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11

Cuando Yoongi empezó hablar, Hoseok optó por cerrar los ojos mientras analizaba las palabras dichas por el rubio. La que más le llamó la atención fue terapia. ¿Qué tan jodido estaba Yoongi para tener que ir a terapia? Quizás mucho, porque nunca pudo escuchar de la boca ajena que lo amaba y estaba enamorado de él, jamás lo había dicho.

—Te amo Hoseok —escuchó luego de que rozaron sus labios —. Te amo tanto.

Y aquello fue la gota que derramó el vaso para resistirse al rubio, su razón le decía que debía tomar el papel difícil, hacerlo sufrir, suplicar, rogar de rodillas y con lágrimas de sangre para pedir por su perdón, pero su corazón le lloraba que lo reciba con los brazos abiertos y dispuestos a amarse como nunca.

Tímidamente movió los labios con los ajenos, invitando y dando permiso a que lo acompañen en una danza que sólo ellos conocían, que Yoongi estaba tan acostumbrado a realizar. Sintieron la calidez de sus belfos, acariciándose en una pequeña bienvenida, diciéndose lo mucho que se extrañaron y lo felices que estaban por encontrarse.

Yoongi no quería precipitarse y lanzarse a besar con desesperación a Hoseok, lo añoraba tanto y quería que todo fluyera de manera mágica, no quería romper la burbuja de amor que los llenaba, pero sus manos picaban por tocar la cintura de su amado, sentir la suavidad de su piel y la dulzura de su aroma, sin embargo, cuando se percató, sus manos ya viajaban por el cuerpo delgado de Hoseok.

Acarició desde los hombros hasta llegar a sus brazos y jalar el cuerpo junto con el suyo para pegar más los labios y poder succionarlos fácilmente, además de sus suspiros y gemidos provocados. Los brazos del castaño se engancharon al cuello del mayor y dejó llevarse en el placer que lo invitaba.

El tiempo transcurrió lento para la pareja, donde solo fueron capaces de besarse, besarse y seguir besando. Hoseok había caído ante los encantos de Yoongi y dejado de oír a la razón para hacerle caso a su corazón, pero un gruñido de excitación proveniente del rubio, trajeron de vuelta al menor y notó lo que pasaba.

Con su mano intentó alejar el cuerpo ajeno, pero falló, así que lo hizo otra vez, con más fuerza de la debida. Yoongi trastabilló al sentir ser apartado del delicioso manjar que se estaba degustando, así que sin querer soltarse mordió los labios de Hoseok y los jaló consigo.

El quejido de dolor que soltó Hoseok anunció el rompimiento de la burbuja que los envolvía, se miraron y observaron sus labios —rojos, hinchados y húmedos — recordando el affaire que tuvieron. Sus respiraciones eran agitadas, el pecho de Yoongi subía y bajaba mientras que el de Hoseok parecía que en cualquier momento el corazón le saldría por la boca.

Yoongi intentó acercarse, pero la exclamación seria de Hoseok lo paró.

—¡NO! Si ya no tienes más que decir puedes marcharte.

—Hobi —rogó.

—Dijiste que te escuchara y ya lo hice, así que ahora largo —caminó a zancadas y abrió la puerta —. L-A-R-G-O —repitió pronunciando lento.

—¿No me perdonas? —preguntó con dolor.

—Ahora no, no se cuándo podré hacerlo —aclaró.

—Eso es un...

—No se —respondió

—Tal vez —murmuró Yoongi.

Hoseok mantuvo la puerta abierta y le hizo señales para que se retire.

—Promete que lo pensarás —pidió.

El castaño negó, no quería prometer absolutamente nada, porque sabía que esto lo mantendría unido al rubio y luego caerá —otra vez.

—Promételo y me marcho —rogó.

Hoseok lo pensó, así que levantó sus hombros de manera indiferente, como si eso no fuera de ninguna importancia y no le acelerara el pulso, los latidos del corazón y los nervios de punta.

—Mañana en el desayuno hablamos —respondió sin mirarlo.

—Gracias —susurró Yoongi muy cerca, así que levantó la mirada y chocó con el rostro de su amado, dio un paso rápido y pegó sus labios con los de Hoseok, en un pequeño beso. Se separó de inmediato y con las manos levantadas, como si no hubiera cometido algún delito, se retiró de la habitación —. Mañana a las ocho —se despidió con un guiño, ocasionando que Hoseok se riera y que el corazón de Yoongi se llene de felicidad.

—Si, adiós.

Hoseok dejó escapar un gran suspiro que tenía retenido en sus entrañas, caminó a pasos lentos hasta la cama y se tiró de lleno en ella. Tocó sus labios, recordando el beso de unos minutos atrás.

Varias horas después se levantó cuando su estómago rugió y decidió llamar para pedir servicio a la habitación. Esa tarde habló con su padre y tuvieron una pequeña discusión cuando el mayor le comentó que fue él quien le dijo a Yoongi de su paradero.

El castaño no pudo sentirse más que traicionado, así que con un simple —Hablamos luego padre —cortó la llamada. No recibió ningún mensaje de su padre, porque sabía que por el cambio de horario era muy noche y ya debía descansar.

Llamó a Namjoon, como queriendo saber si Yoongi lo buscó antes de viajar, el moreno le afirmó lo que temía y le dijo que él en ningún momento abrió la boca, quizás solo soltó el nombre de su padre y se enteró que era el dueño de un sin número de hoteles a nivel nacional e internacional.

Quería reclamarle a su amigo, pero las disculpas que le dio hicieron que el enojo se le pase rápido. Se despidieron prometiendo conversar más seguido y que Nam podía escribirle a cualquier hora, el respondería.

Ya entrada la noche, Hoseok no pensó que Yoongi estaba en el mismo hotel, es más ni se acordó que habían quedado en verse el día siguiente. Tras cenar en la habitación y poner una película de ciencia ficción se fue a descansar, tenía que encontrarse con Jimin en la academia muy temprano.

Yoongi miraba el techo de su habitación, con las manos en su abdomen y sus piernas subiendo y bajando con parsimonia. Había logrado decir todo lo que había pensado desde que el castaño se fue, había sido difícil darse cuenta de los errores que cometió, pero no imposible. Ya en la mañana estuvo listo desde una hora antes de su encuentro, por lo que estuvo mirando el reloj por los próximos treinta minutos, luego salió y se puso a esperar fuera de la habitación del castaño.

Había sabido el número de la habitación desde la noche anterior cuando ayudó a cambiarlo, observando la tarjeta del hotel y el número marcado en ella.

Cuando dieron las ocho, Hoseok no mostraba intenciones de abrir la puerta, pero escuchó murmullos dentro de la habitación por lo que decidió esperar más tiempo, sin embargo cuando pasaron otros treinta minutos, decidió llamar y ver que es lo que estaba sucediendo.

Cuando la puerta abrió, lo primero que observó fue el rostro rojo de Hoseok, con sus mejillas llenas de rastros de lágrimas y su cuerpo tembloroso. Yoongi pensó que se encontraba así por su culpa, por tener que conversar y sufrir por su comportamiento, pero el castaño se lanzó a sus brazos y dijo dos palabras que le hicieron comprender.

—Mi papá —lloró contra el pecho de Yoongi.

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