Capítulo 14
Jamás imaginó que su profesor le concediera el permiso para poder llamarlo por su nombre de pila.
Aunque más que permiso pareció ser una orden tirando a súplica.
Durante toda su vida estuvo tan acostumbrando a la etiqueta de llamar a los mayores por su apellido o grado de estudio que ahora la sola idea de imaginarse a sí mismo "faltándole el respeto" a su propio profesor era extraña.
Pero no tan extraño como la situación frente a él.
Ya no se encontraban en la habitación de antes, Min (no, Yoongi) decidió que debían moverse a un lugar más amplio. Al principio Jimin lo encontró algo absurdo pues ante sus ojos no necesitaban irse a otro lugar más grande, donde estaban era perfecto ¿por qué no podían empezar de una vez? Se avergonzó por pensar de manera desesperada pero culpaba a su excitación.
Recordaba al prof- Yoongi tomándolo de la mano para guiarlo por un pasillo desconocido que finalizaba su recorrido hasta el fondo, justo frente a una habitación con una puerta hecha de madera. El mayor colocó una llave en la palma de su mano y le pidió amablemente que quitara la cerradura; Jimin lo hizo, no esperando realmente lo que pasaría después.
La habitación era simplemente aburrida, común. Las paredes parecían estar cubiertas con terciopelo de seda color negro y había una gran cama adornada con sábanas carmín que lucían suaves al tacto justo al fondo. La iluminación era tenue, cálida, dando una extraña sensación de confort. Jimin pensó que la falta de muebles dentro de esta habitación era la razón por la cual Yoongi decidió que se trasladaran.
Mentiría si no dijera que esperaba encontrarse con el cliché de un cuarto repleto de una variedad de equipos BDSM: desde una tabla de arañazos hasta artefactos hechos de látex, quizás algunas esposas, látigos, si era extremo una silla de tortura y poco más.
Tal vez no debió crearse tantas expectativas provocadas por las historias que solía leer.
Al principio, se sintió un poco extrañado por la actitud tan misteriosa de Yoongi respecto a este lugar.
Al principio.
Porque cuando Yoongi le exigió que se desnudara todo comenzó a cobrar sentido.
Después de que el mayor saliera a quién sabe dónde para dejarlo solo acató el mandato, quitándose lentamente el pantalón de pijama que amablemente Yoongi se ofreció a prestarle. Cuando llegó al borde de su ropa interior, dudó.
Dudó ser capaz de seguir con esa locura.
Dudó cuando una pequeña parte de él lo hacía
–casi– entrar en razón, la situación cruzaba la línea de lo bizarro y cualquier persona que lo viera desde afuera no dudaría en tacharlos de lunáticos.
¿Qué pensarían sus padres si supieran lo que estaba a punto de hacer? ¿Qué diría Taehyung? Es decir, sabe que su amigo no lo juzgaría por ejercer su sexualidad como quisiera mientras fuese consensuado pero... ¿qué si se entera que el otro protagonista fue su profesor?
Los latidos de su corazón aumentaron con cada escenario posible y peligroso que su cerebro lograba imaginar. No podía decidir por si mismo, necesitaba al mayor con él, diciéndole qué hacer para no dudar en realizarlo.
«Yoongi» recitaba aquel nombre con el pensamiento.
«Yoongi» llamaban sus ojos al serle imposible hablar.
«Yoongi, Yoongi, Yoongi» gritaban los poros de su piel cuando el aludido finalmente regresó a la habitación.
Y como si la sola presencia de ese hombre lo controlara, su ropa interior desapareció junto a cualquier rastro de raciocinio en él. De todas formas no eran algo que pudiera necesitar. No esta noche.
Las alarmas dentro de su cabeza se encendieron cuando Yoongi comenzó a avanzar hacia él con la frente en alto, presumiendo de su aura imponente repleta de autosuficiencia.
Sintió sus piernas flaquear cuando el mayor se detuvo a unos pasos de distancia, sin dejar de mirarlo directamente a los ojos. Por alguna razón Min parecía ignorar el hecho de que el menor se encontraba completamente desnudo.
Para Jimin fue imposible no sentir una mezcla de ansiedad y expectativa, sin saber qué es lo que iba a suceder pero impaciente por ello.
Yoongi extendió su mano, acariciando el aire entre ellos. Lentamente la colocó sobre el rostro de Jimin, pasando suavemente las yemas de sus dedos por las mejillas teniendo cuidado de no lastimar la zona del golpe provocado por su padre; el rubio se estremeció ante el tacto y cerró los ojos, permitiéndose disfrutar.
El mayor deslizó ambas manos por el cuerpo de Jimin, esta vez con mayor libertad. Acarició sus hombros, recorriendo los contornos de su cuello y espalda. En ningún momento dejaron de observarse mutuamente a los ojos (excepto cuando Jimin los cerraba a consecuencia de las caricias placenteras).
Yoongi continuó explorando el cuerpo ajeno con minuciosidad, como si quisiera grabarse en la memoria todo de Jimin. Recorrió lentamente su abdomen, sus caderas, sus muslos... delineó la figura del menor como si fuese un pintor realizando su mayor obra de arte. Las comisuras de sus labios se crisparon al notar cómo su tacto afectaba al menor de sobre manera, pues aunque Jimin tratara de aparentar que estaba tranquilo, su pene ya se encontraba cubierto de líquido pre seminal.
Cuando el profesor supuso que ya ha jugado lo suficiente con la paciencia del rubio detiene sus caricias justo a la altura de su cintura, apresándola entre sus dedos largos y firmes para después tirar del cuerpo ajeno hacia él.
Jimin retuvo un suspiro al ver cómo el mayor acercaba su rostro, provocando que sus labios se encuentren a unos cuantos centímetros de distancia, apenas rozándose. Sabe que Yoongi está jugando con él, lo afirmó cuando este comenzó a moverse de forma intencional para que sus cálidos labios siguieran en contacto casi inexistente sobre los suyos.
Lo estaba provocando.
Pero no dejaría que se saliera con la suya.
Apretando los puños Park se quedó quieto, obligándose a no ceder ante las provocaciones de Yoongi, pues de hacerlo probablemente perdería más de lo que hubiese ganado. El mayor sonrió con picardía, separándose de su rostro para susurrarle al oído: "que buen niño".
Jimin inevitablemente jadeó ante el apodo.
—Escoge un número entre el uno y cinco —dijo de forma repentina mientras se apartaba del menor para dirigirse hacia un punto de la habitación.
Jimin suspiró ante la falta de tacto.
—Uhm ¿dos?
Yoongi sonrió con malicia, Jimin no supo decir si acaso estaba jodido.
Los ojos avellana del menor se abrieron en demasía al notar cómo Yoongi abría un baúl que pasó desaparecido para él. Frunció el entrecejo al vislumbrar cómo el mayor sacaba una cuerda de color rojo brillante; Min se acercó nuevamente a él, sujetando aquel artefacto que parecía medir poco más de siete metros.
—Eso-
—A la cama. Ahora. —Yoongi ordenó, sin siquiera darle tiempo de procesar.
Rápidamente obedeció, sentándose encima de la cama con la espalda recta, cuadrando los hombros, juntando sus piernas y permitiendo que sus manos descansaran sobre su regazo.
—Me pediste que te hiciera sentir bien —recordó el mayor, dando pequeños (pero pesados) pasos hasta llegar al borde de la cama—. Traté de convencerte de que paráramos.
Jimin tragó saliva con dificultad, quizás era su imaginación pero podría jurar que había algo de reproche en el tono del profesor. Ahogó un jadeo al sentir cómo sus cabellos eran tirados hacia atrás con poca delicadeza, dejando su rostro en alto.
La mirada frívola y un tanto hostil que le dio Yoongi se quedaría grabada en su memoria.
—Realmente no sé si eres ingenuo o estúpido, pero al parecer estás dispuesto a todo ¿no es así? Quizás eres ambos.
Jimin no respondió.
Siempre se había considerado como una persona un tanto sensible ante los insultos de los demás, de pequeño solía llorar a causa de los apodos malintencionados.
Pero en esta ocasión había algo diferente, una sensación nueva.
Una que parecía gustarle a su pene.
—Ahora, quédate quieto.
—Yo... ¿qué va a hacerme? —preguntó casi en un susurro, la cuerda había quedado a la altura de su rostro y fue imposible no sentir curiosidad al respecto.
—¿Por qué no lo averiguamos? —respondió con una sonrisa gatuna.
Las mejillas de Jimin se ruborizaron cuando sintió una ligera presión sobre su sien, Yoongi le había dado un pequeño beso. Sin embargo, aquello pareció ser una distracción de sus verdaderas intenciones.
Dio un respingo cuando Yoongi lentamente pasó la cuerda alrededor de su torso, ajustándola suavemente para asegurarla. La entrelazó alrededor de los brazos de Jimin, trabajando meticulosamente para conseguir el efecto deseado; los movimientos eran cautelosos pero firmes.
El pulso de Jimin se aceleraba conforme Yoongi se movía, ambos inmersos en la atmósfera, ambos siendo estimulados por la sensualidad de la situación. Fue casi imposible no dejarse llevar por la sensación de la cuerda alrededor de su cuerpo o la presión de los nudos mientras Yoongi los iba ajustando.
El mayor completó el trabajo con una maestría admirable; Jimin sentía su cuerpo tenso, prisionero, sabía que al mínimo movimiento brusco su piel podría lastimarse debido a lo ajustada que estaba la cuerda pero no le importaba.
Sintió la mirada de Min escanearlo de pies a cabeza, resultando un poco incómodo. Supuso que quizás el profesor estaba fascinado al verlo atado con sus propias cuerdas y una oleada de emociones recorrió todo su ser al percatarse que estaba completamente vulnerable.
Para el mayor fue casi imposible no sentir algo al ver la suavidad de las curvas de su pequeño alumno realzadas por la cuerda, al notar la tensión de esta sobre su piel o la forma en que sus brazos se alzaban por encima de su cabeza. Estaba volviéndose loco ante la sensación de poder que lo enorgullecía al saber que aunque Park se arrepintiera de lo que estaban haciendo, no podría hacer nada para detenerlo gracias a lo imposibilitado que se encontraba.
Ver a su alumno así, tan indefenso, tan vulnerable, tan... él, le provocó un deseo insano.
El deseo de nunca liberarlo de sus ataduras, de poseer su cuerpo cada que se le antojara. De llenarlo con sus marcas que iban más allá de lo físico y moral.
Se siente seducido ante la idea de ser el dueño del destino del menor.
Yoongi acarició nuevamente la mejilla de Jimin con el dorso de su mano, sintiendo el dulce contacto de su piel. Jimin tomó aire de forma entrecortada, podría acostumbrarse al tacto de su profesor.
—Luces tan exquisito —la voz profunda de Min logró causar estragos en el menor—. Dime, ¿qué se siente estar a mi completa disposición?
Al no haber respuesta Yoongi detuvo sus caricias, apresando entre sus dedos las mejillas del rubio sin delicadeza como una especie de reprimenda. Jimin siseó de dolor pues la presión de la mano de Min lo lastimó.
—Responde.
—S-se siente... bien, e-es algo extraño —se sinceró, tratando de apartarse de la mano de Yoongi siendo algo inútil.
—¿Solo bien? —enarcó una ceja—. Tendrás que darme algo mejor que eso.
Jimin suspiró con alivio cuando finalmente su rostro fue liberado, pero la satisfacción duró poco cuando una fina tela comenzó a rodear sus ojos privándolo de la vista. Yoongi decidió dejarlo a merced de la oscuridad.
Se sobresaltó al sentir las enormes y cálidas manos de Yoongi sobre su cuerpo para moverlo a su antojo, poniéndole en cuatro. Frunció el entrecejo y mordió su labio inferior cuando la cuerda rozó su piel ante el cambio de posición, logrando provocarle una sensación de picor.
—Lo siento ángel, creo que fui un poco descuidado —exclamó Min de forma risueña al notar la incomodidad de Jimin por la cuerda—. Pero no es nada que no puedas soportar, ¿verdad?
—S-sí... —Jimin murmuró en respuesta, sonrojándose ante el mote cariñoso.
Yoongi deslizó lentamente una mano por la espalda de Jimin, jugando con la cuerda, trazando líneas sobre esta como si fuera un lápiz. Él no pierde la oportunidad para acariciar con suavidad los glúteos del rubio, los cuales se encontraban rodeados por sus nudos. Jimin gimió bajito ante eso, la privación de la vista y movimiento provocaba que sus sentidos se agudizaran el doble, haciendo que se encontrara más sensible que nunca.
—Tu piel es suave, tersa, me gusta —halagó el mayor, continuando con las vagas caricias—. Definitivamente no puedo esperar para llenarte con mis marcas.
Yoongi se inclinó y besó con suavidad la parte inferior de la espalda de Jimin, deslizando sus labios lentamente hacia abajo, llegando a sus glúteos. Depositó un beso en cada uno para después morderlos con devoción.
Ante eso Jimin gritó, estremeciéndose. Siente el familiar escozor en sus mejillas traseras y no pudo evitar retorcerse, Yoongi continúa mordiendo y lamiendo, haciendo de él un desastre.
—Ah... —gimió en alto cuando una de las mordidas se convirtió en succión, probablemente dejaría una pequeña marca.
Volvió a gritar y retorcerse, esta vez con miedo.
Las mordidas habían llegado muy lejos.
Yoongi acababa de perforarle la piel con sus dientes.
—¡P-profesor! ¡Ah! —su cuerpo se balanceó hacia adelante cuando la mano del mayor impactó contra uno de sus glúteos, azotándolo.
—Creo haberte dicho que me llamaras Yoongi, ángel —se burló, azotándolo nuevamente—. ¿Te preocupa no poder observar lo que estoy haciendo?
Sin esperar respuesta (ya que era obvia para él) continuó acariciando los glúteos de Jimin, limpiando con sus dedos el ligero rastro de sangre que su mordida había provocado.
—D-duele... —exclamó Jimin como su respiración alterada le permitió—. E-es demasiado...
—Mh, se pondrá peor.
El rubio casi lloriquea al escuchar los pasos de Min alejarse durante unos segundos para después volver, supuso que quizás había sacado otro artefacto del baúl.
Yoongi caminó hacia él con una fusta en su mano, inadvertida para el menor. Se detuvo a un lado de Jimin y posó suavemente la fusta en su espalda desnuda; realizó un lento movimiento ascendente hacia su cuello, causando un escalofrío en el menor quien ya se había percatado de lo que era.
—Te lo diré por última vez, ángel —dijo con toda la paciencia del mundo—. Pídeme que me detenga, si no lo haces ahora, no me detendré después por más que supliques o berrees.
Una parte de él, la parte que aún era consciente, quiso gritarle a ese hombre que se detuviera, que todo esto era demasiado para un joven como él. Pero la otra (gran) parte ya había tomado el control de su cuerpo, logrando decir: "no se detenga".
Sonriendo, Yoongi levantó la fusta por encima de su cabeza y la dejó caer con fuerza sobre el cuerpo de Jimin. Una vez. Dos veces. Cada golpe dejaba una marca roja donde había caído. El pobre rubio se retorcía ante los golpes, sintiendo sus músculos temblar con cada uno de ellos y las lágrimas mojar la tela que seguía cubriendo su vista. Cada movimiento de Yoongi era más intenso y profundo que el anterior, era cruel pero justo, era animal pero cuidadoso.
Jimin hace tiempo que se había entregado a la experiencia, el miedo se había transformado en un deseo profundo; el aroma de su sudor y la fragancia de Yoongi que se esparcía por la habitación creaban una mezcla que le hacía perder la cabeza.
Yoongi continuó, golpeando con fuerza la piel de Jimin, completamente embriagado por los gemidos del menor que se hacían cada vez más constantes.
—¿Alguna vez habías experimentado algo así, ángel? —contrario a sus acciones, las palabras salían de su boca de forma sutil y suave.
—N-nunca.
—Cuéntame qué es lo que sientes, hazme saber cómo lo disfrutas.
—S-siento mi cuerpo ardiendo, duele pero... está caliente —tomó una bocanada de aire, cada sílaba costaba más de lo que debería.
—¿Qué más, ángel? No seas tímido.
—Prof... Yoongi —gimió, decir su nombre había sido demasiado placentero—. M-me siento pegajoso ahí abajo.
Min sonrió divertido, no pensó que Park aún conservara esos rastros de timidez después de lo que habían hecho. Dejó la fusta a un lado y se subió a la cama, trepándose por detrás al cuerpo de Jimin sin llegar a aplastarlo, cubriéndolo totalmente.
—¿Te sientes pegajoso, ángel?
Jimin se estremeció, el aliento de su profesor cepillaba su nuca y se sentía increíble. Asintió con timidez.
—Cuéntame, ángel, ¿dónde te sientes así? Acaso... —deslizó una mano por su pecho hasta llegar a su vientre, trazando círculos inexistentes sobre la piel—. ¿Es por aquí?
—Ah... más... abajo...
—¿Exactamente en dónde, uhm? —jugó con él, mordiendo el lóbulo de su oreja de forma lasciva.
Jimin se retorció bajo su toque e inconsciente comenzó a menear sus caderas, sobresaltándose al sentir algo muy duro y muy caliente entre sus glúteos. Escuchó al mayor gruñir, provocando que detuviera sus movimientos.
—Yoongi...
—Dime, ángel —insistió, continuando con sus provocaciones hasta que el menor no pudo soportarlo más.
—S-siento p-pegajoso ahí abajo, en m-mi... pene —confesó con el rostro al rojo vivo—. A-ayúdeme por favor...
Jimin jadeaba mientras sentía los dedos de Yoongi deslizándose con suavidad por su vientre, provocándole cosquilleos que le recorrían la espina dorsal. Era una sensación exquisita que él no había experimentado antes.
Cuando llegó a su miembro Jimin se estremeció por completo. Estaba caliente y repleto de líquido pre seminal, tanto, que incluso se sintió avergonzado. En cambio Yoongi parecía encantado, comenzando a acariciarlo lentamente con sus dedos, provocando que el menor se deshiciera en gemidos.
Los dedos de Min recorrían el contorno de la erección de Jimin, acariciando y apretando suavemente. Continuó acariciando el pene del menor con sus manos, trazando círculos en el glande con su pulgar a un ritmo constante y aumentando la presión de vez en cuando. Se apoyaba con el pre semen, usándolo como si fuera lubricante.
Sus manos recorrían el miembro de arriba hacia abajo, con movimientos suaves y rítmicos hasta llegar a la punta, donde aplicaba una presión mas fuerte. Jimin gemía de placer, retorciéndose como podía cada vez de forma más insistente.
—Todo tu cuerpo tiembla por las sensaciones, eres hermoso, ángel —afirmó el mayor, continuando con sus movimientos.
—¡Ah! ¡M-más, por favor! —chilló, temblando furiosamente, estaba tan cerca...
Frunció el ceño cuando sintió la tela caer ante él, parpadeó para acostumbrarse nuevamente a la luz nocturna. Gritó cuando Yoongi tiró de su cabello, obligándolo a levantar su rostro.
—Quiero verte, ángel —jadeó, relamiendo sus labios—. No te atrevas a dejar de observarme.
Jimin separó sus labios con la intención de tomar aire, siendo interrumpido por dos falanges de Yoongi los cuales decidió meter dentro de su cavidad bucal.
—Lámelos —gruñó, impaciente.
El rubio movió tímidamente su lengua entre los dedos de Min, acariciándolos, empapándolos con su saliva. Gimió de forma ahogada cuando el mayor comenzó a embestir su boca al mismo tiempo que lo masturbaba. El placer era tan intenso que Jimin no podía aguantar más.
Ante eso, Yoongi aumentó la velocidad de sus movimientos a la par que sus dedos jugueteaban dentro de la boca de Jimin, saliendo poco después para descender hasta su cuello, rodeándolo con firmeza. La sensación de ser asfixiado mientras lo masturbaban era increíble.
Jimin se abrió a la ola de placer que lo desbordaba, un calor intenso y eléctrico brotaba a través de sus venas mientras que sus gemidos se hacían cada vez más intensos al punto de casi desgarrar sus cuerdas vocales.
La habitación se llenó de jadeos que cada vez eran más frecuentes, Jimin se sintió desfallecer cuando una ola de placer lo consumió, convulsionándose con fuerza, dejando que el clímax lo abrumara.
El calor intenso se extinguió gradualmente, dejándolo exhausto, con una sensación de satisfacción y calma profundas. Sus músculos hace tiempo que se habían dormido gracias a la presión de la cuerda, por ende no fue capaz de siquiera preocuparse por lo adolorido que estaría mañana una vez fuera liberado.
—Hiciste un buen trabajo, ángel —susurró con el mayor, acariciando sus hebras húmedas.
—Gracias... —fue lo último que dijo antes de que sus ojos se cerraran mientras una sonrisa de satisfacción se dibujaba en su rostro.
***
Mucho texto.
Hace mucho no escribía una escena de este tipo, mis disculpas si algo se desarrolló de forma extraña, probablemente lo edite después.
Si siguen aquí muchas gracias por seguir leyendo, son lxs mejores y realmente espero que les esté gustando esta historia. ❤️🩹
—Cherry. 🍒
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