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8

Meses después

Desde que Yoongi había confesado su homosexualidad la prensa había insistido en un sin número de entrevistas, que fueron rechazadas por el rubio. La cultura de su país estaba en una transición de aceptación la homosexualidad y querían empezar con el reconocido compositor.

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Hoseok se encontraba mirando una película cómica, acompañado de una taza de chocolate caliente para abrigarse del frío. Había decidido viajar a otro país, uno donde el clima fuera un poco más fresco y no tan caluroso como en el que estaba antes. Decidió conocer nuevos rumbos cuando la temperatura de la zona se elevaba cada vez más.

No había podido ganar la pelea con respecto al hospedaje, ya que Hoseok quería quedarse en otro lado, pero su padre insistió. Quería quedarse con un nuevo amigo que conoció en su primer destino y viajó con él. Aquel joven era tan simpático y amable con Hoseok, que él castaño no dudaba en confiar en él.

A Jimin lo conoció en la academia y en poco tiempo formaron una amistad, era un coreano que estaba ahí por vacaciones. Así que cuando él pelinegro le comentó que viajaría a otra ciudad no dudo en irse con él. El clima frío le recordaba al de su país, pero con la diferencia que en ese lugar pronto nevaría.

Hoseok asistía a una nueva academia junto con su nuevo amigo y evitaba pensar en cierto rubio de piel pálida que aún amaba.

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Los meses pasaron rápido y para cuando Yoongi se percató, ya tenía cinco meses desde que asistía a terapia. Un gran peso sentía que era dejado en cada sesión, su autoestima y seguridad habían crecido, así que decidió que era momento de buscar a su amado. Se reunió con Namjoon en una cafetería cercana a la empresa y decidió preguntarle quién era el padre de Hoseok. Luego de mucha insistencia, ruegos y promesas por parte del rubio, el moreno se rindió y le dijo el nombre.

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Después de una pequeña investigación sobre el padre de Hoseok, obtuvo la dirección de su casa. No tuvo que hacer demasiado, ya que el Sr. Jung no era nada más ni nada menos que el dueño de varios hoteles reconocidos en el país.

Estacionó su auto fuera una enorme mansión y se preguntó ¿Por qué Hoseok vivía de manera más modesta si su padre tenía una gran fortuna? Dio su información al guardia y ese le permitió entrar. Un mayordomo lo esperaba fuera para guiarlo al despacho del Sr. Jung.

Con un suave adelante, el mayordomo abrió la puerta y presentó a la visita.

—El Sr. Min acaba de llegar.

—Hazlo pasar —respondió revisando unos documentos.

Yoongi entró, hizo una reverencia al Sr. Jung y tomó asiento cuando este lo pidió.

—Disculpe el desorden, he tenido demasiado trabajo estos meses por la apertura de un nuevo hotel.

—Lo felicito, pero no tiene que disculparse —comentó—. Yo vine a tomar un poco de su tiempo para hablarle de algo muy importante.

—Te escucho, solo diré que me sorprendió un poco tu llamada —confesó mirándolo fijamente con seriedad.

—Usted sabe que yo fui el compañero de departamento de su hijo —dijo con nerviosismo—. Por lo tanto, yo sé la verdadera razón por la que Hoseok se marchó.

El Sr. Jung al escuchar el nombre de su hijo, prestó más atención al joven rubio.

—¿Cuál es? —preguntó con curiosidad, aunque él ya tenía sus teorías.

—Yo señor — Yoongi esperó, mínimo una bofetada o grito por parte del contrario.

La vergüenza lo invadió al poder ser honesto con el padre Hoseok, se sintió como una basura asquerosa en el fondo de un tacho mal oliente. Si era tan valiente para admitir que fue el responsable de causar todo el daño que pasó Hoseok, esperaba serlo ante la dura realidad que venía a continuación.

—Me lo imaginé —murmuró, pero Yoongi escuchó con claridad—. Me pareció tan extraño que desee vivir con alguien, ni siquiera lo hizo con su mejor amigo.

—Yo quiero pedir perdón —rogó—. Estoy tan arrepentido por lo que le hice a Hoseok y...

—A mí no debes decirme eso —interrumpió con voz dura—. Mi hijo estaría encantado de escuchar aquellas palabras, yo no puedo tomar decisiones por él.

-—Yo lo entiendo señor, pero también quiero pedirle un gran favor. Primero escúcheme —pidió con cautela—. Yo quiero saber dónde está Hoseok, necesito encontrarlo, pedirle perdón y decirle todo lo que siento por él.

Ante el silencio del Señor Jung que se prolongó cada vez más, poniendo de los nervios a Yoongi por no escuchar respuesta, el rubio habló. —No le digo que sea en este momento, así que regresaré en un mes para ver si me puede ayudar.

—No se sienta presionado —continuó Yoongi—. Piénselo bien y si cree que es lo correcto en decirme, hágalo. Pero nada me detendrá en encontrarlo y tarde o temprano lo haré.

—No creo que sea lo correcto —garantizó el señor.

—No me responda ahora —repitió ya poniéndose de pie.

Yoongi se despidió y se marchó a su nuevo hogar.

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El mes terminó y Yoongi se encontraba nuevamente en la oficina del padre de Hoseok. Un incómodo silencio ponía más nervioso al rubio.

—¿Cómo cree que se pondría Hoseok si yo le digo dónde está? —empezó preguntando.

—Mal —respondió con obviedad Yoongi.

—Soy la única persona que sabe la ubicación correcta de mi hijo —mencionó.

Yoongi empezó a pensar una manera de convencer al señor, pero antes de decir palabra fue interrumpido.

—Te diré el lugar —aseguró en voz baja.

—¡Está seguro señor! —exclamó emocionado.

—Si, ya estoy muy viejo y enfermo. Se que lo lastimó, pero también es valiente al venir aquí y afrontar sus errores. Mi hijo merece ser feliz y sé que usted lo hará —dijo mirando la fotografía que tenía en su escritorio—. Recuerdo cuando habló de un tal Yoongi con emoción, lo supe desde el principio.

—Yo señor, le agradecería mucho —como si fuera un cavernícola habló.

—Solo no hagas llorar más a mi pequeño, porque conocerás la furia del Sr. Jung —dijo con voz amenazante y pausada.

Yoongi salió de aquella mansión con una enorme sonrisa en su rostro, tenía un viaje que programar.

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El Sr. Jung sabía que fue la mejor decisión, quizás su consentido hijo se enojaría, pero ellos debían resolver sus problemas, huir no era la mejor opción; también lo hizo por la sinceridad en la mirada del rubio.

Yoongi habló con su doctor y le pidió un pequeño tiempo de descanso en la terapia. Le comentó que debía encontrar al hombre que amaba, aquel recuerdo lo mantuvo en pie y firme en los últimos meses. Con maletas y pasaje en mano abordó el avión para encontrar a Hoseok.

Muchas horas después y con un adormecimiento de cuerpo, bajó del avión. El agotamiento lo mantuvo adormilado cuando el taxista le pidió la dirección en un inglés fluido, Yoongi solo lograba decir el nombre del hotel en susurro.

Ensayó lo que dirá en la recepción para saber en qué habitación estaba hospedado Hoseok, pero lo que no sabía, era que no resultó tan fácil como imaginó.

—Ya le dije que no puedo dar información sobre nuestros huéspedes —repitió el recepcionista ya un poco cansado por la insistencia del rubio.

—Yo necesito saber en qué habitación se encuentra Jung Hoseok -—nsistió.

—Y yo le repito que no puedo dar ese tipo de información —suspiró—. Si sigue insistiendo, me veré en la obligación de llamar a seguridad y sacarlo.

—¡No, no! —dijo alarmado—. Deme una habitación por favor —pidió.

—Le daré una, pero lo mantendré vigilado —advirtió mirando la pantalla del computador para registrar el ingreso de Yoongi.

—Gracias —tomó la tarjeta de su habitación y se dirigió a ella para descansar.

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Min recordaba la rutina que tenía Hoseok y que a más tardar las ocho de la mañana ya estaba desayunando. Así que se levantó una hora antes, para cambiarse y esperar al castaño en la cafetería del hotel, sin embargo, Hoseok no llegó.

Un poco desanimado, Yoongi se encaminó al looby del hotel, para poder estar atento ante la presencia del castaño, si entraba o salía, pero lo que no sabía es que Hoseok tenía en sus planes quedarse en su habitación todo el día.

Al día siguiente el rubio decidió pedir el desayuno a la habitación y esperar desde muy temprano a Hoseok en el mismo lugar. Pasaron varias horas cuando notó como una cabellera castaña salió por la puerta principal del hotel y decidió seguirla, pero por más que llamaba a Hoseok, este no le escuchó.

Entre la multitud perdió el rastro del castaño, así que regresó al hotel para tener información sobre academias de baile cercanas. Fue en busca de cada dirección, pero en ninguna lo encontró. Un poco triste y frustrado por llevar dos días y no poder hablar con Hoseok, regresó al hotel.

Una fina lluvia empezó a caer y agradeció en haber salido abrigado. Esperando el cambio de color del semáforo observó a Hoseok del otro lado de la calle, caminó por inercia junto a las demás personas por el paso cebra, no logrando apartar la mirada del castaño.

—Hoseok —susurró cuando pasó por su lado.

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Huy, se viene lo bueno. Hagan sus apuestas de lo que sucede, el capítulo ya está escrito.

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