Capítulo ocho
«CAPÍTULO OCHO»
"Nona"
Hoy me siento más sensible de lo usual. Quizá puedo culpar a mi periodo por ello, ya que no acostumbro a mantenerme en este estado decaído y deprimente. Y algo que no colaboró en lo absoluto, fue que en una de mis clases vimos un cortometraje sobre una pareja de abuelitos que con el paso del tiempo van quedando solos, y por supuesto las primeras personas en las que pensé fueron mis propios abuelos, en especial Nona.
Con todo lo sucedido decidí ir a su casa y aprovechar de compartir tiempo con ellos, y pues ya que hoy es viernes y mis clases terminan temprano, a penas la profesora concluye la emotiva clase, yo corro —luego de despedirme de April— a coger el bus.
Cuando entro en casa distingo a Nona viendo esas ridículas telenovelas que le encantan junto al abuelo. Los saludo con un abrazo a ambos, sentándome a su lado.
En mi estadía me enteré de algo que me enfadó un poco, sobre todo porque no me gusta que me oculten cosas importantes. Al abuelo se le escapó que el otro día en su visita a emergencias, Nona llegó ahí por una caída fuerte. Me explicó que mamá no quería que yo supiese, ya que no deseaba preocuparme, pero ahora viendo el gran moretón color morado en el brazo de Nona, que por cierto aún no se borra completamente, todo cobra sentido.
De ahí en más intenté hacer todo lo que estaba a mi alcance por cuidarla y mimarla, y también al abuelo porque es algo celoso. Limpié la casa, hice un par de compras de lo que faltaba y puse todo mi esfuerzo en hacer algo dulce para ellos. Algo sencillo; un queque, porque más que eso no se me da. Nona me repite siempre que solo me hace falta experiencia, pero las veces que he intentado cocinar, nada resulta como lo esperado, así que decidí dejar de intentarlo, al menos por ahora.
A penas salgo de la casa, luego de dejar todo listo, mi pecho se contrae, los ojos se me humedecen aunque intento batallar contra ello y el nudo en la garganta se agranda en cada segundo. Saco los audífonos de mi bolsillo, con el fin de poder distraerme con música y así trazo mi rumbo a casa.
Me permito derramar aquellas lágrimas que ya no aguantan, en el corto tramo a mi hogar, la soledad de las calles y el fresco soplo otoñal son mi consuelo en este momento.
Mi teléfono comienza a vibrar dentro de mi bolsillo, al principio no le presto mayor atención pero cuando este no para, verifico de quien se trata y es April enviándome bastantes mensajes, uno en específico llama mi atención.
April
Bea, Dalton me ha dicho que saliéramos a ese pub que fuimos hace muy poco a bailar, qué opinas??
Me tomo el tiempo para meditar mi respuesta. No tengo muchas ganas de hacer nada, pero de seguro bailar -o intentarlo- consigue cambiar mi estado de ánimo. Le contestó a April que sí deseo ir luego de varios minutos pensándolo, y me apresuro en llegar a casa.
La situación de Nona me estaba afectando mucho más de lo que creí. A pesar de ello, no quería demostrarlo, tampoco sumergirme en la angustia ya que no es la manera en la que hago las cosas, sin embargo, verla en ese estado me sensibiliza más de lo usual. No puedo mentir, tengo miedo que algo le suceda y se vaya, sería como entrar en una pesadilla sin salida, no sé si pueda recuperarme de ello.
Decidimos juntarnos en el camino con April, ya que el pub donde iríamos queda en el centro de la ciudad. Al verla llegar me arrepiento al instante de como he decidido vestirme. No llevo una gota de maquillaje, con suerte me sequé el cabello, en cambio ella luce de maravilla, con esos delineados coloridos que ama y su cabello cobrizo perfectamente arreglado.
En nuestro viaje vemos a muchas parejas pasear, tomadas de la mano o con muestras más afectuosas. Nos quedamos mirando divertidas tales escenas y comentando al respecto, pues ambas estamos solteras, y para este punto ya es hasta gracioso.
—A veces me pregunto, sobre todo cuando leo cosas del tipo romántica o veo a personas casi comiéndose justo como ahora...—ella ríe ante mi comentario, mirándome de reojo.—si podré encontrar a alguien que me quiera de verdad... nuevamente —ella asiente ante mis palabras, seguimos caminando tranquilamente por la avenida. —extraño la felicidad que sentía en esos momentos cuando estaba en mi antigua relación, extraño... sentirme amada. Es una felicidad que te llena por completo, no sé si alguna vez has experimentado algo así.
—Creo que no. He estado con hombres a los que sólo les importa el sexo, y tampoco es como si hubiese estado con muchas personas. Luego me embaracé y creo que no he tenido el tiempo como para enfocarme en alguien más que no sea Avery.
—¿Crees que te sea difícil poder encontrar a alguien?
—Honestamente, sí. Porque esta vez no entro solo yo en el juego, sino que también está mi hija, y no perderé mi tiempo en idiotas esta vez, ya ha sido mucho.
—Tienes razón.
—Y... no sabía que existía ese "ex novio". —inquiere, alzando sus cejas.
—Creí haberlo mencionado...
—Pues no. —afirma, ahora entusiasmada por saber aquello. —Ya, cuenta.
—Pues Kyre... no es una historia muy interesante, simplemente nos separamos porque debíamos hacerlo, queríamos cosas distintas. La universidad donde él toda su vida quiso ir estaba en otra ciudad, y pues yo claramente quería entrar en donde estoy ahora.
—¿Qué hay de las relaciones a distancia?
—Siempre lo consideramos pero en el fondo sabíamos que no funcionaría. Cada uno quería lo mejor para el otro y por eso tomamos esa decisión. No fue para nada fácil separarnos, al menos para mí. Kyre fue... un amor adolescente, mi primer amor, de hecho.
Guardo lindos recuerdos sobre él y lo que fue nuestra relación, omitiendo el cómo terminamos, prefiero quedarme con los recuerdos bonitos que hicimos.
—¿Se han vuelto a ver?
—Uhm, nop. Hace tres años que no nos vemos.
—¿Hablan?
—Mm no, cada uno siguió con su vida, supongo.
—¿Qué harías si lo volvieras a ver?
—April, ¿por qué haces tantas preguntas? —suelto una risa, de pronto recuerdo que esa misma frase es la que Yoonmi utiliza cada que está conmigo—Sinceramente no lo sé. Lo pienso siempre, pero no estoy segura de cómo actuaría, sería extraño.
—Bueno, al menos tú si tienes una buena experiencia en pareja, en cambio yo, soy como un imán que atrae a tarados. —suspira dramáticamente, mientras mueve sus manos en el aire—Encima me embaraza, qué mejor forma de recordarlo, ¿no?
—Al menos... ella sacó tu belleza, esperemos que cuando crezca no se parezca más a él.
El teléfono de April vuelve a sonar y esta vez me advierte que es Dalton antes de contestar, intercambia un par de palabras con él hasta que cuelga y me dice que ya ha llegado al lugar. Aun nos quedan un par de cuadras así que apresuramos nuestro paso para el encuentro.
Cuando llegamos fuera del local, el cartel con luces de neón me vislumbra. Dalton nos hace señas ya que se encuentra en la fila y antes de llegar por completo observo como viene acompañado.
¿Qué hace Yoonmi aquí?
—Al fin llegaron—exclama, suspirando—Miren que no fue nada fácil convencer a Yoonie, está a punto de irse.
El recién nombrado rueda los ojos, manteniendo las manos en los bolsillos de sus vaqueros azul oscuro. Viste una linda campera a cuadros y en sus orejas descansan un par de pendientes en tonalidades plata.
El lugar en el que nos adentramos cuenta con dos pisos. En el primero se haya la barra junto a un par de taburetes para quienes deseen quedarse allí. El sector del Dj se localiza al costado derecho, justo al lado de las escaleras. La pista de baile está en medio, iluminada por diversas luces de colores que titilan cambiantes, otorgando esa atmosfera fiestera, y arriba, en el segundo piso, están las mesas por si alguien desea "conversar" más cómodamente.
Dalton enseguida va hasta la barra, y todos lo seguimos detrás. April solo pide una bebida ya que no desea tomar, en cambio el pelinegro ordena un trago fuerte. Creo que whisky, a juzgar por el color. Lo toma de un tirón, sin siquiera hacer alguna expresión de disgusto por lo fuerte. Me impresiona, tanto que me quedo mirándolo fijamente y para cuando acaba el líquido me ve allí encandilada por su acción y frunce el ceño.
April tira de mi mano antes de que pueda decir algo, llevándonos hasta la pista para comenzar el baile. Me toma unos segundos despabilar de aquella escena, hasta que la canción please me resuena fuertemente por los parlantes y todos chillan.
April se mueve siguiendo el ritmo, cantando a todo pulmón aquella canción. Y yo la sigo, bueno, lo intento, aunque se me escapa algunas risitas. Dalton aparece por algún lugar, sumándose a nuestro baile con un vaso en su mano.
Cuando consigo tomar el ritmo, sacudo mi cuerpo siguiendo el compás, riendo también ante el desafinado canto de Dalton. Entro en calor en cosa de minutos, y mientras nosotras bailamos, él va y vuelve de la barra, bebiendo distintos tragos.
La siguiente canción es Unholy, y por supuesto los gritos frenéticos por aquella célebre canción no faltan. Todos corean la canción desde su inicio, y nosotros no nos quedamos atrás.
De pronto Dalton vuelve a acercarse a la barra, pero está vez trae consigo —a rastras, — a su amigo pelinegro. April en ese instante indica que irá al baño, dejándonos a los tres en la pista. Por mi parte muevo mi cuerpo, formando lo más parecido a un baile, mientras Dalton también pretende hacerlo, de manera más ridícula. Me río allí mismo por sus locuras, y Yoonmi, con cara larga, sorbe de su vaso, negando.
Dalton toma por los hombros a su amigo, acercando su cabeza a la suya, como si buscase decirle algo. Luego lo empuja donde estoy yo, y procede a hacer lo mismo conmigo. Me toma por los hombros, aproximando nuestros rostros y en medio de toda la música grita:
—¡¿Ustedes han pensado en estar juntos?!
¿Qué? Eso me toma de improviso.
—¡De que hablas!—exclamo, a través de la música. Yoonmi encoge sus hombros, intentando liberarse, sin embargo Dalton vuelve a hablar, impidiendo la escapatoria de su amigo.
—¡Estar juntos! ¡Ustedes dos!
—¡Estas borracho!—inquiero, medio riendo. Pero de pronto reparo en la cercanía entre el pelinegro y yo, y en como Dalton ha arrimado nuestros rostros, tanto que estoy a nada de tocar la punta de su nariz.
—¡Se verían bien!—sigue parloteando.
Y tal como si se tratase de una película, los siguientes segundos transcurren en cámara lenta. Veo a Yoonmi sonreír, divertido por las recientes palabras de su amigo. Sus oscuros orbes se achican y una sonrisa en donde enseña sus dientes brota de sus labios. Sus mejillas están medianamente coloradas, no sé si a raíz del alcohol o de la alta temperatura del lugar. Dalton vuelve a juntar nuestras cabezas, y es allí donde siento como mi corazón bombea con tanta violencia que en cualquier momento se saldrá.
Yoonmi tiene... una sonrisa muy característica, de hecho, la dualidad en él es tan extrema que con tal sólo esbozar las comisuras se torna en alguien tierno. Sin embargo, cualquiera que lo conozca una pizca sabe que esa palabra no lo describe en lo absoluto.
Algunos mechones de su oscuro cabello se adhieren a su frente a causa de la sofocante temperatura. Una solitaria gota se desliza por su cuello, dibujando su camino por aquella zona hasta perderse dentro de la camiseta gris que porta... y yo acabo de ver todo eso como si fuera lo más impresionante del mundo.
—¡Deberían besarse ahora! ¡Estoy viendo como se miran!
Esa es mi alarma para apartarme de su agarre y volver a la realidad, manteniendo la distancia. Yoonmi niega, viéndose lo más normal frente a las recientes palabras de su amigo mientras yo acabo de inventarme una película por las estúpidas palabras de Dalton.
Me quedo de pie, casi estática viendo como Dalton mueve su cabeza de un lado a otro siguiendo el ritmo, sin reparar en que sus palabras acaban de calarme duro.
Debe ser el periodo. Sí, eso. No puedo ver a Yoonmi de otra forma que no sea como "el amigo de Dalton". Diablos.
El pelinegro delinea con la punta de su lengua toda la extensión de su labio superior, quitando la gota de alcohol que casi resbala de allí al ingerir un trago de su vaso. Y viendo aquella acción en lo único que puedo pensar es en que me gustaría probar que tal saben sus labios con ese toque amargo del licor que recientemente se ha deslizado a través de su garganta.
Esperen... no. No, no y no. ¿Qué cosas pienso?
Dalton vuelve a la barra, en esas milésimas de segundos en donde me he perdido en la imagen de su amigo, mientras Yoonmi acorta la distancia entre nosotros y se inclina a mi altura, casi estrellando sus labios contra mi oído.
—¡Está muy borracho! —anuncia, divertido. Ese delicado contacto de sus labios contra mí oído me produce un hormigueo en lo más hondo. La manzana de Adán en su cuello se agita cuando nuevamente suelta una carcajada.
Otra reconocida canción se vuelve protagonista, consiguiendo remover a la gente de nuestro alrededor, haciéndome quedar adherida al torso del pelinegro. Él toma mis brazos para estabilizarme, cuando la persona detrás de mi me empuja, y tengo que alzar un poco la vista para poder encontrarme con sus ojos. Nuestros troncos están completamente juntos, temo que pueda sentir con qué fuerza bombea mi corazón, y también que note como me he ruborizado por nuestra imprevista proximidad. Le sonrío, tímida, esperando que en su próximo movimiento me suelte, sin embargo no lo hace, vuelve a inclinarse hacia mi oído.
—¡Parece que sí quieres besarme! —señala, con ápices burlescos. Ruedo los ojos planeando apartarme, pero Yoonmi no me deja hacerlo. Toma mi cintura, imposibilitando mi escape. Entierra sus incisivos en su labio inferior, ocultando una sonrisa que es tan clara, que me hace dudar sobre sus próximos pasos.
Baja la cabeza, con la vista perdida en mi boca, consigo notarlo porque he mantenido mi mirada puesta en la suya y sus ojos no se han apartado de esa parte de mi rostro, tampoco ha dejado de morder sus labios y la sonrisa divertida que hace segundos mantenía ha desaparecido.
Creo enloquecer cuando en su siguiente movimiento una de sus manos se escurre hasta la parte trasera de mi cuello, aproximándome más a él para obtener su siguiente cometido; estampar sus labios contra los míos. Decir que me sorprende se queda corto ante el huracán que esa acción ha formado en mi interior. La necesidad con la que explora mi boca sin llegar a ser brusco, el cómo saborea mis labios y me permite hacer lo mismo con los suyos, la calidez de su tacto y la presión que ejerce en mi cuello para que no me separe de él provoca que mis piernas tambaleen.
Cuando se separa de mi debo parpadear reiteradas veces para comprender lo que ha sucedido, y aún así, se siente como un sueño. Yoonmi sonríe abiertamente, dejándome absurdamente perpleja, y sin decir nada, se va. Se pierde entre el cumulo de personas con aquella gran y ancha sonrisa.
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