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Guardó su ropa y objetos personales en dos maletas, las mismas maletas que llevó cuando decidió vivir con Yoongi. No tenía nada en esa casa que fuese suyo, no había aportado ni en una pintura, jarrón o marco de fotos para dar alegría al hogar oscuro y frío de mayor.

Yoongi siempre le decía que no quería que dañe el estilo moderno y dark del departamento.

—Eso no queda bien Hoseok, ya lo hemos hablado. No quiero que nada cambie con la decoración de mi departamento.  

Le había repetido cuando Hoseok llegó con un hermoso jarrón blanco.

Hoseok tomó el jarrón y lo llevó a su departamento, sabía que Nam no protestaría y Jin estaría muy contento. Namjoon era su mejor amigo, vivía en el departamento del castaño, además de ser el único en tener conocimiento de la relación con Yoongi.

Le había advertido de la personalidad taciturna y seria del rubio, pero Hoseok no escuchó.

Dejó de divagar y tomó un papel en blanco, una pluma y se dispuso a escribir.

Le dejaba una carta a Yoongi, contándole como se sintió siempre y que ya no podía aguantar más.

Se marchaba como un ladrón, uno que huía cuando nadie se hallaba en casa luego de su vil atraco. Era el mejor momento, ya que no estaba el mayor y sentía que podía claudicar, perderse en su mirada, quedarse y seguir soportando.

Con lágrimas en los ojos terminó de escribir, limpiando su rostro con lo que sería su último llanto hacia Yoongi. Llamó a Namjoon para asegurarse si aún se encontraba en el departamento para poder ir. Su amigo le confirmó y Hoseok condujo su auto  en dirección a ese lugar.

Namjoon vivía en el departamento de Hoseok mucho tiempo antes que el castaño se fuera a vivir con Yoongi.

El rostro de sorpresa de Namjoon no se comparaba a la de SeokJin, pero ambos reaccionaron rápidamente y dejaron entrar a Hoseok con sus maletas. Este les sonrió tímidamente, tomando asiento en uno de los muebles de la sala y esperando las preguntas por parte de sus amigos.

SeokJin decidió preparar más comida para desayunar juntos, dejando solos al par de amigos por unos minutos.

—No vas a preguntar Namjoon —decidió iniciar la conversación.

—¿Preguntar lo que es obvio? —cruzó su pierna sobre su rodilla para dejar descansado su tobillo en ella. —Llegas con tus maletas y eso solo significa algo —añadió mirando las maletas a un costado de la sala.

—Ilumíname —respondió unos segundos después.

—Que por fin dejaste al idiota de Yoongi— dijo en un susurro y más cerca de Hoseok.

—No —murmuró desviando su mirada de Namjoon.

—¿No? —preguntó con confusión—. Entonces cuál es la razón de las maletas.

—Aceptaré la propuesta de Park —explicó.

—¿Chanyeol?

—Si, tuvimos una conversación y me propuso regresar a la empresa —confesó un poco nervioso.

—Entiendo, ¿Eso quiere decir que sigues con ese idiota? —Namjoon empujó más su curiosidad, queriendo la verdad.

—Tampoco —suspiró agotado.

—¿¡Qué!?— dijo más confundido—. ¡Puedes ser más claro por favor! —pidió pasando sus manos por su cabellera medianamente larga.

—No he hablado con él, simplemente me voy —dijo con la voz rota.

Namjoon le dio tiempo para serenarse y poder continuar hablando.

—¿Huyes? —alzó sus cejas espesas esperando no ser muy directo.

Estaba más claro que el agua que huía, pero su orgullo no le permitiría admitirlo.

—Le estoy dando tiempo al tiempo —contestó con calma. —Me alejaré de él, ya que siempre fui yo el que dio el primer paso para todo. Se que no se dará cuenta —esto último le dolía.

—Eso parece huir —replicó. —¿Por qué simplemente no le dices como te sientes? —el tono de voz cambió ante la pregunta.

—Como si fuera tan fácil — soltó una risa cansada—. Con Yoongi nada es fácil —negó suavemente.

—Hoseok, yo te advertí.

—No me des sermones, no ahora —dijo. En sus ojos se observó las súplicas por no ser atacado. 

Namjoon iba a continuar, pero SeokJin llegó diciéndoles que el desayuno estaba listo. Comieron con una conversación tranquila, recordando lo que solían hacer cuando Hoseok y Nam estaban en la escuela.

Su amistad comenzó en el jardín, estudiaron en la misma escuela, fueron a la misma universidad y hasta la misma facultad de artes.

Nam estudió música, mientras Hoseok baile. Siempre habían sido muy unidos y se apoyaban en todo. Hoseok agradecía de tener a Namjoon como mejor amigo.

Jin se enteró de la propuesta de Chanyeol y la respuesta que daría Hoseok. El lanzamiento de nuevos álbumes de los cantantes de la empresa estaba cerca, él lo sabía porque era parte del equipo de maquillaje.

Terminaron de desayunar y ayudó a limpiar, aún era temprano y tenían varios minutos para ir al trabajo. Se reunieron en la sala y Hoseok pudo observar el jarrón blanco.

Sonrió con nostalgia, apartando la mirada porque un nudo en garganta amenazaba con crecer y ahogarlo. 

Hoseok les comentó que visitaría a su padre, para evitar que se preocupe. No pedía permiso, pero no tenía la intención de que la pareja se incomodara por no saber donde se hallaba. Compartieron la clave del departamento por si llegaba antes que ellos, ya que solían cambiarla cada dos meses.

Se instaló en su antigua habitación, tomando un pequeño descanso. Su cuello dolía horrores, además de su cabeza, pero igual consiguió dormir hasta el medio día.

Despertó un poco más liviano, preparándose para la visita que tenía que hacer a su padre. Condujo tamborileando sus dedos hasta la morada donde vivió la mayor parte de su vida. Le recibió el mayordomo, al que saludó con amabilidad.

No tuvo que ser acompañado al ingresar y recorrió el lugar hasta llegar donde se hallaría su progenitor.

Un señor mayor de cabello castaño con pequeños reflejos platinados se encontraba sentado leyendo el periódico. Sonrió al recordarlo siempre así, cuando era un niño y entraba al pequeño refugio de su padre.

—Padre —saludó inclinando la cabeza en muestra de respeto.

El hombre bajó el periódico y lo miró —Hijo —respondió con cariño.

Hoseok caminó hasta llegar donde su progenitor y lo abrazó. Se mantuvieron así por unos largos segundos, como si no se hubieran visto en un largo tiempo, siendo el sábado anterior su último encuentro.

—Mi pequeño Hoseokie— dijo acariciando la mejilla—. ¿Cómo has estado cariño?

El Señor Jung se preocupaba por su hijo y quería saber si necesitaba su ayuda.

—Un poco cansado, dormí mal —respondió mitad a medias, mitad en serio.

Hoseok apostaba que su rostro reflejaba el cansancio, marcando sus ojeras en una tonalidad más oscura. No tuvo la energía para ocultarlas, porque su padre igual las notaría.

—Pobre de ti cariño, ven para darte un masaje —llamó colocando el periódico doblado encima de su escritorio.

—No padre, no es necesario —resto importancia sentándose en el sillón más suave y cómodo del despacho.

—Es necesario —puntualizó preocupado agarrando el teléfono.

Hoseok espero muy paciente mientras su padre hablaba con su secretaria y pedía una cita con un masajista reconocido. Lo miró entrecerrando los ojos y dispuesto a replicar, luego de que este colgara la llamada.

—Sin negaciones Hoseok —se adelantó al ver la expresión de su hijo. —Porque mejor no te quedas hasta el almuerzo y conscientes a tu querido padre —cambió de tema para suavizar el corazón de hijo.

Sabía que Hoseok no rechazaría a su petición.

—Está bien padre—respondió sonriendo por la táctica usada por su padre.

El ambiente se mostró calmado y silencioso, con Hoseok esperando el momento para hablar.

No es como si le fuera a contar que está dejando al que fue su novio y ahora ex, del cual jamás se enteró de su relación porque nadie conocía y que no entendía que hacer con su vida.

—Tienes algo que decirme cariño —habló luego de acomodar una carpeta en un extremo del escritorio.

—Si —pasó saliva y su voz sonó un poco débil.

—Te escucho —la mirada seria que le brindó le indicaba que le estaba poniendo toda su atención.

Tomó un poco de aire y valentía antes de hablar.

—Me iré de viaje.

—¿Regresaras a trabajar? —sorprendido se mostró el mayor.

—Si, no sé a dónde iremos aún, pero cuando lo sepa serás el primero en enterarte —explicó.

—Tranquilo, sé que seré el primero en enterarme, como siempre lo he sido —calmó.  

—Si— respondió tímidamente.

—Pero hubo algo que nunca me contaste —recostó la cabeza en el asiento mirando la foto de su espada a un costado del despacho.

Hoseok trató de no mostrar su nerviosismo porque ya se imaginaba por donde iba esa charla.

—¿Cómo te fuiste a vivir con ese amigo tuyo, teniendo un departamento? —preguntó lleno de dudas.

—Padre-e— titubeó nervioso.

Las sospechas del Señor Jung se evidenciaron, porque Hoseok no mostraba esa actitud al menos que ocultara algo o quisiera evitar hablar.

—No tienes por qué explicármelo ahora —dijo con calma.

—Gracias padre— respondió aliviado.

Unos pequeños toques se hicieron presentes en la puerta, para avisarles que el almuerzo estaba servido. Las horas se pasaron volando y cuando ya empezó a anochecer, decidió retirarse.

Aquella casa le generaba muchos buenos recuerdos y también malos. Una infancia feliz junto a sus padres, y la otra, una que al principio no entendió, fue encontrar a su madre tirada en el suelo desmayada. Esto acarreó con diferentes traumas en el pequeño, que, para poder superarlos, tuvo que recibir terapia durante un largo tiempo.

Un sabor amargo se instaló en su boca mientras se alejaba de la residencia de su padre.

Se podría decir que nunca le ocultaba nada a su padre, pero eso sería agregar una mentira más a su lista.

Marcó el número de Chanyeol, quedarían en una cafetería tranquila para charlar y darle a conocer su decisión.

Chanyeol era una gran persona y el aprecio que se tenían era mutua, por eso recibió la respuesta con gran sorpresa y la aceptó como tal. Pará cuando llegó a casa, SeokJin se encontraba descansando en el sofá, mientras Namjoon limpiaba la cocina.

Hoseok sabía que la pareja se encargaba de la limpieza del hogar de manera equitativa. El los había envidiado, no de mala manera, sino porque jamás pudo hacer eso con Yoongi.

Saludó a sus amigos, sentándose junto a SeokJin, conversando de su día.

La envidia era mala, pero no podía evitar querer tener alguien con quien hacer todo tipo de cosas de pareja y muchas cursilerías.

꒰◌꒱

Y no, no me olvidado de ir editando esta historia.

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