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Hoseok conducía mientras el rubio estaba a su lado, llevaban las manos entrelazadas, con el brazo derecho cruzado de Yoongi tomando el brazo derecho del menor, de una manera un poco incómoda, pero eso no prohibió que tuvieran una sonrisa boba en sus rostros. Habían pasado vergüenza luego de que la enfermera los encontró besándose sin pudor en la camilla del hospital, con la mano de Yoongi posesivamente en el muslo ajeno y Hoseok con sus brazos a la altura del cuello del pálido.

Un silencio embarazoso se formó, por lo que Hoseok optó por alejarse, pero Yoongi no le permitió y la enferma solo dijo que ya podían retirarse, que regresen después de varios días para revisar las heridas y puntos puestos.

Ahora se dirigían a la mansión del menor, este no permitiría que Yoongi se quede en otro lado y lejos de sus cuidados, tenía dos enfermos en casa y a los dos los amaba, no podía poner uno en primer lugar porque el amor que tenía por ellos era diferente, pero sincero.

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Lo instaló en su habitación y dejó descansar unos momentos a Yoongi para ir a revisar a su padre, que dormía tranquilamente bajo el cuidado de una enfermera. Pidió ser llamado ante alguna emergencia y que le lleven dos porciones de cena a su habitación.

Yoongi se encontraba recostado, mirando la puerta de la habitación con intensidad, aún pensaba que estaba alucinando y no despertaba del todo por el golpe. Cuando lo vio entrar, su corazón se sobresaltó y quiso salir por su boca, era una sensación conocida ya para el rubio.

Hoseok sonrió y se acomodó en una esquina de la cama, apretando el tobillo ajeno y le regaló una sonrisa reconfortante, derritiendo al mayor.

—¿Te duele? —preguntó por el brazo, agradeció que era el izquierdo y no el derecho.

—Si, un poco —respondió adolorido.

—¿Qué puedo hacer para ayudarte? —preguntó preocupado. —Masaje, calmante, comida, prefieras darte un baño o comer y luego dormir —parloteaba mirando el reloj de la mesa de noche.

—Con unos besos el dolor irá bajando —murmuró tranquilo.

Hoseok achicó sus ojos y vio las intenciones del pálido. Se levantó dispuesto a complacer al herido y regó algunos besos en las mejillas y frente del rubio. Yoongi no se conformaba e intentaba buscar los labios del castaño para poder besarlos. Anhelaba degustarlos y perderse en ellos.

Ya más entrada la noche, Yoongi se encontraba dormido, después de alimentarse a regañadientes y bajo amenazas del castaño de no dar más besos. Tomó los medicamentos y se recostó abrazando a Hoseok con la mano libre.

Hoseok por otro lado, jugaba con sus dedos en el pecho fornido de Yoongi y haciendo círculos invisibles en él. No había dicho que le perdonaba, sólo lo había besado e intentado decir con esos besos cuanto lo amaba y esperaba que el rubio le entendiera.

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Yoongi luego de que la luz cambió a verde avanzó, condujo despacio por la avenida cuando observó que una motocicleta se le cruzaba por el lado derecho del carril, cerrando un poco el paso, por lo que maniobró para no golpear al conductor de vehículo pequeño y eso no permitió que observara el automóvil que venía de otra calle, topándolo por el costado de la parte trasera de su auto.

El rubio solo sintió un golpe en su boca y frente con el volante, para después ver todo oscuro. Luego despertó con su brazo izquierdo vendado y varios golpes en su cuerpo. Podría compararse como cuando a alguien le pasaba un carro encima, todo adolorido y magullado, pero todo eso cambió cuando vio entrar a Hoseok, el dueño de sus suspiros y de su amor.

No era necesario escuchar de la boca del castaño que lo perdonaba, aquel beso le demostraba todo, por eso no quería separarse, ni cuando la enfermera llegó y los encontró en una posición comprometedora. Se sentía a gusto junto a Hoseok y no quería separarse de él.

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Yoongi se encontraba nervioso, tenía una nueva sesión con el doctor, pero está vez iría acompañado por el castaño. El menor lo esperaría hasta que la hora terminara y juntos después irían a la casa que había comprado.

Le había comentado que tenía una sorpresa y que debía esperar hasta el sábado en la tarde. Hoseok no había insistido más, pero su alegría lo delataba, emocionado y lleno de energía por toda la casa.

Hoseok esperó como niño bueno en la sala de espera, mientras mensajeaba con Jimin. Había perdido la noción del tiempo y más cuando escuchó que era llamado por Yoongi. Se levantó con recelo y avanzó hacia el rubio.

—El doctor quiere conocerte —murmuró en su oído. —¿Quieres tú también conocerlo? —preguntó.

La pregunta asombró a Hoseok que no supo que responder.

—Si tú quieres Hobi, no te obligo a nada —le dijo acariciando su mano.

Lo pensó, quería conocer al hombre que ayudó a Yoongi, así que asintió y sonrió. Entró con pasos lentos a la oficina, observando a un señor de edad avanzada con canas en su cabello y un bigote espeso. Miró alrededor y encontró la misma figura en la pared que recordaba en sueños.

—Este es Jung Hoseok, mi novio —presentó al doctor, quién al escuchar el nombre del joven pensó que el mundo era demasiado pequeño y sonrió al ver en el hombre que se había convertido el pequeño niño que llegaba con su padre.

—Mucho gusto Hoseok —se levantó y saludó —. ¿Aún me recuerdas?

—¿Señor Bigotes? —respondió con duda, habían pasado tantos años que no sabía si aquellos sueños que tenía eran parte de su pasado o simplemente cosas que se inventaba su cabeza.

—Me alegro de que me hayas recordado —comentó e invitó a que se sentaran.

Yoongi no comprendía lo que estaba pasando, pero tampoco preguntó. Esperaba a que ellos expliquen de cuando se conocían, así que al salir de la terapia entendió todo. Abrazados salieron rumbo al estacionamiento y observaron cómo había algunas cámaras cerca.

Hoseok se tensó y ocultando su rostro en el cuello del mayor deteniendo su paso.

—Tranquilo, no debes de tener miedo —dijo —. Yo revelaré pronto que tú eres mi novio y todos sabrán —explicó.

El menor se relajó, pero igual no alejó su rostro del cuello de Yoongi y salieron así. Yoongi prendió la radio para ir escuchando música, sonando aquella letra que una vez regaló, pero la diferencia era que ya no dolía. Condujo a la casa que compró y en el camino le pidió que cerrara los ojos. Refunfuñando Hoseok hizo caso.

Llegan a una zona tranquila y un poco alejada del centro de la ciudad. Estacionó y ayudó a bajar con cuidado a Hoseok, ya que este mantiene los ojos cerrados con fuerza. Lo dirigió a la puerta del cerco de la casa y se detuvo, limpiando su mano por los nervios.

—Ya puedes abrirlos —dijo haciendo un gesto con la mano menos lastimada. Aún tenía golpes en el brazo izquierdo y utilizaba el derecho.

Hoseok lo hizo rápidamente y la luz lo incomodó, fregó sus ojos y observó la casa que estaba frente suyo. Era una bonita casa de dos pisos, con un jardín delantero grande y una cerca que encerraba la propiedad.

—¿Y esto? —preguntó frunciendo el ceño.

—Una casa.

—Ya lo se, pero que hacemos aquí —la miró con más detalle y se repetía en su cabeza que era muy bonita.

—¿Te gusta? —asintió Hoseok.

—¿La vas a comprar? —Yoongi negó con una sonrisa.

—Entonces...

—Es nuestra, ya la compre —dijo nervioso y analizando la reacción de Hoseok.

—¿En, en serio? —preguntó sorprendido, la casa era muy bonita y le agradaba el modelo.

—Si, pasemos a mirarla por dentro —lo invitó.

Entraron tomados de las manos, como si se fueran a perder en el camino. Observaron cada rincón de la casa, habitación y jardín trasero. Hoseok empezó a tocar la cerámica en los mesones de la cocina, la textura suave y fría le estremeció el cuerpo. Escuchaba como Yoongi se acercaba y decidió girarse para evitar ser asustado por el rubio, pero resultó sorprendido.

Yoongi se hallaba arrodillado.

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Falta un capítulo más. 

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