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Capítulo 15

Jimin despertó, un poco desorientado.

Con los ojos cerrados frotó su rostro contra la suave tela que cubría su almohada en un intento casi desesperado por volver al sueño onírico, extrañamente su cama se encontraba el quíntuple de cómoda, como nunca antes; el confort era tal que incluso podría decir que estaba acostado sobre una nube.

En contra de su voluntad fue abriendo poco a poco los ojos hasta que la imagen de un reloj digital sobre una mesita de noche llamó su atención.

"6:15 am".

Probablemente era fin de semana, ¿qué hacía despierto tan temprano?

Dejando salir un gruñido se dio la vuelta hasta quedar boca arriba, mirando perdidamente el techo de su habitación. No fue hasta después de unos minutos en silencio que una incógnita logró ponerlo en alerta.

«¿Cuándo, exactamente, compré ese reloj?»

Angustiado se sentó abruptamente sobre el colchón, dejando salir un quejido debido al extraño dolor en su cuerpo que pareció pasar inadvertido para él hasta ahora. Miró a su alrededor, esta definitivamente no era su habitación.

La luz era algo escasa, pero eso no le impidió divagar por el lugar. Mientras más observaba, más parecía recordar.

«Hágame sentir bien».

Su corazón estaba a punto de perforarle el pecho debido a lo rápido que latía.

«Pídeme que me detenga».

Los recuerdos de la noche anterior llegaron a su mente en ráfaga, uno tras otro sin dejarle procesar absolutamente nada.

«Llámame Yoongi».

«Eres hermoso, ángel».

Oh por Dios.

Su rostro comenzó a arder en demasía, él no... todo fue un sueño, ¿verdad? Excepto que no lo era, convenciéndose finalmente de ello cuando, en un arrebato de curiosidad, se arremangó las mangas de aquella camisa (que por supuesto tampoco era suya y no recordaba habérsela puesto) para encontrarse con unas –no tan– ligeras marcas sobre sus brazos.

La cuerda.

Jesucristo, la evidencia probablemente estaría sobre todo su cuerpo hasta quién sabe cuándo. Por supuesto que tendría que ser el doble de cuidadoso para siquiera tratar de ocultarlo; afortunadamente para él su uniforme podría encargarse de cubrir algunas de las áreas más visibles, al menos en la escuela. Nunca se había sentido tan agradecido por usar un saco.

Suspiró con pesar, aún no podía creer lo que hizo ayer, lo que el mayor hizo con él. Definitivamente anoche había descubierto otra faceta de Min y, sobre todo, de él mismo.

Una faceta de la cual no estaba seguro si logró asustarlo o emocionarlo.

La forma en la que Min manipuló su cuerpo con tanta confianza era confusa para Jimin. El mayor parecía estar completamente convencido de que sin importar lo que dijera o hiciera, Jimin cedería ante él.

Y a pesar de que el profesor le sugirió que pararan, algo dentro de Jimin le indicaba que el mayor ya conocía la respuesta: no lo harían y que, quizás, la única razón por la que Min se molestó en sugerírselo era por su ego; porque amaba saber que tenía el control.

Tal vez lo de ayer fue una especie de trampa, una en la que estúpidamente había caído.

Pero si era honesto no le molestaría repetirlo.

Las manos del profesor seguían vigentes en su piel; cada suave caricia, cada mordisco, cada pequeña lamida, todo aún era tan vívido... nadie jamás lo había tratado de esa forma: tan delicado pero destructivo al mismo tiempo.

Le cedió el control por una noche e hizo de él un desastre por la mañana, no solo de forma física.

Lo que le hizo cuestionarse: ¿cuán lejos podrían llegar si "una noche" se convirtiera en más tiempo? ¿Qué consecuencias traería consigo?

Jimin esperó que el sentimiento de culpa o rechazo llegara después de haberse planteado aquello, pero no lo hizo. En cambio, pareció que un torbellino de serotonina lo drogó, encontrándose felizmente ansioso ante la posibilidad de que su profesor se sintiera de la misma manera que él.

Apartó la sábana que lo cubría cálidamente para levantarse de la cama con sumo cuidado. Al llegar a la puerta, tuvo que detenerse debido a que sus piernas no dejaban de flaquear, parecía una gelatina humana. Después de recuperarse, salió de la habitación en busca de Min, quien no había dado señales desde que se despertó.

Mientras caminaba por el pasillo poco iluminado, escuchó algunos cuchicheos que provenían de la planta baja, los cuales llamaron su atención. Con cautela, se dirigió escaleras abajo, deteniéndose unos cuantos escalones antes de llegar al final.

—¿Era hoy? Lo siento, creo que lo he olvidado.

Min se encontraba hablando por teléfono mientras apreciaba la vista por el ventanal, completamente ajeno a la presencia de Jimin detrás de él.

—Quisiera que vinieras, pero me temo que hoy no será posible —dijo mientras reía suavemente—. ¿Quieres que te vaya a ver? De acuerdo, te visitaré más tarde.

Después de eso, colgó.

¿Con quién estaría hablando? Debía ser alguien importante para que Min siquiera pensara en ir a visitar a esa persona.

Con una sensación un tanto incómoda ante ese hecho, Jimin lentamente comenzó a subir los escalones con la intención de volver a la habitación.

—¿Park?

Su cuerpo se detuvo en automático, esa voz.

Lentamente giró su rostro hasta que ambas miradas se encontraron.

—B-buenos días...

¿Debía llamarlo por su nombre o como siempre lo ha hecho? ¿Qué se supone que dice la gente después de haber tenido una...- ? Dios, ni siquiera podía catalogarlo.

Hace tan solo unos minutos se planteó la posibilidad de repetir lo que había sucedido ayer y ahora no podía evitar sentirse avergonzado ante la presencia del hombre. Que grande eres, Park Jimin.

—Apenas iba a su habitación para revisarlo —Jimin se estremeció al ver los pasos de Min dirigirse hasta él —. ¿Cómo se encuentra?

«Como si me hubieran usado como un saco de boxeo». pensó.

—Y-yo... estoy bien, un poco adolorido —exclamó con vergüenza, sonrojándose furiosamente al notar la mirada preocupada de Min escanearlo—. ¿Usted está bien?

Min pareció meditar la pregunta en silencio, sonriendo poco después.

—Perfectamente bien.

Jimin notó el atisbo de algo detrás de esas palabras, pero no lo meditó demasiado.

—Yoon- ¿profesor? —dijo con confusión, realmente no sabía cual debía usar—. Nosotros... ayer...

Dios, ¿cómo debía comenzar con esa conversación? Taehyung lo hace parecer tan fácil en las anécdotas que solía contarle.

—¿Quiere que hablemos sobre lo que ocurrió? —Jimin asintió, tímidamente—. Bien, pero vayamos a la habitación, necesito verificar que no encuentre muy malherido.

Con una rapidez casi vergonzosa Jimin llegó al cuarto.

Una vez ambos se encontraron ahí, Min le indicó que se quitara la camisa con el afán de revisarlo a fondo. Según las palabras del mayor después de que Jimin cayera rendido por su orgasmo se dedicó a limpiarlo, ponerle una pomada cuidadosamente para no despertarlo, vestirlo con una de sus camisas de pijama y cargarlo hasta el cuarto donde se suponía que iban a dormir.

—Acuéstese boca abajo —dijo, tomando un bote de lo que el rubio supuso era la pomada.

En silencio Jimin acató la orden del mayor, no sin antes colocar una almohada debajo de su torso para que la posición no resultara tan incómoda. La cama se hundió detrás de él y no pudo evitar sentirse ansioso.

—Está temblado —exclamó Min, para nada sorprendido—. Deje de hacerlo, no voy a hacerle daño.

Por más estúpido que fuera su cuerpo obedeció sumisamente.

—Mh, pensé que serían más visibles —dijo el mayor en voz baja mientras sus dedos recorrían la espalda de Jimin, trazando la sombra de la cuerda y sus latigazos que habían dejado su marca en la piel del joven—. Es una pena.

Jimin frunció el entrecejo, realmente no supo cómo debía interpretar eso.

Un jadeo de sorpresa abandonó sus labios cuando sintió la consistencia un poco grasosa sobre su piel. La pomada estaba fría y eso pareció provocarle cierto rechazo. Fueron minutos repletos de un silencio incómodo. Jimin detestaba esos lapsos de tiempo; era una tortura no saber lo que pasaba por la mente del mayor.

¿También estaría confundido por lo que ocurrió entre ambos? ¿Preocupado? Era difícil de saber, sobre todo por su cara de póker que comenzaba a ponerlo nervioso.

—Voy a bajarle la ropa interior.

El cuerpo de Jimin se tensó.

—¿E-eso es necesario?

—Debo y quiero curarlo de todas partes, ayer le provoqué algunas heridas en esta zona —dijo mientras ladeaba la cabeza—. ¿No lo recuerda?

¿Cómo podría olvidarlo?

Los siguientes minutos Jimin prefirió borrarlos de su mente, siendo estos demasiado vergonzosos como para siquiera almacenarlos en lo más recóndito de su memoria.

Ahora ambos se encontraban sentados sobre la cama, uno a lado del otro. Jimin jugaba con sus pulgares sin saber exactamente qué decir, ¿por qué Min lucía extremadamente tranquilo? Él era quien más angustiado debía de estar y sin embargo estaba ahí, como si nada.

—Lo de ayer fue un error —exclamó el azabache de forma repentina.

Oh.

—Debí anteponer la razón y no dejarme llevar por el momento —hizo una mueca—. Después de todo soy el adulto aquí. Lo siento, Park.

—Y-yo también lo siento, supongo —murmuró Jimin, cabizbajo y un poco decepcionado.

Entonces eso significaba que Min no se sentía de la misma forma que él...

—No lo haga, usted se encontraba vulnerable y supongo que solo quise hacerlo sentir bien, no me detuve a pensar que estaba mal —suspiró, acariciando el puente de su nariz—. Sobrepasé la línea, incluso lo lastimé y-

—No diría que me lastimó.

Min lo observó confundido.

—¿Qué?

—Desde que tengo memoria solo he experimentado situaciones en las cuales he salido lastimado de una u otra forma —al notar que Min seguía prestando atención, prosiguió: —. Pero ayer... fue diferente. Dolía, pero se sentía tan bien... antes solo imploraba para que el dolor se fuera, con usted, anhelaba que ese momento perdurara.

—Park, usted-

—Por favor no diga que no se sintió de la misma forma que yo —la forma en la que su personalidad podía cambiar cuando se trataba de Min era espeluznante—. Quizás esto está mal, pero nadie tiene que saberlo.

Min parecía estupefacto, completamente sin palabras.

—Ayer me hizo sentir bien, como nunca antes ¿no cree que es el momento para que le devuelva el favor?

—Definitivamente no.

La palabra "avergonzado" no parecía suficiente para expresar la intensidad de los sentimientos de Jimin en realidad. Siendo honesto, no esperaba un rechazo tan directo e inmediato, sin siquiera haberlo considerado un poco.

—Entiendo, lo siento, no sé por qué siquiera lo mencioné, fue una tontería... —dijo completamente sonrojado por la vergüenza, debía salir de ese departamento inmediatamente—. Y-yo... buscaré mi ropa.

Se levantó de la cama cabizbajo, pero apenas pudo dar dos pasos cuando lo tiraron de un brazo hacia atrás para hacerlo caer nuevamente en la cama. Las palabras se quedaron atascadas en su garganta cuando Min se sentó a horcajadas sobre él.

—No sé qué haces pero realmente pareces saber cómo provocarme —Jimin se estremeció, todo estaba sucediendo tan rápido que era asfixiante—. Debería tener cuidado con lo que sale de su boca, no empiece algo que no sabrá terminar.

Jimin boqueó, pero nada salió de él.

—¿Realmente quiere complacerme? Es un deseo muy difícil de conceder —ladeó la cabeza, estudiando cada diminuto gesto del menor—. Ayer lo hice sentir bien porque fue lo que me pidió, Park, pero no somos iguales. Yo no soy de saciarme completamente con algún acto sexual.

Inconscientemente cerró los ojos al sentir que el rostro de Min se acercaba al suyo. Tragó saliva ruidosamente cuando la mano del mayor apartó un mechón de cabello, dejando al descubierto su oído.

—Me encanta tomar todo de mi amante, consumirlo hasta que no quede nada de él —susurró con voz seductora en su oído, como si estuviera confesando el mayor secreto de su vida—. Jugar con la moral y la resistencia de las personas, dejarlas completamente idas, sin noción de lo que está bien o mal. Soy un fanático de eso.

¿Por qué de pronto tuvo una especie de déjà vu aterrador?

El susurro del hombre se hizo más profundo, mientras sus dedos acariciaban la cintura del joven rubio.

—Y no, Park, no me refiero solo al sexo. Cualquiera puede domar a una persona en la cama con un poco de práctica, pero yo busco algo más, algo duradero —los ojos del hombre se oscurecieron mientras continuaba hablando—. Las marcas en la piel pueden desaparecer, yo, en cambio, quiero dejar una huella más profunda, una que dure para siempre o que difícilmente sea borrada.

La mano del hombre se apretó un poco más en la cintura de Jimin mientras su mirada se clavaba en la del otro con intensidad; después se separó lentamente, con una sonrisa extraña dibujada en su rostro.

Los ojos de Jimin se agrandaron cuando Min dio pequeños toquecitos sobre su cabeza.

Lo había entendido.

—Piensa muy bien si estás decidido a correr ese riesgo porque no habrá vuelta atrás, ángel.

***

Ustedes no lo saben, pero ya quería llegar a este capítulo~.

Espero que estén disfrutando sus vacaciones de semana santa, de no ser el caso entonces ojalá se hayan despejado aunque sea un poquito con esta actualización hecha con amor.

Cuídense mucho y los leemos.

Pd: ¿en qué momento llegamos a 5k de lecturas? Estoy en shock, muchas gracias. 💖

—Cherry. 🍒

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