tan sin importancia como eso, pero otra parte...
—Profesor Min, ¿todo está bien?
La voz de Jennie lo sacó de sus pensamientos.
—Lamento si soy indiscreta, pero... luce algo preocupado.
—Preocupado —repitió, ladeando la cabeza—. Supongo que lo estoy.
—Es... ¿es algo en lo que le pueda ayudar? —dijo mientras se encogía en su asiento, la presencia del hombre lograba ponerla nerviosa y quizás había sido un poco metiche.
Min sonrió.
—Usted es muy dulce, ¿lo sabe? —su sonrisa se agrandó al notar el efecto que tuvo su halago en la chica—. Gracias por preocuparse, pero no es nada que no pueda manejar.
Jennie retuvo un suspiro cuando Min se levantó de asiento para colocarse a lado de ella mientras recargaba su espalda baja contra la mesa. Sabía que el mayor la estaba viendo desde arriba, pero no osó regresarle la mirada.
—Mejor cuénteme, ¿han sanado correctamente esas heridas en su espalda?
Kim se sobresaltó en su lugar, por alguna razón sus piernas comenzaron a temblar. Solo un poco.
—L-lo han hecho —maldijo ante lo ridículamente chillona que había sonado su voz—. Usted es un muy buen doctor.
El profesor no pudo evitar reírse ante esa mala broma
—Usted es una buena paciente —le siguió la corriente—. No cualquiera sigue correctamente las instrucciones de su médico.
—Es fácil obedecerlo...
Los labios de Min formaron una pequeña "o", realmente no esperaba esa respuesta.
—Jenn-
La vibración dentro de sus pantalones lo interrumpió, rápidamente sacó el aparato del bolsillo y sus ojos se iluminaron al ver esa notificación tan esperada de KakaoTalk.
—¿Profesor?
—Discúlpeme un segundo.
Sin esperar respuesta, Min caminó hasta asegurarse de estar lo suficientemente lejos de Jennie. El motivo de su anhelada discreción era porque, contrario a lo que esperó, Park le había mandado un audio de voz.
Y quizás la opción más sensata sería esperar hasta que estuviera en su departamento para escucharlo, pero hoy la paciencia no estaba siendo precisamente su aliada.
Desbloqueó la pantalla y sin dudarlo entró a la aplicación de mensajería, inhaló profundamente y dio "click" para reproducir el audio.
Al principio, Min no entendió nada. Sonidos que no lograba identificar parecían ser los protagonistas y solo pudo pensar que quizás el menor se había equivocado, pero lo que escucharía después lo dejó perplejo.
"Ah... Yoongi".
Park no... ¿él no estaba masturbándose, verdad?
Excepto que sí lo estaba, acababa de mandarle un audio gimiendo su nombre. De todas la cosas en el mundo, realmente no esperaba tal osadía por parte del rubio.
—Todo un descarado ¿no es así, Park? —dijo al aire, riéndose incrédulo poco después.
Respondió al audio siendo consciente que no obtendría respuesta. Al menos no ahora.
—Señorita Kim —dijo, volviendo al lugar donde se encontraba su alumna.
—¿Sí, profesor?
—Necesito que haga algo por mí.
[...]
Jimin definitivamente era la personificación de la oración "pena ajena".
Al día siguiente, después de haberse dado un baño un tanto avergonzado por el semen seco sobre él, revisó su celular y tal vez nunca debió de haberlo hecho.
Profesor Min:
Se escucha tan bien oírte gemir mi nombre.
Cuando leyó aquel mensaje, solo pudo pensar en dos cosas:
1. Debía mudarse de continente, cuanto más lejos mejor.
2. ¿En qué jodido momento tomó su celular para grabarse?
Recuerda haber llegado a casa, calentarse un poco con sus recuerdos y después... ¿después qué? En ningún momento se vislumbró tomando su celular para enviarle aquel audio tan vergonzoso a su profesor.
Sea como sea, estaba hecho.
La aparente ceguera por el placer era peligrosa.
Muy peligrosa.
—Ahora pensará que soy un pervertido... —chilló, ocultándose bajo sus sábanas.
Sobra decir que tampoco respondió a ese mensaje.
Todo el domingo se la pasó oculto en su habitación, tratando de distraerse con cualquier cosa... pero era inútil.
Fue peor cuando llegó el lunes.
Tuvo que despertarse una hora antes que sus padres para poder escabullirse dentro de su habitación y robarle un poco de maquillaje a su madre, a pesar de que las marcas sobre su cuello no serían tan visibles con el uniforme, Jimin prefirió no tomar ningún riesgo.
Después llegó el tormento de ir al instituto, fingir que todo estaba bien ante Taehyung y Ryujin.
Al menos, la chica logró desviar la atención de él con sus constantes (y divertidas) quejas.
—¡Odio como se me ve el castaño! Quiero mi cabello azul de vuelta... —chilló, haciendo un pequeño berrinche.
—Te advertí que te esperaras hasta las vacaciones —dijo Taehyung, sacando su libro de cálculo de la mochila—. No entiendo cómo creíste que pasarías desapercibida para Joohyun.
—Tardó dos semanas en darse cuenta —se defendió, cruzándose de brazos—. Es una ganancia para mí.
—Da gracias que solo te dio una advertencia, pudo suspenderte o algo peor.
—¿Lo dices por experiencia? —se burló, sacando la lengua provocando que Taehyung se riera.
Jimin, quien hasta ese entonces había permanecido en silencio, suspiró cuando la puerta del aula fue abierta, dejando a la vista la silueta de Min.
—Buenos días —dijo con el mismo tono animado de siempre, recibiendo una respuesta por parte del grupo igual de efusiva—. He terminado de revisar sus deberes, la señorita Ahn me ayudará a entregárselos en lo que yo anoto el nuevo tema en el pizarrón, cualquier inquietud favor de comentarlo hasta el final de la clase.
—Carajo —musitó Taehyung, volteando a ver a Jimin—. ¿Cuánto crees que obtengas?
—No lo sé... —respondió no muy animado, su preocupación ahora mismo realmente no era la nota.
Sino esa constante mirada sobre él.
—Yo creo que obtendré una C —dijo Ryujin—. Me fue mal pero pude hacerlo peor.
—Que consuelo —exclamó Taehyung con ironía—. Probablemente yo obtenga... ¡¿UNA C?!
Ryujin estalló en risas, Taehyung tenía completamente abiertos sus ojos mientras observaba incrédulamente la hoja que había sido dejada sobre su pupitre.
—Suerte a la próxima —siguió riendo—. ¿Qué tal te fue, Jimin?
—Una F...
Jimin había obtenido diversas calificaciones a lo largo de su vida, ¿pero una F? Jamás.
Estaba consciente de que pudo haber estudiado un poco más, pero...
—¡Oh por Dios! —el grito de Chaeyoung se había escuchado por todo el salón—. ¡Sacaste una A+!
—Silencio Rosé... —dijo Jennie, ocultando su rostro avergonzado detrás de sus manos.
Los cuchicheos no se hicieron esperar.
Todos estaban impresionados, pues si bien Jennie no era la única con una nota aprobatoria, si fue la única con un "+" a lado de su calificación, lo cual era, excelente, más que excelente.
—Dios, que suerte —exclamó Taehyung—. Quisiera ser así de inteligente.
—Eso es lo que obtienes cuando te esfuerzas —intervino Min, llamando la atención de todos—. Si les fue mal, no se preocupen, pronto encargaré una actividad de recuperación. Por favor no dejen de intentarlo, la recompensa vale la pena.
—¿Oíste? —dijo Ryujin a Jimin, quien aún seguía observando su calificación—. No te desanimes Minnie, ¡estudiemos juntos!
Pero Jimin no la escuchó, en cambio, arrugó la hoja con enfado.
.
.
.
.
—¿Sí, Park?
Para Jimin fue una tortura tener que esperar a que todos sus compañeros salieran del aula, sobre todo una estudiante en particular que parecía tener una fijación por no dejar de hablar.
—Quisiera hablar con usted sobre mi nota —dijo con un notable rubor en las mejillas—. Me puso una-
—F, lo sé —terminó la oración mientras guardaba sus cosas en el maletín—. Revisé su trabajo, Park, debo admitir que estoy un poco decepcionado.
Auch.
—Usted no-
—¿Me va a pedir que lo revise de nuevo? Podría hacerlo, pero ambos sabemos que el resultado será el mismo. Reprobó, Park, y no puede culpar a nadie mas que a usted mismo.
Jimin frunció el entrecejo, ¿Min estará enojado con él? No, no podría.
Le dolería saber que es así.
—¿Está molesto conmigo, profesor?
—¿Por qué lo estaría?
—Usted... suena molesto, ¿por qué? —al ver que Min estaba a punto de salir del aula, Jimin se interpuso en su camino—. ¿Es porque no le respondí sus mensajes? ¿Por eso me reprobó?
La mirada del mayor pareció oscurecerse.
—¿Eso es lo que piensa? ¿Que soy así de infantil como para mezclar dos asuntos completamente distintos?
El silencio del menor solo le hizo enfurecer.
—Bien.
Sin esperar respuesta, Min tomó la muñeca de Jimin, haciéndole sentarse. Cuando iba a protestar, Min levantó una mano para hacerlo callar y después de anotar algo en el pizarrón, volvió su atención al menor, dejándole un marcador en la palma de su mano.
—Si resuelve esa integral correctamente le pondré una A.
Jimin frunció los labios, sintiéndose repentinamente vulnerable. Jamás había visto a Min así de molesto, aunque no iba a negar que se miraba... atractivo.
Dios, necesitaba ayuda.
—¿No puede, Park? Le recuerdo que incluso este ejercicio lo resolvimos en clase.
Las piernas de Jimin temblaron, por supuesto que lo recordaba, es solo que...
—¿No va a hacerlo? No tengo todo el día para perderlo con usted, Park.
¿Por qué estaba comportándose así de duro?
—¿Park?
La voz de Min se suavizó casi de forma automática cuando Jimin sollozó.
—L-lo siento... —dijo Jimin, sentándose nuevamente en el pupitre—. No puedo hacerlo...
Min suspiró, acuclillándose hasta quedar a la altura del menor. Con sus dedos retiró suavemente un mechón de cabello, dejando al descubierto sus bellos ojos avellanas.
—¿Por qué se fue tan enfadado de mi departamento? —tomó el mentón de Jimin, evitando así que desviara su mirada.
—Yo... t-tuve un ataque de celos —admitió completamente avergonzado.
—¿Celos?
—C-cuando usted me dejó solo para irse a cambiar yo... encontré en una mesa un brazalete que le pertenece a Kim Jennie.
—Ajá...
—Hace tiempo h-hubo un rumor en el que usted y ella estaban en una r-relación —Min no parecía estar para nada sorprendido—. Y yo... lo siento...
Suspirando, Min dirigió su mano hasta la nuca de Jimin, haciendo presión para acercarlo a él.
—Ciertamente no es asunto suyo, pero le diré algo —se acercó al oído del menor—. Es cierto que a veces veo a la señorita Kim fuera de clases.
Jimin se tensó, queriendo irse.
—Pero, contrario a lo que puede pensar, no hacemos nada indebido —Jimin se estremeció al sentir la nariz del mayor acariciar su mejilla—. Yo solamente ayudo a Kim con ciertos problemas personales.
—¿C-cómo cuales?
—Uh, eres muy curioso —se burló—. Respóndame algo, ¿le molesta que pase tiempo con ella?
—N-no... —mintió, pero al sentir un apretón en su nuca decidió confesar—. Sí, mucho.
—¿Me quiere solo para usted?
Jimin soltó un gemido suave cuando la mano de Min se enroscó en su cuello, apretando sin la intención de lastimarlo, por ahora.
—¿Me quieres solo para ti? —repitió Min en su oído, su aliento caliente en la piel sensible de Jimin.
Los ojos de Jimin se cerraron con fuerza mientras el rostro de Min se acercaba aún más, sus labios a centímetros de los suyos.
—Y-yo...
—La joven Kim solo cuenta conmigo, ¿sabe? Ella realmente no tiene a nadie más en el mundo que yo... —susurró con suavidad, mientras su pulgar acariciaba la orilla del cuello del menor, sintiendo su pulso acelerado—. Sufre mucho.
Jimin realmente no prestaba atención, hace mucho se había perdido en la seductora voz del profesor.
—Pero si el hecho de que yo esté cerca de ella te molesta... pídemelo.
—¿Q-qué cosa?
—Pídeme que deje de verla —apretó el agarre sobre su cuello, asfixiándolo solo un poco—. Sea egoísta, Park, haga lo que crea que es mejor para usted.
Jimin tragó saliva con dificultad.
—¿Qué importa dejar desamparada a alguien que sufre si a cambio obtendrás tu satisfacción? —ronroneó el mayor en su oído con un tono persuasivo y seductor—. Eso no es algo que haría una buena persona, ángel.
Jimin frunció el entrecejo.
¿Él no era una buena persona?
—Prof-
—¿Qué más da sacrificar a alguien por nuestro bien? —volvió a apretar su cuello, haciéndole gemir agudo—. Pídamelo, Park.
—Y-yo...
—Sea tan mala persona como lo soy yo.
Eso fue todo, con un ruido lamentable, Jimin finalmente cedió:
—D-deje de ayudarla, no quiero que la vea.
Min sonrió, completamente satisfecho.
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