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IV




—Es un club nocturno, no es como al que ibas tiempo atrás, pero se asemeja bastante. Discreción, elegancia y bueno según lo que leí tiene los mejores trabajadores, de hecho el dueño es uno que también pertenecía al Paradise.

—No me interesa —Jungkook seguía su entrenamiento de pesas sin mirar a su manager que estaba parado justo frente a él.

—Lo necesitas, el sexo siempre es una buena descarga de energía. Llevas demasiado tiempo solo.

—¿Sabes lo denigrante que fue para mí tener que recurrir a servicios sexuales para no sentirme tan solo?

—Jungkook —dijo el hombre afligido.

—No —el azabache bajó sus brazos y respiró pesadamente mientras se ponía de pie —no volveré nunca a un lugar como ese... Estoy bien estando solo.

—De todas formas dejé la tarjeta de pase libre a ese club en tu bolso, me aseguraron completa discreción.

—Oh dios, no hagas más eso ¿Si?

—No dije tu nombre, incluso si no lo dijera alguien podría saber qué lugares frecuentabas antes. Solo bastaría ver el registro del Paradise para que todo esto que has construido se vaya a la mierda y todo el mundo sepa que bajo toda esa estampa de macho…

—No sigas. Jodidamente no ayudas en nada —lo interrumpió de inmediato.

—Solo trato de ayudarte y lo sabes.

—No necesito nada, estoy bien así.

El hombre resopló pero lo dejó, después de todo él tenía una vida demasiado ocupada y Jungkook era uno de sus tantos quehaceres diarios.

—Recuerda que tenemos reunión con los publicistas de esa marca de perfume que te quiere como rostro.

El azabache hizo una mueca mientras tomaba una toalla para secarse el sudor del cuello —¿Haz olido esa mierda?

—Te pagarán el sueldo de 5 meses por ponerte el puto perfume, aunque huela peor que excusado deberás usarlo. Es mucho dinero y buena publicidad.

El chico asintió a regañadientes —nadie lo va a comprar.

—Eso es lo de menos, a ti ya te habrán pagado.

Y esa era su vida, promocionar cosas que jamás en su vida usaría, mostrar su rostro para una marca que no lo representaba en lo más mínimo. Todo por dinero. Siempre era el dinero.

El dinero lo llevaba a todos los lugares que quería, podía pagar por la comida más deliciosa, ropa de diseñadores exclusivos y un sinfín de cosas que jamás tuvo desde que nació.

Jungkook pasó la mitad de su vida en un hogar de niños y la otra, cuando tenía unos 14 años, en una correccional juvenil por su mal comportamiento. Iba directo a ser un delincuente de poca monta robando en algunos almacenes o tiendas de deportes. El fútbol le había salvado la vida, aunque su manager le decía que no era tan así, sino que era por su talento y carisma.

El fútbol no te ha dado nada, tú has hecho solo tu camino, puedes llegar a ser el mejor del mundo, solo debes elegir bien donde poner tus botines.

Jungkook suspiró mientras se dirigía a su departamento, usualmente arrendaba por dos o tres horas el gimnasio de su edificio, ya que estaban las máquinas que él usaba. Esa mañana al despertar no había tenido ganas de ir hasta el lugar de entrenamiento de su club de fútbol, no tenía ganas de nada en verdad.

El ascensor se detuvo y entraron varias chicas bien vestidas, ellas de inmediato lo miraron.

El azabache agachó la cabeza, aunque estaba acostumbrado a la coquetería femenina a veces se le hacía muy difícil no ser un imbécil y enviarlas al mismísimo infierno por la molestia que sentía cuando empezaban a pedir su teléfono o cualquier otro medio de contacto.

Quedaban varios pisos para llegar a su departamento y una de ellas decidió hacer lo que Jungkook temía.

—¿Puedo tomarte una foto? No todos los días te encuentras con un famoso como tú.

El azabache levantó la cabeza y observó a la rubia de sonrisa arrogante frente a él que tenía el celular listo para una fotografía.

—Preferiría que no.

—Oh —la mujer se acercó un poco más —¿Por que no? Te ves guapísimo con todo ese sudor, ¿Es por eso?

—No, es por que no quiero simplemente. —Jungkook apretó su mandíbula.

—No seas pesada Mía —dijo otra muchacha sonrojada hasta las orejas.

—Tú cállate.

Jungkook se movió un poco y la chica se movió junto con él.

—Eres tan guapo —suspiró —déjame tomarte una fotografía y a cambio puedes pedir lo que quieras.

—¡Mía! —gritó la misma chica ruborizada de antes.

La chica, Mía, rodó los ojos —por eso sigues siendo virgen Jiwon.

Jungkook pasó por entre medio de todas esas chicas, nervioso ante el contacto y el desagradable perfume de una de ellas y detuvo el ascensor en el siguiente piso, que no era el de él, pero preferiría subir las escaleras que seguir dentro de esa caja metálica con unas adolescentes cachondas.

Cuando las puertas se abrieron prácticamente corrió fuera de este para luego ir directamente hasta las escaleras de emergencia. Subió paso a paso pero luego de subir siete pisos se cansó y se sentó en la escalera respirando con dificultad.

Solo a él se le ocurría comprar un departamento en el último piso de una torre de 30 niveles.

Jungkook tomó una respiración y salió del lugar para tomar el ascensor, supuso que las chicas molestosas ya habrían llegado a su destino. Solo quedaban unos cuantos pisos para llegar al suyo, pero el azabache estaba muy cansado para seguir con las escaleras.

Se metió en el ascensor y suspiró contento al encontrarlo vacío, tomó su celular y revisó sus mensajes, también algunas páginas deportivas en donde solo miró los titulares. Luego de unos minutos pudo respirar más que aliviado al encontrarse dentro de su departamento. Inmediatamente fue al baño para darse una larga ducha.

Mientras limpiaba su cuerpo pensó en lo que su mánager le había comentado esa mañana. Un nuevo lugar en donde pudiera dar rienda suelta a sus verdaderos gustos no sonaba tan mal. Pero él ya no quería esa vida, no quería pagar por compañía, Jungkook se sentía patético de solo pensar en caer de nuevo en eso.

Salió un poco más tranquilo gracias a la ducha y se vistió con su pijama. No iba a salir por lo que quería estar lo más cómodo posible. Secó su cabello con la toalla y se sentó en el sofá de su enorme y solitario departamento. Observó el lugar y suspiró.

Siempre, cuando no era más que un niño, Jungkook imaginó la adultez de otra manera, pensó que en algún momento estaría rodeado de personas, que en un momento de su vida sería adoptado y que llegaría a la casa de una amorosa familia y que él tendría todo lo que su familia biológica le negó desde su nacimiento, pero las cosas nunca fueron se ese modo y a los 14 años se dio cuenta que no todas las personas tenían finales felices. Entonces Jungkook se enojó con el mundo, se enojó consigo mismo y comenzó a frecuentar a los matones del instituto al que asistía. Se hizo amigos de ellos y desde ahí no paró de meterse en problemas. Drogas, alcohol, él probó de todo y pasó varios de sus días en la correccional juvenil de su ciudad de origen y no fue hasta que cierto día lo invitaron a jugar un simple partido de fútbol en la cancha que estaba cerca del centro.

Esa semana él la pasó en la calle.

El recuerdo hizo que se estremeciera. Se levantó del sofá y caminó hasta el ventanal para mirar la ciudad. Se pasó una mano por su cabello y suspiró.

El fútbol realmente le había salvado el culo tantos años atrás.

Su teléfono sonó y él lo buscó dentro de su bolso deportivo, cuando lo sacó también cayó una tarjeta negra.

La llamada no fue contestada pero sí la tarjeta fue leída...

***

Jungkook tragó saliva cuando lo llevaron hasta una especie de terraza cerrada. Se sentó en la único sofá que había en el lugar y que estaba frente a una enorme ventana.

La privacidad realmente era un atributo del lugar como decía la tarjeta ya que él estaba solo en esa habitación y desde donde estaba podía ver un escenario frente a él a través del vidrio.

Un escalofrío recorrió su cuerpo y miró a su alrededor, quizá no era tan tarde para largarse de ese lugar. Todo se sentía como esa película que había visto años atrás, en donde personas con mucho dinero pagaban por matar o ver matar a personas secuestradas.

Dios, debía dejar de ver tantas películas basura.

Había un mini bar en la habitación y sin pensarlo demasiado él abrió la puerta, tomó una pequeña botella de whisky y luego una gaseosa.

Después de un minuto desechó el whisky y se tomó la gaseosa. Sea lo que sea que iba a ocurrir esa noche él quería estar completamente sobrio.

—Buenas noches queridos invitados.

Jungkook pegó un salto y miró por toda la habitación, recién ahí se dio cuenta que había un pequeño parlante a un costado de la pared.

—Bienvenidos al lugar en donde todas sus fantasías podrán ser realidad y como ya saben la privacidad es nuestro mayor atributo.

Jungkook rió negando con su cabeza, ese sentía como un miserable por estar en ese lugar.

—En unos segundos podrán apreciar nuestro querido staff de anfitriones y podrán usar el intercomunicador para solicitar a quien deseen. Solo me queda decir, gracias por preferir a Magnetic para calentar sus frías noches.

Jungkook miró por el lugar y vio el intercomunicador cerca de él. Una especie de teléfono de color blanco que él no sabía si iba a llegar a usar esa noche.

Anfitriones.

Todo se sentía como un maldito deja vu.

De pronto las luces cambiaron de tonalidad y un color fuerte llenó el escenario. Varios hombres aparecieron y también mujeres, para la sorpresa del azabache.

Los hombres estaban vestidos de traje negro impecable, algunos llevaban corbatas y otros simplemente una camisa de seda de diferentes colores. Jungkook contó a las personas en el escenario, eran al menos ocho. Cinco hombres y tres mujeres con vestidos ceñidos a sus curvas. Y todos ellos tenían un número pegado en sus piernas.

Jungkook mordió su labio inferior y se sentó un poco más cerca de la ventana. Su mirada se fijó en uno de los hombres, este llevaba una máscara en su rostro y ese detalle hizo que sintiera curiosidad. Sin siquiera pensarlo tomó el teléfono que estaba a un costado y se lo llevó a la oreja sin dejar de mirar al hombre.

Luego de hablar unos segundos y decir el número del anfitrión que había elegido él se acomodó en el sofá con su corazón corriendo una maratón en su pecho.

Miró hacia el escenario cuando uno a uno los anfitriones fueron bajando y el que él había elegido también lo hizo.

Tragó saliva y sacó su celular para hacer una trasferencia al la maldita tarjeta que tenía en su mano y con la que después pagaría el polvo que se iba a mandar esa noche.

Cuando estuvo todo listo él recibió una llamada con la confirmación de su pago y a cambio le dieron el número de la habitación.

Jungkook se puso de pie y miró el cuarto por última vez antes de salir de ese lugar.


◽▫️◽

¿Cuántas de ustedes verán el concierto? 🤭

Tengan una buena noche ♥️






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